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g91 22/10 págs. 15-17

Daiku San construye una casa de ensueño

Por el corresponsal de ¡Despertad! en Japón

MUCHAS personas que visitan Japón se quedan fascinadas ante las elegantes casas tradicionales que ven aquí. El tejado inclinado, los aleros vueltos hacia arriba, el jardín interior y las galerías contribuyen a su encanto. Sin embargo, lo interesante es que una casa de este tipo por lo general se diseña, construye y decora bajo la dirección de una sola persona, a la que se denomina Daiku san, o carpintero maestro.

El señor Kato es un Daiku san con cuarenta años de experiencia. Está construyendo junto con su equipo de artesanos lo que la mayoría de los japoneses consideraría su casa de ensueño. Pidámosle que nos explique algunos detalles acerca del singular estilo que caracteriza a este tipo de casa y cómo la está haciendo.

Diseño clásico

“La esencia de una casa japonesa clásica —nos dice Daiku san— puede resumirse en tan solo dos palabras: wabi y sabi.” Ambas significan, entre otras cosas, “sencillez refinada y de buen gusto”. Otros términos que nos ayudan a entender la arquitectura japonesa y su atractivo son “sutil”, “silencioso” y “delicado”.

Daiku san explica que por causa de los frecuentes tifones y terremotos que hay en Japón y de la elevada humedad estival, el material preferido para una vivienda familiar es la madera, debido a su resiliencia. El barro, el bambú y el papel también son materiales básicos. La casa y el jardín se diseñan al mismo tiempo para conseguir armonía visual.

¿Cómo serán esa casa de ensueño y su jardín? ¿Cómo se construirán? Daiku san nos sugiere que nos desplacemos hasta un lugar de construcción para que veamos por nosotros mismos cómo construye una casa de ensueño.

Desde la base hacia arriba

“Las casas que se construían hace cien años no estaban sujetas al suelo —nos dice Daiku san mientras paseamos por el terreno—, sino que se asentaban sobre una serie de vigas horizontales sostenidas por unos postes cortos que se apoyaban sobre rocas.” El que muchos de esos edificios sigan en pie es un testimonio de la habilidad del Daiku san. “Hoy día las zapatas y los fundamentos se hacen de cemento —nos dice—, pero los principios estructurales siguen siendo los mismos.” Esto también aplica a las paredes, cuyo concepto y construcción difieren bastante de los de las casas de estilo occidental.

En una casa japonesa se pretende que las paredes interiores sean más bien particiones y no barreras sólidas. “Sobre un enrejado de tiras de bambú como este —explica Daiku san a la vez que señala a una pared en construcción— se aplicarán de dos a cinco capas de barro. La consistencia de cada capa es diferente, y cada una debe secarse por completo antes de aplicar la siguiente. Por eso se tarda en terminar una casa unos tres meses como promedio.” (Por supuesto, la construcción de una casa de ensueño requiere mucho más tiempo.) Las paredes, recubiertas de una fina capa de barro o arena de los tonos naturales de la tierra, que son los que prefieren los japoneses, pueden respirar y no sudan, como suele sucederles a las de cemento cuando el clima es húmedo.

A continuación, Daiku san dirige nuestra atención al suelo. Los suelos de la galería, el vestíbulo y la cocina serán de madera dura. La mayoría de las demás habitaciones tendrán el suelo recubierto con unas esteras de paja fuertemente entretejida llamadas tatami. Este tipo de recubrimiento para el suelo resulta caliente en invierno y fresco en verano, y es firme, aunque lo suficientemente blando como para sentarse o acostarse sobre él. Cada estera mide 1 metro de ancho por 2 de largo y tiene un grosor de 5 centímetros. El tamaño de las habitaciones se indica según el número de esteras que contengan, así que se habla de una habitación de ocho esteras, de seis o de cuatro y media.

Un secreto de familia guardado celosamente

El aspecto en el que más se destaca la habilidad del Daiku san es en los tipos de ensambladura que utiliza. Nuestro guía nos enseña unos manuales de hace más de setenta años de antigüedad que heredó de su padre. En ellos hay página tras página de complejos y fascinantes tipos de ensambladura. Hace años, los maestros carpinteros guardaban celosamente en secreto sus técnicas de ensambladura, y solo se las transmitían a su hijo o sucesor. Aunque ya no es necesario, se podría construir toda una casa sin utilizar un solo clavo.

