La caja de preguntas
● ¿Debe permitirse que los usuarios de tabaco y los aficionados a las drogas, o los que toman “sustitutos” para las drogas (como los que están en el “programa de la metadona”), participen con nosotros en el ministerio del campo?
Hoy en día, como en el primer siglo, personas de toda clase están llegando a un conocimiento de la verdad y están haciendo cambios drásticos en sus vidas. Lo están haciendo por amor a Jehová y con el fin de llegar a ser miembros bautizados de la congregación cristiana. (1 Cor. 6:9-11; Col. 3:9) Para ayudar a esas personas a hacer los cambios necesarios, las animamos a asistir a las reuniones en el Salón del Reino así como al estudio de libro de la congregación. También las animamos a hablarle a sus amigos y parientes acerca de las buenas cosas que están aprendiendo. Pero, ¿debemos permitir que esos individuos que aun no se han librado completamente de sus vicios nos acompañen en la obra de la predicación pública y de hacer discípulos?
Lo que se publicó recientemente en la “Watchtower,” del 15 de octubre de 1973, páginas 624 a 631, puede considerarse como un suplemento del material que se presenta en la página 127 y 128 del libro “Organización” bajo el encabezamiento “¿Quiénes pueden participar con nosotros en nuestro predicar del Reino y enseñar?” Las circunstancias individuales varían, pero en cada caso que tiene que ver con personas que aun no se han librado completamente de su afición el factor decisivo es si el que ellas nos acompañen en nuestro ministerio de campo será una causa de tropiezo o no. En algunos casos el que ellas nos acompañen a un estudio bíblico de hogar o a una revisita quizás no ocasione dificultades, mientras que el ir de puerta en puerta puede requerir más cautela a fin de no dar la impresión incorrecta.
Sin embargo, ciertamente no se animaría a esa persona a ir de casa en casa sola o a presentarse en los hogares como un testigo de Jehová. Tampoco se aceptaría un informe del servicio del campo de esa persona.