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  • Cómo hacerle frente al alza de precios

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  • Cómo hacerle frente al alza de precios
  • ¡Despertad! 1975
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  • Aproveche lo que tenga
  • ¿Podría ayudar un menú variado?
  • El comprar hábilmente puede reducir los costos
  • ¿Podría ayudarle un huerto?
  • ¿Realmente necesita usted eso?
  • Un ataque de FAMILIA contra los precios altos
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¡Despertad! 1975
g75 8/10 págs. 20-23

Cómo hacerle frente al alza de precios

EN TANTO me sacudía de las manos la espuma de jabón adherida del detergente que usé para lavar los platos, me preguntaba: “¿Cómo puedo hacerle frente al alza de precios?”

Casi rechacé la pregunta, pensando: “Eso es para los expertos y/o pruebas de laboratorio.” Entonces se me ocurrió: “Pero yo soy una ‘experta.’” Casi cincuenta años, que abarcan la Gran Depresión, conflictos mundiales, y el vivir en muchos continentes, me han proporcionado un caudal de experiencia en un oficio importantísimo... la economía doméstica, y esto en el “laboratorio” de mi propio hogar.

¿Podría ayudarme esta experiencia a hacerle frente al desafío de la economía actual con su inflación rápida? ¿Podría aprender de los errores pasados así como de los éxitos? Decidí organizar las experiencias que he tenido al hacerles frente a los precios altos. Permítame compartir con usted algunas de ellas.

Recuerdo lecciones de la niñez

Contemplé la pileta de la cocina. Ahora estaba libre de platos y al agua se había escurrido. Pero allí, mirándome fijamente a la cara, estaba una masa de densa espuma de jabón que rehusaba desaparecer. Recordé una lección que había aprendido a principios de mi niñez: No desperdiciar. Pero, ¿cómo puede evitar una persona perder unos restos de espuma de jabón? Pensé en dos cosas que me habían ayudado en el pasado:

(1) No suponer; medir. Debiera haber desdeñado la abertura tijereteada que me permitía hacer salir a chorros el detergente a la pileta. El medir siempre resulta en ahorros.

(2) Volver a usar el agua con el detergente. En América del Sur, por ejemplo, el lavado de la ropa va de pilas de ropas menos sucias a las más sucias, volviendo a usar cada vez las jabonaduras. Por último la misma agua jabonosa se usa para fregar el piso.

¿Le parece extremo eso? Es vital en países donde el precio del jabón y detergentes está casi fuera del alcance.

El alimento es otra cosa que muchas personas desperdician. Mi abuela solía cantar una pequeña rima que decía así: “No arrojes al suelo las migas que no quieras comer; pues a muchos niñitos bocado exquisito les debe parecer.”

Una de mis primeras tareas domésticas fue raspar toda la pasta del cuenco cuando se hacían bizcochos. Nada había de quedar en él. Ahora aprecio que estaba aprendiendo una actitud que ayudó a nuestra familia a sobrevivir la Gran Depresión de los años treinta. Puede ayudarle a usted a hacerle frente al alza de precios hoy.

Aproveche lo que tenga

En vez de arrojar las sobras, ¿por qué no sacar el mejor partido de la comida que tiene a mano? Por ejemplo, el menú de un día podría ser una torta de carne molida, patatas al horno y ensalada de col picada (repollo crudo). El resto de la col se puede cocinar para una comida posterior; y en cuanto a lo que sobra de la carne se puede desmenuzar, rociar con salsa de tomate y usarlo en una pizza, en arroz a la española o como salsa de carne para poner sobre los fideos. No es necesario comprar más carne para ese fin.

Muchos no se dan cuenta de que gran parte de lo que la gente arroja a los desperdicios es el secreto que ha hecho famosa en el mundo entero a la cocina francesa. Sí, la elegante “cuisine” francesa a menudo empieza con una olla de caldo hecho sabroso con los pedacitos que se recortan de la carne, las hojas o partes superiores de hortalizas y los huesos que vienen a parar en la olla en vez de en la basura.

Recuerdo que una vez en una “venta especial” hallé una tajada de carne de categoría inferior. Aunque estaba a casi el doble del precio de huesos para sopa, vi en ella un mayor poder nutritivo y la oportunidad de usarla en varias comidas. Corté en forma de cubos para sopa parte de la carne cocida. La mitad del resto fue con una pequeña cantidad de salsa (usando como base parte del caldo, espesado) para producir un seudo-biftec suizo. Usé la otra parte con una salsa picante que me había sobrado. Pocas personas pudieran darse cuenta de que estas tres recetas salieron de una fuente común, y con buenos ahorros.

