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Desarrollo estructural de la organizaciónLos testigos de Jehová, proclamadores del Reino de Dios
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El hermano Russell no estaba interesado en establecer otro arreglo, y se oponía firmemente a contribuir de modo alguno al sectarismo que existía entre los que afirmaban ser cristianos.
A la vez, reconocía plenamente la importancia de que los siervos del Señor se reunieran, en armonía con el consejo de Hebreos 10:23-25. Él mismo viajaba para visitar y fortalecer a los lectores de la Watch Tower y relacionarlos con otros de la misma zona que pensaran de manera similar. A principios de 1881 pidió que los que se reunían con regularidad notificaran a la oficina de la Sociedad Watch Tower dónde celebraban aquellas reuniones. Vio lo valioso que era mantenerlos comunicados entre sí.
Sin embargo, el hermano Russell recalcó que no estaban tratando de establecer una “organización terrestre”. Más bien, dijo: “Nos adherimos únicamente a esa organización celestial, ‘cuyos nombres están escritos en el cielo’. (Heb. 12:23; Luc. 10:20.)”. A causa de la escandalosa historia de la cristiandad, cualquier referencia a una “organización eclesiástica” por lo general recordaba el sectarismo, la dominación del clero y miembros que se adherían a credos formulados por un concilio religioso. Eso hizo que el hermano Russell pensara que al referirse a sí mismos era más conveniente que los Estudiantes de la Biblia emplearan el término “asociación”.
Estaba bien al tanto de que los apóstoles de Cristo habían formado congregaciones y nombrado ancianos en cada una. Sin embargo, creía que Cristo estaba presente de nuevo, aunque de forma invisible, y que estaba dirigiendo personalmente la siega o recolección final de los que serían herederos con él. Al principio, en vista de las circunstancias, le pareció que durante el tiempo de la siega no se necesitaba el sistema de ancianos que había existido en las congregaciones cristianas del siglo primero.
No obstante, cuando aumentó la cantidad de los Estudiantes de la Biblia, el hermano Russell se dio cuenta de que el Señor estaba dirigiendo las cosas de manera diferente a lo que él había pensado. Se requería un ajuste de punto de vista. Pero ¿sobre qué base?
Se satisfacen las necesidades de la creciente asociación
La Watch Tower del 15 de noviembre de 1895 se dedicó casi en su totalidad a tratar el asunto de actuar “Decentemente y con orden”. El hermano Russell reconoció con franqueza: “Los apóstoles dieron mucho consejo a la Iglesia primitiva respecto al orden en las reuniones de los santos; y al parecer hemos descuidado algo la aplicación de ese consejo sabio, pues nos parecía de menor importancia al considerar lo cerca que está la Iglesia del fin de su carrera y que la siega es un tiempo de separación”. ¿Qué les impulsó a analizar de nuevo aquel consejo?
El artículo señalaba cuatro circunstancias: 1) Era obvio que el crecimiento espiritual de las personas difería. No todas podían encararse de igual manera con las tentaciones, las pruebas, las dificultades y los peligros. Había, pues, necesidad de superintendentes sabios y discretos, hombres experimentados y hábiles que se interesaran profundamente en el bienestar espiritual de todos, y que pudieran instruir en la verdad. 2) Se había percibido que el rebaño necesitaba protección de los ‘lobos vestidos de ovejas’. (Mat. 7:15, VA.) Había que fortalecer al rebaño ayudándole a conocer la verdad a fondo. 3) La experiencia había mostrado que si no se nombraban ancianos que protegieran el rebaño, algunos se apoderarían de aquella posición y lo verían como posesión suya. 4) Por falta de un sistema organizado, pudiera ser que se rechazaran los servicios de personas leales a la verdad debido a la influencia de unos pocos que no concordaran con ellas.
A la luz de estos factores, la Watch Tower dijo: “No vacilamos en recomendar a las Iglesiasc de todas partes, sean grandes o pequeñas, el consejo apostólico de que en toda compañía se escojan ancianos de entre sus miembros para que ‘alimenten’ y ‘supervisen’ el rebaño”. (Hech. 14:21-23; 20:17, 28.) Las congregaciones locales siguieron este sabio consejo bíblico. Con ese paso importante se daba a la congregación una estructura conforme a la que existía en los días de los apóstoles.
Sin embargo, según lo entendían entonces, la selección de ancianos y diáconos que les ayudaran se hacía mediante el voto de la congregación. Anualmente, o con más frecuencia si era necesario, se estudiaban las aptitudes de los que pudieran servir, y se votaba. Era básicamente un procedimiento democrático, pero con limitaciones que funcionaban como salvaguarda. Se instaba a toda la congregación a repasar con detenimiento los requisitos bíblicos y a expresar por medio del voto, no su opinión personal, sino lo que creían que era la voluntad del Señor. Puesto que solo los que estaban “plenamente consagrados” podían votar, se consideraba su voto colectivo, guiado por la Palabra y el espíritu del Señor, como la expresión de Su voluntad al respecto. Aunque quizás el hermano Russell no estuviera plenamente al tanto de ello, puede que la razón de recomendar aquel procedimiento se debiera hasta cierto grado, no solo a que él estuviera decidido a evitar todo lo que diera la impresión de ser una clase clerical exaltada, sino también a sus propios antecedentes en la Iglesia Congregacional siendo aún adolescente.
