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¡Despertad! 1971
g71 22/8 págs. 21-24

Berlín... diez años después

Por el corresponsal de “¡Despertad!” en Alemania

AL LADEARSE nuestro avión de reacción para darnos una vista panorámica de un laberinto de luces, Karin oprimió la cara contra la ventanilla y exclamó: “¡Allí está; allí está Berlín!”

Empezamos a descender, y Karin fijó su atención en una hilera sencilla de brillantes reflectores, serpenteando por la metrópolis. “¡Ese debe ser el muro!” No se esforzó por ocultar su emoción.

El avión estaba por aterrizar en el Aeropuerto Central Tempelhof, el único aeropuerto europeo situado en medio de una ciudad. Yo también estaba emocionado. Esta era mi primera visita a esta ciudad dividida, una ciudad cuyo nombre ha aparecido en titulares de prensa por más de veinticinco años. Y Karin esperaba con deleite comparar el Berlín de hoy con el que ella conoció diez años antes.

Cuatro sectores... cuatro aeropuertos

“No ha cambiado mucho,” explicó Karin, al llegar al aeropuerto, “¡y mira! Allí es donde esperamos que anunciaran nuestros nombres.” Hace diez años, Karin estuvo entre el millón y medio de refugiados que huyeron de Alemania Oriental a Berlín Occidental. Subsecuentemente la mayoría de ellos fueron transportados en avión a Alemania Occidental según hubiera “lugar disponible.”

Tempelhof, el aeropuerto más activo de Berlín, se encarga del servicio de ida y vuelta a través de los tres corredores aéreos de treinta y siete kilómetros de ancho: al noroeste a Hamburgo, hacia el oeste a Hannover y hacia el suroeste a Francfort.

El Aeropuerto Tegel, situado en el sector francés en el norte de la ciudad, fue construido en noventa y dos días durante el Bloqueo de Berlín. Está situado en un lugar que originalmente utilizó Wernher von Braun para los primeros experimentos con cohetes. Ensanchado en la actualidad, Tegel está equipado para viaje internacional, así como para muchos vuelos de vacaciones del arreglo de todo pagado que llevan aceleradamente a los berlineses al sur asoleado.

El Aeropuerto Gatow, en el sector británico, se usa exclusivamente con propósitos militares. En el sector ruso, Schönefeld ofrece vuelos a centros asiáticos y de la Europa Oriental, por lo general dando prominencia a precios más bajos que los de las líneas aéreas occidentales.

“Salgamos y veamos el Monumento Conmemorativo del Puente Aéreo,” sugirió Karin. Este es un enorme monumento de piedra enfrente del aeropuerto. Fue erigido el 12 de mayo de 1959, en memoria de las setenta y ocho personas que perdieron la vida durante el Bloqueo de Berlín del 24 de junio de 1948 al 12 de mayo de 1949. Durante esos once meses más de 200.000 vuelos entregaron más de dos millones de toneladas de víveres, hulla y otros artículos de primera necesidad a los habitantes de Berlín Occidental. En el día número 300 del bloqueo hubo no menos de 927 despegues y aterrizajes.

Karin, que vino de una pequeña población justamente a las afueras de Berlín, dijo, recordando: “En aquel tiempo, no había mucho que comer en ninguna parte, ni dentro ni fuera de Berlín.” ¡Qué contraste notamos ahora al sentarnos en un café en la acera para comer un bocadillo nocturno, mientras planeábamos una gira de la ciudad para el día siguiente!

Un singular registro político

El caluroso sol matutino nos dio la bienvenida en el famoso bulevar Strasse des 17. Juni (Calle del 17 de junio). “Recuerdo el 17 de junio de 1953, como si hubiera sido ayer,” recordó Karin. “Estábamos en una gira campestre escolar cuando se declaró la ley marcial en Alemania Oriental como resultado de las revueltas en muchas ciudades, y especialmente aquí mismo donde nos encontramos.” A la calle se le cambió el nombre para conmemorar aquella manifestación del descontento de la gente.

En este sector semejante a parque que se conoce como el Tiergarten (Parque de los animales) hay varias atracciones para los turistas que representan las diversas indumentarias políticas que se ha puesto Berlín en el último siglo. Parece que han cambiado tan a menudo como la moda misma.

La Columna de la Diosa de la Victoria, una columna de 67 metros de altura en medio del bulevar, hace recordar la victoria sobre los franceses en 1871 y la era de los káiseres.

Cerca de allí está el Reichstag reconstruido, el edificio que sirvió de centro parlamentario no solo durante la monarquía, sino también durante la República de Weimar. En 1933 los nazis quemaron este edificio, acusando a los comunistas de incendiarlo. Como resultado, Hitler pudo hacer que se aprobara una ley para suprimir los derechos individuales.