¿Podría ayudar un menú variado?

¿Ha considerado usted que un cambio de menú de vez en cuando podría ser una ayuda al hacerle frente al alza de los precios? Resulta así especialmente si se preparan platos en los cuales se usa poca carne. Además de ahorrar valioso dinero en alimentos, el preparar un menú extranjero probablemente le deleitará a la familia.

Por ejemplo, el artículo principal de Oriente es el arroz. Los chinos hallan sus fuentes principales de proteínas, no en la carne, sino en los huevos y las hortalizas. La carne y el pescado, por lo general, sirven solo de condimentos o se usan en salsas para dar variedad y sabor. Una vez observé una clase de cocina china donde la receta requería 225 gramos de carne de res rebanada finamente. Debido a que los estudiantes querían saborear los resultados, se duplicó la receta. Esos 450 gramos de carne combinados con hortalizas hicieron tanta salsa deliciosa que cada uno de los veintisiete estudiantes pudieron tener un poco de carne con su sabroso plato de arroz.

El comprar hábilmente puede reducir los costos

Es indispensable comprar con habilidad si se desea hacer frente al alza de precios. Sea que frecuente un supermercado moderno, o los almacenes en lancha de Bangkok, se puede ahorrar dinero al comprar.

Un principio valioso al comprar es: No comprar más de lo necesario. En vez de comprar por kilo a veces es mejor comprar por gramo. No se debe creer que hay que comprar cierta cantidad de algo simplemente porque viene empaquetado de ese modo. No hay nada de malo en llamar al almacenero a fin de comprar una cantidad reducida, digamos 100 gramos de carne picada de res o una sola manzana, si eso es todo lo que se necesita. El comprar así no solo hace que rinda más el presupuesto limitado para alimentos, sino que también impide el usar más de lo necesario simplemente porque esté a mano.

¿Sabe dónde hay almacenes que venden productos de panadería del día anterior? Por lo general el pan que se compra allí cuesta la mitad de lo que costaba el día anterior.

¿Se da cuenta de que se puede comprar carne del mismo modo? Busque en los rincones alejados del mostrador de carnes envasadas. Un ama de casa de visita en California redujo su cuenta de la carnicería una tercera parte cuando descubrió una sección de carne del día anterior marcada “Especialidades del gerente.” No deje que el color gris pálido de algunas carnes del día anterior lo desaliente. Eso no significa, necesariamente, que se ha dañado. Cuando tenga dudas en cuanto a la carne, dependa de su olfato.

Pero ¿qué hay si su mercado no tiene una sección de carnes del día anterior? ¿Por qué no habla personalmente con el administrador y le pregunta si es posible comprar esos artículos a precios reducidos? Quizás se sorprenda al hallar que él ya tiene tal arreglo y tendrá gusto en incluirlo a usted.

Una pareja de Memphis, Tennessee, halló una manera interesante de ahorrar dinero en alimentos. Dándose cuenta de que recogían la mayoría de las noticias en la televisión, cancelaron sus suscripciones al diario y a las revistas que no se leían. Notaron, sin embargo, que en ciertos días los anuncios sobre artículos de almacén incluían cupones de descuentos impresos para artículos “de atracción,” que se vendían con descuentos para “atraer” a la gente al almacén. Como estos artículos a menudo eran los que se usan comúnmente, el comprar el diario de ese día al precio del mostrador de periódicos resultaba en ahorrar más de lo que se pagaba.

¿Podría ayudarle un huerto?

Cuando los precios de los alimentos obligaron a una pareja joven en Indianápolis a reducir los gastos, un huerto de legumbres parecía ser justamente lo que precisaban. Pero vivían en un departamento. ¿Qué podían hacer?

Después de mirar la propiedad de un vecino, el joven sugirió un arreglo: “Si le corto el césped durante todo el verano, ¿me permite labrar aquella sección para sembrar hortalizas?” Se estuvo de acuerdo; y ese huerto produjo generosamente para ellos y para sus amigos y hasta para el hombre con el cual hicieron el arreglo. ¿Podría ayudarle algo similar a hacer frente hoy al alza de precios?

Si usted está pensando en producir algunos alimentos, podría serle útil la técnica de la “cosecha múltiple.” ¿Qué es eso? En vez de sembrar toda la semilla al mismo tiempo, puede resultar beneficioso sembrarla a intervalos de una semana o dos. Así cuando un cultivo está listo para cosechar, otro está en camino. Al recoger las cosechas maduras queda libre el campo para sembrar más. En las Filipinas los expertos en la producción de cosechas han perfeccionado las cosechas múltiples a tal grado que menos de media hectárea ha producido trece toneladas. Este procedimiento puede acrecentar también la producción de su huerto.

