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¡Despertad! 1988
g88 22/9 págs. 8-11

Cómo hacer frente al problema de la limpieza

Por el corresponsal de ¡Despertad! en Kenia

“¡MAMAAA, nakufa!”, grita el niño. Eso significa: “¡Mamá, me muero!”. ¿Intenta alguien matarlo? No, el niñito está de pie dentro de una palangana y su madre le está lavando todo el cuerpo. A pesar de su vehemente resistencia, mamá termina su tarea.

Escenas como esta son comunes en África, incluso en las zonas más pobres. Sin embargo, no siempre resulta fácil mantener unas normas de higiene. El clima africano, terriblemente sofocante, dificulta el doble la tarea de limpiar. Las tormentas de polvo cubren cualquier grieta de una casa con una capa de fino polvo de color marrón. Las condiciones económicas cada vez peores hacen que el coste de los productos de limpieza, las reparaciones y hasta el agua esté por encima del poder adquisitivo de muchos. En zonas donde las mujeres tienen que caminar diariamente varios kilómetros para buscar agua, es comprensible que sean reacias a utilizar este precioso artículo de consumo para lavar.

El aumento de la población en las ciudades, así como en algunas zonas rurales, también genera peligros para la salud. Alcantarillas descubiertas, montones de basura sin recoger, sucios retretes comunitarios, agentes portadores de enfermedades, como ratas, cucarachas y moscas, han llegado a ser cosas comunes.

Además, existe una falta de conocimiento general sobre higiene y sanidad. La gente contamina los abastecimientos de agua sin darse cuenta de las mortíferas consecuencias. Las ratas y otros portadores de enfermedades se toleran... ¡y hasta se deja que los niños jueguen con ellos!

Los beneficios de la limpieza

¿Por qué deberían las familias pasar por las molestias y los gastos de mantener todo limpio? Porque las bacterias y los parásitos medran en ambientes sucios. Por eso, algo tan sencillo como el lavar podría significar para su hijo la diferencia entre la vida y la muerte. Es cierto que la limpieza incrementa los gastos de la casa. El agua necesaria para lavar puede ser costosa o difícil de obtener. Pero los medicamentos son mucho más caros. El jabón, los desinfectantes, la cera, una ratonera y un recipiente para la basura también cuestan dinero, pero no tanto como las facturas del médico.

Un detalle interesante es que en la Biblia aparecen más de cuatrocientas veces palabras relacionadas con “limpio”, “puro” y “lavar”. La Ley que Dios dio a Israel contenía regulaciones específicas que animaban a la limpieza física y a tener buenos hábitos sanitarios. (Éxodo 30:18-21; Deuteronomio 23:11-14.) El mandato de “amar a tu prójimo” también motiva a los cristianos a mantener limpias tanto su persona como su casa. (Mateo 22:39.)

El recuadro que aparece en la página 10 proporciona una lista útil de cosas que se pueden hacer en casa. Los principios pueden aplicarse en cualquier país. Algunas de las sugerencias anotadas, como encerar el suelo (de esa manera se rellenan minúsculas grietas) y guardar la basura en un recipiente cerrado, lograrán que su casa atraiga menos a los insectos y a otros portadores de enfermedades. El reparar los agujeros de las puertas y ventanas no solo mantendrá fuera el polvo, sino también a esos pequeños intrusos. Y aunque no logre nada más, la limpieza por lo menos hará de su casa un lugar más agradable en el que vivir.

Cooperación familiar

Después de estudiar esta lista, un ama de casa podría hacerse un programa regular de limpieza. Si todos los miembros de la familia cooperan, ese programa no tiene por qué representar una carga.

Jecinta, por ejemplo, es madre de ocho hijos, y vive en un pequeño apartamento de una ciudad del África oriental. Cuando se le preguntó cómo logra mantener su casa tan presentable, dijo: “Todos han aprendido a poner su granito de arena. Si alguien derrama algo, se le da un trapo para que lo limpie. Asimismo les he enseñado a ser cuidadosos cuando comen”. El padre también puede cooperar con la madre y apoyar sus esfuerzos, así como colaborar en educar a los pequeños para que, desde tierna edad, sean aseados y limpios.

Medidas preventivas

A veces se pueden facilitar las tareas de limpieza mediante adoptar medidas preventivas. Por ejemplo: ¿por qué no plantar césped y árboles cerca de su casa para reducir el polvo? O trate de cercar una zona próxima a su casa a fin de que sus hijos tengan un lugar limpio donde jugar. Si vive en un vecindario muy atestado, ¿puede encontrar vivienda en una zona menos apiñada? Quizás esto requiera caminar un poco más para ir al trabajo, pero posiblemente valga la pena el esfuerzo.

Además, trate de deshacerse de cualquier objeto inútil que haya guardado. Así su casa quedará más despejada y ordenada. Y si la entrada se enfanga cuando llueve, ¿por qué no recubre de grava todo el acceso que conduce hasta su puerta? Si la casa tiene el retrete fuera, ¿por qué no le pone una cerradura para impedir que otros se lo ensucien?