Cuando en el tomo de Millennial Dawn (La Aurora del Milenio) titulado The New Creation (La nueva creación, publicado en 1904), se explicó de nuevo en detalle el papel de los ancianos y cómo deberían seleccionarse, se dio atención especial a Hechos 14:23. Se citaron concordancias compiladas por James Strong y Robert Young como autoridades para traducir la declaración “habiéndoles ordenado ancianos” (VA) por “habiéndoles elegido ancianos levantando las manos”.d Algunas traducciones de la Biblia dicen incluso que los ancianos eran ‘nombrados por votación’ (Literal Translation of the Holy Bible, de Young; Emphasised Bible, de Rotherham). No obstante, ¿quiénes deberían votar?
Adoptar el parecer de que toda la congregación debía votar no produjo siempre los resultados esperados. Los que votaban tenían que ser personas “plenamente consagradas”, y algunos de los que eran elegidos satisfacían realmente los requisitos y servían con humildad a sus hermanos. Pero a menudo la votación reflejaba preferencia personal, más bien que la dirección de la Palabra y el espíritu de Dios. Así, en Halle (Alemania), cuando algunos que pensaban que debían ser ancianos no consiguieron el puesto deseado, causaron mucha disensión. En Barmen (Alemania), entre los candidatos de 1927 hubo hombres que se oponían a la obra de la Sociedad, y a la hora de la elección hubo mucho griterío cuando se levantaron las manos. Fue necesario hacer la votación de forma secreta.
En 1916, unos años antes de estos incidentes, el hermano Russell había escrito muy preocupado: “En algunas Clases reina una situación horrible a la hora de la elección. Los siervos de la Iglesia tratan de hacerse gobernantes, dictadores; a veces hasta presiden con el propósito obvio de asegurarse de que ellos y sus amigos allegados sean elegidos Ancianos y Diáconos. [...] Otros tratan de aprovecharse de la Clase con sigilo haciendo que la elección se efectúe en algún momento especialmente propicio para ellos y para sus amigos. Otros tratan de llenar el sitio de reunión con sus amigos, y traen a personas relativamente extrañas que no piensan asistir regularmente a la Clase, pero que vienen solo para votar por sus amigos en acto de solidaridad”.
¿Se trataba simplemente de que tenían que aprender a tener elecciones democráticas más tranquilas, o había algo en la Palabra de Dios que no habían llegado a entender aún?
Se organizan para predicar las buenas nuevas
Desde muy temprano el hermano Russell comprendió que la evangelización era una de las responsabilidades más importantes de los miembros de la congregación cristiana. (1 Ped. 2:9.) La Watch Tower explicó que no era solo a Jesús, sino también a sus seguidores ungidos por espíritu a quienes se aplicaban las palabras proféticas de Isaías 61:1, a saber: “Jehová me ha ungido para anunciar buenas nuevas” (o, como vierte la versión Nácar-Colunga la cita que hizo Jesús de este pasaje, “me ungió para evangelizar”). (Luc. 4:18.)
Ya para 1881 la Watch Tower publicó el aviso “Se solicitan 1.000 predicadores”. Esta fue una llamada dirigida a todos los miembros de la congregación para que emplearan el tiempo que pudieran (fuera media hora, una, dos o tres horas) en esparcir la verdad bíblica. Se animaba a hombres y mujeres que no tuvieran a nadie que dependiera de ellos y que pudieran dar la mitad o más de su tiempo exclusivamente a la obra del Señor, a emprender la obra de repartidor de literatura bíblica como evangelizadores. La cantidad oscilaba bastante de un año a otro, pero para 1885 ya había unos trescientos sirviendo de repartidores. Otros también colaboraron en aquella obra, pero a un grado más limitado. Se daban sugerencias sobre cómo podía el repartidor efectuar su trabajo. No obstante, el campo era inmenso, y, por lo menos al comienzo, ellos mismos escogían su territorio e iban de un lugar a otro según les parecía. Después, cuando se reunían en las asambleas, hacían los ajustes necesarios para coordinar sus esfuerzos.
El mismo año en que comenzó la obra de los repartidores, el hermano Russell hizo que se imprimieran varios tratados (o folletos) para distribuirlos de manera gratuita. Un folleto sobresaliente fue Food for Thinking Christians (Alimento para cristianos pensadores), del cual se distribuyeron 1.200.000 ejemplares en los primeros cuatro meses. La Zion’s Watch Tower Tract Society (Sociedad de Tratados Torre del Vigía de Sión) se formó con el propósito de dar atención a los detalles necesarios para organizar la impresión y distribución de estas publicaciones. Para evitar que se interrumpiera la obra si moría el hermano Russell, y para facilitar la administración de las donaciones que se emplearían en la obra, él registró legalmente la Sociedad el 15 de diciembre de 1884. Así se creó una agencia legal necesaria.
Según surgió la necesidad, se establecieron sucursales de la Sociedad Watch Tower en otros países. La primera de ellas, en Londres (Inglaterra) el 23 de abril de 1900. Se fundó otra en Elberfeld (Alemania) en 1902. Dos años después, se abrió una sucursal en Melbourne (Australia), en el otro extremo de la Tierra. Para el tiempo de escribirse este libro hay 99 sucursales en todo el mundo.