¿Realmente necesita usted eso?

Probablemente haya notado que la mayoría de las cocineras emplean productos ya preparados o semielaborados como base de sus comidas. ¿Es realmente necesario emplear algo tan costoso? Aunque el pan comprado en la panadería, las salsas envasadas y los postres empaquetados y cenas congeladas aligeran las tareas, también aumentan la cuenta de la alimentación. El empezar desde el principio en la preparación de las comidas no solo reduce los costos, sino que da una satisfacción especial. El aroma del pan casero cocinándose en el horno y su sabor distintivo son cosas que no pueden igualar los productos comerciales. Y puede ser menos costoso.

Hoy en muchos países los anunciantes continuamente presionan a la gente a “comprar,” “comprar,” “comprar.” ¿Pero, necesita verdaderamente la gente todas las cosas materiales que les presentan? ¿Necesita usted todo lo que posee actualmente? Estas son buenas preguntas y deben considerarse cuando se piensa en hacer frente al alza de los precios.

Cuando una familia de tres en Indiana sintió el aprieto de la reducción del poder adquisitivo, decidió rebajar su nivel de vida por medio de vender su vivienda y comprar una más pequeña a casi la mitad del precio. Todavía tienen espacio adecuado para vivir; pero ahora los pagos de la hipoteca son 100 dólares menos al mes.

Puede utilizar un enfoque similar aun en su vivienda actual. El ponerse ropa más pesada al estar en la casa y correr las cortinas en las ventanas con corrientes de aire le ahorrará dinero en las cuentas del combustible. Otros ahorros resultarán si cambia de hacer llamadas telefónicas de larga distancia a escribir cartas. Y en vez de usar el correo aéreo indistintamente, ¿por qué no envía la correspondencia menos urgente por correo común? Los ahorros se pueden acumular rápidamente, lo mismo que los gastos.

Otra cosa que se puede hacer para hacer frente al alza de precios es seguir este importante principio: Jamás pida dinero prestado a menos que sea absolutamente necesario. Claro está que las tarjetas de crédito y las cuentas abiertas son de gran comodidad. Y quizás se le haya dicho que el costo del crédito es, por ejemplo, solo 1 1⁄2 por ciento después de treinta días. Pero, ¿se dio cuenta de que eso significa 1 1⁄2 por ciento al mes? Eso es por lo menos un 18 por ciento al año. Esta no es la manera de vencer el alza del costo de la vida.

Recuerdo un aviso comercial por la TV que proclamaba generosidad al prometer un préstamo de 5.000 dólares a pagar durante un período de treinta meses a solo 16 por ciento de interés. ¿Se da cuenta, sin embargo, que al prestatario se le podía pedir que devolviera hasta 7.000 dólares a ese tipo de interés? ¿No le parece mucho más sabio evitar comprar a crédito siempre que sea posible?

Un ataque de FAMILIA contra los precios altos

Una manera importante de hacerle frente al alza de precios es desarrollar una actitud de familia para con el problema. ¿Cómo se puede hacer eso?

Quizás en su familia, como sucede en muchos hogares norteamericanos, los hijos realizan tareas domésticas por lo cual reciben una mesada. Pero, ¿hay que pagarles por ayudar en los quehaceres domésticos? ¿Es eso en el mejor interés de ellos? Algunos jóvenes también tienen empleos fuera del hogar. ¿Pero con qué motivo hacen los hijos el trabajo? ¿Es solo para tener “su propio” dinero y comprarse cosas para ellos mismos? Ese motivo egoísta trae pocos beneficios a la familia en conjunto. Los padres hasta podrían considerar necesario insistir en que los jóvenes contribuyan al bienestar de la familia, lo cual pudiera resultar en relaciones tensas.

Cuánto mejor sería que los miembros de la familia desarrollaran una actitud basada en el principio bíblico probado práctico desde hace mucho: “Que cada uno siga buscando, no su propia ventaja, sino la de la otra persona.” (1 Cor. 10:24) Siguiendo ese principio, los padres no esperarán que los hijos cedan todos sus salarios; y los hijos no desearán quedarse con todo. ¡Qué beneficios resultan cuando los miembros de la familia trabajan juntos para el bien de todos! Resulta en una vida de familia íntimamente unida.

El hacer frente hoy al alza de los precios realmente presenta un desafío. Pero es un desafío al cual se le puede hacer frente con éxito si uno está dispuesto a efectuar algunos ajustes en su modo de vivir.—Contribuido.

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