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  • ¿Podría usted salvar una vida?
  • ¡Despertad! 1973
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¡Despertad! 1973
g73 8/11 págs. 8-12

¿Podría usted salvar una vida?

¿PODRÍA usted salvarle la vida a una persona en una emergencia? No hace mucho un norteamericano que vive en la República Dominicana se enfrentó de súbito a esa pregunta. La vida en peligro era la de la persona que más amaba... su esposa.

Su esposa había estado enferma con la gripe por algunos días y guardaba cama. Él no pensaba que la enfermedad de ella era grave; ella tenía menos de treinta años de edad y gozaba de relativamente buena salud. Así es que al volver un día a su casa para almorzar quedó sobresaltado al hallarla inconsciente. Al mirarla más de cerca, no halló evidencias de respiración. ‘Está muerta,’ fue el pensamiento que pasó como un relámpago por su mente. ¿Qué podía hacer?

Recordó haber leído algunos artículos sobre la respiración artificial. No, no el método de hacer presión sobre la espalda y levantar los brazos, sino el nuevo método de resucitación de boca a boca. Inmediatamente puso su boca sobre la boca de su esposa y comenzó el procedimiento lo mejor que podía recordarlo. Pero no lo estaba haciendo correctamente, porque el aire que soplaba en su boca salía por su nariz. Entonces recordó que es necesario mantener cerrada la nariz de la víctima para permitir que el aire entre en los pulmones. Hizo la prueba, y dio buenos resultados.

Mientras tanto llegó un vecino, vio la situación, e inmediatamente corrió calle abajo a la casa de un médico. El médico en ese momento estaba atendiendo un paciente, y no tenía prisa de irse. Sin embargo, cuando quedó convencido de que era una emergencia, vino. Más tarde el médico declaró que la vida de la mujer había sido salvada por la rápida acción de su esposo.

Es posible que usted se enfrente a una situación similar. Porque se calcula que tan solo en los Estados Unidos mueren de súbito 350.000 personas cada año. La mayor parte de estas muertes súbitas se deben a ataques cardíacos, pero muchas otras son a causa de envenenamiento por gas, electrocución, ahogamiento, sofocación y otros accidentes. Algunos expertos creen que a miles de estas personas se les podría haber salvado la vida si hubieran recibido ayuda inmediata.

Ilustra lo que se puede hacer en estos casos la experiencia de un administrador de línea aérea de 54 años de edad que sufrió un colapso en una cancha de golf en Seattle, Washington, la primavera pasada, víctima de un ataque cardíaco. Varios jóvenes a su alrededor se apresuraron a socorrerlo. No había evidencias de respiración o pulso; el hombre se había puesto azul oscuro por la falta de oxígeno. Desde el momento que la respiración cesa, una persona por lo general puede sobrevivir solamente por alrededor de cuatro a seis minutos antes que se produzca daño permanente al cerebro debido a la falta de oxígeno.

Así es que mientras un joven comenzó inmediatamente la respiración de boca a boca, otro colocó una mano sobre la otra encima del pecho del hombre y empezó a hacer fuertes presiones rítmicas, a razón de una por segundo. Cada vez que hacía presión, el corazón del hombre de hecho era exprimido, enviando la sangre transportadora del oxígeno hacia el cerebro, a solo unos pocos centímetros de distancia. Estas presiones repetidas también pueden estimular al corazón para que vuelva a latir por sí solo.

En breve empezó a desvanecerse el color azul del hombre. ¡Estaba recibiendo el oxígeno vivificante! Más tarde, llegaron los bomberos con un dispositivo de bolsa de aire para sustituir la respiración de boca a boca. Gracias a la pronta acción de los muchachos, el hombre todavía estaba vivo. Tres semanas más tarde, a mediados de abril, salió del hospital ¡sin haber sufrido ningún daño permanente en el corazón o en el cerebro!

Estos jóvenes están entre los miles de personas de Seattle y otras ciudades que han recibido entrenamiento en técnicas salvavidas. En realidad, estas técnicas son nuevas para la mayoría de las personas, pues eran desconocidas hasta para la mayoría de los médicos antes de 1960. No fue sino hasta fines de los años 1950 que se desarrolló la respiración artificial. Esto fue como resultado, en parte, de una emergencia que sucedió durante una comida al aire libre en el jardín de una casa en Crotonon-Hudson, Nueva York, en junio de 1957.

