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¡Despertad! 1991
g91 8/1 págs. 19-21

Los jóvenes preguntan...

¿Debería trabajar y estudiar?

LOS días de clase son jornadas muy ocupadas para la mayoría de los jóvenes pues durante una buena parte del día reciben instrucción en clase y luego por la noche tienen que estudiar y hacer los deberes. Pero eso no es todo, porque también hay muchas tareas domésticas que requieren atención.a

En los países occidentales los jóvenes de edad escolar pueden esperar que los fines de semana sean para descansar y divertirse, pero no es así en muchas partes del mundo. Por ejemplo, en las zonas rurales de África los jóvenes muchas veces pasan los fines de semana ayudando a sus padres en la granja o recuperando parte del tiempo perdido durante su semana de estudios. Además, los jóvenes testigos de Jehová tienen la responsabilidad de participar en la obra de predicar de casa en casa y de asistir a las reuniones cristianas. (Hebreos 10:23-25.)

Por eso no parece probable que los jóvenes africanos quieran asumir la carga adicional de un trabajo seglar. No obstante, muchos sí trabajan, y de diversas maneras: cultivan sus propios campos y venden los productos, tejen con telares manuales o hacen cestas para venderlas en el mercado. Otros pescan, venden periódicos o recolectan fruta y la venden.

Sin embargo, ¿por qué buscan un trabajo seglar? ¿Significa necesariamente que tú deberías hacer lo mismo?

Por qué trabajan

Algunos jóvenes se ven casi obligados a trabajar por circunstancias que escapan a su control, como la muerte de uno de sus padres (lo que puede dejar al joven sin nadie que le pague los estudios). Mientras que otros lo hacen para independizarse hasta cierto grado de sus padres.

Consideremos el caso de Kofi, un joven de Ghana. Mientras asistía a una escuela de formación profesional, trabajaba dos horas diarias después de las clases como mozo de labranza.b Kofi explica: “Mis padres me habían mantenido mientras cursaba los estudios primarios. Pero no quería seguir dependiendo de ellos para todo, así que empecé a trabajar. Me sentí mucho más feliz de poder comprarme el material escolar y pagarme el transporte a la escuela”.

Moses, el hermano de Kofi, también trabajaba. Mientras cursaba enseñanza secundaria daba clases particulares a algunos jovencitos. Pero mientras que en el caso de Kofi sus ingresos iban destinados a sufragar sus propias necesidades, y eso era apropiado, en el caso de Moses parte del dinero se utilizaba para el mantenimiento de la familia. ¿Por qué? Como parte de una familia de ocho hijos, razonó: “El que trabajase unas horas ayudó un poco a mis padres a atender las necesidades de mis demás hermanos”. También admite que se sentía satisfecho de poder comprarse cosas.

Ayudar a los padres económicamente cuando existe una verdadera necesidad puede ser una forma de rendirles la honra que merecen. (Efesios 6:1, 2.) Al mismo tiempo, no hay nada malo en trabajar para disponer de un poco de dinero para gastos.

Tener un puesto de trabajo también puede ayudar mucho a infundir en el joven un sentido de responsabilidad. Puede ayudarle a cultivar ciertas habilidades que con el tiempo le serán útiles para mantener a una familia. El propio Jesucristo, por ejemplo, aprendió de joven el oficio de carpintero trabajando con su padre adoptivo. (Mateo 13:55; Marcos 6:3.) No obstante, “el tiempo que queda está reducido” para este mundo y un joven sensato querrá utilizar su tiempo de manera provechosa. (1 Corintios 7:29; Efesios 5:16.) De modo que antes de ponerte a trabajar deberías sopesar todos los factores envueltos, incluyendo tus motivos.

Calcula el costo

Algunas preguntas que podrías hacerte son: ¿De veras necesitan mis padres ayuda económica? ¿La quieren o están dispuestos a arreglárselas con menos para que yo pueda aplicarme a mis estudios y mi adelanto espiritual? ¿Seguro que necesito dinero adicional o lo quiero para satisfacer “el deseo de la carne y el deseo de los ojos y la exhibición ostentosa del medio de vida de uno”? (1 Juan 2:16.)

El sabio Salomón dijo: “Vi también que el mucho trabajar y el éxito en una empresa provocan la envidia de unos contra otros, y esto también es vana ilusión y querer atrapar el viento. [...] Más vale un puñado de descanso que dos de fatiga por querer atrapar el viento”. (Eclesiastés 4:4-6, Versión Popular.)

