Las tarjetas de crédito: ¿una comodidad, o una trampa?
“EN MI caso, abrir el estado de cuentas mensual de la tarjeta de crédito es una tragicomedia —observa un estadounidense que es maestro de Inglés—. Me quedo mirando el saldo sin dar crédito a mis ojos. Es como si hubiera emergido mi otro yo, una especie de Mr. Hyde de la economía, y se hubiera lanzado a gastar dinero como un loco en jugueterías, tiendas de electrodomésticos, supermercados y gasolineras.”
Dolores también acumula cargos fácilmente. Dice: “Es muy sencillo pagar con tarjeta de crédito. Yo no gastaría tanto con dinero en efectivo. Pero cuando se compra con tarjeta es diferente. Nunca se ve el dinero que se gasta. Uno se limita a entregar la tarjeta y a recibirla de vuelta”.
No sorprende que en junio de 1995 la deuda acumulada por el uso de tarjetas de crédito en Estados Unidos ascendiera a 195.200 millones de dólares, un promedio de más de 1.000 dólares por usuario. No obstante, las empresas de crédito siguen atrayendo a nuevos clientes con incentivos tales como una tasa de interés inicial baja y la eliminación de cuotas anuales. ¿Cuántas ofertas de tarjetas de crédito ha recibido en los últimos meses? El ciudadano estadounidense medio recibe veinticuatro al año. En 1994, el usuario típico de Estados Unidos gastó un 25% más que el año anterior en compras efectuadas con diez tarjetas de crédito.
En Japón hay más tarjetas de crédito que teléfonos; el promedio es de dos tarjetas por cada ciudadano mayor de 20 años. En el resto de Asia, la cantidad de tarjetas emitidas asciende a 120 millones, aproximadamente 1 por cada 12 habitantes. James Cassin, de MasterCard International, dice: “Asia es, con mucho, la zona con el mayor crecimiento en la cantidad de transacciones efectuadas con tarjeta de crédito”. El presidente de Visa International, Edmund P. Jensen, predice: “Vamos a ser una sociedad ‘tarjetocéntrica’ durante un buen tiempo”.
Todo indica que este tipo de tarjetas seguirán aumentando su influencia en la vida de la gente. Utilizadas adecuadamente, reportan muchas ventajas, pero el uso indebido ocasiona un sinnúmero de dolores. Tener un conocimiento básico de las tarjetas de crédito le ayudará a emplearlas para su beneficio.
Tipos de tarjetas de crédito
Las tarjetas más aceptadas en todo el mundo son las bancarias, como Visa y MasterCard. Estas son emitidas por entidades financieras, y para su uso debe satisfacerse una cuota anual, que generalmente oscila entre los 15 y 25 dólares. A veces no se exige dicha cuota, dependiendo del historial crediticio del cliente y de su uso de la tarjeta. La deuda puede saldarse totalmente cada mes, por lo común sin cargos en concepto de intereses, o pagarse en plazos mensuales que incluyen elevados intereses. La tarjeta tiene un límite de gasto o crédito que se determina basándose en el historial crediticio del solicitante. Cuando el usuario demuestra su solvencia, suele aumentarse dicho límite.
Las tarjetas bancarias también permiten conseguir adelantos de dinero en efectivo mediante los cajeros automáticos o cheques emitidos por el banco. Sin embargo, esta forma de obtener efectivo es costosa, pues normalmente se carga entre 2 y 5 dólares por cada 100 dólares retirados. Y a partir de la fecha en que se realiza la operación, se van acumulando intereses.
Además de los bancos, muchos grandes almacenes y cadenas comerciales nacionales expiden tarjetas de crédito que solo pueden utilizarse en sus propios establecimientos. Este tipo de tarjetas no suelen tener cuota anual, pero si no se liquida la cantidad adeudada, los intereses pueden ser mayores que los de las tarjetas bancarias.
Las compañías petrolíferas también emiten tarjetas de crédito exentas de cuota anual. Por lo general, solo son válidas en sus propias estaciones de servicio y en determinados hoteles. Las cuentas de estas tarjetas, al igual que las de las tarjetas de los comercios, pueden saldarse en un solo pago sin intereses o a plazos con intereses.
Existen asimismo tarjetas de viaje y de esparcimiento, tales como Diners Club y American Express, las cuales tienen una cuota anual pero no cobran intereses, pues al recibirse la factura mensual debe cancelarse la deuda en su totalidad. Las diferencias entre estas tarjetas y las bancarias, sin embargo, no están del todo definidas. American Express, por ejemplo, ofrece también la tarjeta Optima, que carga intereses y se parece a una tarjeta bancaria.
En el mercado estadounidense se está introduciendo otro tipo de tarjeta: la tarjeta inteligente o electrónica, llamada así porque tiene integrado un chip de memoria. Puede utilizarse como dinero en efectivo, pues programando el chip se carga en la tarjeta una cantidad determinada de dinero. Los comercios que tienen concertado este servicio pueden deducir de ella el precio de la venta. El año pasado los franceses ya estaban usando 23 millones de tarjetas inteligentes, y los japoneses, 11 millones. Se ha predicho que para el año 2000 habrá más de mil millones de tarjetas inteligentes en todo el mundo.
Es prudente fijarse en las condiciones del crédito antes de obtener una tarjeta. “Algunas condiciones crediticias que hay que tomar en consideración”, según un folleto publicado por el Sistema de la Reserva Federal del gobierno estadounidense, son “la tasa anual efectiva (TAE; también llamada tasa de porcentaje anual), la cuota anual y el período de gracia”. Otros factores que deben tenerse en cuenta son los cargos por retirar dinero en efectivo, por sobrepasar el límite de gasto y por los pagos atrasados.
