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  • g88 22/10 págs. 3-4
  • ¿Quién recibe la custodia del niño?

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  • ¿Quién recibe la custodia del niño?
  • ¡Despertad! 1988
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¡Despertad! 1988
g88 22/10 págs. 3-4

¿Quién recibe la custodia del niño?

MIENTRAS Paul esperaba su turno respirando la atmósfera cargada de la sala del tribunal de New Hampshire (E.U.A.), se le hizo un nudo en el estómago. Semanas antes, su esposa se había llevado de casa a sus dos hijos, a pesar de los sollozos de estos. Paul no estaba dispuesto a renunciar a sus hijos —de trece y siete años de edad respectivamente— sin luchar.

Finalmente, su batalla judicial estaba a punto de terminar. “Todo es tan injusto —pensaba Paul mientras el juez decidía un caso tras otro—. Este juez, alguien totalmente desconocido para nosotros, va a decidir dónde vivirán mis hijos.”

Paul y su mujer eran una de las 1.187.000 parejas estadounidenses que se divorciaron durante el año 1985. Esa cantidad fue el triple de las que obtuvieron un divorcio en 1960. La oleada de divorcios no se limita a Estados Unidos, es mundial. Aproximadamente entre el 15 y el 20% de los divorcios resultan en batallas judiciales por la custodia de los hijos. En el caso de Paul, él tuvo que comparecer vez tras vez ante el tribunal. Las tensiones aumentaban. “Un día, mientras estaba en el tribunal con todas estas cosas dándome vueltas en la cabeza —explicó Paul—, creí que iba a volverme loco y a ponerme a pelear con la gente. ¡Me sentía tan frustrado!”

Afortunadamente, Paul pudo controlar sus emociones. Sin embargo, a veces aparecen en primera página informes detallados de violencia y asesinatos como resultado de la amargura generada en las disputas por la custodia de los hijos. ¿Por qué suelen convertirse esos casos en conflictos tan encarnizados?

Una guerra entre los padres

Las leyes que rigen la concesión de la custodia de un niño varían en las diferentes partes del mundo. En casi todos los países occidentales, el padre y la madre tienen los mismos derechos ante la ley. A la hora de decidir quién recibirá la custodia de los hijos, en décadas recientes los tribunales han hecho hincapié en “lo que sea más conveniente para el niño”. Esto permite que los padres pugnen por demostrar quién está mejor capacitado para recibir la custodia.

Aunque algunos padres luchan pensando en el bienestar de sus hijos, otros lo hacen por el despecho y la animosidad que sienten hacia su ex cónyuge. El niño se convierte en “el último recurso para causar dolor”, mediante el cual uno de los padres libera su cólera o su frustración. Como dijo cierto juez, los niños pueden llegar a ser “como pelotas que se lanzan para satisfacer la actitud de ‘te demostraré quién soy yo’, de la que, con demasiada frecuencia, están imbuidos los cónyuges enemistados”.

Algunos padres hasta se toman la justicia por su mano. El rapto de niños por parte de uno de los padres se ha convertido en un problema internacional. Según algunos cálculos, en Estados Unidos se producen hasta cien mil de estos casos ¡anualmente! Cierta asociación ha descubierto que la cantidad de casos se duplicó durante el quinquenio que terminó en 1983. El trauma emocional que eso representa para los niños suele ser enorme. En su libro Children in the Crossfire (Niños entre dos fuegos), Sally Abrahms dice: “El robo de niños es la angustia de los años ochenta”.

¿Se hace justicia en los tribunales?

Desde tiempos antiguos, los padres han apelado al gobierno para que intervenga en tales disputas por la custodia de los hijos. El sabio rey Salomón es recordado por su famosa decisión al zanjar una disputa entre dos madres sobre la custodia de un niño. (1 Reyes 3:16-28.) Pero a los jueces de hoy no les resulta tan fácil blandir la proverbial “espada de Salomón”.

Cuando una familia es destrozada por el divorcio y ambos padres reclaman la custodia del hijo, les toca a los tribunales decidir. Los jueces toman en consideración factores como la estabilidad mental de cada progenitor, los deseos del niño, el tipo de relación que existe entre cada uno de los padres y el hijo, así como la capacidad que cada uno tenga para proporcionarle seguridad.

Sin embargo, en la mayoría de los casos, el niño quiere y necesita una buena relación con ambos progenitores. De modo que la meta de casi todos los tribunales es “garantizar a los menores un contacto frecuente y continuo con ambos padres”. En el caso mencionado anteriormente, el juez consideró que la “vida [de Paul] gira en torno a sus hijos”, mientras que su esposa prefería “pasar su tiempo libre en un restaurante de la localidad charlando con su madre y sus amistades”. Paul recibió la custodia de sus hijos. Pero también se reconoció que los niños necesitaban a su madre, y por eso, a ella se le concedieron “derechos liberales de visita”.

No obstante, recientemente se ha manifestado una tendencia preocupante. A fin de ganar un caso, algunos abogados han convertido las disputas por la custodia en controversias religiosas. Esta práctica falta de ética ha desviado a algunos tribunales de su verdadera función de centrarse en lo que sea lo mejor para el niño. En lugar de eso, los jueces se han enredado en apreciaciones religiosas que van más allá de la responsabilidad de un tribunal seglar. ¿En qué ha resultado todo esto?

Algunas personas que aman las libertades civiles creen que el que se mezclen cuestiones religiosas en las disputas por la custodia de un hijo pone en peligro los derechos de todo niño y progenitor. En vista de que en los próximos años muchas familias se harán pedazos como consecuencia del divorcio o la separación, la vida de usted también podría verse afectada.

[Comentario en la página 4]

Es posible que durante la próxima década hasta un 40% de todas las familias con niños de Estados Unidos se vean afectadas por el divorcio o la separación

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