Cambios sorprendentes en la Iglesia Católica
MUCHOS católicos norteamericanos fueron sobresaltados el noviembre pasado por los resultados del más reciente estudio de la concurrencia a la iglesia. Aunque los estudios varían, ¡éste indicó que la cantidad de los que virtualmente habían dejado de concurrir a la iglesia casi se había duplicado durante el año pasado! Más alarmante fue el informe de que por primera vez las personas de edad avanzada daban cuenta de la mayor parte de la merma en general. ¡Casi la tercera parte de las personas mayores de cincuenta años de edad dejaron de oír misa con regularidad durante 1973! Los investigadores católicos hallaron este hecho “bastante atemorizador.” Dice el National Catholic Reporter:
“La abrupta mengua en la concurrencia a la iglesia que ha estado ocurriendo desde hace varios años ha alcanzado proporciones casi catastróficas. Por primera vez la mengua en la concurrencia a la iglesia está ocurriendo entre los miembros más viejos de la población. . . . Los cambios del año pasado bien pueden constituir el colapso más sorprendente de la devoción religiosa en toda la historia del cristianismo.” [Cursivas son nuestras]—16 de noviembre de 1973.
¿A qué se debe que esta nueva fase de la concurrencia cause tal preocupación a la Iglesia? Bueno, en 1972 un profesor de teología del Vaticano, Battista Mondin, al referirse al período turbulento desde el Concilio Vaticano II, dijo que todavía hay “una mayoría silenciosa que ha permanecido fiel.” Se refirió a los miembros más viejos y estables. Lo que es más, predijo que esta “mayoría silenciosa garantizará la supervivencia y salvación de la Iglesia Católica en los Estados Unidos.”
Pero ¡ay! ¿Qué está haciendo la “mayoría silenciosa” dos años más tarde? ¿Está salvando a la Iglesia?
La “mayoría silenciosa” se convierte en “minoría que desaparece”
Evidencia reciente muestra que la mayoría de los católicos en los EE. UU. ya no apoyan las prácticas religiosas requeridas por la ley de la Iglesia. Por ejemplo, para mediados de 1973 más de la mitad no concurría a misa con regularidad. Las cifras muestran que 12 por ciento concurrió una vez al mes, 26 por ciento solo una vez al año, y 14 por ciento casi nunca concurrió. Sin embargo la ley de la Iglesia exige concurrencia semanal.
¿Qué hay acerca de otros asuntos en los que la mayor parte de los católicos están reñidos con la doctrina católica? Numerosos estudios muestran que en 1973 la mayor parte de los católicos (1) practicó control de natalidad; (2) aprobó abortos en varias circunstancias; (3) aprobó el sexo premarital, en algunas o en todas las circunstancias; (4) obtuvo divorcios aproximadamente en la misma proporción que otros norteamericanos; (5) no fue a confesarse con regularidad.
Repetidamente la Iglesia ha reafirmado sus leyes acerca de estos asuntos. Sin embargo la mayor parte de sus miembros de hecho cree y actúa contrario a sus leyes. Por lo tanto, ¿qué esperanza de “salvación” tiene la Iglesia realmente con esta llamada “mayoría silenciosa”? Si hay alguna esperanza para la Iglesia, parecería descansar solo en las manos de una “minoría que desaparece.”
Ciertamente los católicos que se interesan quieren saber las causas de esta abruptamente acelerada retirada de la Iglesia. ¿A qué se debe esto, especialmente entre los de edad avanzada? La evidencia señala a por lo menos dos causas: (1) pérdida de confianza en los líderes eclesiásticos y (2) pérdida del aspecto “místico” en la adoración.
Crisis en el liderato
El estudio católico de la concurrencia a la iglesia revela que entre los católicos norteamericanos hay una “gran relación entre la falta de confianza en los líderes y el no ir a la iglesia.” Especialmente durante el año pasado el liderato eclesiástico fue inutilizado por el disentimiento. Los ataques más fuertes ya no vienen del exterior de la Iglesia, sino, más bien, de los clérigos del interior. Este conflicto ya ha llegado hasta el corazón de los laicos que siempre habían puesto su confianza en la autoridad eclesiástica. ¿Cómo pueden continuar aceptando esa autoridad cuando los que la administran están en tan franco desacuerdo?
El monseñor John T. Ellis, profesor de historia eclesiástica, declaró que la comunidad católica norteamericana “nunca había conocido nada que se aproximara a su actual estado de abatimiento y confusión.” Pero el papa Paulo VI muestra que este problema no está limitado a los Estados Unidos. Al hablar al Colegio de Cardenales en junio de 1973, deploró la “confusión e indisciplina doctrinal” en la Iglesia, y reconoció que el sacerdocio mundial estaba “pasando por un período” de “desorientación.”
