Un gobierno mundial... cómo se realizará
DESDE 1945 se han formado tres importantes organizaciones internacionales para mantener la paz mundial: La ONU (Organización de las Naciones Unidas) en 1945, la OTAN (Organización del Tratado del Atlántico Norte) en 1949, y el Pacto de Varsovia (Organización del Tratado de Varsovia) en 1955. Ninguna ha hecho importantes progresos hacia la paz mundial. En realidad, desde 1945 el mundo ha sido sacudido por más de 100 conflictos armados, incluso 40 guerras principales, en que han muerto más de 30.000.000 de personas, y ahora se está tambaleando al borde de una lluvia de fuego nuclear.
La ONU, a pesar de la sinceridad de sus apoyadores, ha resultado ser ineficaz. En cada una de las otras dos organizaciones ha habido riña entre las naciones que las componen. Mientras los países de la OTAN y del Pacto de Varsovia apuntan sus siniestros mísiles nucleares los unos a los otros, y sus respectivos ciudadanos oran nerviosamente para que tales mísiles nunca se lancen, la ONU está enredada en debates para decidir a quién culpar de la carrera de armamentos. Si usted confía en que estas instituciones humanas van a unir la Tierra en paz, ha cifrado mal su confianza. Todas ellas tienen defectos peligrosos, algunos de los cuales son más visibles que otros.
Pero suponga que hubiera un gobernante que fuera justo y compasivo, que entendiera el principio de la interdependencia biológica y tuviera los medios para unir al mundo en paz. ¿No podría él establecer un gobierno mundial que tuviera éxito? ¡Por supuesto que sí! Pero ¿dónde podemos hallar a un gobernante como ése?
El gobierno mundial entrante
El Creador de los cielos y la Tierra, Jehová Dios, conoce íntimamente los enlaces entre todas las cosas, animadas e inanimadas. De hecho, a causa de Su voluntad “existieron y fueron creadas” (Revelación 4:11). Él, por supuesto, está por encima del mezquino nacionalismo; “en los cielos está su trono”. (Salmo 11:4.)
Además, Jehová Dios mismo ha declarado que está interesado en el problema de un gobierno mundial y ha escogido como Rey a un administrador que ha sido sometido a pruebas, ha probado su idoneidad y es perfecto. Éste es sobrehumano; no obstante, está emparentado con toda la humanidad... se trata de su Hijo, Jesucristo (Hebreos 5:7-10). Algunos quizás se rían de la idea de tener a Cristo como Gobernante, como Rey verdadero. ¿Por qué?
Pues bien, muchas personas se imaginan a Jesús como un bebé cariñoso, envuelto en pañales y acostado en un pesebre, o como una criatura digna de compasión clavada a una cruz. En ambos casos, se le ve indefenso. Pero ¿es cualquiera de éstos un verdadero cuadro de Jesús en la actualidad?
¡No! Jesucristo es un Príncipe lleno de vida, pues es el Hijo del Rey Todopoderoso, Jehová Dios. Jehová le dio gobernación y autoridad. La antigua profecía bíblica predijo: “El gobierno principesco vendrá a estar sobre su hombro. Y por nombre se le llamará [...] Príncipe de Paz” (Isaías 9:6). Esta profecía se cumplió cuando, después de su muerte en un madero en el Calvario, Jesús fue resucitado a vida celestial. Con el tiempo, en el cielo, fue entronizado como Rey nombrado por Dios. (Hechos 2:22-36; Revelación 19:16; 20:6.)
Así que Jesús ya no se parece a un bebé indefenso o una víctima vulnerable. ¡Es el Rey reinante de Dios! Ya más de dos millones y medio de personas, que viven en los cuatro confines de la Tierra, se someten de buena gana a su gobernación. Son un vivo testimonio de que tal gobernación realmente surte efecto. Pronto Dios utilizará a Cristo para traer paz a toda la Tierra y unir a la humanidad bajo su justa gobernación. (Isaías 11:1-9.)
Lo que una sola gobernación hará para la Tierra
La gobernación mundial de Jehová Dios mediante su Hijo, Jesucristo, logrará vencer todo impedimento. Los de la humanidad que sean de corazón recto experimentarán un cambio mundial basado en el interés genuino que tengan unos en otros.
‘¿Puede cambiar realmente la gente?’, quizás pregunten algunos. Sí, la gente puede cambiar de creencias, y lo hace, si hay un motivo suficientemente poderoso.
¡Imagínese un mundo donde el conocimiento de la tecnología se emplee para ayudar a la sociedad humana de manera provechosa porque ese conocimiento esté templado con un interés genuino en otros y en el resto de la creación!
Imagínese un mundo donde jamás vuelva a haber temor a la guerra. En vez de eso, que todos los recursos de la Tierra se empleen exclusivamente con fines pacíficos.
‘¡Un momento! —tal vez griten algunos—. Ésas solo son viejas tonterías religiosas.’ A los que presentan esta objeción les preguntamos: ¿Ha surtido efecto la gobernación del hombre? ¿Puede usted señalar razones bien fundadas para creer que surtirá efecto algún día? Si no puede, entonces, ¿por qué al menos no examina en serio la Biblia para ver lo que un gobierno por Dios haría para la Tierra, y si podría surtir efecto?
A continuación hay algunos otros cambios que la gobernación de Dios promete producir en la Tierra.
[Recuadro en la página 9]
Puede que a algunas personas les parezca que éstas son soluciones simplistas a problemas complejos... una ilusión utópica. De nuevo, preguntamos: De manera realista, ¿cree usted que el hombre resolverá estos problemas? ¿O no sería el Creador del hombre el único que tendría la capacidad para hacerlo? Le invitamos a examinar cuidadosamente la Biblia para aprender lo que más de dos millones de personas ya han probado para sí... ¡que la gobernación de Dios surte efecto!
[Recuadro/Ilustración en las páginas 8, 9]
Alimento para todos:
“Llegará a haber abundancia de grano en la tierra; en la cima de las montañas habrá sobreabundancia.” (Salmo 72:16.)
Vivienda y trabajo para todos:
“Ciertamente edificarán casas, y las ocuparán [...] y la obra de sus propias manos mis escogidos usarán a grado cabal.” (Isaías 65:21, 22.)
Buena salud para todos:
“Y ningún residente dirá: ‘Estoy enfermo’.” (Isaías 33:24.)
Desarme total:
“Está haciendo cesar las guerras hasta la extremidad de la tierra. Quiebra el arco y verdaderamente corta en pedazos la lanza; quema los carruajes en el fuego.” (Salmo 46:9.)
Paz por toda la Tierra:
“En sus días el justo brotará, y la abundancia de paz hasta que la luna ya no sea.” (Salmo 72:7.)