La actitud correcta

No piense que solo ha de estar limpio lo que se encuentra a la vista. Hay quienes opinan que el terreno situado delante de la casa debe estar bien atendido, pero que no es necesario que lo esté el que queda detrás; que la sala debe verse presentable, pero que el dormitorio puede estar revuelto o las paredes de la cocina pueden estar negras de dedadas y del humo. Esas inconsecuencias nos recuerdan las palabras que Jesús dijo a los fariseos: “Limpian el exterior de la copa y del plato, pero por dentro están llenos de saqueo [...]. Limpia primero el interior de la copa y del plato, para que su exterior también quede limpio”. (Mateo 23:25, 26.) Hay que admitir que no siempre es posible tener todo rincón de la casa inmaculado. Pero, ¿no vale la pena, por lo menos, ponerse la meta de que haya limpieza en toda la casa, no solo en algunas partes?

Tampoco estaría bien culpar de la suciedad al propietario de la vivienda. Es cierto que quizás haga mucho tiempo que se necesite pintar la casa, pero esto no significa que al menos no se puedan lavar las paredes. Y posiblemente podría llegar a un acuerdo con el propietario si se ofrece para atender usted mismo algunas de las reparaciones de la casa... a cambio de una rebaja en el alquiler.

¿Hará frente al problema?

“Al principio no me lo creía”, admite un cabeza de familia africano llamado Joseph. Se refiere a una conferencia bíblica que escuchó sobre el tema de la limpieza. Su familia vive en una pequeña casa de madera, rodeada por más de una decena de vecinos. Han de usar un retrete comunitario, y el acceso a la puerta no está pavimentado. No obstante, Joseph y su familia trataron de aplicar estos principios en su casa. “Ahora mis hijos llevan sandalias, nos limpiamos los pies en un felpudo antes de entrar en casa, nos lavamos las manos con agua y jabón y tomamos otras precauciones higiénicas”, dice Joseph. ¿En qué ha resultado todo eso? “Quedé sorprendido. Los niños enferman con mucha menos frecuencia y ya no tenemos tantos gastos de hospital.”

De modo que con relativamente poco gasto y esfuerzo, los padres que viven en países en desarrollo pueden hacer que sus hogares sean un lugar seguro y limpio para sí mismos y para sus hijos. No obstante, es obvio que se necesita hacer mucho más para resolver los problemas de salud del mundo en desarrollo. ¿Hay razón para creer que tendrán éxito los esfuerzos a gran escala?

[Comentario en la página 9]

El jabón, los desinfectantes, la cera, una ratonera y un recipiente para la basura cuestan dinero, pero no tanto como las facturas del médico

[Recuadro en la página 10]

Una casa limpia y en condiciones sanitarias

Lista de verificación

Retrete:

Tire de la cadena después de usarlo

En los retretes que desembocan en un pozo negro, utilice productos químicos contra los insectos

Lávese las manos con agua y jabón después de usar el retrete

Lave y desinfecte regularmente tanto el asiento y la taza del retrete como el lavabo y los demás utensilios del cuarto de baño

Cocina:

Lávese las manos con agua y jabón antes de preparar y servir alimentos

Coloque la basura en un recipiente con tapadera; deshágase de la basura con regularidad

No deje utensilios sucios hasta el día siguiente

Lave a fondo las verduras y la fruta antes de comerlas

Si la comida se prepara fuera de la casa, no deje que los platos y utensilios estén en contacto con el suelo. No permita que caiga polvo en la comida

Limpie los rincones del suelo y de la alacena semanalmente

Lave los biberones con agua caliente

Si el agua está contaminada, hiérvala antes de beberla

Casa:

Guarde en una cesta o en un recipiente parecido la ropa sucia que tenga que lavar

Lave regularmente la ropa con agua limpia

Encere las puertas de madera, los suelos y los muebles periódicamente

Limpie las dedadas de las paredes, las puertas y los interruptores de la luz

Limpie las ventanas

Cace y mate las ratas, elimine las cucarachas y demás insectos

Revise periódicamente la cama para asegurarse de que no haya chinches u otros insectos

Coloque un felpudo o un trapo húmedo en la entrada para limpiarse los pies

Rellene los orificios que haya en las paredes y las puertas, así como las grietas de los suelos

Cambie los cristales de las ventanas cuando se rompan

Repare los colchones y los muebles tapizados cuando se rasguen

Exterior de la casa:

Entierre o queme la basura

Retire o entierre el excremento humano o animal

Desvíe las alcantarillas descubiertas mediante abrir una zanja para que no pasen cerca de la casa

[Recuadro en la página 11]

Enseñe a los de su casa:

Qué hacer y qué evitar para promover la limpieza en el vecindario

Que se limpien los pies cuando entren en una casa o en cualquier otro edificio

Que lleven zapatos o sandalias

Que tiren de la cadena después de usar el retrete

Que se laven las manos con agua y jabón después de utilizar el retrete y antes de comer

Que se suenen la nariz

Que lleven puesto un pantalón y una camisa, o un vestido, cuando se sienten en el suelo

Que no toquen:

excrementos

ratas

cucarachas

basura

perros abandonados

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