¿Mejoró la situación a medida que transcurrió el año de 1973? No. Más bien, creció en proporciones. Hubo confrontaciones bochornosas con el renombrado teólogo suizo Hans Küng, tensiones expresadas públicamente con los 260 obispos norteamericanos, numerosos incidentes con sacerdotes disidentes y mayor presión que nunca en contra del celibato sacerdotal. En octubre un artículo en la primera plana del diario francés Le Monde declaró: “La práctica religiosa se está derrumbando, las vocaciones sacerdotales se están desintegrando. La rebelión está en todas partes. Las autoridades [eclesiásticas] están abrumadas.”
Entonces, en dos discursos el 10 de noviembre, el papa Paulo reveló cuán profundas eran las heridas. Sin un escrito preparado, apeló emocionalmente a los sacerdotes en su auditorio:
“Acéptenme; no me desprecien; acéptenme por lo que soy. Soy el Vicario de Cristo. . . . comprendan que esta es la Iglesia jerárquica y establecida . . . Ha llegado el momento en que me es necesario apelar a todos ustedes para que me den su adhesión y atención completas.”—Catholic Standard, 15 de noviembre de 1973.
¿Por qué fue necesario una llamada tan directa para el reconocimiento de la autoridad? ¿Por qué ha llegado ‘el momento de apelar por adhesión completa’? ¿Es porque su casa religiosa se está desbaratando por falta de autoridad adhesiva que la mantenga junta? Hace mucho Jesús dijo: “Si un reino está dividido contra sí mismo, ese reino no puede subsistir.”—Mar. 3:24, 25, Biblia de Jerusalén católica.
Las estadísticas de la Iglesia muestran que este principio está en operación. En un año, siete mil monjas dejaron los conventos. ¡El sacerdocio ha disminuido aproximadamente en 25.000 desde 1969, y el paso se está acelerando! Muchos seminarios están vacíos. La situación es tan crítica que, en noviembre, el cardenal Garrone, jefe del departamento de educación católica del Vaticano, convocó una reunión de ochenta obispos por todo el mundo para discutir la crisis. Él les dijo que la pérdida de sacerdotes es crítica y que el obtener más seminaristas “representa para la Iglesia una verdadera cuestión de vida o muerte.”
En un esfuerzo por detener la marea de deserciones, el papa Paulo se ha visto obligado a tomar una actitud nueva, más conciliatoria que la que había tomado en el pasado hacia los sacerdotes disidentes. El 28 de noviembre, al hablar a un auditorio general, él consideró la disensión que se está esparciendo “como una epidemia” dentro de la Iglesia. Entonces el número del 23 de diciembre del L’Osservatore Romano, el periódico oficial del Vaticano, publicó un artículo implorando a cada sacerdote a “hacer lo imposible para permanecer en su puesto.” Aun “si cometen errores morales —no deben, pero puede suceder, porque también ustedes son débiles— tienen muchos remedios.” ¡Cuán desesperado debe ser el problema para que se diga eso!
Esta confusión en las filas de los pastores clericales es una de las razones por las que aumenta el número de los miembros leales del rebaño católico que se están desilusionando. Pero hay otra razón, una que llega al mismísimo corazón del catolicismo.
Pérdida de la “tradición mística”
La mayor parte de los adoradores, particularmente los más ancianos, pensaban que la misa católica de los días anteriores al Concilio Vaticano II encerraba algo especial. La misa latina, con su esplendor teatral, “conspiraba para hablar de la presencia, del misterio de Dios entre los hombres,” dijo el sacerdote William J. Bausch, en un artículo para la revista U.S. Catholic. Reconocidamente, “el misterio engendraba una congregación pasiva, silenciosa, dominada por la reverencia,” pero los parroquianos seguían volviendo por más. Ahora todo eso se ha ido. La disminución en la concurrencia a la misa, cree él, se debe a que la Iglesia ‘ha abandonado su propia tradición mística.’
El poeta católico Ned O’Gorman lamenta: “Ahora tenemos que sufrir con celebraciones fingidas.” Según él lo ve, “en esta Iglesia nueva, todo se hace muy aburrido muy rápidamente.” Cuando se quita el misterio, la reverencia y la incomprensibilidad, la gente se siente defraudada. Ha sido despojada del misterio que ellos se imaginaban que representaba a Dios, revelando meramente un ritual vacío, hecho por el hombre.
Lo mismo es cierto de los muchos otros accesorios religiosos que los católicos han usado a través de los años como ayudas para la devoción. Se decía que los rosarios, los santos, las imágenes, las novenas y otros accesorios devocionales hacían que los adoradores se sintieran más cerca de Dios. “Los símbolos consagrados y las prácticas tradicionales nutren las emociones,” dijo el monseñor Hubert Maino de la iglesia St. Frances Cabrini de Detroit. “Cuando estos símbolos se remueven abruptamente . . . el hombre o la mujer en el banco de iglesia se encoleriza y enajena.” Él pide un volver a la estima anterior que se tenía a estas muletas devocionales. Pero, ¿es ésa realmente la solución?