Aunque se estaba organizando lo necesario para suministrar grandes cantidades de literatura bíblica, al principio se dejó que las congregaciones planificaran localmente su distribución pública. En una carta con fecha del 16 de marzo de 1900, el hermano Russell expresó cómo veía aquel asunto. La carta, dirigida a “Alexander M. Graham, y a la Iglesia de Boston (Massachusetts)”, decía: “Como todos ustedes saben, es mi intención dejar que cada compañía del pueblo del Señor administre sus propios asuntos, según su propio juicio; ofreceré sugerencias, pero no con el propósito de interferir, sino simplemente a modo de consejo”. Esto no abarcaba solamente sus reuniones, sino también su manera de efectuar el ministerio en el campo. Así, después de ofrecer a los hermanos algún consejo práctico, concluyó con el comentario: “Esto es sencillamente una sugerencia”.
Algunas actividades requerían que la Sociedad diera más dirección. Respecto a la exhibición del “Foto-Drama de la Creación”, se dejó a cada congregación que determinara si quería y podía alquilar un teatro u otro local para presentarlo. Sin embargo, había que transportar equipo de una ciudad a otra y tener en cuenta los horarios; con relación a esto, pues, la Sociedad suministró dirección centralizada. Se instó a cada congregación a tener un Comité para el Drama que se encargara de los preparativos locales. Pero un superintendente enviado por la Sociedad daba atención cuidadosa a los detalles y se aseguraba de que todo funcionara sin contratiempos.
Mientras transcurrían los años 1914 y 1915, aquellos cristianos ungidos por espíritu esperaban con anhelo ver realizada su esperanza celestial. A la misma vez, se les estimulaba a mantenerse ocupados en el servicio del Señor. Aunque creían que les quedaba muy poco tiempo en la carne, quedó patente que para efectuar de forma ordenada la predicación de las buenas nuevas necesitaban más dirección que cuando eran solo unos cientos. Esa dirección cambió de aspecto poco después de la elección de J. F. Rutherford como segundo presidente de la Sociedad Watch Tower. El número del 1 de marzo de 1917 de The Watch Tower anunció que, en lo sucesivo, la oficina de la Sociedad asignaría todo el territorio en que trabajarían los repartidores de literatura y los obreros pastoralese de las congregaciones. En lugares donde tanto repartidores como trabajadores locales participaban en el servicio del campo en la misma ciudad o condado, un comité de distrito nombrado en la localidad se encargaba de dividir el territorio entre ellos. Este método contribuyó a que en pocos meses —entre 1917 y 1918— se efectuara una campaña de distribución del libro The Finished Mystery (El misterio terminado) verdaderamente sobresaliente. También ayudó a lograr una distribución relámpago de 10.000.000 de ejemplares de un tratado que analizaba el tema de “La caída de Babilonia”.
Poco después, miembros del personal administrativo de la Sociedad fueron arrestados, y el 21 de junio de 1918 fueron sentenciados a veinte años de cárcel. La predicación de las buenas nuevas casi se paralizó. ¿Sería entonces cuando por fin se les uniría al Señor en la gloria celestial?
Unos meses más tarde terminó la guerra. Los representantes de la Sociedad fueron puestos en libertad al año siguiente. Seguían en cuerpos carnales. Aquello no era lo que habían esperado, pero llegaron a la conclusión de que Dios todavía tenía trabajo para ellos aquí en la Tierra.
Su fe acababa de pasar por pruebas severas. Sin embargo, en 1919 The Watch Tower les fortaleció con estimulantes estudios bíblicos sobre el tema “Benditos son los intrépidos”. A estos les siguió el artículo “Oportunidades de servicio”. Pero los hermanos no se imaginaban los cambios extraordinarios que tendrían lugar en la organización en las décadas siguientes.
Un ejemplo adecuado para el rebaño
El hermano Rutherford reconocía que para que la obra siguiera progresando con orden y unidad, sin importar el poco tiempo que quedara, era fundamental que se diera el ejemplo adecuado al rebaño. Jesús había comparado a sus seguidores a ovejas, y estas siguen a su pastor. Por supuesto, Jesús mismo es el Pastor Excelente, pero también utiliza a ancianos como subpastores de su pueblo. (1 Ped. 5:1-3.) Esos ancianos deben ser hombres que participen en la obra asignada por Jesús y que animen a otros a hacer lo mismo. Deben tener un espíritu de evangelizador. Sin embargo, cuando se distribuyó el libro The Finished Mystery algunos ancianos se habían retraído de participar en aquella obra; algunos hasta habían instado abiertamente a otros a no participar en ella.
