Los jóvenes preguntan...
¿Cómo puedo protegerme del ataque de pandillas?
UNA fresca tarde de otoño, Tom —de doce años— fue a la tienda del barrio a comprar unas cosas. Estaba nervioso porque aquella zona era territorio de una pandilla callejera, y sus temores pronto estuvieron justificados. Sin previo aviso, varios miembros de la pandilla se le echaron encima, lo tiraron al suelo y le hincharon a puñetazos.
En vista del predicho “aumento del desafuero”, en la actualidad hay muchas personas que viven en barrios tan violentos que ni siquiera las autoridades pueden controlarlos. (Mateo 24:12.) Si tú vives en una zona en la que hay pandillas, es posible que lo que le pasó a Tom te resulte muy familiar. Fíjate, por ejemplo, en lo que sucede en el condado de Los Ángeles (E.U.A.). Según la revista Maclean’s, la mitad de las 257 muertes relacionadas con pandillas que tuvieron lugar en 1988 fueron ocasionadas sin la menor provocación por parte de la víctima, que además ¡era ajena a la pandilla! Por eso, los jóvenes que viven en zonas donde actúan pandillas se enfrentan a un verdadero problema: la protección.
Un artículo anterior mostró lo insensato de unirte a una pandilla.a Explicaba que ser miembro de una pandilla en realidad incrementa el riesgo de que te hieran, te arresten o hasta de que te maten. Y en cuanto a llevar una navaja, una pistola u otro tipo de arma, se vio que va en contra del consejo bíblico registrado en Isaías 2:4 y Mateo 26:52. Además, lo más probable es que el llevarlas no evite un conflicto sino que lo provoque. Lo mismo puede decirse de estudiar artes marciales para la defensa personal, como el judo o el karate. Por consiguiente, es mejor empezar por evitar cualquier confrontación con una pandilla. ¿Pero cómo?
Las pandillas y sus colores
En primer lugar, fíjate en tu atuendo, tu forma de arreglarte y tu porte. Muchas pandillas llevan ropa, colores o artículos característicos que los distinguen de otras pandillas. Un pañuelo o hasta la manera de llevar un sombrero te puede identificar con una pandilla en particular. A menudo, las pandillas adoptan ciertos gestos y ademanes así como un vocabulario y unas posturas propios.
El problema es que los colores y demás marcas que identifican a las pandillas acostumbran a ponerse de moda entre la juventud en general, incluyendo aquellos que no son miembros de ninguna pandilla. El periódico canadiense The Globe and Mail comentó: “Algunos adolescentes imitan la forma de vestir de ciertas pandillas, aunque no formen parte de ellas. [...] Puede que traten de impresionar a otros adolescentes”.
Al parecer, algunos jóvenes opinan que el atuendo especial les hará parecer duros. Otros razonan que el ir ataviado con los colores de una pandilla les puede proporcionar cierta medida de protección. Piensan que otros, al creerlos parte de cierta pandilla, se sentirán menos inclinados a ofenderles. ¿Suena esto razonable? En absoluto. The Globe and Mail lo dijo bien claro: “Si los verdaderos miembros de esa pandilla lo ven, corren el riesgo de recibir una paliza”.
Bernard, que antes era miembro de una pandilla pero ahora es testigo de Jehová lo confirma. Al recordar su pasado, dice: “Si alguien iba vestido como nosotros y no era de los nuestros, lo más probable es que lo obligásemos a unirse a nuestra pandilla o le diésemos una paliza”.
¡Vale la pena ser diferente!
El saber esto debería orientarte a la hora de escoger tu ropa. Al fin y al cabo, nuestro atuendo revela algo acerca de nosotros y hasta nos identifica con claridad ¿verdad? Eso ya sucedía hace miles de años, cuando se estaba escribiendo la Biblia. En el libro de 2 de Reyes leemos que unos mensajeros llevaron un mensaje de vuelta al rey Ocozías de Israel. Le explicaron que habían encontrado a un hombre que les dio un recado. El rey preguntó: “¿Cuál era la apariencia del hombre?”. Cuando le describieron sus prendas de vestir, el rey dijo al momento: ‘¡Fue Elías el profeta!’. ¿Cómo lo sabía? Porque Elías iba vestido de una forma característica que lo identificaba con los profetas. (2 Reyes 1:5-8.) Hoy día, tal como en aquel tiempo, la forma de vestirnos puede vincularnos con ciertas clases de personas, aunque quizás no practiquemos lo que ellos practican ni creamos lo que ellos creen. Otros se inclinarán a pensar que por lo menos simpatizamos con la clase de personas que se visten de esa forma.
