El tráfico de armas, ¿qué repercusión tiene en usted?
“EL PROBLEMA de los gastos de defensa es calcular hasta dónde se debe llegar sin destruir desde el interior lo que se trata de defender [de las amenazas] del exterior.” Cuando Eisenhower, uno de los presidentes de Estados Unidos, dijo estas palabras en el año 1956, el valor constante de los gastos militares globales no llegaba ni a la mitad de los niveles de la actualidad. ¿Qué repercusiones tiene en usted esta enorme expansión del negocio armamentista? El informe World Military and Social Expenditures, donde se presentan los resultados de una investigación sobre este tema, suministra algunos datos:
1. Según los niveles actuales de gastos mundiales en armamento, una persona de término medio puede dedicar el equivalente de tres a cuatro años de su vida trabajando para costearlos.
2. Las compras de armas sumamente costosas han creado una enorme pirámide de deuda pública para las generaciones futuras.
3. La desatención de las necesidades sociales debido a la búsqueda de poder militar ha sumido a una de cada cinco personas en la más absoluta pobreza. Aumenta constantemente el porcentaje de población mundial afectada por el analfabetismo, la mala salud y el hambre crónica.
4. El énfasis que los militares ponen en la alta tecnología produce, en términos relativos, menos puestos de trabajo de los que se crearían si se dedicasen sumas comparables a la educación, la salud, la vivienda en las zonas antiguas y densamente pobladas de las ciudades y otras necesidades civiles. Mientras tanto, el desempleo aumenta.
5. En el mundo hay un soldado por cada cuarenta y tres personas, pero solo un médico por cada mil treinta personas.
6. Los años de excesos militares han creado un ambiente más inestable y peligroso para la vida humana que en cualquier otra época de la historia.
7. Armas de destrucción en masa —listas para ser disparadas en cualquier momento— mantienen a toda la humanidad como rehenes.
Un enorme “robo”
Los pobres del mundo son los más afectados por el negocio de las armas, tanto en los países más ricos como en los más pobres. Dwight D. Eisenhower lo expresó de la siguiente manera: “Cada arma que se fabrica, cada buque de guerra que se bota, cada cohete que se lanza supone, a la larga, un robo a los que pasan hambre y no son alimentados, los que pasan frío y no son vestidos. El mundo no solo se gasta dinero en armamento, sino que se gasta el sudor de sus trabajadores, el talento de sus científicos, las casas de sus hijos”. ¿Qué es lo que se les “roba” a las víctimas?
Se les quitan posibilidades de educación:
▪ El coste de un solo submarino nuclear moderno equivale al presupuesto anual de educación de veintitrés países en desarrollo, con un total de más de ciento sesenta millones de niños en edad escolar.
▪ El presupuesto de las Fuerzas Aéreas de Estados Unidos es superior al presupuesto total de educación para más de mil millones de niños de África, América Latina y Asia, excluido Japón.
Se les quita dinero:
▪ En años recientes, el Tercer Mundo ha efectuado el 75% de las importaciones mundiales de armas, una forma temeraria de usar sus divisas que ha dejado a muchos de esos países agobiados con deudas externas que difícilmente podrán pagar.
▪ Para 1988 la deuda externa combinada de los países del Tercer Mundo había alcanzado la colosal cifra de 1,3 billones de dólares ($1.300.000.000.000).
▪ El presupuesto militar anual del mundo equivale a los ingresos de unos 2.500 millones de personas en los cuarenta y cuatro países más pobres.
Se les quita alimento y bebida:
▪ El funcionamiento de un portaaviones cuesta 590.000 dólares diarios, mientras que, tan solo en África, 14.000 niños mueren diariamente de hambre o de causas relacionadas.
Se les quita salud y vida:
▪ Cada minuto mueren una media de treinta niños debido a las enfermedades más comunes. Si las demandas sociales y sanitarias se pusieran por delante del poder militar, estas muertes podrían evitarse con vacunas, medidas sanitarias y una nutrición adecuada.
▪ Se calcula que un programa de vacunación que protegiera a 750 millones de niños de contraer enfermedades infecciosas solo costaría lo que el mundo gasta en armamento en dos días.
▪ El promedio de vida en los países pobres es treinta años menor que en los ricos, debido, en parte, a que se desatienden las necesidades sanitarias para conseguir más armas.
Efectivamente, sobre los traficantes de armas pesa una gran responsabilidad por las miserables condiciones en las que se encuentra el mundo. ¿Qué piensan de dichas condiciones? “No nos molesta la conciencia, pues estamos contribuyendo a nuestro propio desarrollo”, dice el vicesecretario de Estado de uno de los principales países productores de armas. Sin embargo, el ciudadano medio quizás se pregunte: “¿Puede detenerse este comercio?”. En los siguientes dos artículos analizaremos esta pregunta.