La seguridad en el agua no se consigue por accidente
ASOMBRA a los químicos. La vida en la Tierra depende de ella. Es el componente principal de nuestro cuerpo. ¿A qué nos referimos? Al agua, por supuesto. Pero aparte de sus beneficiosas propiedades, el agua también es atrayente. Satisface nuestros sentidos y nos produce placer. En el mundo hay millones de personas que regularmente se dirigen en tropel al agua en busca de diversión y entretenimiento. Sin embargo, por agradable que sea, también puede ser peligrosa.
En Estados Unidos, solo las carreteras ganan en accidentes a las vías navegables. Pero si se es consciente de los peligros que encierra el agua y se le tiene un respeto adecuado, se pueden reducir los riesgos de accidente y seguir disfrutando de ella. ¿Cuáles son algunos de los peligros, y cómo podemos enfrentarnos a ellos?
Factores estresantes al conducir una lancha
Una de las maneras más populares de disfrutar del agua es con una lancha. Según los cálculos, durante el año 1986, y tan solo en Estados Unidos, se gastaron en este deporte 14.500 millones de dólares. Sin embargo, otros datos más siniestros también revelan que hubo más de 25.000 accidentes y murieron más de 1.000 personas. ¿Qué se puede hacer para evitar al máximo esos accidentes?
Aunque las causas que provocan este tipo de accidentes son muchas, una reciente investigación efectuada por el Servicio de Guardacostas de Estados Unidos indica que parte de la culpa la pueden tener ciertos factores estresantes. Sus estudios muestran que cuando una persona pasa tres o cuatro horas expuesta al ruido, el viento, las vibraciones, el sol y el deslumbramiento, esos elementos pueden causar una especie de “hipnosis del conductor” o fatiga. Por esa razón, pasar un día en el agua puede ser fatigoso aunque se haya hecho poco ejercicio físico. Además, algo que merece especial atención es que los reflejos de una persona pueden ir disminuyendo casi hasta el punto de que sus reacciones sean como las de una persona legalmente ebria, aunque quizás no haya bebido. Y si se consumen bebidas alcohólicas, el efecto de dichos factores estresantes se intensifica. Por consiguiente, eso recalca la necesidad de que el conductor permanezca alerta y descanse cuando lo necesite. Además, aunque siempre se debería ejercer moderación al beber bebidas alcohólicas, con más razón cuando se conduce una lancha.
Con demasiada frecuencia, la actitud de ociosidad que la gente tiene cuando está en el agua se traduce en la manera de conducir la embarcación. Esa actitud distraída y de desgana ayuda a explicar por qué el tipo de accidente que más se informa es la colisión. La mayoría de las colisiones se atribuyen a descuido y distracción. El caso que se narra a continuación es un ejemplo típico. El piloto estaba acelerando al salir de una zona en la que estaba prohibido levantar oleaje, cuando su lancha arrolló a otra embarcación, lo que causó la muerte de dos de sus ocupantes. ¿Cuál fue la razón? El conductor que provocó el accidente tenía a una persona sentada en el regazo, lo que le obstruía parcialmente la visión, y además no estaba prestando ninguna atención a lo que había alrededor.
Recuerde: al igual que conducir un automóvil, el llevar el timón de un barco es una responsabilidad.
Caerse por la borda y volcar
Los dos mayores peligros a los que se enfrenta la persona que va en un barco son caerse por la borda y volcar. Estos dos factores combinados han sido la causa de casi el 65% de todas las muertes habidas en Estados Unidos por causa de este deporte. Generalmente, la mayoría de estos accidentes tienen que ver con barcos pequeños (de menos de cinco metros de eslora). Pero el saber la razón por la que ocurren puede ayudarle a evitarlos.
