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¡Despertad! 1988
g88 8/1 págs. 3-5

Conducir con cuidado... una necesidad urgente

SE HA dicho de la conducción que “no hay ninguna otra actividad que dé lugar a tantas mutilaciones y sufrimientos, pero que, por otra parte, exija tan poca preparación y responsabilidad”. Como peatón, ¿ha tenido alguna vez que esquivar un vehículo que se le venía encima? Bien como transeúnte, ocupante de un vehículo o conductor, ¿ha sido usted testigo de un accidente de tráfico y ha expresado su preocupación por el incremento de las muertes en la carretera?

En Gran Bretaña, “el número de peatones muertos o gravemente heridos ha estado en alza durante los últimos cinco años”. (The Times.)

“Unos cuatro mil hombres, mujeres y niños se matan en las carreteras canadienses [...] cada año.” (The Toronto Star.)

En Estados Unidos, entre 1981 y 1985, los accidentes de tráfico ocasionaron 233.200 muertes. (The World Almanac, 1987.)

“En Río de Janeiro (Brasil), los automóviles [...] ocasionan más muertes que la tuberculosis, el cáncer y las enfermedades cardiacas.” (O Estado de S. Paulo.)

¿Qué proporciones alcanza esta situación a nivel mundial?

El precio de la conducción

Se calcula que, en todo el mundo, los accidentes de tráfico siegan anualmente un cuarto de millón de vidas humanas. Según el periódico The Toronto Star, esta cantidad “supera el número de muertes anuales que ocasionan las guerras, el crimen y los accidentes laborales”.

En Gran Bretaña, el costo de una muerte en carretera se estima que asciende a 252.000 libras esterlinas (400.000 dólares E.U.A.). ¿Por qué tanto? Aparte de la inversión que se hace en la persona misma, sus ingresos potenciales perdidos y los daños materiales, están los gastos de ambulancia, hospitalización y otros servicios. La conducción descuidada ciertamente puede resultar costosa.

“Poder de matar”

John Moore, ex secretario de Estado británico de Transportes, encuentra “sorprendente que, en Gran Bretaña, cada año se sieguen en las carreteras unas cinco mil vidas... y, sin embargo, los medios informativos y el público británico apenas lo comenten”. Algunos grupos de presión que reclaman seguridad en las carreteras afirman que ‘la acción de matar con un vehículo está en peligro de convertirse en una forma aceptada de homicidio’.

Al margen de esta aparente despreocupación, hay una conclusión ineludible: su manera de conducir puede significar vida o muerte para alguna persona, posiblemente para usted. Alex Miller, inspector de conducción de la policía de Strathclyde (Escocia), dice: “Cada automóvil es un arma letal que pone en las manos del conductor el poder de matar”.

Si es conductor, ¿qué sentido tiene esa declaración para usted? ¿No es cierto que hace pensar en la seriedad de este asunto? No obstante, muchos conductores le dan poca importancia, especialmente los que beben cuando conducen.

De la República Federal de Alemania se informa que “en 1984 se produjeron 40.332 accidentes de tráfico con víctimas mortales o heridos, y otros 20.000 accidentes que ocasionaron graves daños a la propiedad; en todos estos accidentes los conductores estaban bebidos”. En Gran Bretaña, las bebidas alcohólicas están relacionadas con una de cada tres muertes en la carretera.

¿Acaso desaniman estas estadísticas a los conductores que beben? No, según un portavoz de la policía de Inglaterra, que dijo: “Aún existe una cantidad importante de conductores dispuestos a arriesgarse, poniendo en peligro su vida, la de su familia y la de otros conductores”. El profesor Robert Kendell, de la universidad de Edimburgo, afirma que “alrededor de un 10% de la población masculina de Gran Bretaña conduce, al menos una vez por semana, con un índice de alcoholemia superior al tolerado por la ley”. ¿Qué otro nombre podría dársele a esta actitud sino puro egoísmo?

Algunas destilerías de Gran Bretaña han tratado de aliviar este problema por medio de promover un servicio de transporte a los bares. Esto implica la contratación de agencias de alquiler de autobuses o automóviles para llevar a los bebedores a sus bares preferidos y luego traerlos, prescindiendo de la condición física en la que se encuentren. A nivel de grupo, algunos conductores que gustan de beber procuran evitar el riesgo que esto implica por medio de escoger a uno de entre ellos que conduzca al grupo de regreso a casa y que esté de acuerdo en permanecer sobrio, bebiendo únicamente refrescos. Aunque puede que estas iniciativas merezcan encomio, ¿dan resultado? Según informes publicados en el Glasgow Herald, tales iniciativas “son insuficientes para disminuir la incidencia de la bebida en la conducción, siquiera de modo relevante”.

¿Cuál es, entonces, la solución al problema del conductor que bebe? El jefe de policía de Warwickshire, Peter Joslin, dijo: “En última instancia, debemos lograr que el beber cuando se conduce sea visto como un comportamiento antisocial”. Y añadió: “Nuestra única advertencia es: ‘Si conduce, no beba’”.

¿Es esta una recomendación realista? Algunos países imponen una estricta observancia del código de la circulación por medio de poner multas cuantiosas al conductor que bebe. La legislación sueca ha concedido a las autoridades el derecho de confiscar el automóvil de un conductor peligroso, tal y como se desposeería a un criminal violento de su cuchillo o pistola. La Asociación de Magistrados Británicos ha apoyado una moción para desautorizar temporalmente al conductor que dé positivo en una prueba de alcoholemia, siempre que se opine que antes de que su caso se viese ante una audiencia judicial pudiera incurrir de nuevo en la misma infracción.

Sin embargo, conducir con cuidado no solo consiste en permanecer sobrio.

[Ilustración en la página 3]

Cada año, la cantidad de vidas segadas por los accidentes de tráfico en todo el mundo supera a la población de Islandia

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