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¡Despertad! 1989
g89 22/2 págs. 3-6

Nacen antes de tiempo, nacen pequeños

MILLONES de parejas de todo el mundo están esperando un precioso “paquetito”. La mayoría de ellas saben aproximadamente cuándo llegará su bebé. Pero algunas se llevan la sorpresa de que nace antes de tiempo y de que es mucho más pequeño de lo que esperaban.

A un matrimonio que vivía cerca de Middletown (Nueva York) les nació una niña el 22 de marzo de 1980, más de tres meses antes de lo que esperaban. Pesaba 794 gramos y solo medía 35 centímetros de largo, más o menos lo mismo que estas dos páginas abiertas.

Los padres pusieron a su pequeñita el nombre de Kelly. Nació antes de tiempo, nació pequeña. Kelly llegó después de que solo hubieran transcurrido veintiséis semanas de gestación, en lugar de cuarenta semanas, que es lo normal. La gestación se calcula desde el primer día de la última menstruación normal de la madre.

Bebés prematuros y con falta de peso

Se considera que una criatura es prematura cuando nace más de tres semanas antes de tiempo, o antes de la trigésimo séptima semana de embarazo. Anteriormente se llamaba prematuro al bebé que pesaba menos de 2,5 kilogramos. Pero la definición ha cambiado, pues algunos bebés nacidos al término del embarazo también han pesado menos de 2,5 kilogramos. Resulta significativo el hecho de que la epidemia de alumbramientos por parte de madres adolescentes, y hasta por parte de algunas que aún no han llegado a la adolescencia, ha resultado en que cada vez nazcan más bebés faltos de peso.

Alrededor del diez por ciento de los niños que nacen vivos en Estados Unidos son prematuros. Todos los años nacen hasta 300.000 criaturas prematuras en ese país. Estos bebés son expulsados de la matriz y entran en un entorno para el que no están totalmente preparados. Podría comparárseles a exploradores del círculo polar ártico que hubieran sido privados de sus tiendas de campaña y sus sacos de dormir.

Es cierto que los niños prematuros tienen todos los órganos del cuerpo, si bien no plenamente desarrollados. En realidad, a partir de la decimoquinta semana de embarazo, el corazón, el cerebro, los riñones y el sistema digestivo de la criatura ya están formados y son reconocibles. Además, a las tres semanas, el corazón, para entonces solo parcialmente desarrollado, ya empieza a latir.

Pero, por supuesto, durante las primeras semanas del embarazo, la criatura no puede sobrevivir fuera de la matriz de su madre. No obstante, gracias a los adelantos en el campo de la ciencia médica, se está salvando incluso a niños prematuros nacidos durante la vigésimo segunda semana de embarazo. Sin embargo, esto ha causado un problema, y un problema muy costoso. Veamos cómo ha sido.

Avances médicos recientes

A principios de la década de los sesenta, más de la mitad de los prematuros que pesaban entre 900 gramos y 1,4 kilogramos acababan muriendo. En el año 1963, ni siquiera los mejores médicos de Estados Unidos pudieron salvar a Patrick (que pesaba 1,4 kilogramos), el hijo recién nacido del presidente de la nación John F. Kennedy.

Lo cierto es que hasta hace muy poco, a la hora de tratar a los prematuros, se seguía la norma de “no intervención”. A los que estaban muy poco desarrollados o se encontraban enfermos, se les dejaba morir. Por supuesto, se les alimentaba y cuidaba, pero no se iniciaba ningún tratamiento enérgico para salvarles la vida. Fue entonces cuando personas emprendedoras del campo de la medicina decidieron dedicarse a la carrera de intentar salvar a esos recién nacidos.

En 1975, la Academia Americana de Pediatría creó una nueva especialidad médica denominada neonatología (una rama de la medicina dedicada al cuidado, desarrollo y enfermedades de los recién nacidos). Se crearon modernas unidades de cuidados intensivos neonatales para simular algunas de las funciones de la matriz. Hoy día sobreviven aproximadamente el noventa por ciento de los recién nacidos que pesan de 900 gramos a 1,4 kilogramos.

Sin embargo, el tratamiento al que se les somete no es agradable ni de soportar ni de ver. Puede que un prematuro tenga media docena de tubos insertados en el cuerpecito, y quizás su piel esté llena de moraduras provocadas por las agujas. La revista médica Discover describe de la siguiente manera una moderna unidad de cuidados intensivos neonatales:

“La mayoría de los bebés yacen desnudos sobre unas mesas acolchadas y calentadas eléctricamente, conectados a una serie de botellas y máquinas. Cada criatura suele tener su propia enfermera. [...] El pecho les palpita mucho; las costillas y el esternón son tan blandos que se doblan hacia dentro cada vez que respiran. De acuerdo con los aparatos de control, a la mayoría les bombea el corazón 150 veces por minuto, y durante ese tiempo inhalan de 30 a 90 veces.”

Un verdadero problema

Según los datos obtenidos en una encuesta, todos los años se admiten unos 17.000 prematuros que pesan menos de 900 gramos en los cientos de unidades de cuidados infantiles especiales que en la actualidad están en funcionamiento en Estados Unidos. Hoy se dice que hasta esos niños tan sumamente pequeños tienen alrededor de un setenta por ciento de posibilidades de sobrevivir. Pero, ¿a qué precio?

