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  • La fe de Joshua: una victoria para los derechos del niño

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¡Despertad! 1995
g95 22/1 págs. 11-15

La fe de Joshua: una victoria para los derechos del niño

POR EL CORRESPONSAL DE ¡DESPERTAD! EN CANADÁ

“ERA la primera vez que se había tenido en cuenta el principio del menor maduro a nivel de un tribunal de apelación. Y hay quienes dicen que el fallo establece pautas claras, no solo para los médicos y los hospitales de [la provincia canadiense de] Nueva Brunswick, sino posiblemente para el resto de Canadá.” (Canadian Medical Association Journal.)

La revista aquí citada alude a un caso relacionado con la ley de Consentimiento Médico del Menor, según la cual, si dos médicos declaran a un menor de 16 años lo suficientemente maduro y capaz de entender su enfermedad y el tratamiento que se le propone, este tiene derecho a aceptar o rechazar dicho tratamiento, como cualquier adulto. Respecto a Joshua Walker, un joven de 15 años de edad que padecía leucemia mieloide aguda, el juez W. L. Hoyt, presidente del Tribunal de Apelación de Nueva Brunswick, escribió: “Hay prueba contundente de que Joshua es lo suficientemente maduro y de que, en las circunstancias actuales, el tratamiento propuesto es el mejor para él, su salud y su bienestar. [...] Opino que la solicitud [que se hizo para que se le declarara un menor maduro] no era necesaria”. En su fallo, el juez Hoyt también indicó que la ley jurisprudencial de Canadá “reconoce el principio del menor maduro”.

Daniel Pole, uno de los abogados de Joshua, dijo que la decisión del Tribunal de Apelación “sienta un precedente en todo Canadá”. Debido a lo insólito del caso, el tribunal lo constituyeron cinco jueces en lugar de los tres habituales. “En las situaciones que marcan un hito —dijo el Sr. Pole—, el tribunal lo compone un cuerpo completo de jueces. Quizás consideraron que se trataba de una decisión importante para Canadá.” Indicó que este precedente abre el camino para que los menores maduros decidan por su cuenta y que “no hay razón para que vuelva a llevarse el asunto a los tribunales. Ha logrado mucho a favor de otros jóvenes”. Haciendo aún más hincapié en el inmenso valor de esta victoria jurídica, Pole añadió: “Es una formidable vindicación de los derechos del niño, de los hombres y mujeres jóvenes que tienen la capacidad de decidir lo que quieren que se haga con su cuerpo”.

Bajo el titular “Victoria de un menor”, un artículo de fondo del periódico Telegraph Journal dijo: “El fallo del Tribunal de Apelación de Nueva Brunswick, según el cual el joven de 15 años Joshua Walker tiene el derecho de consentir o rechazar un tratamiento médico, no solo constituye una victoria para los testigos de Jehová, sino para todos nosotros. [...] A veces las decisiones que toma un individuo pueden parecer demasiado difíciles de admitir para la sociedad, en especial si está en juego la vida de un joven. Pero aún más difícil de admitir sería una sociedad que por rutina ultrajara el cuerpo y el alma de sus ciudadanos. Joshua Walker ha contribuido a que ese no sea nuestro caso”.

Una doctora valiente

Desde el mismo comienzo, el diagnóstico y tratamiento de la enfermedad de Joshua estuvo a cargo de la Dra. Mary Frances Scully, especialista en Hematología y Oncología Pediátrica. Parte de su trabajo consiste en diagnosticar y tratar el cáncer en los niños.

El tratamiento habitual para el tipo de leucemia que padecía Joshua consiste en administrar quimioterapia y transfusiones sanguíneas. Los familiares de Joshua son testigos de Jehová, y por razones bíblicas rechazan las transfusiones de sangre. El decreto divino para los cristianos es: “Que se abstengan de las cosas contaminadas por los ídolos, y de la fornicación, y de lo estrangulado, y de la sangre”. (Hechos 15:20, 29.) Desde el principio, Joshua estuvo resuelto a cumplir la ley de Jehová de ‘abstenerse de sangre’.

La Dra. Scully hizo constar en el historial médico que la postura de Joshua era “muy firme”. El Dr. Dolan, jefe de la sección de Oncología para adultos, habló personalmente con Joshua. Ambos médicos llegaron a la conclusión de que era un menor maduro. El médico de cabecera de los Walker, el Dr. Lordon, fue de la misma opinión. En vista de que tres médicos —en lugar de los dos que requiere la ley— coincidían en declarar a Joshua un menor maduro, su caso encuadraba de sobra en la ley de Consentimiento Médico del Menor, y por lo tanto tenía derecho a elegir el tratamiento al que se sometería. No sería necesario ningún tipo de pleito.

