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  • La fauna silvestre... ¿está desapareciendo?
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La fauna silvestre... ¿está desapareciendo?

EL PULSO humano se acelera ante la presencia escalofriante del mal, mientras el sonido inequívoco que producen las armas automáticas rompe el silencio y hace eco repetidas veces en la lejanía. Las víctimas están tan distantes que no es posible oírlas tambalearse y caer al suelo, ni verlas retorcerse en el polvo mientras sufren la agonía de la muerte. Acérquese y cuente los muertos. Hay centenares de ellos, tal vez 300.

Los verdugos se han ido. No tenían la menor intención de enterrar a los muertos. Las víctimas inocentes, a las que se ha despojado de su riqueza material, quedan abandonadas donde cayeron para que se pudran bajo el sol, o para que se las coman los animales que se alimentan de carroña. Una mirada a la carnicería que ha habido nos recuerda gráficamente los peligros y la creciente y desenfrenada matanza a que se enfrentan las víctimas que llevan artículos de gran valor pero no tienen los medios adecuados de protección ni prácticamente ningún lugar donde ocultarse.

Multiplique por miles esa escena. Cuente la cantidad total de muertos en decenas de miles. Sólo entonces podrá usted empezar a tener una idea exacta de la matanza despiadada mediante la cual se está diezmando a lo que en un tiempo formaban grandes manadas de elefantes africanos. Hoy se les está matando con mayor rapidez que lo que pueden reproducirse, y hay gran temor de que pronto tengan el mismo destino que tuvieron los bisontes, que en un tiempo vagaron en grandes cantidades por las planicies de Norteamérica, solo para que el hombre los matara en masa hasta casi extinguirlos.

Los grandes elefantes han dado la vida por aquellos humanos a los que les llaman la atención las cosas exóticas. Costosas esculturas de marfil, que varían desde algunos metros de altura hasta el tamaño de un dedal, tienen gran demanda entre las personas que pueden darse el lujo de comprarlas. Hace veinte años, el precio del marfil era más o menos tres dólares por medio kilo. Hoy la misma cantidad se vende a 40 dólares (E.U.A.). Se ha calculado que 2.300 elefantes perdieron la vida para proporcionar la cantidad de marfil valorada en 8.300.000 dólares que los Estados Unidos importó tan solo en 1980.

Aun un cazador furtivo de elefantes con un conocimiento mínimo de matemáticas sabe que su presa, cuyos colmillos pesen, digamos, unos 45 kilos, pudiera rendirle una ganancia de por lo menos 8.000 dólares en el mercado de marfil. En Tanzania la policía confiscó una reserva escondida de colmillos valorada en 360.000 dólares, resultado de la labor de cazadores furtivos. Las medidas enérgicas que han tomado los guardas de caza y los guardabosques de algunos países africanos han resultado en una serie de muertes tanto de cazadores furtivos como de guardabosques. “Es como si estuviéramos en guerra”, dijo cierto guarda. Pero debido a los altos precios que la gente paga por colmillos de marfil, los cazadores furtivos están dispuestos a correr el riesgo. Algunos guardas de caza hasta se han rebelado contra su propia causa y se han unido a los cazadores furtivos. Con la muerte de tan solo un elefante grande que tenga colmillos se pudieran obtener ganancias que superarían el salario anual de un guardabosque.

Las personas a quienes les llaman la atención las cosas exóticas no necesariamente quedan satisfechas con esculturas de marfil. Tal vez estén dispuestas a pagar 400 dólares por un maletín hecho de piel de elefante, o a comprar un cesto de papeles o un paragüero hechos de las patas de un elefante. Otras personas quizás se encaprichen con un portalápiz hecho de la pata de una simple cría de elefante. Puede que a un hombre le agrade la idea de tener un monedero hecho de piel de elefante, y a una mujer tal vez le guste lucir una cartera o un cinturón de piel de elefante. Pero ¿han considerado tales personas el hecho de que un elefante murió para que ellas pudieran tener algo poco común?