Otro factor a tomar en cuenta es el efecto que tu trabajo puede tener en tus estudios. Kofi, mencionado antes, recuerda: “Durante el primer curso de formación profesional cuando no trabajaba conseguí unas calificaciones extraordinarias. Luego vino el segundo curso, cuando comencé a trabajar, y mis calificaciones empezaron a bajar. Todavía lograba más que un simple aprobado, pero era muy agotador”. Es interesante que, según un estudio realizado en Estados Unidos, “tener un empleo resulta en que bajen las calificaciones y disminuye la concentración del adolescente en la escuela”.

¿Recuerdas a Moses, el hermano de Kofi que trabajaba dando clases particulares? Él admite: “A menos que se tenga mucho cuidado, uno puede empezar a comprometerse con más alumnos de los que puede atender en el tiempo limitado de que dispone”. Mawuli, un africano que trabajaba unas horas pescando, explica: “El día que había una buena pesca en la playa suponía una gran tentación, pues sentía el impulso de abandonar los libros e ir a ganar más dinero. Muchos chicos de la aldea lo hacían y dejaron los estudios”.

Estudiar y trabajar también puede agotar las fuerzas de un joven hasta el punto de afectar negativamente su espiritualidad. El cansancio puede dificultarle la asistencia a las reuniones cristianas o que se concentre cuando asiste. Además, es posible que deje a un lado su estudio personal de la Biblia y la lectura de publicaciones basadas en la Biblia.

Sé equilibrado

No obstante, después de sopesar todos los factores, es posible que con la aprobación de tus padres decidas que sería ventajoso trabajar. En ese caso, ¿qué puedes hacer para sacar el mejor partido de la situación?

Algo esencial es la autodisciplina. En alusión a sus propios esfuerzos, el apóstol Pablo dijo: “Aporreo mi cuerpo y lo conduzco como a esclavo”. (1 Corintios 9:27.) Tendrás que ser autodisciplinado para ahorrar —y no malgastar— el dinero que ganas y emplear bien el tiempo que te queda. Por supuesto, la distracción y el descanso adecuados también tienen su lugar y pueden ayudarte a hacer más productivo tu trabajo, pero ten cuidado para que tus aficiones y diversiones no te hagan abandonar los deberes escolares o hasta los asuntos espirituales.

De modo que necesitarás hacer un horario realista para tu tiempo de estudio y apegarte a él. Por ejemplo, puede que lo mejor sea que te pongas a hacer los deberes escolares cuanto antes, tan pronto como regreses a casa del trabajo, sin esperar hasta mucho después de la cena cuando lo más seguro es que estés demasiado soñoliento. Sin embargo, hay quienes prefieren acostarse temprano y estudiar a primera hora de la mañana. Sea cual sea tu caso, haz que el tiempo de estudio sea lo más productivo posible; evita escuchar música o distraerte con otras cosas, y si prestas atención a cómo escuchas en clase, tomando apuntes sobre los puntos principales y otros detalles que los apoyan, te será más fácil hacer los deberes. (Compárese con Lucas 8:18.)

Pero lo más importante son tus necesidades espirituales. (Mateo 5:3.) A fin de satisfacerlas también has de apartar tiempo para tu estudio personal de la Biblia, las reuniones cristianas y tu participación en el ministerio público. Es cierto que trabajar y estudiar resulta agotador, pero si has de hacer ambas cosas, da prioridad a los asuntos espirituales. Ora sin cesar a Jehová Dios para que te ayude a mantener tu equilibrio espiritual, y si se ha decidido que además de estudiar debes trabajar Él puede darte las fuerzas para resistir las presiones de esa situación. (Isaías 40:29-31.)

[Notas a pie de página]

a Este artículo trata en especial de la situación a la que se encaran los jóvenes en países en vías de desarrollo. No obstante, como las sugerencias que se dan se basan en principios bíblicos, son de utilidad para jóvenes de todo el mundo.

b En algunos países, después de la enseñanza primaria, los jóvenes pueden escoger entre cursar enseñanza secundaria (que abarca una amplia variedad de materias) o matricularse en una escuela de formación profesional.

[Fotografía en la página 21]

Algunos jóvenes africanos trabajan y estudian. ¿Qué ventajas y desventajas hay implicadas?

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