Por qué aprecio mi marcapaso
AL INCLINARSE el médico para escuchar el latido del corazón del niño aún no nacido, supo inmediatamente que algo marchaba muy mal. En vez del acostumbrado ritmo fetal de 120 latidos por minuto éste disminuía a veces hasta a 48 latidos por minuto. El médico se dio prisa en llamar a otros facultativos para determinar la causa del problema. Antes que pudiera realizarse la diagnosis, nací, un mes antes de tiempo, el 11 de septiembre de 1944. El latido de mi corazón solo era de 48 a 60 pulsaciones por minuto. ¿La causa? Un bloqueo ventricular del corazón.
La mención de un bloqueo ventricular del corazón suena peor de lo que el problema en realidad es. En mi caso esto significa que los atrios laten normalmente, pero los ventrículos no siempre reciben el mensaje. Esto hace que el latido del ventrículo sea mucho más lento, de entre 30 y 40 latidos por minuto, mientras que los atrios tienen un latido de entre 60 y 80 latidos por minuto. Puesto que los ventrículos ejecutan la verdadera acción de bombeo del corazón, yo recibía solo la mitad del flujo sanguíneo que recibe la persona media. El médico creyó que, según los registros, ésta era la primera vez que se había hallado este problema cardiaco en alguien antes de nacer. Se le informó a mi madre que el promedio de vida en mi caso sería corto porque la ciencia médica no tenía remedio para este problema.
Después del primer año que fue muy difícil empecé a estabilizarme y ponerme más fuerte. Durante mi niñez fue necesario limitar severamente mis actividades físicas. Tenía que dormir un rato varias veces durante el día, y en la escuela no podía participar en la educación física ni en los deportes. Casi todos mis amigos eran testigos de Jehová quienes consideraban mis limitaciones pero me incluían en sus actividades. Era adolescente cuando volvimos a consultar con un médico, pero dijo que no se podía hacer nada más.
Me resigné a mis limitaciones físicas, reconociendo que tenía que observar un estilo de vida restringido si quería seguir viviendo. Después que me gradué de la escuela de segunda enseñanza descubrí que podía trabajar parte del tiempo, y esto ayudó a pagar mis gastos en la familia. Por más o menos un año y medio pude servir de “precursor” un mes sí y otro mes no, meses durante los cuales dedicaba por lo menos 75 horas a compartir mi fe cristiana con otros. Esta fue una actividad sobresaliente de mi vida temprana.
Consigo un marcapaso
A fines de 1965 mi tía, una enfermera no diplomada, llegó a conocer un médico cardiovascular que estaba intensamente interesado en un tratamiento médico progresivo que se llamaba “marcapasos.” Mi tía le explicó a este médico mis circunstancias. Le preguntó si un marcapaso me ayudaría. Se hicieron los arreglos para una visita inicial. Después de algunos exámenes preliminares, este médico insólitamente considerado dijo que estaba seguro de que un marcapaso mejoraría mi situación.
El médico explicó que el marcapaso es un pequeño instrumento electrónico que se alimenta con pilas y que generalmente está encerrado en plástico duro, con una conexión de enchufe para los alambres que van al músculo cardiaco. Esto invierte la polaridad de la carga eléctrica del músculo cardiaco y hace que se contraiga el músculo y así bombee la sangre. Estos impulsos eléctricos que van con regularidad al músculo cardiaco causan un latido cada vez, lo cual resulta en latidos razonablemente normales.
Se usan varias clases de marcapasos. Los tipos más tempranos eran unidades de ritmo fijo. Estos funcionan sin variar a un ritmo fijado de antemano, generalmente de 72 latidos por minuto. Sin embargo, el tipo más común es la unidad “de demanda.” Cuando el corazón no mantiene su actividad rítmica, la unidad percibe esto y asume la carga. Pero cuando el corazón vuelve a establecer su ritmo, la unidad lo percibe y no interfiere.
