La rehabilitación de los prisioneros... ¿puede lograrse?
“¡ME CONSIDERO completamente libre! Estoy libre de la oscuridad que me envolvía antes.”
“¡Cada día de mi vida es feliz!”
Estas son las expresiones de dos prisioneros que se encuentran en la Colonia Penal de Iwahig, en las Filipinas. A ambos se les halló culpables de asesinato, y han pasado muchos años en prisión. Pero han hallado algo que les ha traído más gozo que cualquier cosa que hubieran poseído durante sus años de su libertad anteriores.
LA PRISIÓN DE IWAHIG
La Prisión y Colonia Penal de Iwahig —para darle su título completo— difiere de muchas otras prisiones. Está situada en la isla de Palawán, la larga isla de la cadena de islas filipinas que se extiende hacia el sudoeste hasta penetrar en el mar de la China. La prisión se extiende por 38.612 hectáreas, y suministra alojamiento para unos 5.000 prisioneros. Sin embargo, a éstos se les llama colonos más bien que prisioneros.
No hay muros altos ni barrotes en la mayor parte de la zona de la prisión. No hay guardias armados, y muchos prisioneros disfrutan de gran libertad de movimiento. Algunos no llevan uniforme. La mayoría de ellos viven en dormitorios y trabajan en la producción de los principales productos agrícolas de la colonia: arroz, maíz, copra, madera, rota y una pequeña variedad de bambú.
Los colonos reciben una pequeña cantidad de dinero efectivo cada mes, y a esto ellos pueden añadir algo por medio de hacer y vender artículos de artesanía. A algunos, que han mostrado que son dignos de confianza y pueden mantener a sus familias, se les permite traerlas a la colonia para que éstas vivan allí. Estas familias viven en casas para dos familias; se les dan las provisiones necesarias gratuitamente, y pueden tener siembras o criar animales para ayudarse a pagar sus gastos.
Se mantiene disciplina, pero a los colonos se les da mayor libertad a medida que demuestran que son confiables. Algunos hasta ayudan a mantener en funciones la colonia. Además, se suministra entrenamiento en diferentes oficios, y a los analfabetos se les enseña a leer y escribir, junto con aritmética. Se permiten actividades de esparcimiento, entre ellas nadar, varios deportes de competencia, programas musicales y paseos campestres, y los domingos se permiten algunas reuniones religiosas.
A través de los años Iwahig ha sido terreno fértil para la obra de hacer discípulos de los testigos de Jehová. Pero, ¿cómo comenzó esta actividad de los testigos de Jehová?
LA PREDICACIÓN DENTRO DE IWAHIG
Muchos individuos han tenido que ver con esta actividad a través de los años, y Domingo Obispo fue uno de los primeros.a Él estaba cumpliendo una larga condena en la prisión de Muntinlupa, cerca de Manila, y empezó a asistir a las reuniones que conducía en aquella prisión un anciano local de los testigos de Jehová. Con el tiempo aceptó lo que estaba aprendiendo de la Biblia y llegó a ser Testigo. Entonces, cuando fue transferido a Iwahig, compartió con otros lo que había aprendido.
En otro caso, un hombre que había sido testigo de Jehová fue expulsado de su congregación debido a mala conducta. Él cometió un delito extremadamente grave y fue enviado a prisión. En la prisión empezó a arrepentirse, tal como le sucedió al rey Manasés de la antigüedad. (2 Cró. 33:10-13) Finalmente, cuando este hombre fue transferido a Iwahig, se puso en comunicación con los ancianos de la cercana Congregación de Puerto Princesa, y ellos pudieron ver que su arrepentimiento era genuino. Por lo tanto lo aceptaron de nuevo como testigo de Jehová, y él empezó a predicar en la colonia.
Hubo también el caso del hombre que escapó de Iwahig. Él se ubicó en un pueblo de Palawán y empezó a vivir como ciudadano particular. Un testigo de Jehová le predicó, y el reo escapado creyó lo que aprendió. Entonces su conciencia empezó a molestarle, de modo que consultó con un anciano de la congregación. ¿Qué debería hacer?
El anciano cristiano le dio consejo basándose en las palabras del apóstol Pablo en el Rom. capítulo 13 de Romanos, versículo uno. Se le mostró que era la responsabilidad de un verdadero cristiano el devolver a César las cosas de César. Por eso, acompañado por algunos amigos cristianos, este hombre regresó a la colonia y se entregó a las autoridades. Ahora es un prisionero en el cual se confía, y ha sido asignado como maestro de otros prisioneros. Él usa su asignación como una oportunidad de esparcir el mensaje del cristianismo verdadero.
A la mayoría de los que ahora están llegando a ser testigos de Jehová en Iwahig se llegó por medio de la predicación que se ha efectuado dentro de la colonia misma. A uno de los hombres se le entregó el tratado ¿Es esto todo lo que se ofrece en cuanto a la vida? Sorprendido de hallar testigos de Jehová activos en la prisión, concordó en tener un estudio bíblico usando la ayuda La verdad que lleva a vida eterna. Este hombre respondió a las cosas que aprendió y gradualmente hizo cambios en su vida hasta que calificó para el bautismo cristiano.