Michael, un ex pandillero citado en la revista Sports Illustrated, dice: “Los zapatos, las chaquetas y los sombreros son símbolos [...]. Puedo ir conduciendo por la calle e identificar a un pandillero tan solo por su forma de vestir”.
¡Qué poco sensato sería entonces que un joven cristiano se arreglase, se vistiese, caminase, hablase o hasta adoptase las mismas posturas que los miembros de una pandilla callejera! El consejo de Jesús de ‘no ser parte del mundo’ aplicaría muy bien a esta situación. (Juan 17:16.) Los pandilleros no tienen problema en identificar a los que no son como ellos. Michael recuerda: “Si veo un chico con pantalones de vestir, un buen jersey y mocasines, nadie me va a convencer de que es un pandillero”.
Bernard, antes citado, añade: “Los pandilleros acostumbran a vestir a la última moda”. En vista de esto, debería ejercerse mucho cuidado antes de adoptar estilos de vestir y de arreglarse que puedan ser populares en la escuela o en tu vecindario pero que con facilidad podrían convertirte en blanco de acciones violentas por parte de pandillas debido a que confundan tu identidad. Vestir de una forma modesta te puede proteger. (Compárese con 1 Timoteo 2:9.)
Ten cuidado también con la clase de lenguaje y de vocabulario que utilizas. Si tratas de demostrar que estás a la moda por medio de utilizar el argot de los pandilleros, es muy posible que atraigas su atención. Trata de no dar la imagen de chico duro. Recuerda: “Un perro vivo está en mejor situación que un león muerto”. (Eclesiastés 9:4.)
Otra forma de protegerse es mediante no ser “amigo del mundo” al escoger tus compañías. (Santiago 4:4.) Quizás pienses que el tener unos cuantos amigos “duros” te sería ventajoso. Pero fundándose en su experiencia como pandillero, Bernard dice: “Si tienes amigos que pertenecen a una pandilla, es muy posible que ejerzan presión en ti para que te unas a ellos”. E incluso hay que tener cuidado cuando se procura dirigir a pandilleros hacia el camino que lleva a la vida. (Mateo 28:19, 20.)
Tu mejor protección bien pudiera ser tu propia reputación como cristiano ejemplar. Es verdad que debido a que no ‘corres con ellos en el mismo bajo sumidero de disolución, posiblemente hablen injuriosamente de ti’. (1 Pedro 4:4.) Pero también es posible que, aunque a regañadientes, te respeten. Como mínimo, probablemente te considerarán un candidato improbable para su pandilla.
Cómo evitar el peligro
Hay que reconocer que una buena reputación no siempre es suficiente para protegerte de peligros. Por eso, Proverbios 27:12 ofrece un buen consejo: “El sagaz que ha visto la calamidad se ha ocultado; los inexpertos que han pasado adelante han sufrido la pena”. Este acertado consejo subraya la necesidad de ser discernidor y estar alerta cuando uno se enfrenta a situaciones que pueden ser peligrosas. Por ejemplo, si te invitan a ir a cierto lugar, pregúntate: “¿Quiénes estarán allí? ¿Es un conocido lugar de reunión habitual de alguna pandilla?”.
Un ex pandillero aconseja algo parecido: “Evita las zonas donde suelen reunirse las pandillas. Si es posible, pasa por otras calles”. No vayas a zonas que se sabe que son peligrosas, y si estalla la violencia, no dejes que la curiosidad te haga perder la vida. Proverbios 17:14 dice: “El principio de la contienda es como alguien que da curso libre a las aguas; por eso, antes que haya estallado la riña, retírate”.
Pero supongamos que a pesar de todos tus esfuerzos por evitar problemas se te presentan unos jóvenes que quieren que te unas a su pandilla. Diles, con un tono de voz calmado, que no puedes unirte a ellos. Los jóvenes que son testigos de Jehová a menudo añaden que utilizan su tiempo y sus esfuerzos en el ministerio cristiano. Sin importar lo que digas, no seas irrespetuoso ni antagonista. Jesús aconsejó a sus discípulos lo que se registra en Mateo 10:16: “Demuestren ser cautelosos como serpientes, y, sin embargo, inocentes como palomas”. Pero, de nuevo, tu conducta, tu forma de vestir y tu manera de arreglarte deben armonizar con la posición que has adoptado.
Hay que reconocer, sin embargo, que ninguna precaución puede garantizarte por completo la seguridad. (Eclesiastés 9:11.) Eso sí, con un esfuerzo razonable de tu parte probablemente puedas evitar el ataque de pandillas.
[Nota a pie de página]
a Véase el artículo “¿Debo unirme a una pandilla?” que apareció en el número del 8 de junio de 1991 de esta misma revista.
[Fotografía en la página 19]
Huye de situaciones de violencia. No dejes que la curiosidad te haga perder la vida