En 1919 se dio un paso de gran importancia para corregir esa situación cuando se comenzó a publicar la revista The Golden Age (La Edad de Oro). Aquella revista se convertiría en un poderoso instrumento para dar a conocer el Reino de Dios como la única solución duradera para los problemas de la humanidad. Se invitó a todas las congregaciones que desearan participar en aquella actividad a solicitar que la Sociedad las registrara como una “organización de servicio”. Después la Sociedad nombró un director, o director de servicio como se le llegó a conocer, que no estaba sujeto a elecciones anuales.f Como representante local de la Sociedad su función era organizar la obra, asignar el territorio y animar a la congregación a participar en el servicio del campo. Así, pues, lado a lado con los ancianos y diáconos elegidos democráticamente comenzó a funcionar otro sistema de organización, uno que reconocía una autoridad fuera de la congregación local para hacer nombramientos y que ponía más énfasis en predicar las buenas nuevas del Reino de Dios.g
En los años que siguieron, la obra de proclamar el Reino recibió un fuerte impulso, como procedente de una fuerza irresistible. Los sucesos ocurridos en 1914, y de ahí en adelante, habían demostrado que se estaba cumpliendo la gran profecía en la que el Señor Jesucristo describió la conclusión del viejo sistema de cosas. En vista de aquello, en 1920 The Watch Tower indicó que, como se predijo en Mateo 24:14, había llegado el tiempo de proclamar las buenas nuevas sobre “el fin del viejo orden de cosas y el establecimiento del reino del Mesías”.h (Mat. 24:3-14.) Después de asistir a la asamblea de los Estudiantes de la Biblia en Cedar Point (Ohio), en 1922, los concurrentes regresaron a sus hogares con el lema “Anuncien, anuncien, anuncien, al Rey y su reino” resonando en sus oídos. En 1931 se hizo aún más claro el papel que debían desempeñar los cristianos cuando se adoptó el nombre de testigos de Jehová.
Quedó patente que Jehová había asignado a sus siervos un trabajo en el que todos podían participar. La respuesta fue entusiástica. Muchos hicieron grandes ajustes en su vida para entregarse de tiempo completo a aquella labor. Hasta entre los que dedicaban solo parte de su tiempo, una buena cantidad pasaba días completos en el servicio del campo durante los fines de semana. En respuesta al estímulo que dio The Watchtower y el Informant (Informador), durante 1938 y 1939 muchos testigos de Jehová se esforzaron concienzudamente por dedicar sesenta horas al servicio del campo cada mes.
Entre aquellos Testigos celosos hubo muchos siervos de Jehová humildes y dedicados que eran ancianos de las congregaciones. No obstante, en algunos lugares durante los años veinte y principios de los treinta hubo una considerable oposición a la idea de que todos debían participar en el servicio del campo. A menudo los ancianos elegidos de forma democrática se expresaban abiertamente en contra de lo que La Torre del Vigía decía en cuanto a la responsabilidad de predicar a los que no eran parte de la congregación. El que se negaran a escuchar lo que el espíritu de Dios decía sobre esto a la congregación mediante las Santas Escrituras estorbaba el fluir del espíritu de Dios en aquellos grupos. (Rev. 2:5, 7.)
En 1932 se dieron pasos para corregir esa situación. Lo que se tuvo en cuenta principalmente no era si se ofendería a ciertos ancianos prominentes o si se apartarían algunos de los que se asociaban con las congregaciones. Más bien, el deseo de los hermanos era agradar a Jehová y hacer su voluntad. Con ese fin, La Torre del Vigía de diciembre de 1932 y enero de 1933 (15 de agosto y 1 de septiembre de 1932, en inglés) analizó el tema: “La organización de Jehová”.
Aquellos artículos mostraron con claridad que todos los que realmente eran parte de la organización de Jehová hacían la obra que su Palabra indicaba que tenía que hacerse durante este tiempo. Los artículos explicaban que el puesto de anciano no era un cargo para el que se pudiera elegir a alguien, sino una condición que se alcanzaba por madurez espiritual. Se dio énfasis especial al hecho de que Jesús oró que sus seguidores ‘fueran uno’, que estuvieran en unión con Dios y Cristo y, así, hacer la voluntad de Dios en unidad. (Juan 17:21.) ¿Qué resultado tendría esto? El segundo artículo contestó que “cada uno del resto tiene que ser testigo del nombre y [del] reino de Jehová Dios”. La supervisión no debía confiarse a los que no participaran a un grado razonable en la testificación pública o se negaran a hacerlo.
Al finalizar el estudio de aquellos artículos, se invitó a las congregaciones a presentar una resolución indicando que concordaban. De ese modo se eliminaron las elecciones que se efectuaban anualmente en las congregaciones para escoger ancianos y diáconos. En Belfast (Irlanda del Norte), como en otras partes, algunos “ancianos electivos” abandonaron la organización; otros que compartían sus puntos de vista se fueron con ellos. Como resultado hubo una disminución en número, pero al mismo tiempo un fortalecimiento de toda la organización. Los que permanecieron estaban dispuestos a cargar con la responsabilidad cristiana de testificar. En vez de votar para elegir ancianos, las congregaciones —todavía por métodos democráticos— seleccionaban un comité de servicioi compuesto de hombres maduros espiritualmente que participaban de forma activa en la testificación pública. Los miembros de la congregación también elegían por votación un presidente para sus reuniones así como un secretario y un tesorero. Todos estos eran testigos de Jehová activos.
La obra prosiguió entonces con menos dificultades ya que las congregaciones eran supervisadas por hombres que no estaban interesados en puestos, sino en hacer la obra de Dios —hablar de su nombre y su Reino— y que daban buen ejemplo al participar en ella. Aunque no lo sabían entonces, aún quedaba mucho por hacer, dar un testimonio mucho mayor del que se había dado hasta entonces y efectuar una recolección que no habían esperado. (Isa. 55:5.) Obviamente Jehová los estaba preparando para ello.