En la colonia se prohíbe el predicar efectivamente de casa en casa (o de dormitorio en dormitorio). Sin embargo, dos veces a la semana se “pasa lista,” y en estas ocasiones a todos se les reúne para que las autoridades se cercioren de que nadie falta. Los Testigos usan este tiempo para predicar a sus compañeros de prisión. Conducen estudios bíblicos con ellos bajo los árboles o en la gradería de la plaza.
Además, a los ancianos de la Congregación de Puerto Princesa se les permite venir los domingos y conducir un estudio bíblico dentro de la prisión, usando la revista La Atalaya como ayuda para estudiar. Se invita a los que se interesan en el estudio. Anteriormente estas reuniones se celebraban en la biblioteca de la prisión, pero la administración, que aprecia la obra que hacen los testigos de Jehová, ahora ha hecho arreglos para que se construya un gran Salón del Reino a expensas de la colonia.
Recientemente las autoridades han permitido que ciertos colonos asistan a las asambleas de circuito de los testigos de Jehová que se celebran fuera de la prisión. Los ancianos de la congregación cercana aceptan la responsabilidad por estas personas, y los prisioneros vienen acompañados de un solo guardia que no porta armas. Llevan ropas de ciudadano común y no van esposados. En cada una de las últimas tres asambleas de circuito se bautizaron algunos de estos hombres. En mayo de 1977, dos de los 12 que asistieron se bautizaron. Los otros Testigos que concurren a las asambleas siempre se deleitan en asociarse con sus hermanos cristianos de Iwahig.
REHABILITACIÓN DE ÉXITO
El resultado de la actividad de los testigos de Jehová ha sido una reforma completa de ciertos criminales endurecidos. Aunque a menudo es cierto que los hombres vuelven a su vida de delito después de salir de la prisión, muchos de éstos han sido completamente transformados. En las palabras del apóstol Pablo, han sido “lavados.”—1 Cor. 6:11.
La permanencia de su reforma se ve en la experiencia de un hombre que, después de haber cumplido una sentencia de quince años por asesinato, fue puesto en libertad y llegó a ser precursor, como llaman los testigos de Jehová a los predicadores de tiempo completo. Otros que han sido puestos en libertad han progresado hasta llegar a ser ancianos respetados de la congregación cristiana con la cual se asocian.
El objetivo de la Colonia Penal de Iwahig es particularmente “reforma,” más bien que “castigo.” Por eso, a los miembros de la administración les deleitan los cambios que ven en los prisioneros que han llegado a ser testigos de Jehová. Un supervisor penal exclamó: “¡Quisiera que todos los prisioneros aquí fueran testigos de Jehová!”
El oficial de seguridad en funciones de la colonia dijo: “Deseo que esta religión tenga muchos conversos aquí, porque he observado que tan pronto se hacen testigos de Jehová veo muchas cosas buenas en sus costumbres y características.
“Ese miembro de ustedes, Sánchez, era el perturbador número uno aquí... un borrachín, fumador empedernido y lleno de vicios. Era una irritación constante. Cómo fue que tuvo el valor de cambiar es algo que no entiendo. ¡Todo lo que sé es que llegó a ser testigo de Jehová y todo se arregló!”
¿POR QUÉ EL CAMBIO?
¿Qué hace que asesinos, violadores, incendiarios y otros se conviertan en cristianos de vida correcta? Según los hombres mismos, es el poder reformador de la Palabra de Dios y la buena asociación con gente de devoción. Uno comentó que le atrajo la promesa bíblica de vida eterna, y de que Dios limpiará toda lágrima de los ojos de la humanidad que sufre, y removerá las enfermedades y la muerte. (Juan 5:24; Rev. 21:4) Puesto que él había visto el lado malo de la vida, estas promesas fueron atractivas para él.
Otro comentó que entre los prisioneros que han llegado a ser testigos de Jehová existe un verdadero amor fraternal cristiano, y esto fue lo que lo atrajo. Ahora dice que él desea esforzarse por ser “buen siervo de Jehová Dios.”
Otros dijeron que cuando se asociaron con los testigos de Jehová por primera vez en toda su vida se les trató como personas decentes. La realidad de este amor se ve en el caso de un prisionero, cuando llegó el tiempo en que se le iba a poner en libertad. Él dijo que “sus ojos se le llenaron de lágrimas” porque tenía que dejar a sus amados hermanos cristianos.
Por eso, hasta en la prisión, el poder que la Biblia tiene para sanar corazones y reformar a las personas está siendo demostrado dramáticamente. Una vez que entran en la luz de la Palabra de Dios, estos hombres, que han sido encarcelados por haber cometido fechorías anteriormente, experimentan la verdadera libertad que Jesús prometió cuando dijo: “Conocerán la verdad, y la verdad los libertará.” (Juan 8:32) Agradecen la bondad amorosa de su Dios, Jehová, quien les ha permitido hallar la verdadera libertad y rehabilitación duradera aun mientras están en prisión. Usted disfrutará de la lectura de la siguiente experiencia de uno de estos hombres, contada por él mismo.
[Nota]
a En la página 8 de esta revista usted puede leer la experiencia de Domingo Obispo, contada por él mismo.