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  • Se realizó el deseo de su corazón
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¡Despertad! 1971
g71 8/3 pág. 23

Se realizó el deseo de su corazón

CUANDO medito en lo que le sucedió a nuestra querida tía Ida mi corazón sencillamente se enciende de emoción y no puedo evitar que mis ojos se llenen de lágrimas de gozo. Lo que sucedió como resultado de su aguante fiel al servir a Dios y hacer el bien a su prójimo es algo que jamás olvidaré. Ha sido una fuente de estímulo para mí cuando me he sentido un poco desanimada.

Para principiar, la tía Ida estaba envejeciendo y tenía muchos impedimentos. Entre otras cosas, oía muy poco. Además, dependía totalmente de otros en cuanto a transportación. También sus habilidades naturales estaban algo limitadas. Con el transcurso de los años a menudo tropezaba y se caía cuando subía y bajaba las escaleras de las casas que visitaba con el mensaje de verdad de Dios aquí en Misuri. Sí, nuestra querida tía Ida era testigo de Jehová y nunca cesó de tratar de servir a Jehová Dios fielmente al mayor grado posible.

Sin embargo, había veces en que ella pensaba que su ministerio cristiano había sido un fracaso. Esto se debía a que no había ninguna persona a la que pudiera señalar como carta de recomendación, es decir, una persona de quien ella pudiera decir que la había dirigido a la verdad de Dios. Pero continuaba efectuando fielmente su trabajo cristiano. Siempre dispuesta, siempre sonriendo, así era la tía Ida.

En 1967 la tía Ida vio realizado al fin su deseo de corazón. El gozo que tuvo ese año le vino como resultado de sus esfuerzos por ser ministra de la clase correcta de Dios en medio de toda circunstancia. Por algún tiempo había estado visitando a una señora en la calle donde ella vivía. Le había dejado a esta señora literatura que explicaba la Biblia y hasta le ayudó a aprender algo acerca de las promesas amorosas de Dios. Bueno, esta señora murió y la tía Ida amorosamente visitó y ofreció consuelo al hijo de ésta. También llevó alimento para que comiera la familia durante aquella ocasión de tristeza.

Mientras la tía Ida visitaba a este hijo, lo invitó a asistir a las reuniones de los testigos de Jehová en el Salón del Reino. Vino dos semanas después, trayendo consigo a su hijito. Siguió asistiendo todos los domingos, y la tía Ida sencillamente rebosaba de felicidad. Al fin estaba ayudando a alguien a caminar en la verdad que lleva a vida eterna. Quizás esto no parezca mucho para otros, pero los demás de nosotros que estamos en la congregación sabemos que ella efectuó algo que otros de nosotros no habíamos podido efectuar en años. Fue bendecida con dirigir a la primera persona de color de nuestra población a la verdad de Jehová Dios.

Ahora la tía Ida no está con nosotros; murió en 1969, pero vivió lo suficiente para ver a este hombre simbolizar su dedicación a Jehová Dios por bautismo en agua. También tuvo el gozo de verlo casarse con una mujer a quien él mismo ayudó a aprender esta verdad preciosa. Y, sí, gozo de gozos, los vio abrir su hogar para ser usado como lugar de reunión local para un estudio de la Biblia en el vecindario. La tía Ida se regocijó con el privilegio de asistir a este estudio.

Así, pues, se puede entender por qué me ha animado y enternecido tanto lo que le sucedió a esta humilde sierva de Jehová, nuestra querida tía Ida.—Contribuido.

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