De nuestros lectores
¿Cuánto importa la apariencia?
Quiero darles las gracias por su artículo “Los jóvenes preguntan... ¿Cuánto importa la apariencia?” (8 de enero de 1986). Tengo 15 años de edad y soy muy alta de estatura, para ser exacta un metro y 70 centímetros (5 pies 8 pulgadas). Siempre me he quejado por ser tan alta, pero su artículo me hizo comprender que mi estatura no interfiere con mi personalidad. Después de todo, lo que cuenta es lo que uno es en el interior, no lo que está a la vista.
J. D., Louisiana, E.U.A.
El síndrome de Down
¡Cuánto gozo me dio leer este relato conmovedor de padres que amorosamente ayudan a su hijo minusválido! (“Treinta años de amor y devoción”, 8 de febrero de 1986.) Me conmueve la devoción que han mostrado. Por varios años trabajé en una institución donde había niños en tal estado. Después de leer el artículo, pensé en los niños que estaban internados allí porque los padres se avergonzaban de ellos o pensaban que no había ninguna esperanza de que aprendieran. Puesto que los niños que padecen del síndrome de Down necesitan tanta atención y cuidado, el meterlos en una institución no es la solución. No hay suficiente personal que pueda dar atención personal a cada uno de ellos, de modo que se les dan medicamentos para mantenerlos tranquilos y para que duerman la mayor parte del tiempo. Los niños están mejor en el hogar en su ambiente natural.
D. H., Maryland, E.U.A.
Las circunstancias varían, pero estamos de acuerdo en que si la familia tiene la fuerza emocional y puede cuidar del niño que padece del síndrome de Down, esta es una solución mucho mejor que el internar al niño en una institución.—La dirección.
Cuando el maestro es aburrido
Su artículo “Los jóvenes preguntan... ¿Cómo puedo aprender si el maestro me aburre tanto?” (8 de marzo de 1986) presentó información excelente y consejo sano para cualquiera que asiste a la escuela. Han mostrado que para aprender se requiere esfuerzo, y que los estudiantes pueden crear un mejor ambiente para aprender si participan en clase y plantean preguntas de manera respetuosa.
M. C., Minnesota, E.U.A.
Gracias por el artículo “Los jóvenes preguntan... ¿Cómo puedo llevarme bien con mi maestro?” (22 de octubre de 1985). En la escuela elemental mis amigos habían hablado mal de los profesores, de modo que cuando comencé a asistir a la escuela secundaria yo tenía una actitud hostil en contra de los profesores, especialmente mi profesora de italiano. Desde que leí su artículo he cambiado de actitud. No solo me llevo bien con ella, sino que también hago mis tareas de buena gana y presto atención en las clases.
D. M., Italia
Cuando muere un ser amado
Mi esposa y yo deseamos expresar nuestras más sinceras gracias por el maravilloso artículo “Cuando muere un ser amado...” (22 de abril de 1985). Verdaderamente nos ayudó muchísimo. Cuando se publicó este artículo ya hacía nueve años que nuestro hijo padecía de leucemia, y mi esposa y yo habíamos derramado muchas lágrimas. Entonces el pasado mes de diciembre nuestro hijo murió a los 14 años de edad. Esto me lleva a lo que tanto deseo decir: “Merci beaucoup”. Todos nuestros hermanos y hermanas Testigos pusieron en práctica las sugerencias que se mencionaron en el artículo “La ayuda que otros pueden dar”. Ahora sentimos que podemos ayudar a nuestros compañeros en tales tiempos de aflicción. Muchísimas gracias.
C. L., Francia