Algunos que tenían la esperanza de vivir eternamente en la Tierra comenzaban a unirse a ellos.j Sin embargo, la Biblia predijo la recolección de una gran muchedumbre que esperaba sobrevivir a la venidera gran tribulación. (Rev. 7:9-14.) En 1935 se aclaró la identidad de la gran muchedumbre. Los cambios que se hicieron en los años treinta, relacionados con la selección de superintendentes, prepararon mejor a la organización para la obra de recoger, enseñar y adiestrar a esas personas.
Para la mayoría de los testigos de Jehová fue emocionante este aumento de la obra. Su ministerio del campo adquirió nuevo significado. Sin embargo, algunos no estaban dispuestos a predicar. Se retraían y trataban de justificar su inactividad diciendo que no se recogería a una gran muchedumbre sino hasta después del Armagedón. Sin embargo, la mayoría percibió que esta era una nueva oportunidad de manifestar su lealtad a Jehová y su amor al prójimo.
¿Dónde encajaban los de la gran muchedumbre en la estructura de la organización? Se les mostró el papel que la Palabra de Dios asignaba al “rebaño pequeño” ungido con espíritu, y trabajaron gustosamente en armonía con lo que Dios había dispuesto. (Luc. 12:32-44.) Además aprendieron que, tal como los que habían sido ungidos con espíritu, ellos tenían la responsabilidad de compartir con otros las buenas nuevas. (Rev. 22:17.) Puesto que querían ser súbditos terrestres del Reino de Dios, aquel Reino debería ocupar el primer lugar en su vida, y ellos debían anunciarlo con celo a otros. Para encajar con la descripción bíblica de los que pasarían con vida a través de la gran tribulación y entrarían en el nuevo mundo de Dios, tenían que ‘seguir clamando con voz fuerte, y decir: “La salvación se la debemos a nuestro Dios, que está sentado en el trono, y al Cordero”’. (Rev. 7:10, 14.) Cuando en 1937 empezó a aumentar la cantidad de estas personas y a hacerse manifiesto su celo por el Señor, se les pidió también que ayudaran a llevar la responsabilidad de supervisar las congregaciones.
Sin embargo, se les recordó que la organización es de Jehová y no de un hombre. No podía haber división entre el resto de los que habían sido ungidos con espíritu y los de la gran muchedumbre de otras ovejas. Tenían que trabajar juntos como hermanos y hermanas en el servicio de Jehová. Como había dicho Jesús: “Tengo otras ovejas, que no son de este redil; a esas también tengo que traer, y escucharán mi voz, y llegarán a ser un solo rebaño, un solo pastor”. (Juan 10:16.) Se estaba haciendo patente la realidad de esas palabras.
En relativamente poco tiempo habían tenido lugar cambios sorprendentes en la organización. Pero ¿había otros ajustes que hacer para que todo se atendiera en las congregaciones en plena armonía con los caminos de Jehová como se exponen en su Palabra inspirada?
La organización teocrática
“Teocracia” significa “gobierno ejercido por Dios”. ¿Era esa la clase de gobierno que regía las congregaciones? ¿No adoraban a Jehová y buscaban su guía en los asuntos de la congregación? ¿Se conformaban de lleno a lo que él decía en su palabra inspirada respecto a estas cuestiones? El artículo de dos partes titulado “Organización”, que apareció en los números de La Torre del Vigía de noviembre y diciembre de 1938 (en inglés, 1 y 15 de junio), dijo claramente: “Jehová tiene una organización y ésta no es democrática en ningún sentido. Jehová es supremo, y su gobierno u organización es estrictamente teocrátic[o]”. Con todo, en aquel tiempo las congregaciones de los testigos de Jehová todavía empleaban procedimientos democráticos para escoger a la mayoría de los que se encargaban de supervisar las reuniones y el servicio del campo. Se necesitaban otros ajustes.
Sin embargo, ¿no indicaba Hechos 14:23 que los ancianos de las congregaciones debían ser designados a sus puestos ‘extendiendo la mano’, como se hace al votar? El primero de los artículos de La Torre del Vigía titulados “Organización” reconoció que en el pasado se había interpretado mal ese pasaje. No era ‘extendiendo la mano’ todos los miembros de la congregación como se hacían los nombramientos entre los cristianos del siglo primero. Más bien, se mostró que los apóstoles y los que habían sido autorizados por ellos eran quienes ‘extendían las manos’. No hacían esto votando con la congregación, sino imponiendo las manos sobre los que satisfacían los requisitos. Esto era en símbolo de confirmación, aprobación o nombramiento.k A veces las congregaciones de los cristianos primitivos hacían recomendaciones de hombres capacitados, pero la selección o aprobación final la daban los apóstoles, quienes habían sido comisionados directamente por Cristo, o personas que habían recibido autorización de los apóstoles. (Hech. 6:1-6.) La Torre del Vigía llamó atención al hecho de que el apóstol Pablo, bajo la dirección del espíritu santo, dio instrucciones para el nombramiento de superintendentes únicamente en cartas dirigidas a superintendentes responsables (Timoteo y Tito). (1 Tim. 3:1-13; 5:22; Tito 1:5.) Ninguna de las cartas inspiradas dirigidas a las congregaciones contuvo instrucciones de ese tipo.
