¿Cuán dañina es la contaminación eléctrica?
Por el corresponsal de “¡Despertad!” en Canadá
⇨ “En la Unión Soviética se reconoce la enfermedad causada por las microondas o las ondas radioeléctricas como enfermedad profesional.”
⇨ “De 17 hombres que, desde 1967, trabajaron con un sistema generador experimental de EMP [siglas en inglés para impulso electromagnético], cinco llegaron a tener cáncer en espacio de los siete años subsiguientes.”
⇨ Investigadores médicos de la Universidad de Colorado hallaron que en hogares situados a unos 40 metros (130 pies) o menos de líneas de transmisión eléctrica de alta corriente la mortalidad debido a ciertos tipos de cáncer, como la leucemia, era mayor de lo que es por término medio.
¿LE SORPRENDE a usted dicha información? Si responde afirmativamente, usted sin duda figura entre los muchos millones de personas que siempre han creído que la electricidad es una fuente de energía que no causa contaminación.
Desde fines de la década de los años sesenta y principios de la década de los años setenta hemos oído hablar mucho acerca de la contaminación del ambiente. Para mejorar la situación, algunos científicos y ecólogos recomiendan que en más de nuestro equipo moderno que consume energía se use la “electricidad, que es limpia”, en vez de combustibles hechos a base de sustancias fosilizadas. Pero en vista de la aumentante prueba al respecto, muchos investigadores ahora preguntan: En realidad, ¿cuán “limpia” es la electricidad? Hablan de la “contaminación eléctrica”.
Desde el mismísimo principio, comenzando a mediados del siglo XVIII con la invención del generador eléctrico, se ha aprovechado la electricidad para una cantidad de usos cada vez mayor. Durante las pasadas décadas ha llegado a estar disponible a un costo relativamente económico y en cantidades ilimitadas. Canadá y los Estados Unidos figuran entre las naciones más “electrizadas” del mundo. Tan solo en los Estados Unidos están en funcionamiento aproximadamente 160.900 kilómetros (unas 100.000 millas) de líneas eléctricas aéreas de alto voltaje. Y, por supuesto, funcionan miles de kilómetros de líneas de menos voltaje, que se necesitan para la distribución de la electricidad.
No cabe duda de que la electricidad nos proporciona mayor comodidad en el hogar. Con solo mover un interruptor calentamos, enfriamos o alumbramos nuestro hogar, y ponemos en funcionamiento aparatos eléctricos. Las amas de casa se deleitan en tener una cocina eléctrica o un horno eléctrico para cocinar las comidas de la familia. Los innumerables aparatos eléctricos que ellas tienen ayudan a mantener la cocina muy limpia y ordenada; por lo menos, así les parece. Ahora se está hablando de equipar los hogares con computadoras y terminales de representación visual, de modo que las cocineras atareadas puedan hacer sus compras sin hacer un viaje al mercado. Las oficinas también se están equipando con una cantidad cada vez mayor de aparatos eléctricos. Las fotocopiadoras, las computadoras y los terminales de representación visual figuran entre los aparatos que se han introducido últimamente en las oficinas para ahorrar trabajo y tiempo.
¿Cómo podrían tales aparatos eléctricos limpios y eficientes llegar a ser agentes contaminadores? ¿A qué se refieren los investigadores cuando hablan de la “contaminación eléctrica”?
¿Qué es la “contaminación eléctrica”?
Desde hace mucho tiempo se ha reconocido que todos los aparatos eléctricos emiten radiación y crean un campo electromagnético. Por supuesto, el más importante de dichos campos proviene de plantas generadoras de energía y de sus sistemas de transmisión. Pero la humanidad ahora se encuentra envuelta en una extensa variedad de campos de hechura humana a diferentes niveles de energía. Así, el ambiente está contaminado con campos de estática, electricidad alterna y electromagnetismo. Bastan unos cuantos ejemplos para ilustrar el grado de la contaminación.
Cierta noche sin luna, un grupo de personas que viven cerca de líneas de transmisión eléctrica de alto voltaje en el estado de Nueva York sacaron al aire libre unos tubos de luz fluorescente. A una distancia de 61 metros (200 pies) de las líneas, los tubos empezaron a brillar... ¡tan solo con la electricidad que había en el aire!
Sin duda, usted ha caminado de un lado a otro en una habitación que tiene el piso alfombrado de material sintético y entonces ha tocado el tirador metálico de una puerta. ¿Qué sucede? ¡Sas! Una chispa —que a veces causa bastante dolor— brinca entre sus dedos y el metal: se trata de la electricidad estática.