Se calcula que entre un 5 y un 20% de los bebés prematuros padecerán graves impedimentos mentales y físicos, una proporción mucho mayor que la de los bebés que nacen a su tiempo. Por supuesto, cuanto más pequeño es el bebé, mayores son los riesgos que corre. Los más importantes son: retraso mental, problemas visuales y auditivos y parálisis cerebral. Pero eso no es todo. El autor de la obra The Premature Baby Book dice: “He visto muchos niños que al nacer pesaban menos de 1.500 gramos y que ahora padecen dislexia, problemas de comportamiento, visuales u otros que los médicos califican de ‘menores’”.

Incluso los prematuros que, según los médicos, son normales, tienen problemas. El doctor Forest C. Bennett, director del programa que sigue el progreso posnatal de bebés de alto riesgo llevado a cabo en la universidad de Washington (Seattle, E.U.A.), hizo la siguiente observación: “Los resultados de todas las pruebas que hacíamos a los bebés prematuros eran normales. Pero los padres seguían diciéndonos que esos bebés eran diferentes de sus hermanos. Tendían a sonreír menos, a comunicarse menos con su madre, a prestar menos atención a la luz o a los sonidos y a ser más irritables que otros niños. Y cuando crecían e iban a la escuela, no les iba muy bien”.

Además, es muy duro para los familiares tener un niño prematuro en una unidad de cuidados intensivos neonatales que quizás esté situada a muchos kilómetros de distancia y hacer viajes frecuentes para visitarle, solo para ver lo mucho que está padeciendo. Y cuando por fin llevan a casa al pequeño, puede comenzar una verdadera prueba. Sandy E. Garrand, presidenta de una organización conocida por el nombre de Parent Care (Cuidado por parte de los padres), dice lo siguiente:

“Es increíble que haya hospitales que se gasten 300.000 dólares para mantener a un bebé bajo cuidados intensivos durante dos o tres meses, pero que cuando el bebé es llevado a casa, dejen a los padres totalmente solos, sin que ni siquiera sepan si la criatura quedará impedida. Eso crea una terrible sensación de abandono. Produce estrés en las familias. Produce estrés en los matrimonios.”

El padre de una niñita prematura muy pequeña se sintió impulsado a decir: “En un tiempo temimos que muriera. Ahora, algunas veces tememos que viva. Sin esta tecnología, ya habría muerto y no nos hubiésemos tenido que hacer estas preguntas. Quizás hubiese sido mejor”.

La doctora Constance Battle, directora médica del Hospital para Niños Enfermos de Washington, D.C., dice que está “abrumada por los trágicos resultados de tratamiento bien intencionado”. ¿Qué aconsejó a los neonatólogos? “Mi consejo es que se lo piensen bien cuando lancen a la vida a una criatura a quien no volverán a ver nunca. Es difícil comprender el limbo en el que vive el niño.”

Con el futuro físico y mental tan incierto para muchos niños prematuros y el coste tan elevado de la atención médica, es comprensible que una revista llame a los prematuros “Un problema de 2.000 millones de dólares”.

Otra faceta del problema

¿En qué momento se considera que una criatura es una persona? Algunas son abortadas legalmente cuando la madre ya lleva veinticuatro semanas de gestación, casi las mismas a las que a otras se las salva. Por eso, la revista Omni dice: “La línea divisoria entre el aborto y los cuidados para salvar la vida de una criatura se está haciendo cada vez más fina... tan fina, que muchos hospitales practican abortos en una sección mientras que en otra salvan la vida a niños prematuros de solo un par de semanas más”.

La revista señaló a lo que podría acrecentar el problema: “Los pulmones son los únicos órganos que no pueden funcionar en los prematuros de dieciséis a veinte semanas. De modo que sea con cámaras de alta presión o con ECMO [siglas en inglés para oxigenación por membrana extracorpórea], el nivel de viabilidad bajaría otro peldaño”, con lo que se podría salvar hasta a bebés de menor edad. De hecho, el 27 de julio de 1985 nació un bebé de 340 gramos a las veintidós semanas de embarazo, y ¡todavía vive!

Cuando el corazón de una criatura abortada sigue latiendo por más de unos minutos, en algunos hospitales la trasladan a la unidad de cuidados intensivos neonatales, donde se la mantiene caliente y cómoda hasta que muere. Sin embargo, la doctora Elizabeth Brown, del Hospital de la ciudad de Boston, explica que una de esas criaturas abortadas sobrevivió y posteriormente fue adoptada. La doctora Brown dijo que la madre que la había dado a luz “estaba muy feliz de que la criatura viviera”.

Ciertamente, la vida es algo precioso. Y nada es tan conmovedor, en especial para unos padres, como el ver a su bebé vivir y convertirse en un niño feliz y saludable. Esto es así tanto si el bebé ha nacido a su tiempo como si es prematuro. Pero, ¿qué sucedió en el caso de Kelly, la niñita mencionada en la introducción? ¿Cómo se puede ayudar a los padres de niños prematuros a que hagan frente a esa situación? ¿Hay algo que pueda hacer la futura madre para no dar a luz antes de tiempo? ¿A qué se debe el problema de los partos prematuros? ¿Existe una solución verdaderamente satisfactoria?

[Recuadro en la página 5]

QUÉ HAY DE SALVAR A LOS MUY PREMATUROS

“No eran los padres quienes lo pedían a gritos. Eran los médicos, y yo me cuento entre ellos, quienes querían seguir adelante. Los doctores tienen sus propias agendas, sus propios peldaños académicos que subir. Si uno habla con los padres, descubre que tienen mucho más miedo a tener hijos malformados o impedidos que a tener hijos que nazcan muertos.” (Doctor William Silverman, catedrático retirado del Colegio de Médicos y Cirujanos de la universidad de Columbia.)

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