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La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1964
w64 15/11 págs. 677-679

Por qué ponen en tela de juicio la existencia de Dios

Más personas lo están haciendo hoy en día. ¿Justifican sus razones la conclusión de que Dios no existe?

EN EL número del 24 de febrero de 1962 de Ave Maria el cardenal católico Ricardo Cushing declaró: “Por primera vez en la historia de la humanidad, el ateísmo está en marcha; y la Iglesia se halla impotente para impedir el adelanto del antiCristo.” Este se está esparciendo rápidamente a través del mundo. La idea de que no hay Dios no solo se ha apoderado de una proporción grande de los más de mil millones de personas gobernadas por el comunismo, sino que ha hecho asombrosas incursiones en el modo de pensar de personas de tierras no comunistas.

Pero, ¿por qué ponen tantas personas en tela de juicio hoy en día la existencia de Dios? ¿Por qué está en marcha el ateísmo ahora, y no puede detenerlo la iglesia? ¿Qué es responsable de esta incredulidad sin precedente?

CREENCIA EN LA EXISTENCIA DE DIOS

El filósofo Celestino N. Bittle escribió en su libro God and His Creatures: “Jamás se ha descubierto un pueblo que, en el sentido más estricto del vocablo, sea ‘ateo.’ Quizás haya individuos ateos; pero un pueblo, jamás. Esta creencia universal es un hecho tremendo.” Esto es fuerte evidencia de que el hombre fue creado originalmente con la inclinación inherente de reconocer la existencia de Dios.

A fin de satisfacer al hombre en su búsqueda de conocer acerca de Él, Dios proveyó al hombre un registro inspirado acerca de El mismo. En este relato Dios también explica el origen del hombre, por qué existen la enfermedad y la muerte y qué esperanza hay para el futuro. La colección de estos escritos inspirados generalmente se conoce ahora como la Santa Biblia o Santas Escrituras.—2 Tim. 3:16.

Las Escrituras están en armonía con la inclinación inherente del hombre de reconocer la existencia de Dios, y le dan apoyo. Atribuyen los hermosos cielos estrellados, la maravillosa Tierra y el hombre inteligente a la mano de obra de Dios. Declaran: “Dios creó los cielos y la tierra,” también, “Dios procedió a crear al hombre.” Sí, la evidencia de las Escrituras, el dictado natural de la razón humana y la ley y orden que gobiernan al universo, todas estas cosas testifican al hecho de que Dios de veras existe.—Gén. 1:1, 27.

¿QUÉ HAY DEL SUFRIMIENTO HUMANO?

Sin embargo, es debido al sufrimiento humano sin paralelo que existe en la Tierra que muchas personas ponen en tela de juicio la existencia de Dios. Esto lo indicó una misionera médica anglicana retirada, Mariana Sherman, que dijo el otoño pasado: “Me hice atea en gran parte debido al terrible sufrimiento de las mujeres indias que jamás habían hecho algo para merecerlo. ¿Cómo podría permitir que sucediera esto un Dios que es todo amor? Y hemos tenido dos horribles guerras mundiales. Simplemente no tiene sentido esto.”

No pocas personas raciocinan de esta manera. Un Dios amoroso, creen, no permitiría el sufrimiento humano; y puesto que existe el sufrimiento, concluyen que no ha de haber un Dios que sea amoroso. ¿Está justificada esta conclusión?

No. La existencia de la iniquidad y el sufrimiento que ésta ha acarreado a la humanidad no dictan arbitrariamente que no exista un Dios de amor. Tal punto de vista pasa por alto enteramente la responsabilidad del hombre. Es semejante a un paciente que pasa por alto las instrucciones de un médico, y luego niega la existencia del médico porque está sufriendo. O es semejante a un maquinista que rehúsa obedecer el consejo del fabricante, y luego, cuando sus herramientas no funcionan apropiadamente, niega que exista el fabricante. En tales casos sería una necedad el poner en tela de juicio la existencia de un médico compasivo o un fabricante hábil. El individuo mismo es el culpable por el sufrimiento y la dificultad.

Esto es semejante a lo que sucede con la humanidad hoy en día. Las Escrituras inspiradas muestran que Jehová Dios creó perfecta a la primera pareja humana, con la expectativa de gozar de la vida en una Tierra paradisíaca mientras viviera. Esta provisión fue una evidencia del amor de Dios. Pero cuando la humanidad rehusó obedecer las instrucciones de Dios, sufrió las consecuencias. Esto no quiso decir que no existe un Dios amoroso. Dios le había advertido con anticipación lo que sucedería; por eso fue el hombre, no Dios, el responsable del sufrimiento, enfermedad y muerte que siguieron.—Gén. 1:27, 28; Deu. 32:4, 5; Ecl. 7:29.

Es verdad, no sería amoroso el permitir que este sufrimiento continuara indefinidamente. Y Dios no tiene intención alguna de hacer esto. La iniquidad y el sufrimiento humanos se han tolerado solo a causa de un punto en cuestión que se hizo surgir en el jardín de Edén. Una de las criaturas espíritus de Dios, identificada en la Biblia como Satanás el Diablo, influyó en la primera pareja humana, Adán y Eva, y éstos desobedecieron a Dios. Esto puso en tela de juicio la calidad de Creador de Dios y su justicia al exigir obediencia como una condición para la vida y no obstante aparentemente no crear al hombre con la capacidad de permanecer leal a Dios.

Por eso, Dios ha permitido un período fijo de tiempo para zanjar este punto en cuestión de si los hombres pueden permanecer fieles bajo prueba o no. Ahora este período está por terminar. Muy pronto Satanás y todo el sufrimiento humano del que ha sido responsable serán eliminados. Es el Creador amoroso quien proveerá este alivio por medio de introducir a la humanidad obediente en un justo nuevo sistema de cosas.—2 Ped. 3:13; Rev. 12:12.