Lamentablemente, la situación no quedó ahí. Aunque el hospital consideraba a Joshua un menor maduro, quiso dejar constancia judicial de este hecho a fin de protegerse de posibles acusaciones. Tras una larguísima y penosa investigación, el juez dictaminó que Joshua no tenía derecho a rechazar ningún tratamiento. Inmediatamente se apeló contra dicho fallo ante un tribunal superior y se obtuvieron los resultados que se mencionan en el primer párrafo de este artículo.

Durante toda aquella difícil prueba, la Dra. Scully se negó a administrar sangre a Joshua bajo ninguna circunstancia, a menos que él cambiara de opinión y consintiera. La revista Canadian Medical Association Journal reprodujo el siguiente comentario de la doctora respecto a su postura: “Mi mayor preocupación era que Joshua y su familia quedaran tan desconcertados que se marcharan sin ninguna otra alternativa en sus manos”. El artículo añade: “Otros médicos posteriormente le dijeron que ellos se habrían negado por completo a atender [a Joshua]. Sin embargo, a ella nunca le pasó esa idea por la cabeza”. Su noble y razonable postura animó mucho a Joshua y a su familia.

Joshua amaba la vida y conmovió el corazón de muchos

Joshua Walker amaba la vida; no quería morir. Su familia tampoco quería que muriera. Los testigos de Jehová de muchos países, hermanos espirituales suyos, esperaban que pudiera recuperarse y vivir. Joshua estuvo dispuesto a aceptar su situación; su fe en Dios le dio la seguridad de que regresaría en la resurrección. Estas palabras de Jesús le ayudaron: “Viene la hora en que todos los que están en las tumbas conmemorativas oirán [la] voz [del Hijo de Dios] y saldrán”. (Juan 5:25, 28, 29.)

Joshua recibió apoyo de muchos lugares. El Evening Times Globe publicó: “Ayer, tanto el padre como la madre hicieron hincapié en que no están abandonando a Joshua. Lo llevaron al Hospital Regional para que le administraran el mejor tratamiento médico posible, sin sangre. ‘Si hubiéramos querido que muriera, lo habríamos dejado en casa —razonó el padre—. No deseamos que Josh muera. Estamos haciendo todo lo médicamente posible para mantenerlo con vida, y eso es lo que cualquiera haría por uno de sus seres queridos. No estamos aquí para verlo morir. Estamos aquí para que se mejore, para que pueda salir y volver a jugar con sus trenes, para que pueda volver al Salón del Reino, a sus reuniones y a su servicio, y quizás para que pueda volver a jugar un poco al baloncesto’”.

Los familiares de Joshua estuvieron literalmente a su lado. Un periódico comentó: “Se turnaban para hacerle compañía. Mientras uno estaba con él, otros familiares se reunían cerca en una salita tranquila, algunos de ellos llevando todavía puesta la bata y con la mascarilla suelta colgada del cuello. Venimos observando esta misma escena desde el 31 de marzo, cuando Joshua ingresó en [el] hospital. Durante tres semanas, no ha pasado ni un solo momento sin la compañía de un familiar con bata y mascarilla en su cuarto. [...] Con frecuencia, tanto el padre como la madre pasan la noche con él, durmiendo en una cama junto a la de su hijo menor. [La madre dijo:] ‘Josh nos necesita, y haría cualquier cosa por él, o por cualquiera de mis hijos’. ‘Si fuera necesario, hasta me quedaría sentado en el estacionamiento’, comentó el padre”.

Confidencias y conversaciones

Durante las noches que su madre o su padre estuvieron a su lado, mantuvieron conversaciones profundas. Cierta noche el muchacho dijo: “Mamá, por favor, escribe esto: Jóvenes, acérquense a Jehová, para que si algún día les sucede algo, se mantengan íntegros a él. Cuando me encuentre mejor, prometo hacer más en la obra de declarar el nombre de Jehová. Ustedes, los jóvenes que gozan de buena salud, hagan más si pueden”.

Una de aquellas noches en el hospital, dijo: “Mamá, muchas veces cuando vas al baño o a recoger a papá, entran los médicos y me dicen: ‘Josh, necesitas una transfusión de sangre; si no te la pones, vas a morir. Queremos ayudarte’. Y yo les respondo: ‘Entonces, por favor, respeten mis deseos respecto a la sangre’. A un médico que trató de convencerme de que aceptara sangre le dije: ‘Quizá crea que estoy loco, pero estoy en mi sano juicio. Simplemente quiero vivir con arreglo a la ley de Jehová respecto a la sangre. Él sabe lo que es mejor para nosotros. Lo mejor para mí es respetar la santidad de la vida, y si muero, volveré a vivir’”.

