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¡Despertad! 1973
g73 22/10 págs. 22-25

Familiarizándose con Hong Kong

Por el corresponsal de “¡Despertad!” en Hong Kong

EN NOVIEMBRE de 1972 Hong Kong le dio una bienvenida de lujo a su millonésimo visitante para ese año. Fue la primera vez, en cualquier año, que el número de visitantes a esta colonia británica excedía de la marca de un millón.

La mayoría de los visitantes arriban en una de las veintenas de vuelos internacionales que diariamente llegan al aeropuerto Kai Tak. Muchos otros llegan en barcos de carga y de pasajeros, los cuales son atados a una boya o anclados a lo largo de la moderna Terminal Oceánica en la punta de la península de Kowloon, la entrada a los distritos turísticos.

Si el barco llega de noche, uno es agasajado por una aurora de coloridas luces de anuncios que emanan de ambos lados del puerto. Quizás también vea lo que parecen ser ciempiés iluminados moviéndose sobre el agua. Estos, en realidad, son los transbordadores de pasajeros. Pero las luces que se reflejan de sus ventanas, a medida que se deslizan de la isla a la tierra firme, hacen que parezcan iluminadas criaturas reptantes de muchas patas.

El aspecto más interesante

Muchos extranjeros vienen aquí a visitar el lugar y sin embargo jamás “ven” a Hong Kong. ¿Cómo es eso?

Después de llegar, los llevan directamente a sus hoteles en el distrito turístico y entonces pasan toda su estadía haciendo compras en la misma zona general. Así es que nunca ven nada que sea más oriental que los regalos, los rostros, y la escritura china. Sin embargo, lo más interesante de Hong Kong es la gente y su modo de vivir.

Detrás de la apariencia impersonal de las empresas comerciales de Hong Kong, está el industrioso pueblo chino, que confía en sí mismo, tiene disposición amigable y buenos modales. La mayoría de ellos en un tiempo u otro emigraron de China, o nacieron de padres que vinieron de allí. Las generaciones más viejas trajeron consigo la afectuosidad y la personalidad confiada de la gente de campo, pues casi todos ellos eran campesinos. Quizás hayan vivido en pequeñas aldeas donde había mutua preocupación y amistad, y donde el crimen era casi desconocido. Pero, desafortunadamente ha habido un cambio en la gente.

Los crímenes sexuales y la violencia, casi desconocidos hace solamente diez años, han llegado a ser corrientes.

Antes del aumento del crimen y la consecuente falta de confianza, era muy común que el visitante fuera automáticamente invitado a entrar al hogar chino para disfrutar de una taza de té. Tristemente, sin embargo, ahora la mayoría de las personas miran hacia afuera a través de puertas de hierro a prueba de ladrones o de una mirilla antes de dejar entrar solamente a las personas con las que están familiarizadas. Aunque la proporción de crímenes es menor que en algunos lugares del mundo, la desconfianza y el temor afecta a casi todos los que andan por las calles.

Además, los tradicionales estrechos lazos de familia están desintegrándose a medida que los miembros más jóvenes de la familia tienen su propio dinero y frecuentemente hacen lo que les place. A menudo los hijos con buena educación seglar desprecian a sus padres que de jóvenes eran demasiado pobres para ir a la escuela. Por lo tanto el círculo de la familia china no se ha escapado del desplome experimentado en otros países.

Un visitante no tiene que reservar pasaje en una de las excursiones comerciales para familiarizarse con Hong Kong. Casi todos los transportes, sean los transbordadores, autobuses o tranvías, salen de una terminal en un extremo de la ruta y viajan hacia una terminal en el otro extremo. Así es que uno puede abordar uno de estos medios de transporte, viajar hasta la terminal, echar una mirada en esa zona, y entonces regresar con el mismo transporte hasta el punto de salida, sin perderse.

Los tranvías en la isla de Hong Kong solo cuestan 20 centavos de Hong Kong, o unos 3 1⁄2 centavos de dólar, por un viaje de un extremo de la isla al otro. Si uno viaja en el piso superior de los tranvías de dos pisos recibe una pausada vista de la vida aquí. Uno puede ver a las amas de casa hacer sus compras diarias, a los barcos ser descargados, los rickshaws (cochecitos chinos) en uso, los negocios de mariscos, y las viviendas residenciales nuevas y viejas. Las rutas de los autobuses en la península de Kowloon frecuentemente desembocan ante una de las enormes propiedades gubernamentales de viviendas, donde una breve caminata hace que uno se dé cuenta de que la única manera que queda para construir en Hong Kong es hacia arriba.

Ahora, ¿qué tal si echa una mirada a la ciudad desde otro ángulo? Un viaje a Victoria Peak, una montaña en la isla de Hong Kong, ofrece una magnífica vista panorámica de la colonia. Y el viaje hacia arriba es imponente, porque el grado máximo de subida del tranvía es de 45 grados, considerado como el más empinado del mundo.

El puerto mismo es fascinante, y la mejor manera de obtener una vista de la vida entre la “gente de los botes” es de salir al agua. La mayoría de esta gente robusta se gana la vida pescando o buscando ostras, o por medio de usar sus juncos para descargar los barcos que llegan diariamente. Sin embargo, la cantidad de personas que viven sobre el agua está disminuyendo a un paso constante a medida que el gobierno sigue ubicando más y más de ellos en tierra firme. Esto agrada a la generación más joven que encuentra que el trabajo allí es más atractivo, provechoso y menos laborioso.

Lazos con la tierra firme

Los Territorios Nuevos componen una zona que se extiende más allá de Kowloon hasta la tierra firme de China. China los arrendó al gobierno británico en el año 1898, aumentando la zona de la colonia a poco más que la de la ciudad de Nueva York.