Jesucristo no enseñó a sus seguidores a apoyarse en ayudas materiales para la devoción. En vez de eso él dijo: “Los adoradores verdaderos adorarán al Padre en espíritu y en verdad, porque así quiere el Padre que sean los que le adoren. Dios es espíritu, y los que adoran, deben adorarle en espíritu y verdad.”—Juan 4:23, 24, Biblia de Jerusalén.
La perspectiva
Preguntas serias confrontan a los que han dejado de concurrir a la iglesia. ¿Están solo desilusionados con la Iglesia, o se ha enfriado su corazón hacia Dios?
Si en realidad es el amor a la justicia lo que los ha impulsado a alejarse de la confusión a la que se enfrentaban en la Iglesia, entonces no seguirán sencillamente tras un modo de vivir frío y materialista. Se sentirán impulsados a averiguar cómo Dios quiere que se le adore realmente. Esto los hará dirigirse a la Biblia, donde Dios revela su voluntad para nosotros. Querrán aplicarla en su vida y buscar a otros que hacen lo mismo y asociarse con ellos.
Los que permanecen con la Iglesia, esperando que de algún modo sobreviva la crisis actual, necesitan examinar sus opiniones también. ¿Por qué permanecen? ¿Es porque están convencidos de que las enseñanzas de la Iglesia están apropiadamente fundadas sobre la Palabra de verdad de Dios? ¿La han leído personalmente para averiguarlo? ¿O son mayormente indiferentes estando dispuestos a aceptar cualquier cosa que la Iglesia haga? Jesús dijo: “Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, porque ellos serán saciados.”—Mat. 5:6, Biblia de Jerusalén.
Una persona católica sincera que tenía dudas acerca de su adoración comenzó a estudiar la Biblia para aprender lo que Dios requiere. Entonces le escribió a su tío anciano, un sacerdote en Roma, acerca de lo que estaba aprendiendo. Él le respondió en parte:
“Sí, hija mía, JEHOVÁ realmente es el nombre de DIOS. No se usa demasiado, pero cuán equivocados estamos. Debería haberse conocido desde hace mucho tiempo, pero no somos perfectos y tuvimos que obedecer a nuestro Superior incapaz, lo cual es trágico.
“La gente de esta Fe son buena gente, te están enseñando a ti y a otros la Verdad real. Qué maravilloso es ir de casa en casa, y qué duro es ese trabajo, pero, ¿no lo hizo Jesús?
“Ahora sobrina mía, si puedes, apreciaría que me enviaras más libros de los que estás estudiando. Me complace mucho el que puedas obtener conocimiento y conocimiento verdadero de la fuente correcta.”
Sí, muchos católicos sinceros se están aprovechando del ministerio de casa en casa de los testigos de Jehová. Están aceptando el servicio gratuito que ofrecen... un estudio de la Biblia en lo privado de su hogar. Están aprendiendo por sí mismos la clase de adoración que agrada a Dios. Para ellos lo que le ha pasado a la Iglesia Católica ha resultado ser una verdadera bendición. Puede ser que los haya apartado de una organización de adoración ideada por los hombres, pero el hacerlo así los ha ayudado a ‘acercarse a Dios.’—Sant. 4:8, Biblia de Jerusalén.
Pronto todos los que afirman tener creencias religiosas serán traídos a juicio. “Aquel día,” dice Jesús, los aprobados no serán los que gritan “Señor, Señor,” sino los que hagan “la voluntad de mi Padre celestial.” (Mat. 7:21, 22, Biblia de Jerusalén) Actúe prudentemente. ¡Use su oportunidad ahora para aprender la voluntad de Dios y para hacerla!
[Ilustración de la página 17]
THE TABLET
Brooklyn, N.Y.
15 de noviembre de 1973
THE WEST AUSTRALIAN
10 de septiembre de 1973
EL TIMES DE NUEVA YORK
12 de noviembre de 1973
Los titulares dicen: “‘Catastróficas’ menguas en la concurrencia a las iglesias”; “Solo el 25% de los católicos asiste a misa”; “Sigue menguando concurrencia de católicos a iglesia.”
[Ilustración de la página 19]
EL TIMES DE NUEVA YORK
12 de noviembre de 1973
THE CLEVELAND PRESS
29 de noviembre de 1973
THE ARIZONA REPUBLIC
26 de diciembre de 1973
THE PITTSBURGH PRESS
6 de julio 1973
Los titulares dicen: “Papa expresa angustia sobre deserción de sacerdotes”; “Papa cita ‘epidemia’ de desacuerdo”; “Se les dice a católicos que dejen de oponerse al papa.”