El médico pidió que me presentara en el hospital para unos exámenes especiales, los cuales incluían un cateterismo cardiovascular. Para este último examen me tuvieron que hacer pequeñas incisiones en los brazos y meter tubos por las venas hasta llegar al corazón. ¡Durante todo esto estaba despierto y sabía lo que pasaba!
En una ocasión, me introdujeron cuatro catéteres, dos en cada brazo, al mismo tiempo. Así los médicos pudieron examinar las paredes y cavidades de mi corazón en busca de agujeros o defectos. Hasta pudieron introducir los alambres de un marcapaso directamente en el músculo cardiaco y probar si un marcapaso corregiría mi problema. Los resultados mostraron que el marcapaso anularía el bloqueo de mi corazón y aceleraría los latidos del corazón al ritmo normal fijado de antemano en el marcapaso. Los médicos no hallaron ningún otro defecto en mi corazón.
Se fijó la fecha del 23 de enero de 1966, un mes después, para la implantación del marcapaso en mi cuerpo. Me hicieron una incisión en el abdomen, e implantaron el marcapaso reemplazable. La razón por la cual colocaron el aparato en la zona del abdomen fue que en ese tiempo solo pesaba 43 kilos, ¡y ésa era la parte más gorda de mi cuerpo! Se hizo otra incisión entre mis costillas del medio. Esto era necesario para conectar los alambres del marcapaso al corazón. Se cosieron los alambres al tejido cardiaco del ventrículo para asegurar un buen contacto para los impulsos eléctricos del marcapaso.
El comienzo de una vida nueva
Me restablecí rápidamente y en 10 días pude salir del hospital. Mis amigos y los miembros de mi familia notaron que tenía un color de rojo subido debido a la cantidad adicional de sangre que ahora fluía apresuradamente por mis vasos sanguíneos. Después de seis semanas de convalecencia, volví a mi trabajo solo para hallar que mi puesto había sido eliminado durante mi ausencia. Después de un período breve hallé otro empleo, y fue bueno que no demoré mucho porque ya empezaba a desarrollar nuevas metas y actitudes.
Lo primero que hice fue empezar a cambiar mi actitud de “No, no puedo hacer eso” a “Sí, creo que puedo hacerlo.” Oh, sí, todavía tenía limitaciones, pero empecé a aprender que tenía nuevos máximos, especialmente en la zona de las actividades físicas. Descubrí que podía trabajar tiempo completo. Con el tiempo, me mudé a mi propio apartamento, y por primera vez en mi vida pensé en casarme.
Conocí a la que más tarde llegó a ser mi esposa la noche antes de la cirugía para la primera implantación. Ella todavía habla de cómo le parecía que este joven tenía un relato exagerado que contar, pero más tarde se enteró de que todo ello era la verdad. Comencé a trabajar muy duro para pagar todas mis cuentas médicas y también para amueblar una casa después que nos casáramos. Pude demostrar a mi familia y a mis amigos que estaba físicamente capacitado para mantener a una esposa y familia.
Nos casamos en 1967. Cuando esperábamos el nacimiento de nuestro primer niño nos preocupábamos por la posibilidad de que heredara mi defecto cardiaco, aunque el médico decía que no era muy probable. ¡Qué alivio sentimos cuando la niñita nació con un corazón sano!
Reemplazos de los marcapasos
Mi marcapaso era un modelo de 24 meses, que era todo lo que duraban las pilas. Esos dos años me parecieron muy cortos. Entonces tuve que regresar al hospital para obtener una unidad de reemplazo. Esta vez la cirugía fue mucho más fácil. El médico solo tuvo que hacer una incisión, cortar y separar la carne del marcapaso, desenganchar sus alambres, quitarlo y enganchar el nuevo aparato. Entonces cerró la incisión con costura. La cirugía tomó más o menos una hora, y para ello se me administró una anestesia general. Pasé tres días en el hospital, y pude volver a trabajar dentro de una semana.