Los cazadores furtivos se han vuelto tan insensibles a la matanza desenfrenada de estos animales que en algunos países envenenan los charcos de agua de los cuales beben no solo los elefantes, sino también otros animales. Sea que se empleen lanzas envenenadas, frutas envenenadas, dardos, trampas, fuego o armas automáticas, el indefenso elefante es presa fácil de los que tienen una sola intención: ¡matar! Y efectivamente eso es lo que hacen; en el África oriental matan hasta 70.000 elefantes al año.

No hace mucho en Uganda había 49.000 elefantes. Algunos soldados del ejército del entonces presidente, Idi Amin, se hicieron cazadores furtivos de media jornada y sistemáticamente mataron a tiros a miles de elefantes, a los que, después de cortarles los colmillos, dejaban tirados para que se pudrieran donde habían caído muertos. En cierta ocasión, los guardabosques contaron 900 esqueletos tan solo en una zona.

En 1979 el gobierno de Amin fue derrocado, pero, lamentablemente, no hubo tregua para los elefantes de Uganda. Hoy las armas del ejército de Amin —sea que las hayan abandonado los soldados en fuga o hayan sido confiscadas— son posesiones muy valiosas en manos de los cazadores furtivos. Con ellas los cazadores furtivos pueden matar metódicamente cualquier cosa que se mueva y por la cual se pueda obtener ganancia en efectivo. Hoy quedan más o menos 1.500 elefantes en Uganda.

¿Cuándo terminará esta matanza? Mientras haya consumidores a los que les importe poco la preservación del elefante y que pidan o compren artículos exóticos, es difícil ver cómo se puede impedir la extinción del elefante salvaje de África.

Lamentablemente, el elefante no es la única especie en peligro de extinción a la que le crece esa codiciada clase de colmillos de oro blanco. Tan desenfrenada ha sido la caza de los rinocerontes negros de África, a los que les crecen cuernos que miden entre 30 y 60 centímetros de largo, que la población de aproximadamente 100.000 rinocerontes que había hace diez años ha disminuido actualmente a una cifra entre 10.000 y 20.000. Como en el caso del elefante, también se está destruyendo al rinoceronte a un paso más acelerado que el paso al que puede reproducirse. Los expertos hablan con amargura de la posible extinción de todos los rinocerontes salvajes de África. “Las perspectivas de que sobrevivan en la selva están envueltas en pesimismo”, dicen ellos.

Tal vez las personas adineradas no vacilen en pagar 40 dólares por cada libra (454 gramos) que pese una escultura hecha de colmillos de elefante, pero quizás hagan un gesto de incredulidad ante los precios a que se venden los cuernos de rinoceronte... en muchos casos a la asombrosa suma de 14.000 dólares la libra. ¿A qué se debe este precio tan alto? En algunos países se cree tradicionalmente que los cuernos pulverizados de rinoceronte tienen propiedades mágicas y curativas, y son altamente estimados como afrodisiacos para las personas que están perdiendo sus facultades sexuales. Por eso, los acaudalados pagan grandes sumas por estos cuernos.

Los expertos en medicina no hallan prueba alguna de que los cuernos pulverizados de rinoceronte sean un afrodisiaco. Daría igual que las personas impotentes guardaran su dinero y se comieran las uñas o el cabello que les corta el peluquero, pues los cuernos de rinoceronte y las uñas de los seres humanos contienen la misma sustancia, llamada queratina. No obstante, muchas personas están convencidas de que no da lo mismo, y están dispuestas a pagar en el mercado al por menor más de 600 dólares por cada onza (28 gramos) de cuernos pulverizados de rinoceronte, lo cual deleita a los cazadores furtivos. Cierto guarda de caza hizo el siguiente comentario: “En tres semanas no quedaría aquí ni un solo rinoceronte”, si no fuera por las patrullas. Puesto que muchos asiáticos todavía creen que los cuernos de rinoceronte tienen propiedades mágicas, la especie asiática se ha cazado hasta casi quedar extinta.

