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  • ¿Dedico demasiado tiempo a la televisión?

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  • ¿Dedico demasiado tiempo a la televisión?
  • ¡Despertad! 1984
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¡Despertad! 1984
g84 22/12 págs. 22-24

Los jóvenes preguntan...

¿Dedico demasiado tiempo a la televisión?

“¡Creí que iba a morirme!”, exclamó cierto joven. ¿Y qué experiencia penosa había aguantado? Había pasado una semana sin ver la televisión.

PARA muchos jóvenes, el ver la televisión puede ser un vicio grave. ¿Vicio? Quizás. Marie Winn, en su libro The Plug-In Drug, explica: “La persona enviciada no busca simplemente una experiencia agradable [...] Necesita repetirla vez tras vez”.

Marie Winn añade más adelante: “El vicio grave se distingue de la búsqueda inofensiva de placer por los elementos claramente destructivos que caracterizan al vicio. Por ejemplo, la persona enviciada en la heroína lleva una vida estropeada: su creciente necesidad de usar la heroína en dosis cada vez mayores le impide trabajar, conservar amistades, desarrollarse como ser humano. De igual manera, la vida del alcohólico se estrecha y deshumaniza debido a su dependencia del alcohol”.

Pero ¿qué hay de la “persona enviciada con la televisión”? ¿Podría ella experimentar también una “vida estropeada”? Antes de contestar esta pregunta, dirijamos nuestra atención a la siguiente pregunta...

‘¿Estoy yo enviciado con la televisión?’

Recuerda cuál es la primera señal de estar enviciado con algo: La necesidad de disfrutar de algo repetidas veces. Aparta unos minutos y trata de sumar con papel y lápiz precisamente cuántas horas pasas semanalmente viendo la televisión. O procura llevar un registro de las horas que pasas ante el televisor durante una semana. ¿Lo enciendes tan pronto llegas a casa? ¿Cuándo lo apagas? ¿Cuántos programas “tienes que ver” cada semana? Puede que los resultados te causen una fuerte impresión.

Las encuestas indican que, para la edad de 18 años, ¡el joven estadounidense de término medio ha visto la televisión por aproximadamente 15.000 horas! Esto significa que los jóvenes de edad escolar ven la televisión por mucho más de tres horas cada día. Dicho vicio empieza aparentemente a tierna edad, ¡pues a menudo los niños de edad preescolar ven la televisión por más de cuatro horas al día!

Pero ¿cuándo apartan los jóvenes el tiempo para ver la televisión todas esas horas? El escritor Vance Packard comenta: “La mayor parte de los niños estadounidenses, incluso los de edad preescolar, ven la televisión durante la hora selecta de ocho a nueve de la noche, lo cual probablemente explica por qué satisfacen las cadenas de televisión los gustos juveniles o infantiles durante esa hora. [...] Aproximadamente un millón de niños ven la televisión entre la medianoche y la una de la madrugada, cuando la gran mayoría de los adultos estadounidenses ya han estado durmiendo desde hace tiempo”.

Así que muchos jóvenes tendrían que admitir que son “toxicómanos de la televisión”. Pero ¿qué hay del ‘daño’ que resulta inevitablemente de dicho vicio? He aquí solo algunos problemas que pueden resultar de dedicar demasiado tiempo a la televisión:

● CALIFICACIONES INFERIORES: El Instituto Nacional de Salud Mental (E.U.A.) informó que parece que sí hay relación entre los niveles inferiores de los índices de inteligencia, la imaginación y la facultad creadora, y el dedicar demasiado tiempo a la televisión. El informe pasó a decir: “Casi todas las investigaciones han descubierto que los niños mayores que han pasado del cuarto grado y ven muchísimo la televisión tienden a alcanzar menos logros en la escuela, especialmente en la lectura”. Tal vez haya varias razones para esto.

Cierto joven llamado Richard dice: “Creo que la televisión me ha causado más perjuicio que bien, porque, en vez de usar el tiempo para estudiar, lo he usado para ver la televisión”. Sin embargo, otros opinan que la televisión misma dificulta el aprender. En la obra The Literacy Hoax, Paul Copperman afirma: “El efecto que tiene la televisión en los niños es crear la perspectiva de que el aprender debe ser algo fácil, pasivo y entretenido”. Por eso a la persona enviciada con la televisión quizás se le haga muy difícil estudiar.

● MALOS HÁBITOS DE LECTURA: ¿Con cuánta frecuencia escoges tú un libro y lo lees de cabo a rabo? Un portavoz de la Asociación de Comerciantes de Libros de Alemania Occidental se lamentó: “Hemos llegado a ser una nación de personas que van a casa después del trabajo y se quedan dormidas ante el televisor. Estamos leyendo cada vez menos”. ¿Por qué? “Es más fácil ver una pantalla y aprender de manera pasiva que leer, y a esto se acostumbran los estudiantes.” Un informe proveniente de Australia resultó igualmente perturbador. “Por cada hora que el niño australiano de término medio haya dedicado a la lectura —afirma cierto escritor—, habrá dedicado siete horas a ver la televisión.”