Al principio el marcapaso me daba la sensación de que llevaba una hebilla grande de cinto en la cintura, y hasta sobresalía un poco de la zona del estómago. Con el tiempo, al aumentar de 43 kilos a 69 kilos, el médico pudo colocar el reemplazo un poco más adentro, y así resaltaba menos.
El siguiente reemplazo fue básicamente lo mismo que el anterior. Pero entonces, en 1972, el médico empezó a usar un nuevo procedimiento. Entré en el hospital como paciente externo, y se efectuó la cirugía mientras estaba despierto; ¡pude observar todo! Primero, me administraron anestesia local. Entonces me hicieron una incisión, y la unidad vieja fue reemplazada por el nuevo aparato. Esto tomó casi una hora, y aparte de la primera incisión y las inyecciones de anestesia no sentí ninguna incomodidad verdadera. Sin embargo, es obvio que el que uno esté despierto mientras le operan puede causar alguna tensión.
Hallé algo de qué agarrarme y lo hice con tanta fuerza que tenía las manos doloridas después. Para no pensar en lo que estaba pasando, hablé sin cesar durante esa hora. Cada movimiento que el médico hacía, por más ligero que fuera, era amplificado en mi cuerpo. Sentía como si estuvieran moviéndome las entrañas de un lugar a otro, aunque en realidad hubo muy poco movimiento. Terminada la hora, estábamos bromeando y riendo. Luego me vestí y anduve al automóvil para ir a casa.
Este nuevo procedimiento cuesta mucho menos, puesto que se elimina la estancia en el hospital. Además, la convalecencia es más rápida porque el cuerpo no tiene que luchar contra los efectos de la anestesia general. Volví a trabajar en tres días.
Otra ventaja de los marcapasos nuevos es que el médico puede hacer ciertos ajustes desde el exterior del cuerpo. Por ejemplo, con el uso de una pequeña caja electrónica se puede fijar la frecuencia de latidos que se desea por minuto, sea de 60, 70, 80 ó 90. También, se puede establecer la intensidad del impulso electrónico para que sea baja, mediana o alta. Así, en caso de que se necesite un cambio debido a un problema médico o un período de actividad adicional, se puede ajustar el latido del corazón durante una visita a la oficina. En 1973 pude ir a Israel en una gira arreglada por la Sociedad Watchtower Bible and Tract. El médico me aumentó el ritmo del corazón a 80 latidos por minuto, y esto resultó tan satisfactorio que desde entonces hemos mantenido ese ritmo.
Bendiciones, seguidas por una tragedia
Este período de mi vida fue muy feliz. Tenía una esposa maravillosa, dos hijas hermosas, un hogar lindo y un trabajo que me permitía suficiente tiempo para mis actividades cristianas. También servía de anciano en la congregación cristiana. Pocos de mis hermanos y hermanas tenían la menor idea de que había estado tan limitado más temprano en mi vida, o de que un marcapaso controla mi corazón.
Por supuesto, aun así no tenía toda la energía que me hubiera gustado tener. De modo que tenía que dividir mi energía entre varias actividades... alguna para mi empleo seglar, alguna para tener tiempo con mi familia así como para las reuniones cristianas, para preparar discursos y para participar con mis compañeros Testigos en la obra de predicar de casa en casa. Por lo general esto quería decir que al llegar a casa del trabajo dormía un rato antes de ir a nuestras reuniones. Yo no era como la mayoría de las personas; cuando me sometía a esfuerzo excesivo no tenía energía de reserva para apoyarme. Pero hice los ajustes mentales que precisaba para mostrar equilibrio en mi punto de vista y en mis actividades.
