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¡Despertad! 1985
g85 8/3 págs. 13-15

“Misión Inglaterra”... oportunidad perdida

Por el corresponsal de “¡Despertad!” en Gran Bretaña

PARA que los periódicos de Gran Bretaña dediquen más de 127.000 centímetros (50.000 pulgadas) de columnas a reportajes sobre religión —cualquier religión—, tiene que ser algo sin precedente. “Misión Inglaterra”, una cruzada que patrocinó a Billy Graham y Luis Palau durante el caliente verano de 1984, ciertamente fue pasto de la actualidad. Los mítines celebrados en seis ciudades principales por todo el país se coordinaron con una campaña de Londres para atraer a decenas de miles de personas. ¿Por qué se creyó necesario llevar a cabo una cruzada? ¿Cómo respondieron los británicos al evangelismo de estilo estadounidense? ¿Qué se logró en realidad mediante “Misión Inglaterra”?

Por diez años se había considerado la idea de invitar al doctor Graham a Inglaterra, pero, en fecha tan reciente como 1980, destacados líderes eclesiásticos no ocultaron su oposición a tal idea. Sin duda recordaban la última campaña importante de Billy Graham en 1967, después de la cual cierta encuesta reveló que solo 5 por 100 de los que habían hecho una declaración pública y habían empezado a asistir a la iglesia todavía asistían un año más tarde.

No obstante, dado que Gran Bretaña está experimentando una especie de desplome espiritual, otros apoyaron sin reserva los planes. “Gran Bretaña necesita reavivar el interés espiritual”, instó el presidente metodista de “Misión Inglaterra”, lord Tonypandy. David Sheppard, obispo de Liverpool, señaló: “Hay mucha gente, tanto miembros de las iglesias como al margen de las iglesias [...] que necesitan dicho desafío para dejar de nadar entre dos aguas y comprometerse a ser seguidores de Jesucristo”. Entonces, ¿qué se podía perder? Con el tiempo, como lo indicó el periódico The Times, “Misión Inglaterra” se convirtió “en una corriente que la mayoría de los líderes religiosos se alegraron de seguir”.

Pero en cuanto se puso en marcha la misión, no hubo tregua en la crítica por parte de los clérigos. El Sunday Telegraph informó que Richard Jones, director de la Iglesia Metodista de Anglia Oriental, criticó la “doctrina tosca” y el “estilo tosco” tanto del señor Graham como del señor Palau. Lord Soper, líder metodista, añadió: “No me gustan nada sus métodos y su propaganda”. ¿Por qué? ¿Cuáles eran los problemas?

Publicidad y personajes

La religión, para el inglés de término medio, es un asunto muy personal. Rara vez se considera incluso en privado, y el debate público es poco común. Por lo tanto, el organizar una cruzada pública para fomentar la religión va contra la inclinación nacional. El periódico Liverpool Daily Post, que por lo general da su aprobación, hizo con todo y eso el siguiente comentario: “La actuación del sábado por la noche —pues eso es lo que fue— fue evangelismo descarado al estilo estadounidense, que en otro sitio se considera puro espectáculo”.

Otros se molestaron por el mucho énfasis que se dio a personajes. “Se anuncia al doctor Graham como atracción principal, y no la esencia de su mensaje —se quejó Jack Burgoyne, clérigo de la Iglesia Anglicana, cuando el señor Graham estaba a punto de empezar las reuniones de Ipswich—. Su organización lo ha convertido en un personaje de culto.” Para atraer a las multitudes, se dio la bienvenida a conferenciantes invitados, cantantes evangelistas y dignatarios que estaban de visita. Pero a fin de cuentas, los señores Palau y Graham fueron el centro de la atención. En una crítica cautelosa, el Church Times concluyó: “Hay una profunda vacilación en todo el estilo de las reuniones de los señores Graham y Palau... en el uso de la música, la sicología de las multitudes y la elocuencia personal para crear una presión a fin de ‘responder a la llamada’ cierta noche”. ¿Tenía razón en expresar preocupación el Church Times?

Compromiso... ¿para quiénes?

Mientras “Misión Inglaterra” se acercaba a su fin, una suma reveló que aproximadamente cien mil personas habían ‘respondido a la llamada’ de hacer un ‘compromiso con Cristo’ a instigación de los señores Graham y Palau. Sin embargo, resultó algo sorprendente el que la mayoría de aquellas personas ya habían estado asociadas con alguna iglesia. De acuerdo con un cálculo, 15 por 100 de las personas eran nuevos adherentes. “¿Estaba el doctor Graham predicando literalmente a los conversos? —preguntó el Church Times—. Hay que decir que los posibles conversos [...] eran una marcada minoría. Por lo tanto, más que nada, fue una ocasión para animar a las tropas.” ¿Por qué era necesario impartir tal estímulo?

“Las personas importantes de la iglesia están gravemente preocupadas”, declaró el Sunday Mercury de Birmingham, porque la cantidad total de adoradores de la Iglesia Anglicana está “disminuyendo a un grado inquietante”. Bill Flagg, obispo y presidente que representa el noroeste en “Misión Inglaterra”, admitió: “Las iglesias casi se habían dado por vencidas respecto al evangelismo en la década de los setenta”. Para sus miembros, la llamada de Billy Graham fue simplemente: “Quizás usted se haya bautizado. Tal vez se le haya confirmado, y puede que asista a la iglesia. Pero en sus adentros usted no está bien con Dios”.

