Las ciudades comerciales más importantes
A LA antigua Babilonia se la denominó en la Biblia “una ciudad de comerciantes”. (Ezequiel 17:4, 12.) Esta expresión también es adecuada para designar a la antigua ciudad de Tiro, identificada hoy con Sur, un puerto del mar Mediterráneo situado entre las ciudades de Beirut (Líbano) y Haifa (Israel).
Según cierta fuente, Tiro fue “un importante puerto fenicio más o menos a partir del año 2000 A.C.”. Cuando los israelitas conquistaron la Tierra Prometida, hacia el año 1467 a.E.C., Tiro se había convertido ya en una potencia marítima. Sus marineros y su flota comercial fueron célebres por sus travesías a lugares distantes. (1 Reyes 10:11, 22.)
Una flota más poderosa
“Domina, Bretaña, domina las olas.” Escribió estas palabras el poeta escocés del siglo XVIII James Thomson acerca de la flota que ayudó a hacer del Imperio británico uno de los mayores gigantes comerciales de la historia. “La hegemonía marítima de Gran Bretaña garantizaba que esta no sería invadida, que sus posesiones imperiales se mantendrían seguras y que sus intereses comerciales aumentarían en todo el mundo.” (The Cambridge Historical Encyclopedia of Great Britain and Ireland [Enciclopedia histórica Cambridge de Gran Bretaña e Irlanda].)
Con la expansión del Imperio británico, su comercio adquirió proporciones mundiales. Entre los años 1625 y 1783 sus importaciones aumentaron en un 400% y sus exportaciones en más del 300%. Para 1870 las industrias británicas producían más de un tercio de todos los bienes manufacturados del mundo. Con el comercio mundial dominado claramente por la libra esterlina, Londres se convirtió en el centro financiero del planeta.
Hoy Londres no significa lo mismo para todas las personas. Los melómanos piensan automáticamente en la ópera de Covent Garden o en el Royal Festival Hall; los aficionados al deporte, en Wembley y Wimbledon, mientras que los amantes del teatro evocan el West End londinense. Los seguidores de la moda lo relacionan con Savile Row o con la calle Carnaby; los estudiantes de historia, con la Torre de Londres y el Museo Británico, y los que gustan de la ostentación, por no mencionar los chismes y el escándalo, lo relacionan de inmediato con las cámaras del Parlamento y el Palacio de Buckingham.
Aunque parezca una paradoja, ninguna de estas atracciones turísticas se halla en la verdadera ciudad de Londres. La ciudad propiamente dicha, a la que se llama simplemente la City, es el eje comercial de un área metropolitana compuesta de docenas de otras poblaciones. Dentro de “la Milla Cuadrada”, como se conoce al centro londinense, se encuentra el Banco de Inglaterra, llamado cariñosamente “la Vieja Dama de la calle Threadneedle”. Su fundación se remonta a un acta del Parlamento de 1694, lo que lo convierte en uno de los bancos centrales más antiguos del mundo. Estas importantes instituciones actúan como banqueros estatales, regulan la actividad bancaria y, al controlar el flujo de dinero y el crédito, suelen influir de forma decisiva en la política económica del gobierno. También se halla en la City el edificio de la Bolsa y la vecina compañía aseguradora internacional Lloyd’s de Londres.
Aunque en la década de los sesenta se habló del “alegre” Londres por su despreocupado estilo de vida, la City ha pasado por muchas penalidades durante sus casi dos mil años de existencia. En 1665 la peste bubónica mató a unas cien mil personas, y un año después un gran incendio casi arrasó por completo la ciudad. Más recientemente, los bombardeos alemanes durante la II Guerra Mundial mataron a 30.000 londinenses y destruyeron o dañaron el 80% de los edificios.
Superada por una “jovencita”
En comparación con Londres, Nueva York, fundada en 1624 por colonos holandeses con el nombre de Nueva Amsterdam, es una jovencita. Sin embargo, hoy día es uno de los puertos más grandes y activos del mundo; un centro financiero, industrial y comercial, sede de los bancos e instituciones financieras más importantes del planeta. Como centro financiero, sobrepasa a Amsterdam y Londres. Un símbolo de su poderío económico son las torres gemelas del World Trade Center, que a pesar de haber sido sacudidas en 1993 por un ataque terrorista, aún proyectan sus 110 pisos de altura en el cielo de la ciudad.
