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¡Despertad! 1977
g77 8/10 págs. 24-25

Examinemos el cornejo florido

¿PARA quién no es una experiencia estimulante y regocijadora el espectáculo que presentan los árboles en flor de la primavera? Uno de los más hermosos árboles es el cornejo florido.

El cornejo crece en las regiones templadas del hemisferio norte, y un tipo de éste crece con buen éxito en el Perú. El cornejo florido se encuentra en una amplia porción del este de los Estados Unidos. De hecho, florece desde en Florida hasta en el sur del Canadá y en dirección al oeste hasta Kansas y Oklahoma. Es un árbol o arbusto ramoso que rara vez alcanza más de doce metros de altura. A menudo se le ve creciendo bajo los árboles más altos de los bosques. Hay unas cuarenta clases de cornejo, catorce de las cuales crecen en los Estados Unidos, donde, como en otros países de habla inglesa, se le conoce por el nombre de dogwood.

Pero, ¿por qué se le llama dogwood (literalmente: “madera de perro”) en países de habla inglesa? Hay incertidumbre en cuanto al origen de ese nombre y las fuentes de información tienden a no estar de acuerdo en cuanto a cuándo empezó a usarse. Sí se sabe, sin embargo, que en Inglaterra durante los primeros años del siglo diecisiete se usaba un cocimiento diluido hecho de la corteza de la especie europea (Cornus sanguinea) para lavar los perros sarnosos y para tratar mordidas de perro. Esa pudiera ser la razón para el nombre que se le da en inglés.

La corteza del cornejo florido contiene las mismas sustancias que se encuentran en el quino, pero en diferentes proporciones. Como usted quizás sepa, el quino es la fuente de la quinina. Desde los días de los exploradores españoles en la América del Sur, ha sido bien conocido su valor como febrífugo, o para disminuir la fiebre. Sin embargo, durante la Guerra de Secesión o Guerra Civil de los Estados Unidos la corteza del cornejo se empleó para hacer un tónico que se usaba para tratar a los soldados heridos y enfermos. Se usaba para la fiebre y como antiséptico.

Sin embargo, en lo que más piensa la gente cuando se menciona el nombre de “cornejo” es en la famosa flor. Es una bella flor. Se llama brácteas a sus pétalos porque, técnicamente, no son pétalos. La verdadera flor del cornejo es el manojo de diminutas flores amarillas rodeados con gracia por brácteas blancas o rosadas. Estas brácteas están melladas con toques de color de herrumbre en la punta. Este toque herrumbroso ha dado origen a una leyenda.

Según esa leyenda, el madero sobre el cual Jesucristo fue fijado fue un cornejo. Por la compasión que sintió por el cornejo y para que ya no se usara como instrumento para ejecuciones, Jesús decretó que se convirtiera en un árbol de menor tamaño y que los pétalos llevaran las marcas de la impresión de los clavos en sus manos. La tradición dice que el resultado de esto fue los toques de color de herrumbre alrededor de las mellas que hay en las brácteas. Tan prominente se ha hecho esta leyenda que es lo único en que piensan muchas personas cuando ven el cornejo. Pero, recuerde: esto es solo una tradición ficticia. La Biblia no dice tal cosa.

Al hacer el cornejo, el Creador no solo produjo un árbol bello, sino uno muy útil. Además del uso antipirético que le dieron a su corteza, los colonos norteamericanos descubrieron que la madera dura, pesada y compacta del cornejo era excelente para el mango de algunos instrumentos, bloques para las lanzaderas de tejer, bloques y cojinetes de grabador, así como carbón de leña para la pólvora. Hacían buena tinta negra por medio de mezclar la corteza del cornejo con sulfato de hierro. Los que padecían de fiebres intermitentes se dosificaban con una medicina preparada de la corteza, ¡y hasta usaban las ramitas para cepillarse los dientes! Los colonos hacían muebles de los troncos y ramas inferiores y se calentaban ante fuegos que tenían como combustible las ramas más pequeñas. Las hojas se usaban como pienso para el ganado, y son muy ricas en calcio. Además, los colonos sabían que los indios pintaban sus mantas y correas con un tinte escarlata derivado de la corteza de la raíz del cornejo.

¿Le gustaría tener un cornejo florido en su patio para disfrutar de su belleza durante todo el año? Además de comprar especímenes a un semillero o vivero, uno pudiera hacer injertos de cornejos, cultivarlos de plantones o plantar la semilla y esperar que brote. El fruto de rojo vivo que madura en el otoño cuando los árboles presentan un color escarlata brillante es tanto decorativo como útil, con su contenido de dos semillas. Estas semillas deben ponerse en remojo una noche entera en agua de lluvia y entonces debe quitárseles la cubierta exterior antes de plantarlas. Los cornejos se desarrollan fácilmente de plantones de la madera madura, y éstos han sido injertados en la América del Norte desde 1731. El rosado leve y el rojo intenso injertados producen un efecto estupendo en plena temporada del florecimiento.

Los cornejos están en su ambiente tanto al sol pleno como a la sombra de árboles mayores. Sin embargo, parece que florecen con mayor hermosura cuando el sol los baña por completo. Se adaptan a casi toda variedad de terreno, desde el bueno al poco fructífero. Los especímenes obtenidos de semilleros realmente se pueden plantar con facilidad. Pero no se les debe fertilizar el terreno con abonos, puesto que esto puede matarlos. Hay que plantarlos sin hundirlos mucho en el terreno y mantenerlos bien regados y extender hojas y otra materia alrededor de la planta para conservar la humedad y proteger las raíces, especialmente durante el primer verano. El poner tela metálica alrededor del arbolillo lo protegerá de hombres y máquinas hasta que crezca.

En lo más esplendoroso de la temporada del florecimiento, usted quizás piense en poner parte del cornejo en el interior de su hogar como adorno. He aquí una sugerencia que hará que las flores duren más y mantengan su frescura a la vista: divida los tallos y descortece de dos y medio a cinco centímetros. Entonces sumérjalos inmediatamente en agua caliente, pero no hirviente, por un minuto. Esto detiene la acción capilar y prolonga la apariencia de frescura.

Sus ramas horizontales y su follaje colorido hacen que el cornejo presente una apariencia muy atractiva y notable, y es fácil de entender por qué ha sido escogido tanto por el estado de Virginia como el de Carolina del Norte como su flor estatal. También es la flor provincial de la Columbia Británica, en el Canadá, y el árbol estatal de Misuri. Es un deleite usar el cornejo para hermosear el paisaje tanto en un patio pequeño como en un parque industrial. Pero para muchos de nosotros el cornejo es un tributo hermoso a Jehová Dios, quien creó toda la vegetación de la Tierra que hace tan agradable la vida para la humanidad.

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