El Dr. Garry, jefe de Pediatría, dijo a los padres del muchacho: “Pueden estar orgullosos de Josh. Jamás había visto a alguien demostrar una fe como la suya”. Los abrazó y añadió: “Son una familia valiente”.

Otra de las noches que pasaron en el hospital, después que la familia había recibido malas noticias sobre el estado de Josh, se encontraban con él su hermano Jeff y su hermana Janice. Jeff lloraba, y Josh le dijo: “Jeffrey, deja de llorar. Pase lo que pase, saldré vencedor. No te preocupes por mí”. Lo que quiso decir fue que si se recuperaba de su enfermedad, sería vencedor; si no se recuperaba y moría, y luego resucitaba en la tierra paradisíaca, a todas luces sería vencedor.

Cuando se habló de un trasplante de médula ósea, su hermano Jerry fue el primero en ofrecerse como donante. Cuando Josh era pequeño, sus hermanos John y Joe solían darle las buenas noches con un beso. Al cumplir los 13 años, pidió a su madre que les dijese que ya era muy grande para eso. Pero durante su enfermedad, aunque ya tenía 15 años, cuando sus hermanos volvieron a besarlo y lo abrazaban y oraban con él, Josh le dijo a su madre que estaba bien, pues era una señal de que todavía lo amaban.

Apoyo de la comunidad

Jerry y Sandra, los padres de Joshua, dicen haber recibido un apoyo arrollador de la comunidad en general. En mayo de 1994, cierto periódico dijo: “Joshua recibe un promedio de veinte tarjetas diarias, algunas de las cuales proceden de países distantes, como Rumania y México. También ha recibido en el hospital llamadas telefónicas y faxes desde lugares tan lejanos como Alberta [Canadá] y Washington [E.U.A.]. Además, le enviaron como media docena de cestas de fruta [y] docenas de flores. [...] Cuando sus signos vitales [...] mejoraron, las enfermeras organizaron una fiesta hawaiana en su honor para celebrarlo. Se confeccionaron con bolsas de basura unas faldas como las de paja que llevan las hawaianas y se pusieron a bailar por su habitación al son de la música hula. ‘Se rió tanto que pensé que acabaría llorando’, dijo Sandra”.

Jerry, el padre de Josh, añadió algunos detalles: “No podíamos dejar que todos los niños de la escuela que le visitaban entraran en la habitación del hospital. El director vino a informarse del estado de Josh. Los estudiantes le enviaron un rompecabezas de 1.000 piezas que representaba una escena ferroviaria: a Josh le encantan los trenes. La policía quería organizar un baile benéfico en su honor para ayudar con algunos de los gastos, pero no dimos nuestra autorización. Cuando se abordó el tema de los derechos humanos en la clase de Ciencias Sociales de la escuela, los alumnos escribieron a Josh para que les diera una charla al respecto y les explicara sus sentimientos”.

Durante todo ese tiempo, la reacción de la prensa fue extraordinaria. Varios diarios publicaron en primera plana reportajes con fotografías. Los directores de escuela difundieron comunicados sobre la salud de Joshua. Recibió invitaciones para dar charlas cuando se recuperara, y algunas escuelas celebraron sesiones para tratar los detalles del caso.

“¿Notaron mucho cambio en Joshua cuando le atacó esta enfermedad y su vida empezó a peligrar?”, preguntó ¡Despertad! Jerry, el padre de Josh, comentó: “Observamos en él un gran cambio, y casi de la noche a la mañana. Antes Josh era un muchacho despreocupado, que se tomaba la vida con calma, y a veces necesitaba el consejo que normalmente necesita un quinceañero. Estoy asombrado. Es casi como si hubiera madurado de golpe. Una tarde su abogado quería hablar con él, y Joshua me pidió que me marchara. De ser algunas veces el payaso de la clase, pasó de pronto a ser un muchacho maduro, capaz de hablar con abogados y jueces. Una crisis puede hacer que afloren de lo más profundo del corazón cosas que jamás hubiéramos sospechado tener”.

La Dra. Scully elogió a Joshua con expresiones muy hermosas. Le dijo a su madre: “De todos los pacientes a los que he tratado, es el más amigable, considerado, cortés y compasivo que he conocido jamás. Es un joven muy valiente, y nunca lo olvidaremos. Es encantador. Señora Walker, puede sentirse muy orgullosa de él”.

A las pocas semanas reapareció la leucemia. Los breves períodos de remisión se habían acabado; el cáncer había vuelto. La Dra. Scully le comunicó a la familia que posiblemente Josh no viviría mucho tiempo; a lo mejor unas semanas o quizás unos meses. Al día siguiente por la noche, la Dra. Scully le dijo a Joshua delante de sus padres que el cáncer había vuelto a reproducirse y que para entonces era posible que también hubiera invadido el estómago. Joshua exclamó: “¡Oh, no, no puede ser!..., ¿está segura?”. La Dra. Scully respondió: “Josh, los resultados del análisis de sangre no son muy buenos”. Poco después Jerry salió de la habitación, seguido de la Dra. Scully.

