Carta de la Sucursal
Estimados publicadores:
Durante los meses recientes muchos miembros de la familia Betel en varios países han experimentado la realidad de nuestra hermandad internacional. Verdaderamente ha sido una experiencia enternecedora. No solo tuvimos muchos visitantes de otros países, sino que algunos de nosotros pudimos asistir a asambleas en otros países y así disfrutar del agradable compañerismo de los hermanos en esos países.
Varios de nosotros estuvimos en las asambleas en Europa, donde la concurrencia total para todas las asambleas fue de 502.494 personas. Fue emocionante el ver allí a decenas de miles que han abrazado la verdad en los últimos pocos años y sentir su celo y entusiasmo por la adoración pura. También fue un placer el encontrarnos con hermanos que habían perseverado fielmente durante muchos años, algunos durante la era de Hitler. Los años de privaciones y encarcelamiento no habían enfriado su determinación de esparcir las “buenas nuevas.” Sus rostros fulguraban de gozo y aprecio interior.
Animadora, también, fue la hospitalidad de los hermanos. Los anfitriones hicieron todo lo posible para que todo fuera cómodo, dando de sí mismos como lo harían amorosos padres e hijos para los miembros de sus propias familias.
Los de entre nosotros que fuimos a las asambleas en el Oriente vimos evidencia del mismo espíritu de hermandad cristiana entre las 77.331 personas que concurrieron a las varias asambleas que se celebraron allí. Hay un refrán que dice “El Oriente y el Occidente nunca se encuentran.” Pero ése no fue el caso con el pueblo de Dios. Los misioneros de países occidentales disfrutan de una espléndida relación con sus hermanos orientales. De hecho, el profundo amor por Jehová ha hecho que Oriente y Occidente se encuentren.
Entre los que recorrieron las tierras bíblicas, hubo algunos de nosotros, y también disfrutamos de deleitables experiencias. El visitar lugares desde el monte Hermón en el Norte hasta Beer-seba en el Sur hizo que los sucesos bíblicos relacionados con éstos llegaran a vivir en nuestra mente. Y pudimos apreciar más cabalmente el gran esfuerzo que Jesús, Pablo y otros hicieron para efectuar su ministerio... la mayor parte de éste a pie. ¡Qué excelente ejemplo pusieron para nosotros!
Aunque las asambleas ya han pasado, su efecto nos debe estimular a todos a apreciar el don de nuestra obra del Reino. Reciban todos nuestro afectuoso amor cristiano.
Sus consiervos,
LA OFICINA DE SUCURSAL DE BROOKLYN