Se vuelve a descubrir la técnica salvavidas

De súbito se descubrió ese domingo por la tarde que faltaba el hijo de dos años y medio de edad del anfitrión. Unos instantes más tarde fue hallado, flotando con los pies para arriba en la piscina de natación. Lo sacaron, con la cara y cuerpo hinchados y su piel de un azul ceniciento, y lo acostaron sobre el césped. No se podía detectar ningún latido del corazón o del pulso. Después de tratar sin éxito el entonces recomendado método de respiración artificial de presión sobre la espalda y levantar los brazos, el padre se desesperó. En un artículo de una revista extensamente leída, él explicó:

“Lo que sucedió después sigue siendo una incógnita para mí, porque hasta donde recuerdo nunca había oído o leído de nadie que hiciera lo que hice.

“Vi que la boca y garganta de Geoffrey estaban llenas de líquido mezclado con lo que parecían ser partículas de alimento, y pensé que estas sustancias tenían que salir para que pudiera entrar aire. Me incliné sobre mi hijo, con mi mano izquierda mantuve su boca abierta y puse mi boca sobre la suya. Entonces succioné hasta que salió el líquido y la materia, lo escupí, succioné de nuevo hasta que la boca quedó limpia.

“Entonces algo —¿qué? ¿cómo?— me dijo que quizás podría forzar el aire dentro de sus pulmones por medio de soplar por su garganta. Respiré hondo y soplé suavemente dentro de su boca. . . . Continué soplando. . . . Repentinamente un sonido como de borbolleo vino del niño. Su pecho pareció moverse ligeramente. Puse mi mejilla cerca de su boca; el aire parecía estar entrando y saliendo por ella.”

Se llevó al niño rápidamente al hospital, y lo colocaron en una cámara de oxígeno. Varios días más tarde se fue a la casa, completamente restablecido de la tragedia que por poco ocurre, sin ningún efecto perjudicial.

Cuando dos médicos oyeron de la experiencia, quedaron extremadamente interesados. Poco tiempo después el padre fue invitado para hablar en Búfalo, Nueva York, a una convención de unos 200 médicos, estudiantes de medicina y representantes de grupos de rescate profesionales. Él explicó cómo había salvado a su hijo, y contestó preguntas. Pero la pregunta que no pudo contestar fue: “¿Dónde aprendió cómo hacer esto?”

Esto se debe a que allá en 1957 la respiración artificial de boca a boca era virtualmente una técnica desconocida. Evidentemente se usó en siglos pasados, pero hacía mucho que el método había sido olvidado en general. Rara vez se mencionaba en lugar alguno.

Por ejemplo, The Encyclopædia Britannica y The Encyclopedia Americana en sus ediciones de 1950 bajo “Respiración artificial,” describen solo el método por el cual la víctima es acostada sobre su estómago y una persona obliga sus pulmones a funcionar haciendo presión sobre su espalda y levantando sus brazos. La edición de 1957 del libro First Aid de la Cruz Roja Nacional de América del Norte, también recomienda este método de hacer presión en la espalda y levantar los brazos.

Cambia la opinión médica

Pero a medida que más y más personas informaban buen éxito con la respiración artificial de boca a boca, comenzó a producirse un cambio. El susodicho libro First Aid agregó una sección, comenzando en la página 242, que explica: “Este apéndice reemplaza el material en las páginas 117 a 125 [donde se recomienda y describe el método de hacer presión en la espalda y levantar los brazos].” El apéndice dice:

“El Comité Ad Hoc del Consejo Nacional de Investigación sobre Respiración Artificial de la Academia Nacional de Ciencias en su reunión del 3 de noviembre de 1958 revisó la información sobre respiración artificial. . .

“Los miembros del grupo Ad Hoc aprobaron unánimemente que la técnica de boca a boca (o de boca a nariz) de respiración artificial es el método más práctico de ventilación de emergencia de un individuo de cualquier edad que haya dejado de respirar.”

El método de boca a boca suministra un mayor volumen de aire a la víctima, hasta doce veces la cantidad promedio suministrada por expertos que usan otros métodos. También, la mismísima posición en la que se coloca a la víctima al administrar la respiración artificial de boca a boca —sobre su espalda con la cabeza inclinada hacia atrás hasta donde se estira su cuello— facilita la respiración porque abre el conducto para aire desde la boca a los pulmones.