‘Pero ¿no se puede aprender precisamente al mismo grado viendo la televisión?’, quizás preguntes tú. No cabe duda de que es difícil superar a la televisión en lo que toca a su capacidad de llevar información a los ojos y oídos rápidamente. No obstante, el ver la televisión es una actividad pasiva. El leer, en cambio, requiere complejas manipulaciones mentales a medida que los ojos y el cerebro funcionan juntos para transformar los símbolos escritos en palabras, y las palabras en ideas. La lectura, por lo tanto, amplía la mente, mientras que el ver en exceso la televisión entorpece la mente.

Sin embargo, para los jóvenes cristianos, el no leer tiene consecuencias aun más graves. La Biblia les manda que lean la Palabra de Dios ‘en tono bajo día y noche’ (Josué 1:8). ¡Cualquier cosa que estorbe esta rutina pone en peligro su relación con Dios!

● VIDA DE FAMILIA ABREVIADA: Cierta cristiana escribió: “Debido a que veía demasiado la televisión [...] estaba muy sola y me sentía aislada. Era como si los miembros de [mi] familia fueran todos extraños”. ¿Hallas tú también que pasas menos tiempo con tu familia debido a la televisión?

● PEREZA: Algunos opinan que la mismísima naturaleza pasiva de la televisión “puede llevar [al joven] a esperar que podrá satisfacer [sus] necesidades sin ningún esfuerzo y a adoptar una actitud pasiva en la vida”.

No hay duda de que el dedicar demasiado tiempo a la televisión ciertamente puede ‘estropear tu vida’. Pero, como sucede en el caso de la mayoría de los vicios, la gente frecuentemente no quiere reconocer que tiene un problema. Considera, pues, la experiencia de un joven llamado Wyant, quien francamente admite...

‘Yo estuve enviciado con la televisión’

Corresponsal de “¡Despertad!”: ¿Cuántos años tenías cuando te enviciaste con la televisión?

Wyant: Aproximadamente diez años de edad. Tan pronto llegaba a casa después de la escuela, encendía el televisor. Primero veía los dibujos animados y los programas infantiles. Luego presentaban el noticiario, lo cual no me interesaba mucho, de modo que iba a la cocina y buscaba algo de comer. Después de esto, volvía a ver televisión hasta que me daba sueño.

Corresponsal de “¡Despertad!”: ¿Tenías asignados algunos quehaceres en la casa?

Wyant: Mis padres no eran estrictos. Ambos trabajaban, y, cuando mamá regresaba a casa, se sentía demasiado cansada para hacer algo. Ella dejaba que mis hermanas cocinaran. Y a veces papá no llegaba a casa sino hasta las nueve o diez de la noche.

Corresponsal de “¡Despertad!”: Pero ¿cuándo pasabas tiempo con tus amigos?

Wyant: El televisor era mi amigo.

Corresponsal de “¡Despertad!”: Entonces, ¿nunca tenías tiempo para jugar o participar en deportes?

Wyant: [Riéndose.] No tengo ninguna aptitud atlética. Debido a que veía la televisión todo el tiempo, nunca desarrollé aptitudes de esa índole. Soy pésimo como jugador de baloncesto. Y en la clase de gimnasia yo siempre era el último a quien escogían. Sin embargo, desearía haber desarrollado mis aptitudes atléticas un poco más... no para que pudiera jactarme, sino solo para que siquiera pudiera divertirme.

Corresponsal de “¡Despertad!”: ¿Qué hay de tus calificaciones?

Wyant: Me las arreglaba en la escuela primaria. Me quedaba despierto hasta tarde y hacía las tareas a última hora. Pero se me hizo más difícil en la escuela secundaria porque había cultivado muy malos hábitos de estudio.

Corresponsal de “¡Despertad!”: ¿Te ha afectado el dedicar tanto tiempo a la televisión?

Wyant: Sí. A veces, cuando estoy en compañía de otras personas, hallo que simplemente me quedo mirándolas fijamente —como si estuviera viendo un programa de televisión en que se habla de ciertos asuntos— en vez de participar en la conversación. Quisiera poder relacionarme mejor con la gente.

Corresponsal de “¡Despertad!”: Bueno, tu participación en esta conversación ha sido excelente. Evidentemente has vencido tu vicio.

Cómo lograron esto Wyant y otros será el tema de un artículo que se publicará en el futuro. No obstante, mientras tanto, considera en serio cuánto tiempo dedicas a la televisión. El ver la televisión puede tener su lugar, cuando se mantiene bajo control. Pero la persona que quiere vivir según los principios bíblicos se da cuenta del peligro de dedicar demasiado tiempo a la televisión. Por eso, en lo que tiene que ver con la televisión, adopta la actitud del apóstol Pablo, quien dijo: “No voy a dejar que nada me domine”. (Las cursivas son nuestras.) (1 Corintios 6:12, Today’s English Version.)

[Ilustraciones en la página 23]

Tal como el alcohólico pierde control de lo que bebe, hay quienes pierden control del tiempo que pasan viendo la televisión.

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