En los aeropuertos, un campo magnético invisible lo registra a usted, y se aplican rayos X a su equipaje para detectar armas que posiblemente estén ocultas. Si antes de salir de la biblioteca usted no hace registrar los libros debidamente para sacarlos prestados, o si no paga los artículos que lleva en su posesión antes de salir de una tienda por departamentos, un sistema de detección hace sonar un alarma a la salida. ¿Qué hace funcionar eficazmente dichos sistemas de detección? Se trata del campo magnético por el cual usted tiene que pasar al salir del edificio.
Donde sea que vayamos y sea lo que sea que hagamos, parece que no podemos escapar de tales campos electromagnéticos. Lo que ahora nos interesa saber es: ¿Son dañinos los campos electromagnéticos?
¿Cuán dañinos son?
El Dr. Joseph H. Battocletti, en su libro Electromagnetism, Man and the Environment (El electromagnetismo, el hombre y su ambiente), dice lo que sigue: “Ya se ha establecido más allá de toda duda que ciertas fuentes producen efectos extremadamente dañinos. Probablemente sea verdad también que ciertas fuentes no producen efecto alguno; [...] en el caso de muchas fuentes aún no se conocen sus efectos”.
Respecto a ciertos efectos de los que se sabe que son dañinos, el Dr. Milton M. Zaret, de la Universidad de Nueva York, dice en la publicación Medical Research Engineering (volumen 12, núm. 3): “Parece que ciertas agrupaciones de la población en general [...] han sido puestas en peligro”. Para ilustrar su punto, se refirió a la zona norteña de Carelia, al este de Finlandia. Directamente al otro lado del lago Ladoga, Rusia ha instalado su sistema de radar de microondas de alta potencia para el temprano aviso de un posible ataque de proyectiles intercontinentales. El resultado es que allí la población es bombardeada 24 horas al día tanto por ondas provenientes de la tierra como por la radiación esparcida. En esta zona la mortalidad debido a repentinos ataques al corazón figura entre las más altas del mundo. Además, descubrimientos en el campo de la medicina revelan que hay un aumento significativo en el porcentaje de casos de cáncer.
El Dr. Felix Gad Sulman, del Centro Médico de la Universidad de Hadassah, de Jerusalén, resume bien lo que realmente preocupa a los expertos en la medicina respecto a los efectos adversos de las microondas de radar: “Ahora tenemos que aceptar el hecho de que las ondas de radar causan daño al cuerpo humano. Parece que los siguientes órganos son especialmente susceptibles: el sistema nervioso central, el sistema endocrino, incluso las gónadas [órganos reproductivos], el sistema sanguíneo, los ojos, los oídos y los genes”.
¿Qué hay de las líneas de transmisión eléctrica de las plantas generadoras? Se llevó a cabo un estudio en los Estados Unidos, en la zona metropolitana de Denver, Colorado, con relación al efecto que podrían tener las configuraciones de líneas de alta tensión en el porcentaje de casos de cáncer (especialmente la leucemia) en la población. De acuerdo con sus hallazgos, en muchos casos los hogares de niños que llegaron a padecer de cáncer estaban situados cerca de líneas de alto voltaje. En cambio, después que se condujo un estudio parecido en Rhode Island, se concluyó que “no se halló ninguna relación entre la leucemia y las configuraciones de líneas de transmisión eléctrica”. No obstante, muchos estudios han mostrado que dichos campos electromagnéticos afectaron los índices de desarrollo de las ratas y los ratones. En un estudio, en el que se colocaron abejas debajo de líneas de alto voltaje, se les hizo difícil a las abejas producir miel, se volvieron agresivas y su índice de supervivencia durante el invierno era muy bajo. En algunos casos ellas hasta sellaron sus colmenas.
Se ha demostrado que los campos electromagnéticos artificiales pueden interferir con la sincronización de nuestros relojes internos. Por consiguiente, nuestros ritmos biológicos normales tienden a adaptarse al pulso artificial de la contaminación eléctrica, en vez de conformarse al campo magnético natural de la Tierra. Esto resulta en tensión para el cuerpo humano, lo cual debilita nuestra resistencia general a diversas enfermedades.
