¿Existe una solución fácil para el aburrimiento?
PROPORCIONAR formas inagotables de diversión a millones de personas aburridas es hoy en día un negocio lucrativo. Se organizan viajes a lugares exóticos, se inventan aparatos electrónicos sofisticados, se idean pasatiempos complejos, todo ello con el fin de ayudar a las personas a matar el tiempo. Sin embargo, el aburrimiento ocupa un lugar preponderante en nuestra sociedad. Incluso los vacacionistas aburridos precisan de animadores que los alegren. Y muchos corredores dedicados se sienten perdidos sin la compañía de su radio portátil.
Es indudable que determinadas distracciones, como la televisión, producen excitación y disipan el aburrimiento; pero ¿por cuánto tiempo? Para algunos, la situación es semejante a una droga cuyo consumo crea dependencia: la siguiente vez se necesita un estímulo más fuerte y una dosis más alta de excitación; de lo contrario, vuelve a apoderarse de ellos la deprimente sensación de que ya lo han visto todo. Antes que ofrecer una solución, este tipo de entretenimiento quizás acaba siendo un factor que contribuye al aburrimiento.
La televisión por sí misma no causa aburrimiento, pero verla en exceso tampoco lo elimina; y lo que es más grave todavía, cuanto más tiempo pasa uno “conectado” al televisor, más se desconecta de la realidad. Esto sucede con demasiada frecuencia en el caso de los niños. En un estudio en el que se preguntó a niños de 4 y 5 años de edad si preferían dejar la televisión o dejar a su padre, uno de cada tres decidió que la vida sería más soportable sin papi.
La solución tampoco estriba en complacer todos nuestros deseos. Muchos jóvenes están “creciendo en un período de bienestar económico, por lo que encuentran a su disposición toda suerte de juguetes, vacaciones y modas novedosas”, comentó un diputado socialdemócrata del Parlamento alemán. ¿Queda todavía algo que les despierte el entusiasmo? Bien puede ser que los padres bonachones que colman a sus hijos de lo último en artilugios, en realidad los estén conduciendo a una adultez dominada por el aburrimiento crónico.
Las raíces del aburrimiento
Pensar que uno puede librarse por completo del aburrimiento es una quimera. En este mundo no se puede vivir una vida de excitación y felicidad continuas. Abrigar tal ilusión podría ocasionar descontento innecesario. Además, existen factores específicos que empeoran la situación.
Por ejemplo, la desintegración de la familia es cada vez mayor. ¿Pudiera ser que los padres estén tan concentrados en su propio entretenimiento que ya no dediquen tiempo suficiente a sus hijos? Es natural, por lo tanto, que los adolescentes busquen su propia manera de divertirse en las discotecas, salas de videojuegos, centros comerciales, etc. Por consiguiente, en muchos hogares las excursiones y demás actividades en las que tomaba parte la familia entera han pasado a la historia.
Otras personas se hallan tan insatisfechas con sus vidas monótonas que inconscientemente “se meten en una concha”, es decir, se dedican a lo suyo sin hacer caso de su semejante. Aislándose cada vez más, abrigan la vana esperanza de alcanzar lo que pudiera llamarse autorrealización. Pero no lo consiguen. Después de todo, nadie es una isla. Los seres humanos necesitamos compañía y comunicación. Por lo tanto, es inevitable que los individualistas que se aíslan propaguen el aburrimiento, ya que sin darse cuenta hacen la vida pesada para sí mismos y para los que los rodean.
No obstante, el problema va más allá, como dijo enfáticamente el filósofo francés del siglo XVII Blaise Pascal: “El aburrimiento[,] por su propia autoridad[,] no [deja] de aparecer desde el fondo de nuestro corazón[,] donde tiene raíces naturales, y [llena] nuestro espíritu con su veneno”. ¡Qué palabras tan verídicas!
Mientras el corazón esté lleno de dudas acuciantes sobre la razón de la vida, el aburrimiento persistirá con toda seguridad. Es preciso estar sinceramente convencido de que la vida tiene significado, pues ¿cómo puede alguien hacerle frente con optimismo si no sabe la razón de su existencia, si carece de metas y de esperanzas bien fundadas respecto al futuro?
Aquí es donde aparecen las preguntas fundamentales: ¿Cuál es el sentido de la vida? ¿Por qué estoy aquí? ¿Qué me deparará el futuro? “Esforzarse por encontrar el significado de la propia existencia es el principal móvil del hombre”, afirmó el Dr. Viktor Frankl. Ahora bien, ¿dónde puede hallarse este significado? ¿Quién puede contestar satisfactoriamente a estos interrogantes?