“Algunas de estas técnicas de ensambladura son similares a las que utilizan los carpinteros en otras partes de la Tierra. Por ejemplo, está la de cola de milano, la de media madera, la junta a tope y la biselada”, explica Daiku san. El tipo de ensambladura que se utilizará dependerá de la tensión y la presión que haya en esa parte del edificio. Las ensambladuras apropiadas también absorberán los temblores de un terremoto, permitiendo que la casa se mueva con la sacudida.

El hermoso remate final

El rasgo más sobresaliente de la casa tradicional japonesa quizás sea el tejado. Parece grande y más bien pesado en comparación con el resto de la casa. Pero Daiku san nos dice que el tejado es en sí un estabilizador contra los elementos, y que consigue su resistencia de las robustas vigas, hechas de un tronco entero. Aunque hay muchos estilos de tejado, suelen ser de dos aguas, de cuatro aguas o una combinación de ambos. Daiku san nos muestra algunas tejas hechas de barro cocido. Vemos de nuevo que prevalecen los tonos terrosos, con la excepción de un brillante y popular azul celeste.

“Las esquinas ligeramente vueltas hacia arriba y el considerable saliente de los aleros son detalles importantes para la comodidad de los futuros inquilinos —dice Daiku san—. Eso permite que las puertas correderas de vidrio, altas hasta el techo, que dan a la galería, puedan dejarse abiertas durante la húmeda estación lluviosa. Y al mismo tiempo están construidos con el ángulo perfecto para no dejar pasar el caliente sol del verano.”

Vistos estos detalles, terminamos de inspeccionar la casa en construcción, y seguidamente nuestro guía nos invita a ver otra casa que tardó año y medio en edificar.

Una verdadera casa de ensueño

Cuando nos aproximamos y vemos su hermosa línea, nos damos cuenta de que cualquiera se sentiría a gusto en esta casa. La puerta de entrada consiste en una celosía de madera ensamblada y con un fondo de cristal. Es corredera y se abre con facilidad, dando acceso a la hermosa entrada. Tras quitarnos los zapatos, entramos en la casa. El parqué del vestíbulo se nota sólido cuando se pisa.

Nos detenemos para mirar los postes que sujetan la estructura y que están sin recubrir. Son tan suaves que parecen de seda al tacto, y brillan como si estuviesen barnizados. “No se aplicó ni tinte ni laca a ninguna de las maderas de la casa —nos dice Daiku san como si nos leyese el pensamiento—. Se ha cepillado hasta dejarla lo más fina posible.”

En el salón de estilo japonés observamos los detalles de la habitación. El dintel, o cabecero, que hay sobre las puertas correderas, o paneles, consiste en una intrincada talla que representa flores de cerezo. Alrededor de toda la habitación hay paneles de corredera hechos de papel tensado sobre marcos de madera. Las puertas correderas que dan a la galería están enrejadas y cubiertas de un papel blanco y fino llamado shoji. Las que dan al vestíbulo o a otras habitaciones se llaman fusuma y están recubiertas de un papel más grueso. Cada uno de estos paneles, que sirve para delimitar las distintas habitaciones, está decorado con dibujos diferentes. “Estas pequeñas habitaciones pueden convertirse en una sala grande con solo retirar los paneles”, explica Daiku san. ¡Qué práctico!

La única pared sólida que hay es la que contiene el tokonoma, o nicho para retratos, y su contigua rinconera. “Este es el lugar especial de la casa —dice Daiku san—, y aquí está la mejor madera y el mejor trabajo de artesanía.” Allí cuelga un llamativo rótulo en caligrafía japonesa.

Nos muestra el resto de la casa. El agradable aroma a madera de cedro, de ciprés y de pino y al tatami impregna suavemente las habitaciones. Una sutil sencillez y elegancia adorna todo lo que hay en la casa.

Cuando salimos, nos encontramos en el jardín. Aunque no es muy grande, parece un remanso de paz y serenidad. Hay un estanque lleno de carpas de brillante colorido y una encantadora cascada. Nos marchamos con un sentimiento de satisfacción, maravillándonos de la habilidad y el ingenio que se observa cuando Daiku san construye una casa.

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