Así es que se hizo un cambio en el método recomendado para revivificar a una persona que ha dejado de respirar. Reader’s Digest de agosto de 1959, declaró: “El año 1959 será señalado como un año revolucionario en los métodos de respiración artificial. . . . Casi toda organización importante de primeros auxilios en el país está volviendo a redactar su literatura oficial para hacer de la respiración artificial de boca a boca —frecuentemente llamada ‘respiración de rescate’— la primera alternativa de la resucitación de emergencia.”

Masaje cardíaco a pecho cerrado

Una técnica salvavidas aun más nueva es la compresión del corazón por medio de la presión controlada de la mano sobre el pecho. Se informa que lo originó un equipo médico de la Universidad de Johns Hopkins en 1960. No obstante, para que la sangre que se hace salir a la fuerza fuera del corazón contenga el oxígeno vital, es necesario suministrar aire a los pulmones. Es por esto que la respiración artificial de boca a boca es valiosa en combinación con esta técnica... como se ilustró por medio del reavivamiento del administrador de la línea aérea por aquellos jóvenes en la cancha de golf durante la pasada primavera.

Si el corazón de la víctima se detiene por alrededor de cinco minutos, la situación es irremediable, porque el cerebro ha recibido un daño irreparable. Sin embargo, casos aparentemente desesperados han sido reavivados con buen éxito, aun después de una hora de masajes al corazón. Esto se debe a que algunas veces el corazón todavía late, aunque el latido del corazón no se pueda detectar sin la ayuda de un estetoscopio. Por lo tanto en casos de una súbita detención del corazón, verdadera o aparente, es posible que usted pueda salvar a la víctima por medio de hacer lo siguiente:

Coloque la parte inferior de su mano derecha sobre la mitad inferior del esternón de la víctima, y su mano izquierda encima de la derecha. Entonces presione el esternón hacia adentro de cuatro a cinco centímetros con un firme empujón a un promedio de sesenta compresiones por minuto. Al mismo tiempo otra persona debe administrar respiración artificial de boca a boca.

Sin embargo, algunos han recomendado que el masaje del corazón cubierto no debería ser usado excepto por personas especialmente entrenadas para ello. Aun cuando se usa correctamente, pueden resultar costillas rotas. Y cuando se hace de una manera incorrecta, el hígado o un pulmón pueden ser perforados por una costilla rota. Sin embargo, debido a su probado valor, el Colegio Americano de Médicos, que cuenta con 20.000 miembros, recientemente ha recomendado emprender un programa educativo por todo el país para enseñar este procedimiento al público en general, así como la respiración artificial de boca a boca.

Una técnica fácil de aprender

La resucitación por medio de la respiración de boca a boca es una sencilla medida de primeros auxilios que puede aprender cualquier adulto o niño mayor. Puesto que puede salvar la vida de otra persona, ciertamente hay buena razón para que usted quiera aprender el método si es que no lo conoce. Muchas personas, sin ninguna experiencia o entrenamiento especial previos en su uso, han empleado el método para salvar vidas.

Puesto que una persona inconsciente quizás esté solamente desmayada, lo primero que hay que hacer es ver si está respirando. Haga esto colocando su oído cerca de la boca de la persona, con su cara vuelta hacia su pecho. Si está respirando, usted debe poder sentir el aliento de la víctima en su oído, y quizás observar los movimientos del pecho.

Si no hay indicaciones de respiración, asegúrese de que el conducto para aire de la víctima esté abierto. Algunas veces la lengua de una persona inconsciente se comba hacia la parte posterior de la garganta, cerrando este vital conducto para aire a los pulmones. Además, sangre, vómito, saliva u objetos medio tragados pueden cerrar el conducto para aire.

Abriendo el conducto para aire

Por lo tanto, el abrir el conducto para aire a los pulmones, es la acción más importante que uno puede efectuar para ayudar a una persona a respirar otra vez; de hecho, quizás eso sea todo lo que se necesite para restaurar la respiración. Por lo general no es difícil abrir un conducto para aire obstruido.

Con la persona inconsciente yaciendo sobre su espalda, primero levante su cuello. Esto hará que su cabeza caiga hacia atrás, extendiendo el cuello. Pero además, incline la cabeza hacia atrás completamente, hasta que no dé más. Se sorprenderá de cuán atrás irá la cabeza con el cuello completamente extendido. Habiendo hecho esto, el mentón estará apuntando casi verticalmente para arriba, con la coronilla de la cabeza descansando sobre el suelo. En esta posición la mandíbula y la lengua son traídas hacia adelante y el conducto para aire en la garganta queda limpio.