Nueva York, la ciudad más importante del país, es, como el resto de la nación, un crisol de diferentes nacionalidades. Desde 1886 la Estatua de la Libertad, ubicada en el puerto, ha dado la bienvenida a los inmigrantes llegados a un mundo que promete libertad y oportunidades para todos.
Algunas de las calles de Nueva York tienen algo más que un simple nombre. Broadway, por ejemplo, símbolo del arte dramático, marca las tendencias que influirán en los escenarios de todo el mundo. ¿Y qué se puede decir de Wall Street? En 1792 un grupo de veinticuatro intermediarios financieros se reunió en ese lugar a la sombra de un árbol para debatir la formación de la Bolsa de Nueva York. Creada oficialmente en 1817, es ahora el mayor mercado de valores del mundo, y hoy comúnmente se la conoce tan solo como Wall Street.
Broadway ofrece entretenimiento apasionante, pero no supera a Wall Street, donde se viven dramas reales. En octubre de 1987, cuando el índice bursátil se desplomó vertiginosamente hasta el punto más bajo de la historia, las otras veintidós bolsas más importantes del mundo cayeron con él. Un “presentimiento de que algo iba a pasar” se apoderó de todos —escribió un periodista—, alimentado por las noticias de “bajadas alarmantes de los precios en los mercados de valores que ya estaban operando: Tokio, Hong Kong, Londres, París, Zurich”.
Tiembla Wall Street, tiembla el World Trade Center. ¿Qué presagia esto para el comercio mundial?
Como sardinas en lata
Hong Kong se encuentra tan densamente poblado, que se puede decir sin exagerar que sus habitantes viven como sardinas en lata. Tan solo el distrito de Mong Kok tiene una densidad de 140.000 habitantes por kilómetro cuadrado. Gran parte de la superficie se le ha arrebatado al mar, y pese a todo cerca del 1% de la población todavía vive literalmente en el agua. Estas personas, conocidas aquí como los tanka, habitan en juncos o sampanes, como hicieron sus antepasados, pescadores procedentes del norte de China que fundaron un pequeño pueblo pesquero en el segundo milenio antes de la era común.
A mediados del siglo XIX llegaron los británicos, que enseguida se percataron de que Hong Kong ocupaba una posición estratégica y prometedora comercialmente. Su excelente puerto era accesible tanto desde el este como desde el oeste, y se encontraba en las principales rutas comerciales entre Europa y el Lejano Oriente. Como resultado de las dos guerras del Opio (1839-1842 y 1856-1860), China se vio obligada a ceder a los ingleses la isla de Hong Kong y ciertas partes de la península de Kowloon, que así llegaron a ser una colonia británica. En 1898 China arrendó a Inglaterra toda la zona más los Nuevos Territorios, situados al norte, por espacio de noventa y nueve años. Cuando el plazo expire, en 1997, Hong Kong pasará de nuevo a manos de China.
Como es lógico de una ciudad a la que la revista National Geographic denomina “el tercer centro financiero más importante del mundo y el undécimo en intercambios comerciales”, Hong Kong está absorto en ganar y gastar dinero. “Que se te bendiga con prosperidad” es el saludo habitual durante las celebraciones del año nuevo lunar. Y al parecer muchos de sus ciudadanos han recibido tal bendición, pues la misma revista afirma que “Hong Kong consume más coñac por habitante y posee más Rolls-Royces por hectárea que cualquier otro lugar del planeta”.
Era difícil prever semejante prosperidad durante la II Guerra Mundial, cuando el comercio en Hong Kong se redujo de forma drástica, la comida empezó a escasear y más de la mitad de la población huyó a la China continental. Después de la guerra, la ciudad comenzó una ascensión que le llevó a convertirse en una de las superpotencias económicas de Asia. Sus productos se venden bien en el mercado mundial gracias a que la mano de obra y las materias primas son relativamente baratas, lo que mantiene bajos los costos. En 1992 las exportaciones ascendieron hasta ser casi cuarenta y cinco veces las de 1971.
¿Qué repercusiones económicas, políticas y sociales tendrá la devolución de Hong Kong a China en 1997? Algunos ciudadanos y comerciantes se sienten inseguros y se han mudado a otras partes. Otros han decidido quedarse, pero es muy posible que ya hayan escondido su dinero en algún otro lugar donde piensen que puede estar más seguro.