Entonces, ¿cómo debían hacerse los nombramientos para rendir servicio en las congregaciones? El análisis que hizo La Torre del Vigía mostró, con las Escrituras como base, que Jehová nombró a Jesucristo ‘cabeza de la congregación’; que cuando Cristo regresara como Amo confiaría a su “esclavo fiel y discreto” responsabilidad “sobre todos sus bienes”; que este esclavo fiel y discreto se componía de todos los que habían sido ungidos con espíritu santo en la Tierra para ser coherederos con Cristo y que servían unidamente bajo su dirección; y que Cristo emplearía a aquella clase del esclavo como instrumento suyo para proveer la supervisión que las congregaciones necesitaban. (Col. 1:18; Mat. 24:45-47; 28:18.) El deber de la clase del esclavo sería aplicar, junto con oración, las instrucciones claramente expuestas en la Palabra inspirada de Dios, y usar esta para determinar quiénes satisfacían los requisitos para los puestos de servicio.
En vista de que el instrumento visible que Cristo emplearía es el esclavo fiel y discreto (y los hechos de la historia moderna ya analizados muestran que este “esclavo” utiliza a la Sociedad Watch Tower como instrumento legal), La Torre del Vigía pasó a explicar que el que se siguiera el procedimiento teocrático exigiría que los nombramientos de servicio se hicieran mediante ese instrumento. Tal como las congregaciones del siglo primero reconocieron al cuerpo gobernante ubicado en Jerusalén, de igual manera hoy las congregaciones no prosperarían espiritualmente sin una supervisión central. (Hech. 15:2-30; 16:4, 5.)
Sin embargo, para que las cosas se vieran desde el punto de vista correcto, se indicó que cuando La Torre del Vigía mencionaba “la Sociedad” no se refería sencillamente a un instrumento jurídico, sino al grupo de cristianos ungidos que había instituido aquella entidad legal y que se valía de ella. De modo que la expresión significaba el esclavo fiel y discreto con su Cuerpo Gobernante.
Aún antes de que los artículos titulados “Organización” se publicaran en La Torre del Vigía de 1938, las congregaciones de Londres, Nueva York, Chicago y Los Ángeles que habían crecido hasta que fue recomendable dividirlas en grupos más pequeños solicitaron que la Sociedad nombrara a todos sus siervos. La Torre del Vigía de diciembre de 1938 invitó a todas las demás congregaciones a hacer lo mismo. Con ese fin se sugirió que se adoptara la siguiente resolución:
“Nosotros, la compañía del pueblo de Dios sacado para su nombre, y ahora en . . . . . . . . . ., reconocemos que el gobierno de Dios es una pura teocracia y que Cristo Jesús está en el templo y en pleno cargo y dominio de la organización visible de Jehová, así como de la invisible, y que ‘LA SOCIEDAD’ es [la] representante visible del Señor en la Tierra, y por lo tanto pedimos que ‘La Sociedad’ organice esta compañía para el servicio y designe sus diferentes siervos, para que todos trabajemos juntos en paz, justicia, armonía y completa unidad. Junto con la presente enviamos una lista de nombres de personas en esta compañía que nos parece [que] son más maduras y que por lo tanto parecen ser más aptas para desempeñar los puestos respectivos designados para el servicio.”l
Casi todas las congregaciones de los testigos de Jehová concordaron de buena gana en hacer esto. Los pocos que no lo hicieron pronto dejaron de participar del todo en la proclamación del Reino y de ese modo dejaron de ser testigos de Jehová.
Beneficios de la dirección teocrática
Es obvio que si las enseñanzas, las normas de conducta y los procedimientos de organización o de testificación pudieran decidirse en la congregación local, en poco tiempo la organización perdería su identidad y unidad. Sería fácil que los hermanos se dividieran por diferencias sociales, culturales y nacionales. Por otra parte, la dirección teocrática aseguraría que los beneficios del progreso espiritual llegaran sin impedimentos a todas las congregaciones alrededor del mundo. De esa manera reinaría la unidad genuina que Jesús pidió en oración que existiera entre sus seguidores verdaderos, y se podría efectuar plenamente la obra de evangelizar que él mandó. (Juan 17:20-22.)
Sin embargo, hay quienes han dicho que al promover aquel cambio en la organización, J. F. Rutherford estaba tratando sencillamente de conseguir más control sobre los Testigos, y de esa manera buscaba fortalecer su propia autoridad. ¿Era verdad eso? No hay duda de que el hermano Rutherford era un hombre de firmes convicciones. Hablaba con decisión y sin transigir a favor de lo que consideraba la verdad. Podía ser bastante brusco al atender situaciones cuando percibía que las personas se preocupaban más de sí mismas que de la obra del Señor. No obstante, el hermano Rutherford era realmente humilde ante Dios. Karl Klein, quien en 1974 llegó a formar parte del Cuerpo Gobernante, escribió más tarde: “Las oraciones que el hermano Rutherford hacía durante la adoración matutina [...] contribuyeron a que [...] se granjeara mis simpatías. Aunque él tenía una voz muy potente, cuando se dirigía a Dios sonaba exactamente como un muchachito que estuviera hablando a su papá. ¡Qué excelente relación con Jehová revelaba esto!”. El hermano Rutherford estaba plenamente convencido de cuál era la organización visible de Jehová, y hacía todo lo posible por asegurarse de que ningún hombre o grupo de hombres impidiera que los hermanos recibieran en cada localidad el beneficio pleno del alimento y la dirección espiritual que Jehová proveía a Sus siervos.