La mayoría de los casos en los que vuelca un barco se deben a que lleva demasiados pasajeros o demasiada carga. Pero aunque un barco no esté sobrecargado, existe un peligro si la carga no está distribuida uniformemente. Hasta se ha dado el caso de barcos grandes que han volcado por haber cambiado de lugar la carga o porque todos los pasajeros han corrido rápidamente a un mismo lado. En el caso de embarcaciones pequeñas, como las piraguas, es importante mantener su centro de gravedad bajo. Si necesita moverse, es mejor hacerlo agachado y agarrado a los lados que de pie.
En el caso de que se cayera por la borda o de que el barco volcase, ¿qué debería hacer? 1) Trate por todos los medios de no ceder al pánico. 2) Si no lleva puesto un chaleco salvavidas, procure agarrar uno. 3) Como la mayoría de las embarcaciones se construyen de tal modo que aunque vuelquen no se hundan, es mejor quedarse junto a ellas; eso ayudará a que los rescatadores le localicen. 4) Si el agua está fría, trate de sacar fuera tanto de su cuerpo como sea posible y quédese quieto a fin de evitar la hipotermia.
El cuerpo se enfría veinticinco veces más deprisa en el agua que en el aire, y si pedalea o nada, perderá aproximadamente tres veces más calor que si se queda quieto. Muchos se ahogan cuando tratan de nadar hacia la orilla, ya que esta suele estar más lejos de lo que parece. Y cuanto más fría está el agua, más deprisa se cansa uno.
Si usted se encuentra en el agua sin un chaleco salvavidas y sin la posibilidad de agarrarse al barco o a otro objeto, puede utilizar su propia ropa para flotar. La publicación del Servicio de Guardacostas de Estados Unidos, titulada Accidents, aconseja: “Si lleva una camisa, abotónese el cuello y sujéteselo apretado a la garganta. Doble la cabeza hacia adelante, tire de la parte delantera de la camisa hacia el rostro y sople entre el segundo y el tercer botón. Mantenga el cuello de la camisa apretado para retener el aire. Este se quedará dentro de la camisa y formará una burbuja a su espalda”. Por lo menos tiene un chaleco salvavidas temporal que le puede ayudar a flotar y a no perder energía.
Debe notarse que el Servicio de Guardacostas dice que si las personas simplemente llevasen puesto un chaleco salvavidas se podrían reducir las muertes en un 75%. No obstante, la mayoría de las personas ven los chalecos como algo que les aprisiona o que no resulta cómodo ni atractivo. Otros no se los ponen porque se consideran buenos nadadores. (Véase el recuadro: “Los buenos nadadores también se ahogan”.) Como la mayoría de las leyes lo único que requieren es que haya a bordo chalecos salvavidas, pero no exigen que se lleven puestos, es una cuestión de preferencia. No obstante, no hay duda de que usted va más seguro si lo lleva puesto.
Otras precauciones
Por atrayente que pueda ser la superficie del agua, muchas personas sienten curiosidad por el fascinante mundo que yace debajo. El bucear es una manera relativamente barata y popular de echar una ojeada a esta región hermosa y misteriosa. Pero también se tiene que ejercer precaución.
El problema más frecuente con el que se tropieza el buceador quizás sea el agotamiento, bien por aventurarse demasiado lejos o por luchar contra una corriente. Un poco de previsión y de planear de antemano puede servir para que se evite esta situación. Y un peligro mayor, aunque no tan frecuente, tiene que ver con sumergirse a demasiada profundidad y quedarse sin oxígeno antes de poder regresar de nuevo a la superficie. Eso puede hacer que pierda el conocimiento y se ahogue. Como el subir deprisa requiere un gran esfuerzo por su parte, la cantidad de oxígeno transportado por la sangre se reduce con mayor rapidez que cuando se sube más despacio. Sepa cuáles son sus límites y nunca espere hasta que esté casi sin aliento antes de empezar a subir. Deje siempre un margen para mayor seguridad.