De vuelta a la iglesia

“A todo el que responde favorablemente se le envía de vuelta a una iglesia —explicó uno de los ayudantes del doctor Graham—. Si responde a la llamada una persona que no tenga antecedentes eclesiásticos, procuramos hallar una iglesia con la cual pueda identificarse.” Evidentemente no importaba la doctrina de la iglesia. El Catholic Herald comentó: “Se adiestró a católicos junto a pentecostales, bautistas, anglicanos, hermanos y otros” para que fueran consejeros de modo que ayudaran y aconsejaran a los que respondieran a la llamada. El simple hecho de que católicos romanos participaran hizo que algunos fruncieran el entrecejo y suscitó indignación en El Consejo Británico de Iglesias Cristianas Protestantes, el cual consideró que tal acercamiento no era nada menos que una traición de la doctrina cristiana básica.

Aun así, tiene que permanecer inconclusa la cuestión sobre cuán profundos fueron, precisamente, los compromisos que se hicieron. Cierto informe indicó que 500 personas ‘respondieron a la llamada’ aparentemente para no “decepcionar a una celebridad que estaba de visita”. Pero ¿qué hay de llevar a cabo los compromisos que se hicieron? “Las iglesias no están adaptadas para nuevos creyentes [...] Algunas iglesias son tan aburridas que yo no querría asistir”, confesó Anthony Bush, director regional del sudoeste de “Misión Inglaterra”, según se informó en The Sunday Telegraph.

El dirigir a la gente de vuelta a las iglesias es en realidad equivalente a enviar a un hombre hambriento a conseguir alimento de una despensa vacía. Según lo reveló una encuesta Gallup que se llevó a cabo antes de la cruzada de Merseyside, dos terceras partes de las personas a quienes se interrogó querían que la iglesia no solo ‘diera guía moral’, sino que también ‘enseñara acerca de la Biblia’. En una encuesta parecida que se efectuó cerca de Sunderland, los temas vitales sobre los cuales la gente dijo que necesitaba estar informada eran: la paz mundial, cómo enfrentarse con los problemas de la actualidad, Dios, Jesús, y, de nuevo, la Biblia. ¿Qué hicieron Palau y Graham para satisfacer dichas necesidades?

Oportunidad perdida

“Quiero que ustedes se digan a sí mismos: ‘Quiero saber que, si yo muriera esta noche, iría al cielo’. Ésta pudiera ser su última oportunidad, lo más cerca que usted alguna vez llegue a estar del Reino de Dios.” Éste fue el llamamiento de Billy Graham para que la gente se comprometiera. Pero tal filosofía orientada hacia la muerte no contesta ninguna pregunta. “Los jóvenes están buscando algo en lo cual creer”, declaró Graham. Pero los jóvenes necesitan esperanza y una razón para vivir, estar seguros de que la vida tiene un propósito y que Dios tomará medidas para salvaguardar el futuro de ellos.

De hecho, lo que los jóvenes —y los mayores— necesitan urgentemente es oír acerca del Reino de Dios. Este Reino es la única esperanza para la humanidad, un gobierno verdadero mediante el cual la paz, junto con la vida eterna, serán restablecidas a la humanidad (Isaías 9:6, 7; Mateo 6:9, 10). Jesús profetizó que los cristianos de nuestros días estarían ocupados predicando las buenas nuevas del Reino de Dios a todas las naciones, obra en que los testigos de Jehová han estado participando ya por muchas décadas (Mateo 24:14). La campaña de Palau y Graham atrajo a miles de personas; no obstante, ninguno de los dos explicó a las multitudes congregadas la verdadera importancia del Reino de Dios. ¡Qué oportunidad perdida!

Sin embargo, en realidad, no deberíamos esperar muchos resultados buenos de esa cruzada. Los cristianos del primer siglo no hicieron campañas de esa índole, tampoco hicieron llamamientos a la gente de modo tan emocional. Un artículo de fondo del Church Times declaró que durante una cruzada como ésa “es imposible considerar de manera tranquila e íntima las muchas preguntas [...] que tienen que haber en la mente de los oyentes, si el auditorio es representativo en absoluto”.

El sabio Salomón dijo: “Cualquiera que es inexperto pone fe en toda palabra, pero el sagaz considera sus pasos” (Proverbios 14:15). Al buscar la verdad, tenemos que ser discernidores. El derrotero más seguro, por mucho, es seguir el ejemplo de los cristianos primitivos de Berea a quienes Pablo predicó. A ellos se les encomió por su diligencia al ‘examinar con cuidado las Escrituras’ y por usarlas como la autoridad para su fe (Hechos 17:11). Los testigos de Jehová han seguido siempre este ejemplo. Comuníquese con ellos para “considerar de manera tranquila e íntima” sus preguntas sobre la Biblia. Usted no tiene nada que perder... sino mucho que ganar.

[Ilustración en las páginas 14, 15]

A los que respondían se les enviaba de vuelta a las iglesias que al principio habían abandonado por no haber hallado ninguna esperanza

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