Aunque el hermano Rutherford fue durante veinticinco años el presidente de la Sociedad Watch Tower, y dedicó toda su energía a dar adelanto a la obra de la organización, no era el líder o caudillo de los testigos de Jehová, ni quiso serlo. En 1941, en la asamblea de San Luis (Misuri), poco antes de su muerte, habló sobre el acaudillamiento y dijo: “Quiero que cualesquier extraños que haya aquí sepan lo que ustedes piensan acerca de que un hombre sea el caudillo o líder de ustedes, para que no lo vayan a olvidar. Cada vez que algo surge y comienza a crecer, dicen que hay algún hombre, un líder que tiene un gran conjunto de seguidores. Si hay alguna persona en este auditorio que piense que yo, este hombre de pie aquí, es el caudillo de los testigos de Jehová, que diga Sí”. La respuesta fue un silencio impresionante, roto solo por un categórico “No” por parte de algunos del auditorio. El orador prosiguió: “Si ustedes los que están aquí creen que yo soy solo uno de los siervos del Señor, y que estamos trabajando hombro a hombro en unidad, sirviendo a Dios y sirviendo [a] Cristo, digan Sí”. Al unísono la asamblea respondió con un contundente “¡Sí!”. Al mes siguiente, otro auditorio en Inglaterra dio exactamente la misma respuesta.
Los beneficios de la organización teocrática se dejaron sentir inmediatamente en algunos lugares. En otros tardó más; con el tiempo se removió a los que no demostraron ser siervos maduros y humildes, y se nombró a otros.
No obstante, a medida que arraigaban los procedimientos teocráticos, los testigos de Jehová se regocijaron al experimentar lo que se predijo en Isaías 60:17. Empleando lenguaje figurado para describir las condiciones mejoradas que serían realidad para los siervos de Dios, Jehová dice en ese texto: “En vez del cobre traeré oro, y en vez del hierro traeré plata, y en vez de la madera, cobre, y en vez de las piedras, hierro; y ciertamente nombraré la paz como tus superintendentes, y la justicia como los que te asignan tus tareas”. Aquí no se describe lo que lograrían los seres humanos, sino lo que Dios mismo haría, y los beneficios que recibirían sus siervos al someterse a la actuación divina. La paz debe imperar entre ellos. El amor a la justicia debe ser la fuerza que los mueva a servir.
Maud Yuille, esposa del superintendente de la sucursal de Brasil, escribió al hermano Rutherford: “El artículo ‘Organización’ de los números del 1 y 15 de junio [de 1938] de The Watchtower me impele a expresar en pocas palabras a usted, de cuyo fiel servicio Jehová se está valiendo, mi agradecimiento por la maravillosa provisión que Jehová ha preparado para su organización visible, como se explica en esos números. [...] ¡Qué alivio es ver el fin del ‘gobierno autónomo’ de las congregaciones, de los ‘derechos de la mujer’ y de otros procedimientos no bíblicos que sujetaban a algunas almas a opiniones locales y al juicio de individuos, en vez de a [Jehová Dios y Jesucristo], algo que traía oprobio al nombre de Jehová. Es cierto que ‘solo recientemente la Sociedad ha llamado “siervos” a todos los de la organización’, pero he notado que con anterioridad por muchos años, al escribir a sus hermanos, usted se identificaba como ‘su hermano y siervo, por Su gracia’”.
Con relación a este ajuste de organización, la sucursal de las islas británicas informó: “Fue sorprendente el buen efecto que tuvo. La descripción poética y profética que se hace de ello en el capítulo 60 de Isaías es muy hermosa, pero no exagerada. Todo el que estaba en la verdad hablaba de ello. Era el principal tema de conversación. En general nos sentíamos fortalecidos, estábamos dispuestos a seguir adelante, bien dirigidos, en la batalla. Mientras aumentaba la tensión mundial, el gozo por la gobernación teocrática” se hacía abundante.
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Desarrollo estructural de la organizaciónLos testigos de Jehová, proclamadores del Reino de Dios
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[Recuadro en la página 207]
¿Por qué el cambio?
Cuando se le preguntó a C. T. Russell por qué cambió de parecer respecto a la selección de ancianos en los diferentes grupos del pueblo del Señor, contestó:
“Ante todo, me apresuro a asegurarles que nunca he afirmado ser infalible. [...] No negamos que nuestro conocimiento está aumentando y que ahora vemos desde un punto de vista algo diferente la voluntad del Señor en lo que respecta a los Ancianos o líderes de los diferentes grupos pequeños de Su pueblo. Nuestro error de juicio fue esperar demasiado de nuestros queridos hermanos que, por haber comenzado temprano en la Verdad, se convirtieron naturalmente en los líderes de estas pequeñas compañías. La opinión ideal que abrigábamos inocentemente en cuanto a ellos era que el conocimiento de la Verdad los haría más humildes y, como resultado, reconocerían su propia insignificancia y que todo lo que sabían y podían comunicar a otros lo harían por ser sus portavoces y porque él los utilizaba. Nuestras esperanzas ideales eran que estos serían ejemplos del rebaño en todo sentido de la palabra; y que si la providencia divina llevaba al grupito de la compañía a uno o más individuos igual de competentes —o hasta más competentes— en presentar la Verdad, el espíritu del amor los guiaría a mostrarse honra unos a otros, y así a ayudarse e instarse unos a otros a participar en el servicio de la Iglesia, el cuerpo de Cristo.