Dos corazones afligidos tratan de encontrar paz

La madre de Josh cuenta lo que ocurrió: “Estábamos en silencio. Acerqué una silla al lado de su cama y le tomé la mano. Le pregunté si estaba preocupado o deprimido por lo que la doctora había dicho. Él respondió: ‘No había pensado en morir y marcharme tan pronto. Pero no te preocupes, mamá. No tengo miedo de morir, ni le temo a la muerte. ¿Estarás conmigo cuando me muera? No quiero morir solo’. Empecé a llorar y lo abracé. Él también lloró y dijo: ‘Mamá, estoy en las manos de Jehová’. Y añadió: ‘Deseo que todos ustedes permanezcan en la verdad para que me reciban cuando vuelva en la resurrección. Puedo decirte esto con toda certeza, mamá: sé que Jehová me resucitará. Él ha visto mi corazón y sabe que lo amo de veras’.

”Empecé a llorar de nuevo. Le dije lo mucho que lo amábamos y lo orgullosos que habíamos estado de él durante los dieciséis años que lo habíamos tenido con nosotros; y que, por encima de todo, contaba con la sonrisa de aprobación de Jehová. Él dijo: ‘Lo sé, mamá’. Añadí: ‘Josh, por mucho que lamente perderte, sería egoísta por nuestra parte querer que te quedaras’. Me contestó: ‘Lo sé, mamá, y la verdad es que estoy un poco cansado de luchar’.”

Las ramificaciones legales

Daniel Pole y los demás abogados de Joshua se ocuparon de las preguntas que se plantearon como consecuencia del caso de Joshua Walker. ¿Qué es un menor maduro según la ley de Consentimiento Médico del Menor? ¿Abarca dicho consentimiento médico el derecho a rechazar cierto tratamiento? ¿Es aplicable aquí el argumento del parens patriae, según el cual el gobierno decide por alguien incapaz de decidir por sí mismo? ¿Tiene el individuo el derecho legal a decidir lo que se le puede hacer a su cuerpo? ¿Es inviolable su integridad física? ¿Qué puede decirse de la ley jurisprudencial canadiense? ¿Es aplicable en este caso? Finalmente, ¿era siquiera necesario llevar a los tribunales el caso de Joshua Walker?

¿Aclaró estas preguntas la sentencia dictada por el Tribunal de Apelación? Sí. Al concluir la audiencia, los cinco jueces que componían el tribunal suspendieron la sesión, y cuando regresaron a la sala, presentaron oralmente la siguiente decisión unánime:

“Se concede la petición. El fallo de J. Turnbull [el juez del tribunal inferior] queda desestimado. Se declara a Joshua Walker un menor maduro según lo estipulado en la ley de Consentimiento Médico del Menor, y no se requiere el consentimiento de sus padres en lo que respecta a su tratamiento. La cuestión de las costas se tratará en la sentencia escrita.”

¿Es aplicable en este caso la ley jurisprudencial canadiense? Sí. El informe escrito de la audiencia dice: “En Canadá, la ley jurisprudencial reconoce el principio del menor maduro, es decir, el menor que es capaz de entender la naturaleza y las consecuencias del tratamiento que se le propone. [...] Nueva Brunswick ha compilado la ley jurisprudencial hasta el grado que se expresa en la ley de Consentimiento Médico del Menor”.

Por último, ¿era necesario llevar el caso de Joshua a los tribunales para que se le concediera la capacidad legal de rechazar las transfusiones de sangre? No. “Mientras se cumpla lo estipulado en la ley [de Consentimiento], no hace falta solicitar dicha capacidad legal.”

El juez presidente W. L. Hoyt concluyó con las palabras: “La solicitud se hizo de buena fe y con mucha precaución. Pero, como consecuencia, Joshua y su familia se vieron envueltos en un pleito que no habían deseado. Por tal razón, a mi modo de ver, tienen el derecho de que las costas corran a cargo del hospital”.

Joshua murió el 4 de octubre de 1994.

[Comentario en la página 12]

“El fallo establece unas pautas claras [...] para los médicos y los hospitales.” (Canadian Medical Association Journal)

[Comentario en la página 13]

‘Una victoria no solo para los testigos de Jehová, sino para todos nosotros.’ (Telegraph Journal)

[Comentario en la página 14]

“Simplemente quiero vivir con arreglo a la ley de Jehová respecto a la sangre.” —Joshua Walker

[Comentario en la página 15]

“Jamás había visto a alguien demostrar una fe como la suya.” —Dr. Garry

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