El surf, ya sea sobre tabla o sin ella, es una emocionante manera de disfrutar de la fuerza de las olas. Una clave para la seguridad en este caso es no desestimar dicha fuerza y estar al corriente de cuáles son las zonas que deben evitarse. Los expertos saben que el contorno del suelo oceánico afecta las olas. Por ejemplo: cuando el declive de la playa es abrupto, las olas golpean el fondo con mucha fuerza, y el deportista incauto podría sufrir graves daños. A esas olas se las suele llamar “dumpers” (volcadoras).
Cuando las aguas están revueltas por las corrientes y hay resaca, se presenta otro peligro para el que practica el surf. El ser arrastrado mar adentro es una experiencia aterradora. Pero el saber que la corriente pierde su fuerza a unos metros de la orilla puede evitar que la persona sea presa del pánico. Generalmente uno puede regresar a la orilla sin peligro si nada en diagonal, no de frente, contra la corriente. Pero para ello hay que ser un buen nadador. El ir con alguien que conozca la zona o a una playa en la que haya un socorrista que le informe de posibles peligros puede contribuir a que todos disfruten de unos momentos agradables y sin correr peligro.
Como sucede con todo tipo de actividades acuáticas, si usted muestra la actitud y el respeto apropiados para con el agua, sus inmediaciones y los demás, podrá evitar muchas situaciones peligrosas.
Actitud apropiada
Muchas veces sucede que la persona responsable de un contratiempo responde de la siguiente forma: “No lo hice a propósito... fue un accidente. No pensé que pasaría nada”. Y efectivamente, el ‘no pensar’ suele ser la causa. Los accidentes nunca son intencionados, pero con un poco de previsión y respeto para con los que están en derredor nuestro, a menudo pueden evitarse.
El correr riesgos innecesarios en busca de aventuras indica falta de respeto por la vida. En cierta ocasión se produjo una muerte cuando dos grupos hacían carreras de esquí acuático sin el debido cuidado. El esquiador que iba en cabeza cayó y fue arrollado por la otra lancha. Se han producido otras muchas heridas al colisionar de noche por navegar con las luces apagadas o al varar por no haber prestado atención a las señales de navegación.
Esos relatos son tristes, pero hacen recapacitar. Afortunadamente, podemos hacer mucho para disminuir las posibilidades de que algo semejante nos suceda a nosotros. ¿Cómo? Si mostramos el debido respeto por la vida y la propiedad, hacemos buenos planes de antemano, estamos al tanto de posibles peligros y obedecemos las reglas. En ese caso podremos disfrutar tranquilos de esta maravillosa creación: el agua.—Contribuido.
[Fotografía en la página 16]
Barco patrullero rescatando a un piragüista
[Reconocimiento]
Foto de Tim Smalley/Departamento de Recursos Naturales de Minnesota
[Fotografía en la página 17]
Los chalecos salvavidas salvan vidas... por lo tanto, ¿por qué no ponérselos?
[Reconocimiento en la página 15]
Foto de Tim Smalley/Departamento de Recursos Naturales de Minnesota
[Recuadro en la página 18]
Los buenos nadadores también se ahogan
Muchas veces los organismos correspondientes han quedado desconcertados al saber de casos en los que un buen nadador se cae por la borda sin haber sufrido ningún daño aparente y simplemente desaparece. No obstante, según la Cruz Roja Americana, ciertas reacciones fisiológicas al agua fría pueden proporcionar algunas explicaciones. Cuando el agua fría entra de repente en los canales auditivos se puede producir laberintitis calórica. Esta puede causar vértigo y hacer que la víctima quizás nade hacia el fondo en lugar de hacia la superficie, y se ahogue. Otra posibilidad es la hiperventilación refleja. El que de repente se entre en contacto con el agua fría puede causar una respiración rápida e incontrolable. Si eso se produce cuando se tiene la cabeza sumergida, es posible que la persona se ahogue. El dolor es otro factor que contribuye a ahogarse. El introducirse de repente en agua fría puede ser tan doloroso que la víctima sufra un choque o un ataque cardiaco. ¿Qué lección se puede aprender de todo esto? Trate el agua con respeto. Trate el agua fría con aún más respeto.