Algunos técnicos de la Marina estadounidense que estuvieron expuestos por largo tiempo a la radiación de transmisores de frecuencia extremadamente baja llegaron a tener niveles excepcionalmente altos de triglicéridos en el suero, síntoma que se asocia con problemas cardíacos coronarios y apoplejías. En el caso de algunos de esos hombres hubo un deterioro en la habilidad de hacer sumas sencillas. Hasta las antenas enterradas de algunos transmisores emitieron suficiente radiación como para desorientar a las aves acuáticas que volaban por encima.
Algunos aparatos electrodomésticos emiten radiación también, aunque en menores cantidades. Algunos tal vez no ejerzan efecto perjudicial alguno, o causen poco daño, pero no es así en el caso de otros. Se considera que, en el hogar, la fuente más peligrosa de radiación es la lámpara de rayos ultravioletas para broncearse. También se han emitido advertencias respecto a los secadores de cabello y hasta respecto a las frazadas o mantas eléctricas. Se considera que estos tres artículos posiblemente sean los más dañinos si se usan por períodos prolongados, aunque algunas personas quizás los usen por años sin que les cause algún efecto perjudicial que se pueda discernir.
Como se ha mostrado anteriormente en ¡Despertad!, el exponerse a la radiación de ciertos enseres del hogar, como los hornos de microondas, también puede afectar la salud de la personaa. Un estudio efectuado en 1977 en la Universidad de Maryland (E.U.A.) y patrocinado conjuntamente por la Oficina de Investigaciones Navales informó que el exponerse a las microondas de baja intensidad ejerce una influencia adversa que es observable en los procesos relacionados con la producción de sangre en el cuerpo, lo cual podría provocar cambios en el sistema inmunológico del cuerpo humano.
¿Por qué los informes contradictorios?
¿A qué se debe el que aún haya informes respecto a experimentos que indican que la contaminación eléctrica no produce efecto perjudicial alguno en los humanos ni en otras criaturas? Tal vez tenga que ver con lo que mencionó una investigadora, al declarar: “Lamentablemente, casi todas las investigaciones que actualmente se están llevando a cabo, como también la mayor parte de los estudios publicados, directa o indirectamente tienen el apoyo financiero de la industria eléctrica. Sería poco realista esperar que los resultados provenientes de investigaciones patrocinadas por esta industria presentaran inequívocamente un caso en contra de las grandes líneas de transmisión eléctrica”. Ella entonces hizo una comparación entre esto y el hecho de que la industria tabacalera patrocinara investigaciones para probar que el fumar cigarrillos no hace daño, aunque la investigación científica en el campo de la medicina ha producido abundante prueba que indica lo contrario.
Es de interés que en la revista Environment de noviembre de 1978 se resumen 45 investigaciones científicas efectuadas por varias universidades e instituciones de investigación. Todas, sin excepción, muestran que la radiación proveniente de las líneas de transmisión eléctrica produce efectos adversos en los animales y en los humanos.
¿Cuál es la respuesta?
Se están considerando leyes para que se controle de manera más estricta toda forma de radiación eléctrica. Se están solicitando fondos para hacer más investigaciones respecto a este problema. Se ha sugerido que las compañías de servicios públicos pongan sus líneas de alto voltaje debajo de la tierra, prescindiendo del costo. Dichas medidas serían, a lo más, un recurso provisional.
Naturalmente, toda esta información nos da materia en que pensar, pero no hay necesidad de alarmarse. Es necesario establecer los posibles peligros y riesgos de la contaminación eléctrica y entonces pesarlos cuidadosamente en relación con los muchos beneficios que recibimos del uso actual de la energía eléctrica. No cabe duda de que, debido a las presentes condiciones imperfectas de nuestra Tierra y las actividades del hombre sobre ella, hay muchas cosas que presentan ciertos peligros. No obstante, no podemos irnos de la Tierra, ni evitar por completo los efectos indeseables del ambiente que la humanidad ha creado.
Lo que se necesita es que los asuntos de la humanidad sean administrados por gobernantes que comprendan plenamente los efectos de todas las influencias ambientales y protejan el bienestar de todos imparcialmente. Tan solo Jehová Dios, el Creador, puede proveer tal gobierno, y ha prometido que mediante su Reino eliminará de la Tierra toda la contaminación ruinosa, pues ‘hará nuevas todas las cosas’. (Revelación 11:18; 21:1-5.)
[Nota a pie de página]
[Comentario en la página 16]
“Tenemos que aceptar el hecho de que las ondas de radar causan daño al cuerpo humano.” (Dr. Felix Gad Sulman, Centro Médico de la Universidad de Hadassah, Jerusalén.)