La Iglesia de la Argentina sacudida desde adentro
Por el corresponsal de “¡Despertad!” en la Argentina
ESTE país sudamericano padece su porción de agitación y violencia tan imperantes a través del mundo en nuestro tiempo. Por supuesto, eso no sorprende en particular en estos días.
Pero lo que deja pasmados a muchos aquí en la Argentina es que numerosos clérigos de todo nivel de la Iglesia Católica Romana estén siendo acusados de incitar al “pillaje, el robo, el asalto, el secuestro, el crimen, la lucha sangrienta, el caos . . . Y todo ello en nombre del cristianismo, del Evangelio, y de Jesucristo.”
Esa es la acusación que se expresa en un informe intitulado “Declaración de sacerdotes argentinos.” El documento fue firmado por 140 clérigos bien conocidos de la Iglesia Católica.
¿Está la situación realmente tan fea aquí en la Argentina? ¿Quiénes son estos sacerdotes “de diversas jerarquías y ubicados en todas las latitudes” de la Iglesia Católica a quienes se acusa de incitar al “secuestro, el crimen, la lucha sangrienta, el caos”? ¿Por qué se les acusa de tales atrocidades? ¿Qué medidas ha adoptado la iglesia? Y el miembro eclesiástico de término medio argentino... ¿cómo responde a todo esto?
Sucesos que llevan a crisis
Los sucesos que llevaron a esas acusaciones han estado aconteciendo por algún tiempo. Pero recientemente han salido a primer plano debido a crueles asesinatos cometidos por terroristas.
Informó un editorial en inglés del Herald de Buenos Aires: “En los pasados 14 meses tres prominentes argentinos han sido asesinados a sangre fría. . . . en junio del año pasado [1969] Augusto Vandor, el más influyente líder sindicalista de la Argentina; el asesinato del ex-presidente Pedro Aramburu el 31 de mayo [1970] por sus secuestradores; y el asesinato de José Alonso,” otro líder sindicalista, más recientemente.
¿Qué tiene que ver esto con los clérigos de la Iglesia Católica? La prensa pública hace notar la relación. Siete Días dijo: “Las presuntas vinculaciones de los curas . . . con el asesinato del general Aramburu provocan sordos conciliábulos en el seno de la Iglesia argentina . . . para analizar la influencia del extremismo entre la clerecía.”
El monseñor Juan Carlos Aramburu (que no debe ser confundido con el ex-presidente asesinado, Pedro Aramburu) admitió con pesar lo siguiente: “Los recientes acontecimientos que son del dominio público, desafortunadamente, han puesto a prueba y afectado este valor esencial de la misión sacerdotal de ser constructores de la ‘unidad de todo el género humano’ basada en el amor.” Y el ex-ministro del interior Guillermo Borda dijo que la facción extremada de la Iglesia había ejercido una presión que él se sentía inclinado a llamar decisiva en los recientes arranques de intemperancia y violencia en el país.
El “Movimiento del Tercer Mundo”
¿Quiénes componen este grupo sacerdotal acusado de incitar a la violencia y la agitación? Durante los últimos años han sido llamados “progresistas,” “rebeldes,” y ahora se les conoce bien como sacerdotes del “Movimiento del Tercer Mundo.” “El movimiento” adquiere su nombre de la declaración de Medellín (Colombia) por dieciocho obispos ‘progresistas’ que pidieron un ‘tercer mundo’ que no debiera lealtad ni al capitalismo ni al comunismo.
En respuesta a una pregunta que les envió la publicación Periscopio (ahora Primera Plana), los sacerdotes Jorge Vernazza, Héctor Botán, Rodolfo Ricciardelli y Domingo Bresci, todos del Movimiento del Tercer Mundo, hicieron este comentario: “Al hablar de violencia es imprescindible distinguir entre la violencia del opresor y la del oprimido: aquélla es injusta y condenable, ésta puede ser el único medio de liberarse de la injusta agresión, y es entonces una legítima defensa.” Así, pues, se excusa la violencia.
