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¡Despertad! 1995
g95 8/12 págs. 3-4

Cómo alcanzó popularidad la ciencia ficción

EN EL año de 1982 sucedió algo nunca visto en la industria cinematográfica norteamericana. El “actor estelar” de la película de mayor audiencia de la temporada 1982-1983 no fue una persona. Según The Illustrated History of the Cinema (Historia ilustrada del cine), fue E.T., el personaje grotesco, pero simpático, de otro mundo que protagonizó el filme E.T. El extraterrestre.

Este hecho sobresaliente es una de las muchas pruebas de la enorme popularidad que ha alcanzado la ciencia ficción en años recientes. En un tiempo estuvo relegada a las revistas sensacionalistas, y se consideraba el pasatiempo de solitarios y soñadores, pero ahora se ha convertido en una de las principales formas de entretenimiento. ¿A qué puede atribuirse su salto a la popularidad?

Antes de contestar esta pregunta, analicemos su historia. Desde tiempos inmemoriales, el hombre ha ideado relatos fantásticos con el fin de intimidar, impresionar o, sencillamente, entretener a otros. Pero, en los siglos XVII y XVIII, cuando Europa entró en una era de progreso material y científico, muchas voces comenzaron a impugnar los conceptos y la autoridad tradicionales. En ese ambiente, algunas personas empezaron a especular acerca de los efectos que tendría el progreso científico en la humanidad y el futuro.

Quién precisamente originó la ciencia ficción, sigue siendo una cuestión polémica. En el siglo XVII, los autores Francis Godwin y Cyrano de Bergerac hicieron alusión a viajes espaciales. En 1818, Mary Shelley habla en su libro Frankenstein, el inventor del monstruo de un científico capaz de producir vida y de las terribles consecuencias de sus acciones.

Algunos escritores recurrieron a la ciencia ficción para hacer resaltar los defectos de la sociedad humana. Así, para ridiculizar a la sociedad inglesa del siglo XVIII, Jonathan Swift tejió la trama de su sátira en torno a una serie de viajes ficticios. El resultado fue Los viajes de Gulliver, una alegoría mordaz aclamada como “la primera obra maestra literaria” de la ciencia ficción.

No obstante, las características peculiares de la novela actual de ciencia ficción se atribuyen comúnmente a Julio Verne y a H. G. Wells. En 1865, Julio Verne escribió De la Tierra a la Luna, uno de sus tantos éxitos novelísticos, y en 1895 salió a la luz el popular libro de H. G. Wells: La máquina del tiempo.

La ficción se convierte en realidad

En los albores del siglo XX, los científicos comenzaron a hacer realidad algunos de los sueños de aquellos visionarios. Según el libro Die Großen (Los grandes), el físico alemán Hermann Oberth consagró años de su vida a intentar realizar el sueño de Julio Verne: un viaje espacial tripulado por el hombre. Sus cálculos contribuyeron a colocar las bases científicas de la navegación espacial. Pero él no fue el único científico influido por la ciencia ficción. Ray Bradbury, escritor popular de este género, comenta: “Wernher von Braun, sus colegas alemanes y todos los científicos y técnicos de Houston y Cabo Kennedy leyeron a H. G. Wells y a Julio Verne durante la infancia, y se propusieron convertir en realidad todos esos sueños cuando fuesen adultos”.

Puede decirse que la ciencia ficción ha impulsado los adelantos en diversos campos del conocimiento. El autor René Oth afirma que han sido muy pocos los “inventos o descubrimientos que la ciencia ficción no haya vislumbrado”. Tanto los submarinos, como los robots y los cohetes tripulados fueron recursos de la ciencia ficción mucho antes de convertirse en artefactos reales. Frederik Pohl, escritor de este género, sostiene que “leer ciencia ficción equivale a ampliar la mentalidad”.

Por supuesto, no toda la ciencia ficción tiene que ver realmente con la ciencia. Algunos de los libros y películas más populares de este género podrían catalogarse más bien como ciencia fantasía. La ciencia ficción a menudo tiene como sello distintivo la posibilidad, mientras que los relatos fantásticos solo están limitados por la imaginación del autor, y hasta pudieran tener elementos de magia y hechicería.

Pero ¿son exactas las perspectivas del futuro que se presentan en la ciencia ficción? ¿Vale la pena leerla u observarla en pantalla? En los siguientes artículos se analizarán esas preguntas.

[Ilustraciones en la página 3]

La novela de Julio Verne “De la Tierra a la Luna” contribuyó mucho a suscitar el interés en los viajes espaciales

[Reconocimiento]

Cohete tripulado: General Research Division/The New York Public Library/Astor, Lenox and Tilden Foundations

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