En Yemen del Norte los cuernos de rinoceronte son altamente estimados en la fabricación de mangos de dagas, las cuales los varones de 12 años en adelante llevan tradicionalmente a la cintura. Las dagas llevan decoraciones de plata y oro, y los yemenitas del norte están dispuestos a pagar enormes sumas por ellas, desde 6.000 hasta 13.000 dólares. En menos de una década, de acuerdo con los informes que se han publicado, Yemen del Norte ha importado en cuernos de rinoceronte un total de casi 22.680 kilogramos, lo cual representa unos 8.000 rinocerontes. ¡Cuánto cuesta la tradición!

Lejos de las grandes extensiones de terreno donde se encuentran los elefantes y rinocerontes de África, la morsa, que mide casi 4 metros de largo y pesa 1.360 kilogramos, descansa sobre su témpano de hielo en el Ártico. Los grandes colmillos puntiagudos que apuntan hacia abajo y dan a la morsa una apariencia impresionante, son de marfil... y miden casi un metro. Hubo un tiempo en que los esquimales eran casi los únicos que cazaban morsas; las usaban para alimentarse, y tallaban a mano los colmillos de éstas para venderlos por dinero. Ahora se busca mucho a la morsa como suplidora de marfil, y cada año se mata a unas 5.000 de ellas. Si la matanza aumentara, alguien tendría que decir a las morsas que se reproduzcan con mayor rapidez, o si no, figurarán entre los animales que han desaparecido de la fauna silvestre.

Y queda más por relatar, mucho más. El animal más rápido que se conoce, el guepardo, ha corrido, según se ha cronometrado, a una velocidad de 113 kilómetros por hora. Sin embargo, ni él puede correr lo suficientemente rápido como para escapar del depredador más salvaje, el hombre. Este hermoso animal de pelo liso y brillante color amarillento con manchas negras por todo el cuerpo, fue en un tiempo el orgullo de la India, y abundaba en las planicies de África y Asia. Pero desde principios de este siglo, se ha cazado al guepardo de modo tan implacable que ha desaparecido totalmente de la India, y casi se ha extinguido en el resto de Asia. En África, lamentablemente, hay solo una pequeña cantidad de guepardos, y cada década la cantidad disminuye a la mitad de lo que era a principios de la década.

¿A qué se debe la matanza del guepardo de manera tan despiadada? Se debe a que cierta dama desea un nuevo abrigo, y le agradaría muchísimo que estuviera hecho de la piel del hermoso guepardo, especie que está desapareciendo. Los cazadores furtivos hallan que los deseos de la dama son sumamente remunerativos. Hace poco se informó que se confiscó un cargamento de 319 pieles, las cuales formaban parte de la cosecha ilegal de los cazadores furtivos, y que, según se informó, representa “una disminución de entre 5 y 10 por 100 en la cantidad total de guepardos salvajes”. La moda y la vanidad promueven la extinción de esta hermosa criatura.

También, las bellas pintas del majestuoso leopardo hacen que su piel sea extremadamente valiosa en la confección de abrigos. ¿Cuán valiosa? Vale más o menos 10.000 dólares en el mercado del cazador furtivo. Es patente que solo las personas acaudaladas pueden darse ese lujo. No obstante, la cantidad de personas que pueden permitirse ese lujo va aumentando, y por eso también aumenta la demanda de pieles de leopardo, mientras todavía quede algún ejemplar. En ciertos países hay leyes que prohíben la importación de pieles de leopardo para la confección de abrigos, pero para las decenas de miles de leopardos que dieron su vida por causa de la moda, esta medida ya no es de ningún beneficio.