La vida rural aquí, en algunos aspectos, no ha cambiado en centenares de años. Se puede ver a los agricultores regando sus pedazos de huertos con dos baldes regadores equilibrados en cada extremo de una pértiga de bambú sobre sus hombros. ¡Diestramente riegan dos hileras de hortalizas al mismo tiempo! También siempre está presente el búfalo común, el tractor del Oriente.

El año pasado a más de 3.000 personas se les permitió abandonar China y cruzar la frontera para vivir en la colonia. Además, más de 6.000 refugiados escaparon ilegalmente por varios medios y pasaron a territorio británico, donde por lo general se les permite permanecer. No obstante, Hong Kong y China por lo general disfrutan de buenas relaciones.

Esto se muestra por el hecho de que a miles de residentes de Hong Kong se les permite viajar con regularidad de ida y vuelta a China. También, más de 56.000.000.000 de litros de agua al año y grandes cantidades de víveres, de los que depende Hong Kong, vienen constantemente desde China. El comercio no está inhibido, y las tiendas de departamento comunistas en la colonia hacen negocios arrolladores.

Comidas y compras

Cualquiera a quien le agrada comer hallará a Hong Kong un lugar para deleitar el paladar. Parece haber una corriente sin fin de platos para probar. Hay restaurantes que se especializan en comidas de casi toda provincia de China. El pato a la Pekín, el pollo de pordioseros, los hongos secos, los calamares con apio, requesón de habichuelas fritas con cerdo, o leche frita, son solo unos pocos de los platos interesantes.

Los chinos son muy hospitalarios y hacen grandes gastos, aun si no está a su alcance el hacerlo, para recibir huéspedes y amigos. Acostumbran llevar a sus invitados a un restaurante, pues no consideran que su hogar y la comida casera sean lo suficientemente buenos. Pero, en realidad la mayoría de las amas de casa son excelentes cocineras y la atmósfera del hogar es mucho más relajada que la de un restaurante.

No hay tabúes especiales en la etiqueta de comer. Por lo general la comida se sirve sobre una mesa redonda que acomoda a unas diez personas, cada persona con su propia escudilla de arroz. El soong, el plato principal, se coloca en el centro de la mesa y todos se sirven su propia porción según les place, recogiendo los bocados con sus palillos para comer y comiéndolos junto con el arroz. Es un deleite para todos si los visitantes occidentales se arriesgan a hacer la prueba con los palillos. Uno quizás piense que se va a morir de hambre antes que algo le llegue a la boca, pero la perseverancia tiene su recompensa y uno pronto adquiere la habilidad para manejar este tenedor oriental.

Actitud hacia la religión

Podría parecer que las religiones de la cristiandad son una fuerza motivadora aquí en vista de las muchas escuelas, hospitales y clubes sociales que están relacionados con las iglesias. Sin embargo, para la mayoría de la gente la religión es solo un medio para lograr un fin. Si la escuela de cierta iglesia está cerca y no es demasiado cara, entonces la familia se complace en que sus hijos abracen esa religión para poder obtener una educación. Además, muchos ingresan en una iglesia porque “mis vecinos lo hicieron.”

Una gran atracción de las Iglesias son sus actividades sociales y las varias formas de ayuda financiera. A los miembros se les da a entender escuetamente que una vez que son bautizados, no pueden abandonar la Iglesia sin perder beneficios materiales tales como vivienda, beneficios de una educación escolar, asistencia social y aun entierro. Por lo tanto las Iglesias, en realidad, compran conversos.

Las escuelas católicas y protestantes en realidad no han edificado la fe de sus estudiantes en el Dios verdadero o en su Palabra la Biblia. Más bien, socavan la fe. Para ilustrar esto, un libro religioso que se usa en las escuelas protestantes dice que el relato de la creación en Génesis es un mito, y que fue escrito por judíos mal informados y supersticiosos que no tenían conocimiento de la ciencia.

Bueno, entonces, ¿son el budismo y la adoración de antepasados lo de mayor importancia en la familia oriental aquí? Por lo general no. En su mayoría los budistas y los adoradores de antepasados queman incienso y hacen ofrendas para la buena suerte y la prosperidad. Sin embargo, esta clase de adoración se realiza con solo un fin egoísta. Las generaciones más jóvenes se están alejando más y más de esta adoración tradicional, dejándola a los miembros más viejos de la familia. En vez de eso, usan su tiempo o en la búsqueda de placeres o para hacer dinero.

¿Por qué la religión no atrae más a la gente de Hong Kong? Un caricaturista observador aptamente lo explicó: “En Hong Kong el dinero es una cosa muy esplendorosa.” Y es cierto, se fomenta toda forma de ganar dinero, sea ésta el mercado de valores, o la carrera de caballos y otras formas de juegos, tanto legales como ilegales. La gente ha llegado a pensar que el dinero y el oro son la única verdadera seguridad. Una expresión idiomática china resume bien la filosofía que tienen muchos con respecto a la relación de la religión con el dinero: “Chin haw toong sun,” lo que quiere decir: “El dinero puede comprar dioses.”

Existen, sin embargo, muchas personas, en su mayoría jóvenes, que pueden ver la vanidad de la ciega búsqueda de las riquezas y que desean algo más duradero y satisfaciente. (Ecl. 5:10; 7:12) Estas están recibiendo ayuda de los más de 250 testigos de Jehová en Hong Kong para aprender acerca del Creador y sus propósitos. Muchas de estas personas que tienen interés estuvieron entre los concurrentes a la asamblea internacional de los testigos de Jehová “Victoria Divina” en Hong Kong, que se celebró del 8 al 12 de agosto. Esta asamblea en el Grantham College en Kowloon también fue una atracción para cientos de visitantes que fueron para familiarizarse con Hong Kong.

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