“Una caja fuerte para el mundo”
En el siglo XVII Suiza adoptó una política de neutralidad, que no siempre ha podido mantener con éxito. No obstante, se considera que el dinero depositado allí está relativamente seguro. El sistema bancario suizo también ofrece total confidencialidad. Así, las personas que quieren mantener secretas sus fortunas, sea cual sea la razón, pueden permanecer casi en el anonimato.
En el corazón de estos asuntos financieros se encuentra Zurich. Su población metropolitana supera los 830.000 habitantes, lo que la convierte en la mayor ciudad de Suiza. Su situación estratégica en las rutas comerciales europeas la ha beneficiado por siglos, y hoy se encuentra a la cabeza del mundo financiero moderno. De hecho, el catedrático Herbert Kubly llama a la principal avenida de la ciudad “el centro bancario de la Europa continental y una caja fuerte para el mundo”.
Zurich también ha dejado huella en la historia religiosa. Un sacerdote católico llamado Ulrico Zuinglio pronunció en 1519 una serie de sermones que originaron una controversia con el obispo de la ciudad. Los debates posteriores se celebraron en 1523, y de ellos Zuinglio salió victorioso. Mientras la reforma protestante prendía en Suiza, otras ciudades importantes del país apoyaban a Zuinglio y se convertían en bastiones de esta rama del protestantismo.
Un “hijo” de Zurich más reciente fue Albert Einstein, considerado uno de los mayores talentos científicos de la historia. Aunque nació en Alemania, realizó sus estudios de física y matemáticas en Zurich, por cuya universidad se doctoró en Filosofía con una tesis que publicó en 1905. Sus logros hacen honor a la larga tradición suiza de formación de científicos eminentes, a la que Zurich ha contribuido abundantemente. Su Instituto Federal de Tecnología ha formado más premios Nobel que ninguna otra escuela científica del mundo.
Mas toda esta riqueza y toda su herencia religiosa y científica no han librado a Zurich de los problemas. El pasado mes de mayo, la revista The European presentó una imagen suya no muy agradable. Observó que aunque se ha cerrado “el degradado Parque de la Jeringuilla, que solía atraer a los drogadictos de varios países”, el mundo de la droga tan solo ha cambiado de sitio; se ha trasladado a una zona conocida como Kreis 5. Este lugar, dice el informe, “representa lo que Suiza está intentando ocultar por todos los medios: desempleo, gente sin hogar, alcoholismo, una actitud de resignación frente a la vida, problemas de vivienda para todos sus ciudadanos y, sobre todo, la droga”.
Paradójicamente, la droga relaciona Zurich con Nueva York y Hong Kong. Es probable que más del 80% de la heroína que se introduce de contrabando en Nueva York provenga del llamado Triángulo de Oro, que abarca el norte de Myanmar, Tailandia y Laos, donde las sociedades secretas de Hong Kong, conocidas como las tríadas, están totalmente involucradas en el tráfico de drogas.a Así, muchos de los dólares que estas tríadas ganan gracias a la venta de heroína a los drogadictos neoyorquinos probablemente terminen depositados en cuentas bancarias suizas.
Las más importantes ciudades comerciales, bien representadas por Londres, Zurich, Hong Kong y Nueva York, tienen mucho en común con la antigua Tiro. Como prosperó a costa de otros, sus logros económicos alimentaron su presunción y orgullo, y con el tiempo la llevaron al desastre.
¿Les irá mejor a estos importantes centros financieros de la actualidad? ¿Tienen un fundamento más sólido? Todo indica que no les irá mejor que a las ciudades de las que trataremos en la próxima parte.
[Nota a pie de página]
a Tríada hace alusión a un triángulo utilizado por uno de sus predecesores para denotar la unidad del cielo, la tierra y el hombre. Las sociedades secretas chinas han existido por más de dos mil años; las sociedades modernas datan del siglo XVII. Aunque en un principio eran de naturaleza política, ahora no son más que bandas criminales. Se dice que “tienen a su disposición unos cien mil miembros o más por todo el mundo”. La revista Time cita las siguientes palabras de un oficial del departamento de policía de Hong Kong: “Las tríadas suministran el caldo de cultivo necesario para el florecimiento del crimen organizado”.
[Fotografía en la página 10]
Hong Kong