El monumento conmemorativo ruso, que da prominencia a tanques voluminosos y a una enorme estatua de un soldado, y todavía está protegido por centinelas soviéticos, recalca qué ejército en realidad tomó a Berlín en 1945.

En cuanto al símbolo internacional de Berlín, la Puerta de Brandeburgo, está separado de lo demás por la presente realidad política. Está precisamente dentro de Berlín Oriental. Antes de que los comunistas construyeran el muro, la Puerta de Brandeburgo era el principal punto de paso para el tránsito de este a oeste.

Todas estas formas diferentes de gobierno, desde la monarquía de los káiseres, la República de Wimar y el Tercer Reich de Hitler, hasta la situación actual de una ciudad dividida en un país dividido en un mundo dividido han desplegado un solo denominador común: todos han resultado insatisfactorios.

“Cuando todavía estábamos aquí,” recordó Karin, “la ciudad estaba dividida en los cuatro sectores, pero se podía ir de un sector al otro sin dificultad, a menudo sin que siquiera se examinaran los papeles de identificación. Hasta el metro y el ferrocarril elevado corrían entre los sectores. Así huía la gente del régimen comunista: simplemente venían de la Alemania Oriental al sector oriental de Berlín, caminaban o viajaban a uno de los sectores de los Aliados y luego se registraban en el Campo de Refugiados de Marienfelde. Entonces eran asignados a otro campo o escuela y con el tiempo se les enviaba fuera por avión.”

En la mañana del domingo 13 de agosto de 1961 la policía de la Alemania Oriental tendió una cerca de alambre de púas para contener el fluir constantemente mayor de los refugiados. Los escurrimientos que siguieron a aquello fueron gradualmente sellados por un muro de bloques de concreto de tres a tres metros sesenta centímetros de altura, así como por un sistema de guardas, torres, perros policías y minas. Unos 60.000 berlineses orientales y alemanes orientales también quedaron aislados de sus empleos en los tres sectores occidentales.

Hoy el muro de Berlín zigzaguea por aproximadamente cuarenta y ocho kilómetros por la ciudad y está reforzado por aproximadamente ciento dieciséis kilómetros de cerca y muro colindando con la frontera de Alemania Oriental. Hay siete puntos de paso al Berlín Oriental, siendo el más famoso de éstos el Checkpoint Charlie, para los extranjeros. Otros dos puntos de paso se suministran para los alemanes occidentales, y hay cuatro para los berlineses occidentales que poseen permisos especiales. A lo largo de la frontera hay puntos de paso que llevan a tres carreteras que siguen aproximadamente los corredores aéreos hasta la República Federal, que se encuentra a 171 kilómetros de Berlín.

De ruinas y refugiados a prosperidad presente

“Vamos al campo de refugiados donde fuimos alojados,” fue la siguiente sugerencia de Karin. “Debe estar a lo largo del muro en alguna parte; recuerdo que mi madre se preocupaba mucho pensando que mis hermanos podrían vagar y equivocadamente entrar en el sector oriental.”

Karin inmediatamente reconoció el enorme edificio fabril de la calle Flotten, pero se sorprendió al enterarse de quiénes lo habitan ahora. Ahora este edificio se usa para alojar a extranjeros que han venido a Berlín a buscar empleo. La presencia de tantos turcos, griegos, yugoslavos e italianos subraya la actual economía berlinesa y alemana, que ha aumentado estratosféricamente en la última década. Karin comentó: “¡Y pensar que se supone que Alemania perdió la guerra!”

No hallamos mucho de los “ochenta millones de metros cúbicos de cascajo” a que se refieren los historiadores alemanes al describir el Berlín de la posguerra. De hecho, las más famosas ruinas se hallan en la calle principal de Berlín. La Iglesia Conmemorativa del káiser Wilhelm presenta edificios modernos de vidrio azul flanqueando las ruinas de los bombardeos a la torre antigua, conservadas como horrendo recordatorio de la guerra.

Enfrente de la iglesia está el famoso Centro de Europa, una ciudad en sí, que ofrece más de 1.600 metros de escaparates y donde se encuentra todo desde una taberna inglesa hasta una pista para patinar al aire libre que está abierta todo el año. Desde este centro principia la más famosa calle del Berlín Occidental, Kurfürstendamm, que presenta una serie de cafés en la acera y con calefacción entremezclados con escaparates que ofrecen lujos de toda clase. Los muchos centros nocturnos, cantinas y teatros testifican de la prosperidad actual de la gente, y revelan el amor de ésta a los placeres.

“Pero no dejes que esa apariencia te engañe,” advirtió Karin. “Veamos si han hecho algo para mejorar las casas detrás de estas tiendas.” Esta fue una parte de Berlín que no había cambiado durante los últimos diez años.

