Sugerencias para ganarse a los hijastros
EL PRONÓSTICO de la oficina estadounidense del censo es que para 1995 el número de familias con hijastros superará al de las familias tradicionales. Para entonces, 59 de cada 100 niños vivirán en el seno de una “familia mezclada” (familia con un padrastro o una madrastra) antes de cumplir los 18 años. A continuación se presentan algunas sugerencias para ayudar a este colectivo cada vez más grande de padrastros y madrastras.
Dé tiempo al tiempo: El padrastro o la madrastra debe recordar que los niños necesitan tiempo para aceptar a alguien como su nuevo padre o madre. Mavis Hetherington, profesional de la salud mental, explica por qué son tan difíciles los primeros meses, o años: “En las primeras etapas de las segundas nupcias, tanto los hijos como las hijas adoptan una actitud hostil, malhumorada, negativa y airada no solo con su padrastro, sino también con su madre. Están enfadados [...] con su madre por haberse vuelto a casar”. El padrastro o la madrastra debe tratar de comprender los sentimientos de los hijos, aunque hacerlo presente un reto. (Véase Proverbios 19:11.)
Cultive primero una buena relación: Joy Conolly advierte atinadamente en su libro Stepfamilies (Familias con hijastros) que el padrastro o la madrastra estará en mejor posición de corregir el comportamiento de sus hijastros después de haber cultivado una buena relación con ellos. Mientras tanto, quizás sea mejor que el verdadero progenitor administre la disciplina necesaria. (Compárese con Proverbios 27:6.) Por otro lado, los padrastros pueden dar a los niños un sentido de continuidad apoyando los hábitos de los que han disfrutado por mucho tiempo, como dar largos paseos o jugar juntos. Además, no deberían convertir las horas de las comidas en ocasiones para sermonear a la familia.
Evite el favoritismo: El padrastro o la madrastra debería hacer lo posible por evitar cualquier muestra de favoritismo para con sus verdaderos hijos, por difícil que esto pueda ser a veces. (Compárese con Romanos 2:11.)
Acérquese con cuidado: Un estudio reciente sobre familias con hijastros descubrió que a menudo a los padrastros les resulta particularmente difícil llevarse bien con sus hijastras. Cierto autor lo explicó de la siguiente manera: “Los padrastros tratan de congeniar, y las muchachas los rehúyen. Los padrastros tratan de aplicar un poco de disciplina, y las muchachas la rechazan”. El autor resume la situación con estas palabras: “Parece que al principio nada de lo que hace un padrastro con sus hijastras es acertado”. Por consiguiente, hace falta gran paciencia y empatía. Aunque las muchachas aprecian que su padrastro las elogie verbalmente, muchas veces se sienten incómodas ante muestras físicas de aprobación, como los abrazos. El padrastro debería reconocer esa posibilidad y, si se da el caso, centrarse más en los elogios y la comunicación verbales que en manifestaciones físicas de afecto. (Compárese con Proverbios 25:11.)
Guárdese de los celos: La experiencia muestra que muchas hijastras suelen ver a su madrastra como una rival. Una madrastra que prevé los sentimientos de la muchacha y muestra empatía puede, con prudencia, impedir rivalidades innecesarias. El padre también puede hacer mucho para aliviar la tensión si le recuerda a su hija que sigue amándola y apreciándola. (Proverbios 15:1.) Los investigadores dicen que las madrastras por lo general se esmeran demasiado y muy pronto por que sus hijastras las acepten como madres. En este campo, la clave está de nuevo en la paciencia.
Ser un buen padrastro o una buena madrastra no es nada fácil. Pero se puede lograr, como lo demuestran miles de ejemplos. Y recuerde, la Biblia da el mejor consejo para tener éxito en cualquier situación familiar cuando dice: “Vístanse de amor, porque es un vínculo perfecto de unión”. (Colosenses 3:14.)