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  • ¡Despertad! 1986
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¡Despertad! 1986
g86 8/9 págs. 20-21

El punto de vista bíblico

El “derecho de morir”... ¿de quién es la decisión?

‘¡NO ME mantengan viva como un vegetal!’, gritó desde la cama del hospital una señora de 88 años de edad llamada Clara. Después de haber sido revivida tres veces en una semana, solo quería terminar su vida en paz. Esto es lo que ocurre en el caso de muchas personas que padecen de enfermedades incurables: piden que las dejen morir. Esta es una cuestión polémica para los médicos y jueces, y una decisión muy dolorosa para los parientes. Pero, ¿de quién es la decisión?

¿Por qué existe el dilema?

Según el libro Awareness of Dying (Conscientes de la muerte), existe “en los hospitales una insensible prolongación de la vida debido al aumento de la tecnología médica”. Cada vez que la muerte inminente puede aplazarse mediante extraordinarios procedimientos médicos, surgen muchas cuestiones concernientes al derecho de morir con dignidad. ¿Tienen los pacientes algún derecho de elegir qué clase de muerte tener... agonizante o tranquila? The New Encyclopædia Britannica explica: “Un dilema moral que se ha discutido ampliamente se presenta en el caso del paciente al que se mantiene vivo artificialmente a base de una máquina. La cuestión que surge, entonces, es si se debe desconectar la máquina o no”. Un cirujano de un centro médico de los Estados Unidos pregunta: “¿Sería cometer asesinato el desconectar el respirador? ¿Existe alguna diferencia moral o ética entre el no conectar el respirador y el desconectarlo una vez que haya comenzado a funcionar?”.

El dilema aumenta debido a que hay muchos términos que no tienen definición uniforme, tales como “vivo” y “muerto”; tampoco hay seguridad en aserciones tales como “incurable”, “mortal” o “muriéndose”. Algo que se consideraría “extraordinario” pudiera variar según la localidad, el tiempo y las habilidades de los especialistas. También pudieran surgir conflictos entre los intereses del paciente, los parientes y el personal médico. Además, según una investigación sobre éticas médicas conducida en 1982 por el Colegio de Medicina de la Universidad de Lagos, Nigeria, el Dr. Oladapo Ashiru reconoció que “no es fácil estudiar objetivamente el asunto del estar consciente de la muerte”.

Estos problemas son un desafío a la conciencia de los médicos que se sienten obligados a obrar en armonía con sus convicciones morales, éticas y religiosas. El Dr. Ashiru concluyó diciendo: “Cada caso requiere gran cuidado, respeto, criterio médico y autodominio, así como firmeza”.

Lo que la Biblia dice

La vida es un don sagrado de parte de nuestro Creador. (Salmo 36:9.) Debemos atesorarla. Por respeto al punto de vista de Dios en cuanto a la vida y por consideración a las leyes seglares, y para poder tener una buena conciencia, el cristiano nunca querrá ocasionar intencionalmente la muerte a nadie. (Éxodo 20:13; Romanos 13:1, 5.)

Muchos médicos reconocen que “los esfuerzos intensivos por mantener la vida pueden llegar a ser, en realidad, algo que prolongue la muerte, en vez de un medio que prolongue la vida”. Por lo tanto, ¿qué hay si los médicos dicen que lo único que se puede hacer es extender el proceso de la muerte mediante máquinas? Cuando la muerte es claramente inminente o inevitable, la Biblia no exige que se alargue artificialmente el proceso de la muerte. El permitir que la muerte siga su curso bajo tales circunstancias no violaría ninguna ley de Dios.

El cristiano hallará provechoso reflexionar sobre los siguientes relatos bíblicos: Tanto Job como Ezequías aparentemente padecían de una enfermedad mortal, pero se recuperaron. (Job 7:5, 6; 42:16; 2 Reyes 20:1-11.) Por lo tanto, no se apresure a concluir que la persona está muriéndose. Sin embargo, el resultado fue diferente en el caso de Ben-hadad. (2 Reyes 8:7-15.) El escudero del rey Saúl rehusó prestarle ayuda cuando este le pidió que le ayudara a ‘morir con dignidad’; y David declaró culpable de sangre al que afirmó haber cometido tal acto de ‘muerte por misericordia’. (1 Samuel 31:4; 2 Samuel 1:6-16.) Por lo tanto, la Biblia no aprueba el acelerar la muerte de alguien.

Estos ejemplos ilustran la necesidad de ejercer cuidado al tratar diferentes casos hoy día. Puesto que cada caso tiene sus propias peculiaridades, la decisión se debe tomar bajo oración, teniendo en cuenta el punto de vista de Dios sobre el valor de la vida. En cuanto a esto, tenemos un excelente ejemplo en el caso de Rebeca, quien, ansiosa por su vida, “se fue a inquirir de Jehová”. (Génesis 25:22.)

¿Quién decide?

Una pregunta que surge comúnmente es: ‘Pero, ¿de quién es la vida?’. La decisión pertenece, en primer lugar, al paciente porque él es responsable ante el Creador por la vida que este le ha dado. (Hechos 17:28.) No obstante, si el paciente llega a estar imposibilitado para tomar una decisión, entonces el pariente más cercano o algún agente nombrado podría servir de sustituto para tomar dicha decisión. En ambos casos, la persona que sirve de sustituto debe respetar y sostener los derechos del paciente, y no los suyos propios. De manera similar, en el caso de hijos menores, Dios ha dado a los padres la obligación y el derecho legal de tomar decisiones por sus hijos. (Salmo 127:3.)

Por otra parte, según declaró la publicación Columbia Law Review, “se reconoce ampliamente que una sala de tribunal no es el lugar apropiado para tomar decisiones sobre tratamientos médicos. [...] Los tribunales están mal equipados para asumir el papel de sustituto para tomar decisiones”. En lo que respecta al médico, ¿no sería falta de ética de su parte el imponer sus propias convicciones religiosas sobre las del paciente? Él debería obrar en conformidad con los dictados religiosos del paciente, o retirarse del caso si sus creencias religiosas le causan un conflicto de conciencia serio. A menudo la cooperación es la mejor manera de encararse a la situación; el médico, el ministro y los familiares deben cooperar mutuamente en el interés del paciente.

Prescindiendo de cuáles sean los resultados de la decisión, los cristianos pueden confiar en la promesa del Creador acerca del tiempo en que nadie dirá: “Estoy enfermo”. (Isaías 33:24.) En el caso de la persona que padece de alguna enfermedad mortal, Dios ha dado la maravillosa promesa de una resurrección en un paraíso de salud y vida bajo su Reino. (Hechos 24:15; Revelación 21:1-4.) Está cerca el tiempo en que Jehová Dios, mediante Jesucristo, concederá a las personas obedientes el derecho de vivir, ¡para siempre! (Juan 3:36.)

[Fotografía en la página 21]

¿Qué es lo que se prolonga: la vida, o la muerte?

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