El Herald de Buenos Aires llama al sacerdote argentino de cuarenta años de edad Carlos Mugica el “vocero principal” del Movimiento del Tercer Mundo. Este sacerdote es profesor de teología en la bien conocida Universidad del Salvador de Buenos Aires. Él afirma que el cambio que ha ocurrido durante los últimos diez años en la Iglesia Católica es “irreversible,” y que los sacerdotes tienen que esforzarse por traer cambio político y social. Hizo notar que la Guerra de Vietnam tuvo una influencia enorme en la formación de la opinión pública, particularmente en el caso de jóvenes que la ven como una gran injusticia. Alista otros sucesos de la América Latina, como la revolución cubana y la invasión de la República Dominicana por la marina norteamericana, como contribución al cambio de puntos de vista políticos entre muchos. El resultado, dice él, es la producción de “cierta conversión al socialismo.”
Por consiguiente, esos sacerdotes se identifican con un movimiento que trabaja a favor de cambio político y social aun por revolución violenta si se hace necesario. ¿Y cuántos de estos sacerdotes hay en la Iglesia argentina? Según Mugica, son cada día más numerosos.
Otros sacerdotes reconocen esto. El grupo de unos 140 bien conocidos clérigos que publicó la “Declaración de sacerdotes argentinos” declaró: “He aquí que desde hace unos años un grupo de sacerdotes, cada vez más numeroso, de diversas jerarquías y ubicados en todas las latitudes, se hallan empeñados en cambiar la imagen de la Iglesia, del Cristianismo y aun del mismo Jesucristo.” Así, la iglesia misma reconoce que el Movimiento del Tercer Mundo entre los sacerdotes aumenta.
A los ojos de muchos oficiales eclesiásticos, y también en círculos políticos, las ideas del Movimiento del Tercer Mundo parecen acercarse a las del marxismo, si es que no son directamente marxistas.
Lo que puso al ‘movimiento’ en grave dificultad fue el secuestro y asesinato del ex-presidente Aramburu. Análisis comentó: “Evidentemente la participación de militantes católicos en el asesinato de Aramburu y la presunta conexión de sacerdotes con actividades terroristas han acelerado la lucha interna en el seno de la Iglesia.”
El ex-presidente Aramburu fue secuestrado el 29 de mayo de 1970 y su cuerpo fue hallado enterrado en un sepulcro de cal el 16 de julio. Su desaparición y paradero habían causado gran intriga y trastorno en el país durante ese tiempo. El Movimiento del Tercer Mundo fue acusado de estar relacionado con los asesinos de Aramburu.
Entonces lo que realmente prendió la mecha en muchos niveles oficiales fue el que los sacerdotes Hernán Benítez y Carlos Mugica asistieran oficialmente al funeral de dos personas de quienes se sospechaba que habían sido los asesinos de Aramburu, y que murieron en un tiroteo con la policía. En el servicio eclesiástico, los sacerdotes hablaron bien de los dos muertos. Mugica los llamó ‘sus hermanos’ y los elogió como ejemplos para que los jóvenes los sigan al luchar para alcanzar “la sociedad justa.” Otros dos sacerdotes estuvieron en el servicio.
Como resultado, los sacerdotes Benítez y Mugica fueron arrestados y acusados de propagar doctrina sediciosa y ensalzar el crimen político. Más tarde fueron puestos en libertad por falta de evidencia. Pero en un mordaz editorial en La Prensa se dijo: “Decir, de quienes estaban prófugos bajo la imputación de secuestro y asesinato . . . ‘que este holocausto sirva de ejemplo al pueblo’ es instigar al pueblo a la violencia y al delito, queriendo representar como plausibles y meritorias las acciones más abominables. A esta provocación peligrosa se le llama apología o alabanza del crimen.” El periódico agregó: “La sorpresa deja lugar al estupor cuando semejantes exaltaciones emanan de quienes han abrazado la carrera religiosa para proporcionar paz a las almas, inculcar la justicia y predicar el amor al prójimo.”