”Con esto presente, pensamos que las mayores medidas de bondad y verdad necesarias en este tiempo y apreciadas por los del pueblo consagrado del Señor harían innecesario que siguieran el proceder señalado por los apóstoles de la Iglesia primitiva. Nuestro error fue que no nos dimos cuenta de que los procedimientos esquematizados por los apóstoles bajo supervisión divina son superiores a todo lo que otros puedan formular, y que la Iglesia en conjunto necesitaría las reglas instituidas por los apóstoles hasta que, por nuestro cambio en la resurrección, todos seamos completados y perfeccionados, y disfrutemos de relación directa con el Amo.
”Poco a poco nos dimos cuenta de nuestro error al percibir que hasta cierto grado había un espíritu de rivalidad entre los hermanos, y que muchos tenían el deseo de llevar la delantera en las reuniones por considerarlo un cargo en vez de un servicio, y de excluir y estorbar el que llegaran a ser líderes otros hermanos de igual habilidad natural y de igual conocimiento de la Verdad y aptitud en el manejo de la espada del Espíritu.”—“Zion’s Watch Tower”, 15 de marzo de 1906, página 90.
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Desarrollo estructural de la organizaciónLos testigos de Jehová, proclamadores del Reino de Dios
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[Recuadro en la página 215]
Preguntas V.D.M.
Las letras V.D.M. son las iniciales de las palabras latinas “Verbi Dei Minister”, o Ministro de la Palabra Divina.
En 1916 la Sociedad preparó una lista de preguntas sobre asuntos bíblicos. Se pidió a los que hubieran de representar a la Sociedad como oradores que contestaran cada pregunta por escrito. De aquella manera la Sociedad podía conocer el modo de pensar, las opiniones y el entendimiento que tenían aquellos hermanos sobre verdades fundamentales de la Biblia. En las oficinas de la Sociedad, un grupo designado de hermanos examinaba cuidadosamente las respuestas escritas. El que recibiera aprobación como orador tenía que contestar bien al menos el 85% de las preguntas.
Posteriormente muchos ancianos, diáconos y otros Estudiantes de la Biblia pidieron una lista de las preguntas. Con el tiempo se recomendó que sería bueno que las clases escogieran como representantes solo a los que hubieran satisfecho los requisitos como V.D.M.
El que la Sociedad confiriera el grado de Ministro de la Palabra Divina no significaba que se ordenara a la persona. Sencillamente daba a entender que el grupo designado de las oficinas de la Sociedad que examinaba las respuestas había revisado la madurez de la persona en cuestiones de doctrina —además de, hasta un grado razonable, su reputación—, y había concluido que merecía que se le llamara Ministro de la Palabra Divina.
Estas eran las preguntas V.D.M.:
1) ¿Cuál fue el primer acto creativo de Dios?
2) ¿Qué significa la palabra “Logos” con relación al Hijo de Dios, y qué significan las palabras Padre e Hijo?
3) ¿Cuándo y cómo entró el pecado en el mundo?
4) ¿Qué castigo Divino reciben los que han pecado, y quiénes son los pecadores?
5) ¿Por qué era necesario que el “Logos” fuera hecho carne? ¿Fue Él una “encarnación”?
6) ¿Cuál fue la naturaleza del Hombre Cristo Jesús desde su infancia hasta su muerte?
7) ¿Cuál es la naturaleza de Jesús desde su resurrección, y cuál es Su posición oficial con relación a Jehová?
8) ¿Qué labor ha efectuado Jesús durante esta Era del Evangelio, es decir, desde el Pentecostés hasta ahora?
9) ¿Qué ha hecho hasta ahora Jehová Dios por el mundo de la humanidad, y qué ha hecho Jesús?
10) ¿Cuál es el propósito de Dios con relación a la Iglesia, una vez que esté completa?
11) ¿Cuál es el propósito de Dios respecto al mundo de la humanidad?
12) ¿Qué les espera a los que son definitivamente incorregibles?
13) ¿Qué recompensa o bendiciones recibirá el mundo de la humanidad por su obediencia al Reino del Mesías?
14) ¿Qué pasos puede dar el pecador para entrar en una relación vital con Cristo y con el Padre Celestial?
15) Después que un cristiano ha sido engendrado por Espíritu Santo, ¿qué derrotero toma, como se indica en la Palabra de Dios?
16) ¿Se ha apartado usted del pecado para servir al Dios vivo?
17) ¿Ha hecho usted una consagración completa de su vida y de todas sus facultades y talentos al Señor y a Su servicio?
18) ¿Ha simbolizado esa consagración por inmersión en agua?
19) ¿Ha hecho el voto de los I. B. S. A. [iniciales en inglés para Asociación Internacional de Estudiantes de la Biblia] de llevar una vida de santidad?
20) ¿Ha leído por completo y con detenimiento los seis tomos de ESTUDIOS DE LAS ESCRITURAS?
21) ¿Le han ilustrado y beneficiado mucho?
22) ¿Cree que tiene conocimiento suficiente y permanente de la Biblia para ser un siervo más eficiente del Señor el resto de su vida?
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