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¡Despertad! 1993
g93 22/10 pág. 23

¿Beneficia el ejercicio a las personas mayores?

“¿Puede el ejercicio modificar el proceso de envejecimiento?” Así rezaba un titular del periódico The New York Times hace casi cinco años. El artículo decía: “Unos científicos especializados en medicina de la Universidad de Tufts [Boston, E.U.A.] han descubierto que hasta personas de más de 90 años pueden hacerse más fuertes e incluso aumentar el volumen de sus músculos, si se las somete a un programa intensivo de ejercicios con pesas”.

Cada vez está más demostrado que el ejercicio puede beneficiar a las personas de edad avanzada. El boletín Harvard Health Letter de febrero de 1991 informó sobre un estudio llevado a cabo en 1990 y dijo: “Nueve [ancianos de un asilo] con edades comprendidas entre los 87 y los 96 años, terminaron un programa intensivo de ejercicios físicos de dos meses de duración para fortalecer los músculos con la ayuda de pesas”. Con respecto a este mismo estudio, el boletín Mayo Clinic Nutrition Letter explicó: “Los participantes casi doblaron la fuerza de los músculos de las piernas, incrementaron el volumen muscular de los muslos en un 9% y realizaron mejor las pruebas de movilidad”.

Los investigadores informaron lo siguiente: “La respuesta favorable de nuestros pacientes a los ejercicios de fortalecimiento es sobresaliente si se tienen en cuenta su edad tan avanzada, sus hábitos extremadamente sedentarios, sus múltiples enfermedades crónicas y discapacidades funcionales y su alimentación inadecuada”. El valor del ejercicio ha quedado demostrado repetidas veces.

Por ejemplo, considere el caso de Jack Siebert, que tiene 90 años. Como consecuencia de un ataque de apoplejía sufrido en 1979, quedó paralizado del lado derecho e imposibilitado para caminar sin la ayuda de un andador. Prácticamente todas las mañanas se tiende en la cama, levanta en alto su pierna izquierda sana y durante unos veinte minutos simula con ella el movimiento de pedaleo que se hace con una bicicleta. Lleva más de diez años haciendo esto. A veces apoya la pierna derecha (que tiene paralizada) sobre la izquierda (como se ve en la fotografía) y pedalea con las dos juntas. Este ejercicio regular no solo ha fortalecido los músculos de sus piernas, de modo que todavía puede caminar con la ayuda de un andador, sino que le ha ayudado a mantener el sistema cardiovascular en buen estado y la mente activa.

En vista de lo susodicho, recuerde: nunca es demasiado tarde para empezar a hacer ejercicio. Es cierto que probablemente no llegue jamás a correr el maratón de Boston —una carrera de 42,195 kilómetros— en cinco horas y cinco minutos, como hizo en 1990 John Kelley a los 82 años. Tampoco es probable que siquiera pueda recorrer toda esa distancia en siete horas y nueve minutos, como hizo en 1991 una bisabuela de 84 años llamada Mavis Lindgren. Sin embargo, la revista Circulation, de la Asociación Estadounidense del Corazón, aconsejó lo siguiente el año pasado: “Es importante acostumbrarse a buscar maneras de estar activo”.

La revista explicaba: “Hasta actividades no muy intensas realizadas diariamente pueden, a la larga, beneficiar un poco la salud y reducir el riesgo de padecer enfermedades cardiovasculares. Algunas de tales actividades podrían ser caminar por placer, trabajar en el huerto o el jardín, atender los quehaceres domésticos, bailar y seguir en casa alguna tabla de ejercicios recomendada”.

[Fotografía en la página 23]

Una persona mayor discapacitada puede beneficiarse del ejercicio, como este hombre de 90 años que sufrió un ataque de apoplejía

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