Lo mismo puede decirse respecto al tigre, el miembro más grande de la familia de los felinos. En un tiempo fue el rey de la fauna silvestre de Asia, pues había una gran cantidad de ellos en casi toda la parte meridional del continente, y reinó supremamente hasta el siglo XIX. Pero no tenía algo absolutamente necesario para sobrevivir... la habilidad de usar armas para repeler a su peor enemigo, el hombre. No podía disparar en defensa propia. ¿Puede imaginarse usted cuántos cazadores valerosos de entre los seres humanos saldrían a la caza del tigre si éste pudiera disparar en defensa propia? El caso es que los hombres han matado despiadadamente a los tigres y han destruido su habitat natural, de modo que hoy quedan tan solo unos cuantos ejemplares. El tigre es otra especie que está en peligro de extinción.

¿De qué valor pudiera ser para el hombre el gorila, aparte de servirle de alimento en algunos casos excepcionales? Rara vez se oye de un abrigo de gorila, y los dientes de gorila no proporcionan marfil. Pero los hombres todavía matan a los gorilas para utilizarlos como trofeos. Hasta les cortan las manos para convertirlas en ceniceros. Debido a la caza furtiva de gorilas y la destrucción de su habitat natural, la población de gorilas está disminuyendo rápidamente en África. Los científicos temen que esté en peligro la supervivencia del gorila.

Hubo un tiempo en que se creía que la cantidad de animales salvajes era inagotable. Pero, por ejemplo, ¿puede hasta una fuente aparentemente inagotable como ésa prescindir de 10.000 zebras en cinco años, para utilizarlas en la fabricación de tambores y alfombras para turistas, sin que empiece a agotarse? Sin embargo, la matanza continúa, y parece que la fauna silvestre quedará relegada al olvido.

Lo triste es que, en gran parte, la muerte de estos animales no ha tenido el propósito de satisfacer estómagos vacíos, sino la vanidad. La gente no necesita abrigos de leopardo ni de guepardos. Podemos prescindir de los maletines o las carteras de piel de elefante. ¿Quién tiene la necesidad extrema de ponerse un par de zapatos que sea tan poco común que para fabricarlos tenga que morir un raro ejemplar de varano o un cocodrilo? Cuando usted piensa en comprar un objeto tallado en marfil, ¿le molesta la conciencia al pensar en un elefante que se retuerce en el polvo y al que le cortan los colmillos mientras sigue con vida, simplemente para satisfacer un capricho de usted? Recuerde que mientras haya demanda por dichos artículos exóticos, los animales seguirán muriendo, y habrá especies que se extinguirán.

A pesar de que en muchos países se han pasado buenas leyes para tratar de impedir la desaparición de ciertas especies de animales salvajes, es lamentable decirlo pero ya se ha hecho mucho daño. No obstante, existe la esperanza de que en años venideros todavía habrá animales en la Tierra para el disfrute del hombre. En una profecía que refleja las condiciones que existirán bajo el Reino de Dios, la Biblia dice: “El lobo y el cordero vivirán en paz, el tigre y el cabrito descansarán juntos, el becerro y el león crecerán uno al lado del otro, y se dejarán guiar por un niño pequeño. La vaca y la osa serán amigas, y sus crías descansarán juntas. El león comerá pasto, como el buey”. (Isaías 11:6, 7, Versión Popular.)

¡Pero ay de los que muestran desprecio por la Tierra de Dios al destruir desenfrenadamente Su fauna silvestre! Él ciertamente ‘causará la ruina de los que están arruinando la tierra’. Ha prometido que lo hará. (Revelación 11:18.)

[Comentario en la página 8]

El que los humanos quieran estar a la moda y satisfacer su vanidad está promoviendo la extinción del hermoso guepardo

[Fotografía en la página 4]

A los elefantes de África, que una vez formaban grandes manadas, se les está matando con mayor rapidez que lo que pueden reproducirse

[Ilustración en la página 5]

La morsa es una fuente importante de marfil. Se mata a aproximadamente 5.000 ejemplares cada año

[Ilustraciones en la página 6]

Como resultado del entusiasmo de los cazadores y la disminución del habitat del tigre, éste ahora figura en la lista de las especies que están en peligro de extinción. Mientras tanto, se ha cazado al rinoceronte casi hasta exterminarlo, a fin de usar sus cuernos para la fabricación de mangos de dagas o afrodisiacos

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