Cómo reducir el aburrimiento
El más antiguo de todos los libros aclara estas cuestiones esenciales. Heinrich Heine, poeta alemán del siglo XIX, dijo: “Debo mi iluminación sencillamente a la lectura de un libro”. ¿Cuál? La Biblia. Charles Dickens dijo algo semejante: “Es el mejor libro que jamás se haya conocido o que se conocerá en el mundo, pues nos enseña las mejores lecciones por las que pueda regirse criatura humana alguna”.
No cabe duda al respecto: la Biblia es una guía segura a una vida significativa. Desde el principio hasta el final muestra claramente que Dios asignó un trabajo al hombre. Este había de cuidar y embellecer la Tierra, cuidar con amor a los animales y, sobre todo, alabar al Creador, Jehová. Tamaña tarea no dejaría margen para el hastío. Millones de cristianos activos han descubierto que apoyar la causa de Dios, dedicándose completamente a él, de verdad añade significado a la vida y desplaza el aburrimiento.
Es posible que el aburrimiento generalizado sea un fenómeno contemporáneo, ya que la mayoría de las lenguas antiguas carecen de un vocablo que lo designe. De todos modos, la Biblia, además de explicar el significado de la vida, también ofrece sugerencias prácticas para combatir el tedio. Por ejemplo, dice que quien ‘se aísla, estallará contra toda sabiduría práctica’. (Proverbios 18:1.) Dicho de otro modo: no se encierre en usted mismo.
El hombre es gregario por naturaleza; necesita relacionarse con los demás y posee una necesidad innata de compañía. Reprimir el deseo normal de tener trato con la gente y convertirse en un solitario o un simple espectador no es práctico, como tampoco lo es limitarnos al mero trato superficial.
Por supuesto que es mucho más fácil mirar la televisión pasivamente o limitar la comunicación a la introducción de datos en un ordenador, dado que adaptarse a otras personas supone todo un reto. Sin embargo, comunicar a otros algo que valga la pena e intercambiar pensamientos y sentimientos es gratificante y no deja lugar para el aburrimiento. (Hechos 20:35.)
Salomón, que estudió atentamente la naturaleza humana, dio esta enérgica recomendación: “Más vale contentarse con lo que uno tiene, que desear lo imposible”. (Eclesiastés 6:9, La Casa de la Biblia, 1992.) En otras palabras: sáquele el mayor provecho posible a las circunstancias presentes. Concéntrese en lo que tiene. Esto es mucho mejor que querer huir de la realidad, o, como dijo Salomón, “que desear lo imposible”.
Planear bien el día, fijarse metas definidas y mantener vivo el deseo de seguir aprendiendo le ayudarán asimismo a vencer el aburrimiento. Una persona puede lograr muchas cosas aun después de jubilarse. Un testigo de Jehová de poco más de 70 años, ya jubilado, que vive en las islas Baleares, está entusiasmado aprendiendo alemán. ¿Con qué objetivo? Hablar de la Palabra de Dios a los turistas alemanes que estén aburridos. Por lo visto, el aburrimiento no es un problema para él.
Finalmente, ¿qué le parece la idea de realizar algún trabajo con las manos? ¿Por qué no adquiere alguna destreza manual, o aprende a pintar o a tocar algún instrumento musical? La sensación de estar haciendo algo en la vida eleva el amor propio. ¿Qué tal si se arremanga y se ofrece a ayudar en el hogar? En toda casa hay muchas cosas pequeñas que por lo general necesitan reparación. En vez de concentrarse en lo tediosa que es la vida, muéstrese dispuesto a colaborar, efectúe trabajos útiles en la casa, hágase experto en algún tipo de artesanía. Si lo hace, no dejará de cosechar los beneficios. (Proverbios 22:29.)
Además, la Biblia nos aconseja que trabajemos de toda alma en cualquier empresa que acometamos. (Colosenses 3:23.) Esto, por supuesto, significa meterse de lleno, interesarse genuinamente, en lo que estemos haciendo. Vale la pena recordar que la palabra española “interés” tiene su origen en el latín interesse, que literalmente significa “estar entre, o en medio de”; en otras palabras, absorbernos en la labor que estemos ejecutando la hará interesante.
Si se lleva a la práctica todo este buen consejo escrito hace tantos años, la situación de los que se deprimen en los períodos de ocio cambiará completamente. Por lo tanto, embébase en lo que haga. Relaciónese con otras personas. Realice cosas a favor del prójimo. Siga aprendiendo. Comuníquese libremente con otros. Descubra el verdadero propósito de la vida. Si lo hace, no suspirará diciendo: ‘¿Por qué es tan aburrida la vida?’.
[Recuadro en la página 7]
Cómo combatir el aburrimiento
1. No permita que las formas de entretenimiento ya elaboradas ahoguen su iniciativa. Sea selectivo en lo que toca a las distracciones y el entretenimiento.
2. Tenga trato con la gente.
3. Siga aprendiendo. Trácese metas personales.
4. Sea creativo. Haga algo con las manos.
5. Tenga un propósito en la vida. Tome a Dios en consideración.