Sucedió que un domingo por la tarde en el verano de 1975 mi esposa y yo íbamos en automóvil al hogar de mi suegra para traer a casa a las niñas. Habían pasado toda la noche con ella. ¡Un joven que venía conduciendo en la dirección opuesta se durmió al describir una curva y chocó con nosotros de frente! Asombrosamente no nos mató, pero los dos fuimos gravemente lesionados. Mi tobillo estalló, pues todavía estaba comprimiendo el pedal de freno cuando chocamos.
Nos llevaron a un hospital local. En la sala de emergencia lo primero que hice fue pedir que los médicos examinaran mi marcapaso. Todavía latía con regularidad, pues el accidente no lo había afectado. Cuando el ortopedista vino a verme acerca del pie, le pregunté: “¿Puede arreglarlo?”
“Sí, creo que sí,” contestó.
“¿Volveré a andar?” quería saber.
“Es demasiado temprano para poder decirlo.”
“¿Puede operarme sin transfusiones de sangre, porque soy testigo de Jehová?”
“No,” dijo él.
“¿Puede usted hallarme un médico que lo haga?”
El médico que atiende a nuestra familia sabía de alguien. Cuando le hice a este médico las preguntas que acabo de mencionar, recibí las mismas respuestas con la excepción de la tercera. Dijo: “Es un poco más arriesgado sin la sangre, pero si usted está dispuesto, yo también lo estoy.” De modo que dije: “Prosiga.”
El médico pudo tomar más tiempo que lo acostumbrado en la cirugía porque con el latido regular y controlado del marcapaso había menos posibilidad de que se desarrollaran complicaciones. La operación duró cuatro horas y fue necesario usar dos tornillos y dos clavijas de metal para mantener unido el tobillo. Gracias a nuestra familia y a los hermanos de nuestra congregación local que bondadosamente se encargaron de las tareas domésticas y de prepararnos las comidas, mi esposa y yo nos mejoramos constantemente. ¡Qué feliz me siento al decir que puedo andar!
Perspectivas felices
Durante este tiempo vivíamos en la zona meridional de California. Pero después de hablar con los representantes viajantes de los testigos de Jehová que visitaban nuestra localidad y de orar al considerar el asunto, decidimos mudarnos a una zona rural en el norte de Arizona donde pudiéramos prestar más ayuda en el adelanto de la obra de predicar de los testigos de Jehová. Durante los pasados dos años he podido, de vez en cuando, participar en la obra de “precursor,” y también mi esposa ha podido hacerlo. Hemos tenido muchas bendiciones al hablar con nuestros vecinos acerca del mensaje de la Biblia y al trabajar con nuestros hermanos cristianos.
No hay duda alguna de que un marcapaso artificial ha extendido mi vida, y ciertamente la ha mejorado. Debido a los problemas que he tenido con el corazón, me he familiarizado más con sus funcionamientos que posiblemente la mayoría de las personas. Es cierto que actualmente hay muchas cosas que pueden funcionar mal en el corazón y que funcionan mal, y, a lo mejor, un marcapaso artificial solo puede corregir ciertos problemas temporalmente. Pero cuando uno estudia las maravillas del corazón, puede ver que tiene la posibilidad de latir para siempre.
Existe esta potencialidad porque nuestro Creador, Jehová Dios, originalmente se propuso que las criaturas humanas vivieran para siempre en la tierra en felicidad. Y es cosa segura que ese propósito se realizará, así como promete la Biblia: “Dios mismo estará con ellos. Y él limpiará toda lágrima de sus ojos, y la muerte no será más, ni existirá ya más lamento ni clamor ni dolor. Las cosas anteriores han pasado.” (Rev. 21:3, 4) ¡Qué maravillosa perspectiva, por lo tanto, tenemos ante nosotros! ¡Sí, se ha acercado un nuevo sistema en el cual todos disfrutarán de salud vigorosa, sin el indicio más leve de que haya algún trastorno en el corazón o en ninguna otra parte del cuerpo!—Contribuido.
[Ilustración de la página 12]
El marcapaso implantado en la pared abdominal con los electrodos conectados a la pared del corazón