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  • ¡Despertad! 1978
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¡Despertad! 1978
g78 22/12 págs. 23-24

¿Cómo le afecta a usted?

¿VE USTED el fútbol u otros deportes en la televisión? ¿Vio usted los juegos este año en que Argentina ganó la Copa Mundial? ¿Hasta qué grado está dispuesto a esforzarse por ver los partidos? ¿Cuánto le importan los resultados?

Para muchos, el que su equipo gane es más importante que casi toda otra cosa. Las rivalidades entre países pueden alcanzar una intensidad increíble y resultar en fuertes sentimientos de nacionalismo. “Para muchos,” notó el Times de Nueva York, “el fútbol es una forma simbólica de guerra.” Para ilustrar su punto, hizo la siguiente descripción de los resultados del juego que colocó al Perú en las finales para la Copa Mundial de 1970:

“Al terminar el juego, la mayor parte de la población de Lima salió a las calles. Un muchacho andrajoso salió corriendo . . . , abrazó a un enorme perro negro y gritó: ‘¡Qué felicidad! ¡Qué día más lindo para el Perú! ¡Ganamos, Pepito! ¡Ganamos!’

“Lima se hallaba presa de columnas de automóviles decorados extravagantemente y muchedumbres que cantaron y bailaron y siguieron haciéndolo toda la noche. Miles de personas marcharon a la casa del presidente Velasco, quien salió y subió al techo e hizo ondear una bandera grande. El Presidente, con la voz ronca por la emoción, participó en el canto. En un discurso improvisado, le dijo a la muchedumbre que se debió al mal manejo de las administraciones anteriores que los partidos de fútbol no hubiesen tenido éxito.”

Lo antedicho es típico de los sentimientos intensos de muchos aficionados a los deportes. La victoria los eleva a las alturas del éxtasis, pero la derrota puede arrojarlos a las profundidades de la desesperanza. Esto puede llevar a terribles consecuencias, como hicimos notar en el artículo previo. ¿Lo afecta a usted el espíritu de competencia? Cuando juega un partido que usted favorece, ¿se envuelve usted emocionalmente, tal vez hasta expresando el desafío: ‘Ahora les mostraremos quiénes son los mejores’?

La Biblia nos da dirección sabia en cuanto a esto. Si la aplicamos, no podemos menos que beneficiarnos. Note lo que dicen las Escrituras: “No nos hagamos egotistas, promoviendo competencias unos con otros, envidiándonos unos a otros.” (Gál. 5:26) ¿Qué quiere decir esto?

“Promoviendo competencias”

Según los lexicones griegos-ingleses, la palabra griega que se ha vertido aquí “promoviendo competencias” quiere decir “hacer salir,” “desafiar a combate o a concurso con uno.” Por eso, una traducción al inglés, The Bible, An American Translation, dice: “No estemos en nuestra vanidad desafiándonos unos a otros.” Y una nota en la edición de 1950 de la New World Translation of the Christian Greek Scriptures ofrece la alternativa: “obligándose a una confrontación decisiva.”

Los ejércitos obligan a los opositores a una “confrontación decisiva,” y también lo hacen los guerreros. Recuerde como, en la antigüedad, el matasietes Goliat gritó: “¿No soy yo el filisteo y ustedes siervos que le pertenecen a Saúl? Escójanse un hombre, y baje él a mí. . . . ¡Denme un hombre y peleémonos!” (1 Sam. 17:8-10) Pero los cristianos querrán evitar tal espíritu cuando participan en un juego. La vida no depende de ganar o perder tales juegos. El fútbol y otros deportes deben mantenerse en su debida perspectiva —como un simple recreo, una diversión temporánea— no como algo de importancia vital.

¿Cuál es su actitud respecto a los deportes? Por ejemplo, ¿acostumbra usted faltar a las reuniones cristianas para jugar o asistir a juegos? Por otra parte, ¿indicaría que se están evaluando correctamente los asuntos espirituales el que se cambien las horas de las reuniones cristianas regulares para que no choquen con los juegos para la Copa Mundial? Al hacer eso, ¿se estaría dando un buen ejemplo a los que están empezando a lograr progreso espiritual? Jesús exhortó: “Sigan, pues, buscando primero el reino.”—Mat. 6:33.

¿Qué hay de participar?

El participar en juegos, como el fútbol, puede ser provechoso. La Biblia dice: “El entrenamiento corporal es provechoso para poco; pero la devoción piadosa es provechosa para todas las cosas.” (1 Tim. 4:8) Puesto que el fútbol exige correr mucho, provee ejercicio excelente. Y el envolverse en el juego puede beneficiar la mente, divirtiéndola de otros cuidados. Pero cuando se juega con el motivo incorrecto —para ganar a toda costa— resultan problemas. Y esto es lo que sucede muchas veces en el fútbol profesional. Además, la cosa de más importancia —“la devoción piadosa”— puede quedar desplazada. Note la decisión que tomó un jugador profesional:

“En 1965 mis sueños se tornaron en realidad, y gozosamente anuncié a mis compañeros de trabajo en el taller mecánico: ‘¡Muchachos, acabo de firmar un contrato con Bayern-München!’ (el club de fútbol profesional). Lo que antes había estado haciendo después de las horas de trabajo, ahora llegó a ser parte del día de trabajo mismo: preparación para los juegos, adiestramiento, campo de entrenamiento.

“¡Para mí, a los 18 años de edad, había empezado el mundo grande de fútbol profesional! Junto con Franz Beckenbauer y Georg Schwarzenbeck, con quienes me había criado, jugué con Gerd Müller y Sepp Maier (miembros del equipo que ganó la Copa Mundial en 1974).

“Los eventos más importantes de mi carrera profesional fueron la victoria en el juego por la Copa de Fútbol Alemán en 1966 ante 66.000 entusiastas en el estadio Frankfurter Wald, los juegos de campeonato europeo que siguieron y nuestro viaje a las Américas del Norte y Sur en 1967. En 1968/69 me cambiaron al club First FC-Nürnberg y en 1969/70 a los Stuttgarter Kickers.

“En Stuttgart me puse a estudiar la Biblia seriamente con los testigos de Jehová. Pronto me di cuenta de que los cristianos no deben descuidar sus reuniones. Esto no presentaba problema cuando estaba en casa; pero cuando estaba de viaje por lo general tenía que pasar el entero fin de semana viajando.

“Mi decisión a renunciar al juego profesional no fue fácil. Sin embargo, el 3 de agosto de 1973 simbolicé mi dedicación a Jehová Dios por bautismo en agua en Munich. El fútbol me había dado mucho placer en la vida, pero nunca pudiera compararse con el placer que le viene a uno al saber que tiene una excelente relación con Jehová.”

La habilidad que el hombre tiene para jugar —su gracia, su agilidad— son dádivas que ha recibido de un Creador feliz. Pero, como es cierto de muchas otras dádivas, se pueden usar mal y abusar de ellas. Hay que proceder con equilibrio, a fin de mantener las cosas en la perspectiva correcta. Siempre debemos tener presente el sobresaliente valor de la devoción piadosa, “puesto que encierra promesa de la vida de ahora y de la que ha de venir.”—1 Tim. 4:8.

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