El participar regularmente en el servicio resulta en bendiciones
1 Son muchas las cosas que tenemos que hacer regularmente para cuidar de nuestro bienestar físico. Si descuidamos dichas necesidades, con el tiempo sufrimos las consecuencias de ello. De igual manera, si no satisfacemos regularmente nuestras necesidades espirituales, nuestra fe puede debilitarse y quizás nos hagamos irregulares en nuestra actividad teocrática. ¿Asistimos a las reuniones con regularidad y seguimos un programa de estudio personal que nos mantenga espiritualmente fuertes y equipados para ser ministros eficientes de las buenas nuevas (2 Tim. 3:16, 17; 2 Cor. 3:5, 6)? ¿Tomamos medidas positivas para participar regularmente en el servicio del campo?
2 El salmista escribió: “De día en día anuncien las buenas nuevas de salvación por él” (Sal. 96:2). Muchos de nosotros quizás no salgamos al servicio del campo todos los días, pero ¿no sería razonable que, si fuera posible, programáramos algún tiempo para salir al ministerio cada semana? Si bien es cierto que Pablo reconoció que le era una ‘necesidad declarar las buenas nuevas’, también es cierto que estuvo “deseoso” de declarar las buenas nuevas del Reino (1 Cor. 9:16; Rom. 1:15). ¿No consideramos nosotros también el tomar parte en el ministerio del Reino todas las semanas tanto una necesidad como un gran privilegio? ¿Nos sentimos como se sintieron Pedro y Juan quienes enfáticamente declararon: “No podemos dejar de hablar de las cosas que hemos visto y oído”? (Hech. 4:20.)
3 Por varias razones algunos de nuestros hermanos han dejado que pasen meses completos sin haber dedicado siquiera una hora al servicio del campo. Esto nos preocupa, puesto que únicamente si ejercemos fe, por medio de compartir las buenas nuevas con otras personas, podemos esperar mantener la fortaleza espiritual (Rom. 10:9, 10). Así como si queremos que un músculo se mantenga fuerte tenemos que usarlo con regularidad, de igual manera tenemos que ejercitar nuestra fe para que permanezca firme. Al hablar continuamente a otras personas acerca del Reino, mantenemos la verdad firmemente arraigada en el corazón.
4 Otra razón por la cual debemos hacer expresión pública de nuestra fe regularmente es porque eso nos sirve de protección, de baluarte, contra los esfuerzos implacables de Satanás por atravesar nuestra armadura espiritual con sus proyectiles encendidos (Efe. 6:16). Por falta de uso, la armadura puede oxidarse y no servirnos de protección. Después de detallar las partes componentes de nuestra armadura protectora, Pablo exhorta: “También, acepten [...] la espada del espíritu, es decir, la palabra de Dios” (Efe. 6:17). No cabe duda, ésta es una combinación invencible... la armadura espiritual y la espada del espíritu.
5 Cada congregación procura amorosamente ofrecer ayuda personal a los que por diversas razones no participan en el servicio del campo con regularidad (Efe. 4:11-15). Cada mes el secretario de la congregación debe dar a cada conductor de estudio de libro una lista de los publicadores de su grupo que no hayan informado actividad en el servicio del campo. Los conductores de estudio de libro harán lo que les corresponde por medio de dar atención particular a las necesidades de éstos, ofrecer ayudarlos personalmente en el ministerio o hacer arreglos para que otros publicadores los ayuden. Y, por supuesto, el superintendente de servicio, con la cooperación de los conductores de estudio, llevará la delantera en ayudar a reducir la cantidad de publicadores irregulares en la congregación. Nunca olvidemos que cada uno de nosotros tiene la responsabilidad personal delante de Jehová de participar regularmente en la obra que se nos ha asignado.
6 Si nos apegamos firmemente a un horario que nos permita tener parte en el ministerio del campo con regularidad, recibiremos muchas bendiciones. Tal vez disfrutemos de mejores resultados porque el salir al servicio del campo con regularidad ayuda a desarrollar habilidad para presentar el mensaje. La felicidad que esto produce hace que querramos progresar para alcanzar más privilegios. Quizás usted figure entre los que pueden hacer lugar para servir de precursores auxiliares y, con el tiempo, para el servicio de precursor regular. Puede que, con el tiempo, a los hermanos que participan mucho en el ministerio del campo todos los meses se los invite a aceptar más responsabilidades en la congregación. En verdad, el tomar parte regularmente en el servicio resulta en bendiciones. Si trabajamos unidamente “de día en día” para terminar la obra que Jehová nos ha asignado, experimentaremos el gozo que proviene de dar, y desarrollaremos la fortaleza espiritual que se requiere para perseverar hasta el fin. (Hech. 20:35; Mat. 24:13.)