Alojando a la población

En esta gira de Berlín, Karin me informó algo sobre la historia de la ciudad. El 22 de abril de 1930, se decidió combinar siete ciudades, cincuenta y nueve municipalidades rurales y veintisiete predios en una “nueva municipalidad de Berlín.” Naturalmente esto produjo mucha variedad. Antes de la guerra, Berlín había aumentado a una población de cuatro millones y medio de habitantes. Estaban esparcidos en más de 880 kilómetros cuadrados, en los cuales fácilmente cabrían Munich, Stuttgart y Francfort juntas.

Hoy, Berlín Occidental tiene una población de dos millones y cuarto en poco más de la mitad de la zona original, apiñando así a más de 12.000 personas en cada milla cuadrada, en comparación con 600 por milla cuadrada en la Alemania Occidental.

El alojamiento en Berlín es variado. Las secciones más antiguas, como Wedding, apiñan hasta cinco casas viejas de apartamientos una detrás de la otra yendo desde la calle, solo con un pequeño patio en medio. Las espaciosas villas de Zehlendorf, extendidas en el bosque a lo largo del río Havel, ofrecen un contraste refrescante. Siguiendo el río hacia el Norte, estas mansiones empequeñecen hasta ser pequeños hogares semejantes a cabañas, como las de Heiligensee, apiñadas entre el lago Tegel y el río Havel.

Puesto que la única dirección hacia la cual puede ensancharse el Berlín Occidental es hacia el cielo, han brotado enormes edificios multifamiliares. El más famoso es el Märkisches Viertel, diseñado para alojar con el tiempo a más de 50.000 personas. A unos veinte arquitectos de diferentes países se les dio el trabajo de diseñar este proyecto. El resultado: casi treinta y dos kilómetros de calles nuevas flanqueadas por casas de apartamientos muy insólitos, de colores alegres, que van de tres a dieciocho pisos cada una, junto con un centro comercial, escuelas y terreno para recreación.

Pero el Berlín Occidental no es todo casas y tiendas. Casi el 17 por ciento de la zona consta de bosques, 7 por ciento de parques, y, extraño como parezca, otro 17 por ciento se dedica a diversas clases de agricultura. Karin y yo hasta viajamos a caballo y vimos dónde van a esquiar los berlineses en el invierno.

Cambios en el transporte

“¿Qué hay de un viaje en bote?” sugirió Karin. “A menudo tomábamos el transbordador para venir a Berlín.”

Los cuatro lagos del Berlín Occidental se combinan con los ríos Havel y Spree y varios canales para suministrar botes con no menos de ciento catorce kilómetros de vías acuáticas. El tener botes particulares ha llegado a ser tan popular en Berlín que algunas personas han alegado que es posible atravesar el río Havel yendo de bote en bote.

Berlín suministra una excelente red de transporte público, incluso el metro, el ferrocarril eléctrico elevado y los autobuses. Los tranvías han desaparecido de las calles de Berlín Occidental, mientras que todavía desempeñan un papel prominente en la parte oriental de la ciudad. Los noventa y siete kilómetros de líneas del metro que se usan en la actualidad en los sectores occidentales transportan velozmente a un promedio de más de 600.000 personas diariamente a través de la ciudad con un pasaje que cuesta cuarenta pfennigs (aproximadamente diez centavos de dólar). Dos de estas líneas pasan por el sector oriental, pero todas las estaciones orientales a lo largo del camino están cerradas salvo una, que está controlada por los soviéticos y sirve de punto de entrada al sector soviético. El ferrocarril elevado, todavía operado por los soviéticos aun en los sectores occidentales, refuerza las líneas del metro hasta rincones lejanos de la ciudad.

También pudimos ver algunos de los museos y castillos antiguos de Berlín. Y los 13.500 animales del parque zoológico más grande de Europa nos recibieron gustosamente, mientras que pareció que los moradores taciturnos del más grande acuario del continente no nos prestaron atención en absoluto. Una vista panorámica de la ciudad desde la torre de radio de casi 150 metros de altura completó nuestra gira. Al contemplar Karin la torre de TV del sector oriental, se preguntó quién podría estar mirándola a ella.

Alemania Occidental invierte dinero en los sectores de los Aliados de Berlín para subrayar su alegación de que el Berlín Occidental es el undécimo estado de la República Federal. Entretanto, los comunistas alegan que el Berlín Occidental es una unidad política independiente, mientras que clasifican al Berlín Oriental como la capital de la República Democrática Alemana. Parece que las reuniones de las cuatro potencias continúan interminablemente, y siempre que se considera algún tema importante en Europa, por lo general se incluye el “Problema de Berlín.” Es un problema para el cual las naciones no han hallado ninguna solución que sea mutuamente aceptable.

Demasiado pronto nos encontramos nuevamente en nuestro avión alejándonos de Berlín. Pero habíamos visto muchas cosas de las cuales hablar. A los ojos de Karin diez años de veras habían producido varios cambios, y para mí fue interesante escuchar las comparaciones que hizo ella entre el presente y el pasado.

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