De nuestros lectores
Síndrome de fatiga crónica Cuando recibimos en casa la revista ¡Despertad! sobre el SFC (22 de agosto de 1992), todos lloramos de agradecimiento. ¡Cuánto se preocupa la organización de Jehová por tratar de informar a los que no han sido afectados por esta terrible y extraña enfermedad! Gracias también por el reconocimiento expresado a los que llevan la pesada carga de cuidarnos.
K. C., Australia
Mi aspecto era como el de la mujer de la portada. Los artículos me han dado fuerzas para ir al médico y aceptar que estoy realmente enferma. Todo lo achacaba a la depresión, pero gracias a Jehová, se me ha quitado esa angustia.
M. A., España
¡Por fin una revista sobre el SFC! He tratado de explicar a otros cómo me siento, pero solo he conseguido decepcionarme y, a veces, mortificarme. Estos artículos son un claro ejemplo de cómo satisfacen sus publicaciones las necesidades más urgentes de las personas.
F. C., Italia
Todavía no puedo creer que por fin se haya dado respuesta a las preguntas que tenía sobre mi estado de salud. He padecido SFC durante catorce años sin saber lo que era. He ido a muchos médicos, que insistían en que lo que tenía era depresión o un problema emocional. He enviado copias de esta revista a veinticinco de esos médicos.
J. A. G., Brasil
Yo ya tenía bastante información sobre el SFC. Lo que más necesitaba era lo que dice el párrafo de la página 14 que trata sobre lo que Jehová Dios piensa. ¡Muchísimas gracias! Cada vez que leo ese párrafo me pongo a llorar, y ya lo he hecho casi cincuenta veces.
S. D., Estados Unidos
Aunque entre sollozos, conseguí terminar la lectura de los artículos. Padezco SFC, y tardaron mucho en diagnosticármelo. No obstante, los dolores físicos que he tenido no pueden compararse con lo mucho que me dolía que mis hermanos cristianos no me comprendiesen. Parece que Jehová siempre sabe cuándo darnos información.
K. J., Estados Unidos
Mi hija padece SFC desde hace varios años, así que me alegró mucho recibir la revista ¡Despertad! del 22 de agosto. Expone los problemas con tanta claridad que no pude soltarla hasta terminar de leerla. Luego la leí de nuevo. Esta será una de las revistas que conservaré en mi archivo especial para consulta rápida. Me ha conmovido tanto que tenía que darles las gracias.
M. E., Inglaterra
Padres alcohólicos Gracias por el artículo “Los jóvenes preguntan... ¿Qué puedo hacer si uno de mis padres es alcohólico?” (8 de agosto de 1992). Mi padre es un alcohólico en vías de recuperación. Solía dar muy malos tratos, tanto físicos como mentales. Yo comencé a beber de muy joven, y me estaba convirtiendo en una alcohólica cuando mi madre empezó a estudiar con los testigos de Jehová. Me siento feliz de poder decir que en agosto de 1991 me bauticé. Ahora he solicitado servir de evangelizadora precursora [de tiempo completo]. Agradezco la comprensión manifestada en el artículo de lo que los jóvenes sentimos hacia padres que son alcohólicos. Podemos quererlos, pero eso no significa que aceptamos lo que hacen.
L. W., Estados Unidos