RESPONSABILIDAD DE LA RELIGIÓN

Las iglesias de la cristiandad no han aclarado a la gente por qué se ha permitido que existan la iniquidad y el sufrimiento por un tiempo sobre la Tierra. Más bien, han enseñado mentiras acerca de Dios, describiéndolo como un desalmado despiadado que mantiene vivos a los humanos en algún lago de fuego subterráneo, donde se cuecen y se chamuscan con agudísimo dolor a través de la eternidad. Tales enseñanzas han apartado a muchos de Dios.

Muchos teólogos y clérigos modernos hasta están aceptando condiciones con el ateísmo. “He predicado más y más en la década pasada sobre los valores del ateísmo y el agnosticismo,” escribió el obispo episcopal Jaime A. Pike. “Tiene que haber una medida grande de agnosticismo en la religión verdadera,” aseguró él.a Y la revista Time del 9 de junio de 1961 declaró que “Pablo Tillich, el más eminente teólogo de los Estados Unidos, habla de Dios como ‘El Ser en Sí Mismo’ o la ‘Realidad Superlativa.’” Esta caracterización, sin embargo, dice un artículo intitulado “¿Es atea la teología moderna?” que se publicó en la revista protestante The Christian Century, “salva a Tillich de la acusación de ateísmo.” Pero, ¿no basta esta suerte de teología que se acerca al ateísmo para hacer que muchas personas pongan en tela de juicio la existencia de Dios?

Por lo tanto, es patente que las iglesias, en vez de edificar fe en Dios, han sido responsables de que millones de personas se hayan dirigido al comunismo ateo. Sus enseñanzas contradictorias, las persecuciones religiosas, el atizar la guerra y el buscar el favor de los ricos e influyentes han hecho que muchos raciocinen que, si las iglesias representan a Dios, entonces no debe haber un dios. Muchos clérigos responsables confiesan la culpa de la religión.

“Sé que somos nosotros, nosotros solos los cristianos, los que somos responsables del comunismo,” confesó el deán de una escuela teológica europea. “Recuerden que los comunistas eran cristianos en un tiempo. Si no creen en un Dios justo, ¿quién tiene la culpa?”b Y el deán de la facultad del Seminario Teológico Unión de la ciudad de Nueva York reconoció: “El mismísimo ateísmo del comunismo es un juicio sobre las iglesias, . . . que generalmente han sido adornos del statu quo, sin importar cuán injusto haya sido.”c

El que las iglesias no hayan imitado a Cristo y provisto conocimiento acertado concerniente a Dios ha preparado el camino para el ateísmo.

ADELANTO DEL ATEÍSMO

A centenares de millones de personas en países comunistas se les está enseñando sistemáticamente que Dios no existe, y la instrucción se está acelerando. “El ateísmo se enseñará más intensivamente en centros de entrenamiento del partido y en cursos especiales para maestros, médicos y periodistas,” informó recientemente la revista Time. Este programa constante de instrucción, especialmente para los jóvenes, ha hecho que muchos pongan en tela de juicio la existencia de Dios.

A menudo esta propaganda llega a Occidente en informes periodísticos. Por ejemplo: “‘La Biblia dice que el Creador envió maná a los judíos,’ dijo el primer ministro Khrushchev. ‘No sé si esto sea verdad, no vi que sucediera. No sé si el maná era de primera calidad ni si los judíos obtenían bastante o no. Para averiguar, enviamos a Gagarin allá arriba para echar un vistazo. Pero Gagarin informó que no vio nada sino vacío. De modo que enviamos a Valentina Tereshkova y le dijimos que si hallaba maná se preparara una comida, pero ella no halló nada. Por eso no hay esperanza de que podamos obtener maná del cielo. Esto significa que tenemos que confiar en nuestras manos que trabajan con tesón.”—El Times de Nueva York, 7 de abril de 1964.

¡Qué necia base sobre la cual poner en tela de juicio la existencia de Dios! Pero estas personas no renunciaron por primera vez a creer en Dios después de los viajes al espacio. Más bien, en los países controlados por los comunistas, la fe en Dios se socava en los jóvenes por la repetición constante por maestros y pedagogos de que no hay Dios. Otros ponen en tela de juicio la existencia de Dios debido a ver el sufrimiento humano, y no recibir una respuesta bíblica satisfactoria por ello. Y todavía otros han sido apartados de Dios debido a las enseñanzas contradictorias y a las inclinaciones ateas de caudillos religiosos.

Pero por lo menos hay un factor más vital que es responsable de que tantos pongan en tela de juicio la existencia de Dios. Ese es porque quieren creer la mentira de que no hay Dios. La ley justa de Dios es una restricción incómoda. Quieren estar libres para seguir tras su derrotero egoísta sin que la conciencia les remuerda, la cual les molestaría si tuvieran que ser responsables ante la ley de Dios. Y por eso, porque “no [aceptan] el amor de la verdad . . . Dios deja que una operación de error vaya a ellos, para que lleguen a creer la mentira.”—2 Tes. 2:10, 11.

La persona sabia que ama la justicia, sin embargo, jamás será apartada de Dios. Estudiará con regularidad la Biblia, y llegará a amar a Dios por las maravillosas provisiones que ha hecho para la vida en un justo nuevo sistema de cosas. Verdaderamente, es el necio quien “dice . . . en su corazón: No hay Dios.”—Sal. 14:1, Versión Valera (1960).

[Notas]

a The Christian Century, 21 de diciembre de 1960.

b Harper’s Magazine, agosto de 1960.

c Revista Time, 10 de noviembre de 1961.

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