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  • Las inhibiciones... ¿buenas o malas?
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g74 22/3 págs. 3-4

Las inhibiciones... ¿buenas o malas?

¿QUÉ son las inhibiciones? Este término se usa para designar una extensa variedad de cosas. Del modo más comúnmente usado, una inhibición es una fuerza interior, una idea, hábito o actitud que restringe la libre expresión. Se dice también que una inhibición es el estar renuente a obrar de manera contraria a los principios de uno.

Hoy las personas de mucho mundo, las de sabiduría mundana, consideran a los que tienen inhibiciones en forma de restricciones morales como anticuados. Parece que muchos jóvenes no tienen inhibiciones. ‘¡Vive! ¡Olvídate de la moderación!’ es su filosofía. Por eso, por su indumentaria y apariencia, por su habla profana y obscena y por recurrir a violencia de toda clase demuestran su falta de inhibiciones.

Ciertamente, no todas las inhibiciones son buenas; algunas se basan en ignorancia, superstición, leyendas y falsedades religiosas. Sin duda éstas son responsables en gran parte de que muchas personas desechen todas las inhibiciones.

Y también hay tal cosa como el ser demasiado inhibido en ciertos asuntos. Las personas que lo son, se retraen de expresar espontáneamente sensaciones, sentimientos e impulsos sanos y naturales, los cuales, si los expresaran, serían una bendición para otros así como para ellas mismas. Por ejemplo, quizás una persona tema hasta siquiera comentar en una reunión cristiana por temor de decir algo incorrecto. Puede que esto se deba a una disposición sensitiva, introvertida o hasta a excesiva estimación de uno mismo.

Los animales no tienen inhibiciones. Ellos simplemente siguen sus impulsos o instintos naturales. ¿Por qué es tan diferente en lo que toca a la humanidad? ¿Por qué necesitan inhibiciones los humanos?

Si no toman en cuenta a Dios y la creación, las respuestas a preguntas como éstas solo pueden ser conjeturas. La Biblia, por otra parte, nos da una respuesta que satisface completamente la mente y el corazón. Muestra que solo el hombre fue creado a la imagen de Dios, con razón y con habilidad para distinguir entre lo correcto y lo incorrecto. En el principio se le ofreció al hombre la posibilidad de vivir eternamente si obedecía la ley de Dios. El desobedecer significaba perder la vida.—Gén. 1:26-28; 2:16, 17.

Nuestros primeros padres optaron por desobedecer. Siguieron un proceder egoísta y por eso segaron el castigo de la imperfección, el pecado y la muerte. (Gén. 3:1-19) Así acarrearon el pecado y la muerte no solo a sí mismos sino también a su prole, tal como nos dice la Biblia: “Por medio de un solo hombre el pecado entró en el mundo y la muerte por medio del pecado.” (Rom. 5:12) Como resultado “la inclinación del corazón del hombre es mala desde su juventud.”—Gén. 8:21.

Por lo tanto, es preciso que evitemos todo lo que tienda a debilitar nuestras inhibiciones contra el hacer lo que es malo. Lo que tiende a debilitarlas lo notó en una ocasión una revista científica (Scientific American): “El beber dos o tres onzas de whiskey, deprime el nivel más alto del cerebro... el centro de las inhibiciones, la restricción y el juicio. En esta etapa el bebedor . . . se toma libertades personales y sociales según lo incita el impulso . . . Tal hombre ha sufrido un obvio embotamiento de la autocrítica.” (Las letras cursivas corren por cuenta nuestra.) Y si eso es cierto con respecto al uso excesivo del alcohol, ¿qué hay del abuso de nuestro cuerpo y mente con otras drogas? A menudo los resultados de ese abuso son un cuerpo enfermo, una mente arruinada, frustración sexual, perversión y hasta suicidio.

Entre otras cosas que pueden debilitar las inhibiciones correctas están el leer literatura pornográfica y ver diversión lasciva. ¿Por qué? Porque el familiarizarse con tales cosas cauteriza la conciencia. El tener malos compañeros puede producir el mismo efecto. “No se extravíen. Las malas asociaciones echan a perder los hábitos útiles.”—1 Cor. 15:33.

Por otra parte, las restricciones intraconstruidas apropiadas, las inhibiciones de uno contra el hacer lo incorrecto, realmente son para el propio bien de uno. Imparten confianza y serenidad. Uno no se estanca emocionalmente porque no es fornicador o adúltero. Más bien, obtiene respeto genuino por el sexo opuesto. El fornicador o adúltero, que carece de inhibiciones, es el que está completamente confundido. De igual modo, la persona que puede ejercer restricción en el uso del licor es la verdaderamente prudente. Le evita peleas, insultos, desaliño y falta de respeto en general a sí mismo y a otros para no decir nada en cuanto a entregarse de lleno al alcoholismo. Sí, consideradas así, las inhibiciones sirven para hacer damas y caballeros y jóvenes sanos, respetuosos.—Pro. 23:26-35.

Entre las cosas que fortalecen nuestras inhibiciones está el “temor de Jehová,” es decir, el temor de desagradarle, el temor de despertar su cólera. Por eso leemos: “El temor de Jehová significa odiar lo malo. El ensalzamiento propio y el orgullo y el mal camino y la boca perversa he odiado.”—Pro. 8:13.

Para ayudarnos más a hacer lo correcto, para inhibir estas tendencias hacia la maldad, el Creador nos ha dado ayudas, como los dos grandes mandamientos: ‘Ama a Dios con todo tu corazón, alma, mente y fuerzas; ama a tu prójimo como a ti mismo.’ El amar a nuestro prójimo como a nosotros mismos significa hacerle lo que nos gustaría que él nos hiciera a nosotros.—Mar. 12:29-31; Luc. 6:31.

Para aumentar nuestro amor a Dios y al prójimo y reforzar nuestro temor de desagradar a Dios, debemos tomar tiempo del proceder ocupado de la vida para leer y estudiar la Biblia y la literatura que nos ayuda a entenderla. Provechoso también es el que nos asociemos en las reuniones cristianas con otros que viven en conformidad con los principios bíblicos. Esa asociación suministra un intercambio de estímulo, lo cual fortalece nuestra fe y nuestras inhibiciones que se basan en principios bíblicos. Y no debemos pasar por alto la oración, el hablar con Dios, acudiendo a él para guía y fuerza.—Rom. 1:11, 12; 12:12.

¿Inhibiciones? Algunas son buenas y algunas son malas. ¡Felices y sabios somos si suprimimos las malas y fortalecemos las inhibiciones que son buenas!

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