Aunque algunos se sintieron inclinados a decir que no debe juzgarse a todo el Movimiento del Tercer Mundo por los actos de unos cuantos de sus miembros, a otros les parece que sería difícil pensar de manera diferente. ¿Por qué? Porque su vocero principal y otros sacerdotes insisten en asociarse con una organización de guerrillas que orgullosamente ha alegado responsabilidad por asesinatos a sangre fría.
Todo esto ha resultado en una crisis dentro de la iglesia aquí. Ha acaecido una división muy seria dentro de las filas sacerdotales. El monseñor Aramburu reconoció esto, pues en una carta al clero del país dijo: “No es razonable ni oportuno que cuando desde afuera el vendaval azota la casa, también en el interior se accione, . . . sacudiendo sus cimientos.” De hecho, dijo que había muchas fuerzas que estaban desgarrando a la iglesia desde afuera, pero que ahora había poderosas fuerzas dentro de la iglesia misma que también la estaban desgarrando, sacudiendo la iglesia hasta sus cimientos.
Cuando funcionarios del gobierno trataron de hacer que la jerarquía de la iglesia castigara y suspendiera a los sacerdotes rebeldes del Tercer Mundo, parece que la alta curia decidió no hacerlo, sobre la base de que sería ‘dividir la iglesia en dos.’ Pero parece que eso ya ha sucedido de todos modos.
Respuesta del pueblo argentino
¿Cómo responde el católico argentino de término medio a todo esto?
Aun antes de la crisis actual, muchos católicos se habían desasociado del clero. Ahora el alejamiento es aun más intenso para una cantidad cada vez mayor. Algunos dicen: “Soy católico, pero a la manera mía.” Otros declaran: “Soy católico, pero no creo que tenga que ir a la iglesia.” Otros más dicen: “Soy católico, pero no tengo nada que ver con los sacerdotes.”
Una señora a quien visitan los testigos de Jehová les dijo: “Estoy muy ofendida con la iglesia. Soy de una familia tradicionalmente católica. Mi madre tuvo una muerte extraña; nunca pudimos determinar claramente la causa de su muerte. Debido a eso, no pudimos hacer que el sacerdote viniera para dar la bendición en su servicio funeral, a pesar de haber sido una persona irreprochable. Sin embargo, dos sacerdotes prominentes asistieron al funeral de los dos terroristas y dijeron que eran ejemplos para los jóvenes. Después de eso, no creo que jamás voy a poner pie dentro de una iglesia católica.”
Esta misma señora tiene una tía que es monja. Esta monja es de edad avanzada y le dijo a su sobrina que se sentía “muy deprimida debido a la actitud que la gente le mostraba al clero.” También opina que esta hostilidad se ha agudizado más en los últimos años, como se demuestra aun en cosas pequeñas. Por ejemplo, ahora nota que rara vez le ofrecen un asiento cuando viaja en la transportación pública, ni por ser mujer, ni por ser anciana, ni por ser monja, mientras que hace años era una rareza que una monja viajara de pie. También expresó este lamento: “Se está haciendo algo insufrible la identificación con el clero católico.”
Por supuesto, muchos argentinos todavía van a la iglesia y la apoyan. Pero se van haciendo más numerosos los que no lo hacen. Y aumenta el número de los que están dispuestos a hablar acerca de la Biblia con los testigos de Jehová cuando éstos visitan a la gente en su obra de educación bíblica. Ahora muchos escuchan atentamente y disfrutan en sus hogares de los cursos bíblicos gratuitos que los testigos de Jehová dan como servicio público.
Sin duda, la Iglesia Católica se halla en grave aprieto aquí en la Argentina. Esa dificultad es un reflejo de los problemas mundiales que tiene la iglesia. En todas partes sus doctrinas, métodos de organización y sus actitudes para con las cuestiones gubernamentales y sociales están siendo desafiados. No solo viene esto del exterior, de no católicos, sino que ahora está desgarrando a la iglesia desde adentro, desde su propio clero y pueblo.