Hitler... muerto, pero no olvidado
EL VIERNES 26 de septiembre de 1980 había estado cálido y soleado en el sur de Alemania. Sin embargo, para las 10.15 de la noche hacía fresco. Multitudes de personas salían de las enormes tiendas de campaña bajo las cuales habían estado bebiendo cerveza en el famoso Oktoberfest de Munich y se dirigían a las salidas. De repente hubo un tremendo destello de luz cerca de una de las puertas principales, y una gigantesca explosión hirió el aire y dejó a más de 200 personas heridas y 13 muertas.
Una investigación posterior reveló que la persona responsable de ese ataque terrorista estaba relacionada con un grupo neonazi. Apenas ocho semanas antes, un ataque derechista parecido había quitado la vida a más de 80 personas en Bolonia, Italia, cuando estalló una bomba en una estación de ferrocarril. Y durante el mismo período, Francia estaba experimentando la ola de violencia antisemítica más intensa desde la II Guerra Mundial.
Para la mayoría de la gente, el nazismo (o neonazismo) y Hitler son casi sinónimos. De modo que sucesos como éstos han mantenido a Hitler vivo a través de los años, al menos en los medios de información. Y estas nuevas atrocidades nazis han ocurrido antes que las viejas siquiera se hayan olvidado. De hecho, el periódico alemán Nürnberger Nachrichten señala que en diciembre de 1983, un personal de 35 empleados, incluso 10 jueces y fiscales, estaba “todavía ocupado reuniendo, comprobando, evaluando y enviando a los tribunales toda información disponible sobre crímenes nazis [cometidos durante la época de Hitler]”. Añadió que “129 casos todavía están pendientes, mientras que más de 1.700 procesos todavía están en curso”.
Todo eso tal vez pase en gran parte inadvertido por el público en general. Pero otros sucesos han sido muy eficaces para resucitar los recuerdos del nazismo que millones de personas han tratado de olvidar. Considere, por ejemplo, Holocaust —un programa de televisión de hace unos cuantos años— o el reportaje sensacionalista de 1983 con relación a una popular revista alemana que había obtenido copias de diarios personales de Hitler. Esas noticias, acogidas por algunas personas con escepticismo, llegaron a ser muy conocidas cuando se descubrió que los diarios eran falsos. Un alemán, claramente indignado y frustrado, preguntó: “¿Nunca dejará Hitler de ponernos en ridículo?”.
No es de extrañar que el periódico Toronto Star, de Canadá, comentara: “Seguimos horrorizados, pero al mismo tiempo fascinados y hasta hipnotizados tanto por el Führer como por el estado que él dirigió”. Esto parece ser así porque —según una fuente alemana— “el torrente de obras publicadas sobre el Tercer Reich [Imperio] parece que va aumentando a medida que el período se aleja en el pasado. Más de 20.000 publicaciones han aparecido, y hasta los expertos no pueden esperar que se han de enterar de todas ellas”.
¿A qué se debe esta fascinación mundial con Hitler y su Tercer Reich? ¿Pudiera ser tal fascinación, junto con los grupos neonazis, que según la revista Der Spiegel se están haciendo “cada vez más belicosos”, el presagio de que la historia va a repetirse? Algunas publicaciones neonazis se jactan diciendo: “No somos los restos del ayer, sino la vanguardia del mañana”. Entonces, no es sin razón ni sin causa que algunas personas preguntan: ‘El nazismo... ¿podría ocurrir de nuevo?’.