No obstante, de vez en cuando puede que también sea necesario limpiar la boca y la garanta de sangre, vómito, sobras de comida, u otras obstrucciones. Para hacer esto, envuelva un pañuelo limpio o papel de seda alrededor de sus dedos y quite la obstrucción. Si no hay disponible un pañuelo o un artículo parecido, use sus dedos. Recuerde que el padre que rescató a su hijo succionó los desperdicios con su propia boca y entonces los escupió.

Resucitación de boca a boca

Si esta rápida abertura del conducto para aire no restaura la respiración, comience inmediatamente a dar respiración artificial. Es vital actuar rápidamente. Recuerde, la persona inconsciente solo puede vivir de cuatro a seis minutos sin respirar. Así es que su propósito es hacer el trabajo de la respiración normal para la persona, forzando el aire a entrar y salir de sus pulmones.

Abra bien su boca y colóquela directamente sobre la boca de la víctima, sellándola apretadamente. Entonces cierre la nariz de la víctima, y sople dentro de su boca hasta que vea subir su pecho y sienta que se expanden sus pulmones. O puede soplar dentro de su nariz y mantener cerrada la boca. Si la víctima es un niño pequeño, ponga su boca sobre la boca y la nariz y sople adentro el aire.

A medida que usted sopla, los pulmones de la persona se deberían llenar con aire y su pecho se debería expandir. Si esto no ocurre, es probable que todavía haya alguna obstrucción en el conducto para aire. En ese caso, voltee a la persona sobre un costado con su cabeza inclinada hacia abajo y adminístrele fuertes golpes entre los omóplatos. Puede que esto desaloje el objeto. Un niño puede ser sostenido de los talones y se le pueden dar los golpes entre los omóplatos, la fuerza de los mismos dependiendo del tamaño del niño.

Cuando el conducto para aire se haya abierto y después de haber soplado el aire, ¿qué debe hacer a continuación? Retire su boca y tome otro resuello mientras escucha para ver si sale el aire de los pulmones de la víctima; también observe si baja su pecho. Entonces sople de nuevo el aire adentro, inflando repetidamente sus pulmones a razón de diez o doce veces por minuto para un adulto, y por lo menos veinte veces por minuto para un niño. Dé a un adulto soplos de aire más vigorosos, a un niño soplos más pequeños. Es importante que la cabeza de la persona esté apropiadamente inclinada todo el tiempo para mantener abierto el conducto para aire.

A medida que la víctima empieza a respirar por sí sola, su respiración será poco profunda y débil. Así es que haga que sus soplos coincidan con su débil respiración. Continúe ayudándole a respirar hasta que crea que su respiración es satisfactoria.

Si después de un tiempo sus esfuerzos con la respiración artificial no tienen buen éxito en comenzar la propia respiración de la víctima, quizás pueda interrumpir cada dos respiraciones con cinco o seis masajes cardíacos a pecho cerrado. No se rinda apresuradamente. Algunas personas han revivificado después de una hora o más de esfuerzos de resucitación.

¿Un método repugnante?

Algunos han puesto reparos a la resucitación de boca a boca por razones estéticas. Un cirujano británico, por ejemplo, dijo que el uso es repugnante “cuando uno se enfrenta a un posible cadáver.”

Es cierto, algunos quizás piensen de esa manera. Pero muchos otros se sienten como la mujer que no vaciló en tratar de salvar a una víctima de un ataque cardíaco. “En una emergencia así,” dijo ella, “uno no piensa que el procedimiento es repugnante. Todo lo que uno piensa es acerca de lo que puede hacer para ayudar a la persona impotente.” Una persona puede, si lo desea, colocar un pañuelo limpio entre su boca y la de la víctima.

Con frecuencia la tragedia ocurre cuando uno menos lo espera. Nunca sabemos cuándo uno de nuestros familiares queridos, o algún otro, de súbito puede dejar de respirar debido a un ataque cardíaco o un accidente. ¡Qué excelente es si sabemos cómo administrar los primeros auxilios que podrían salvar la vida de otro!

[Ilustraciones de la página 11]

Antes de administrar la resucitación de boca a boca, abra el conducto para aire levantando la parte trasera del cuello de la persona e inclinando la cabeza hacia atrás tanto como dé el cuello. Cierre la nariz de la víctima y sople dentro de su boca hasta que vea subir su pecho y sienta que se expanden sus pulmones. Repita las inflaciones de los pulmones doce veces por minuto

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