¿A cuánto ascienden los gastos de financiación?
Los gastos de financiación en los que se incurre cuando no se liquidan los saldos mensuales pueden ser mucho más elevados que lo que piensa la mayoría de la gente. Por ejemplo, piense en la TAE, que constituye un indicador del verdadero costo del crédito. La relación entre la tasa de interés anual y la TAE puede ilustrarse del siguiente modo. Supongamos que le presta 100 dólares a un amigo y él le entrega 108 al transcurrir un año. En tal caso, su amigo le está pagando un 8% de interés anual. Ahora imagínese que le devuelve el préstamo en doce mensualidades de 9 dólares. El total al cabo del año es igualmente 108 dólares, pero usted, el prestamista, ha podido disponer del dinero que se le ha ido reintegrando mes a mes. La TAE de ese préstamo resulta ser de un 14,5%.
Según un estudio que efectuó el año pasado el Sistema de la Reserva Federal estadounidense, la TAE de las tarjetas de crédito bancarias empieza en un 9,94% y llega a alcanzar entre el 17 y el 19%, aunque puede ascender a un 19,8%. Si bien algunas entidades ofrecen tasas iniciales más bajas, normalmente de un 5,9%, pueden aumentarlas una vez concluido el período inicial. Las tasas suben asimismo si la entidad emisora de la tarjeta detecta un incremento del riesgo. Algunos emisores penalizan a los morosos con un aumento de los intereses. También se penaliza a quienes sobrepasan el límite de gasto.
En los países asiáticos la TAE puede ser muy alta. Algunas tarjetas bancarias, por ejemplo, cargan un 45% en las Filipinas, 24% en Hong Kong, 30% en la India, 36% en Indonesia, 24% en Singapur y 20% en Taiwan.
Así pues, las tarjetas son un medio fácil, pero muy caro, de conseguir crédito. Entrar en una tienda, tarjeta en mano, para hacer compras que solo pueden pagarse a plazos es como ir a un banco y tomar dinero prestado a un interés exorbitante. Sin embargo, eso es exactamente lo que hacen casi 3 de cada 4 titulares de tarjeta en Estados Unidos. Tienen deudas pendientes por las que pagan intereses altos. En ese país, el saldo medio mensual de los usuarios de Visa o MasterCard el año pasado fue de 1.825 dólares, y muchas personas adeudan dicha cantidad a varias empresas de crédito.
Un lazo que puede atraparlo
Ruth Susswein, directora ejecutiva de Bank Cardholders of America, dice que los usuarios de tarjetas de crédito no se dan cuenta de las dificultades económicas que pueden acarrearse. Señala que el usuario que efectúa el pago mínimo —36 dólares mensuales— por un saldo acreedor de 1.825 dólares, tardará veintidós años en cancelar su deuda.a Con la acumulación de los intereses, para entonces habrá pagado 10.000 dólares por los 1.825 que debía. ¡Y eso siempre y cuando no haya vuelto a cargar nada más en la tarjeta! Por lo tanto, si tiene tendencia a gastar en exceso, llevar tarjetas de crédito en su billetera pudiera ser un lazo.
¿Cómo cae la gente en el lazo? Robert, mencionado en el artículo anterior, dice: “Comprábamos cosas que no necesitábamos. Nos apuntamos a un gimnasio pero nunca íbamos. Compramos una casa móvil y gastamos miles de dólares para arreglarla sin tener en cuenta si valía la pena. Jamás nos pusimos a pensar en las consecuencias de las deudas”.
Reena, también mencionada en el artículo anterior, explica lo que les ocurrió a ella y a su esposo, Michael: “Nos llenamos de deudas. Después de casarnos empezamos a comprar todo lo que necesitábamos con tarjetas. Para los pagos que no podíamos realizar por este medio, como las primas del seguro de enfermedad y ciertas compras, conseguíamos adelantos en efectivo también con las tarjetas. Antes del año debíamos 14.000 dólares. Cuando nos dimos cuenta de que la mayor parte de los pagos mensuales de las tarjetas correspondían a los intereses, se nos abrieron los ojos”.
¿Le conviene tener tarjeta de crédito?
Después de ver la difícil situación económica en la que se hallan millones de personas a causa de las tarjetas de crédito, algunos tal vez respondan que no. Daphne, de 32 años, dice: “Mis padres nunca han tenido tarjeta, ni la quieren”. Con todo, 1 de cada 4 usuarios estadounidenses la emplea con prudencia. Obtienen las ventajas sin sufrir el dolor de pagar intereses astronómicos. Maria es una de tales personas. “Me resulta conveniente —dice—. No tengo que llevar encima un montón de dinero. Si veo algo que está rebajado y lo necesito, puedo comprarlo.”
Maria prosigue: “Siempre compruebo si tengo fondos para costear la compra. Nunca he retirado efectivo con la tarjeta. Y nunca he pagado gastos de financiación”. Es ventajoso utilizar tarjeta para hacer reservaciones hoteleras garantizadas, y es imprescindible en Estados Unidos para alquilar un vehículo.
Algunas personas, sin embargo, son más impulsivas a la hora de comprar, y quizá comprarían de manera más racional si utilizaran principalmente dinero en efectivo. Michael y Reena no querían estar endeudados de por vida, así que decidieron no usar tarjetas de crédito por cinco años, excepto en caso de emergencia.
La decisión de emplear tarjetas de crédito es enteramente personal. Pero si opta por usarlas, sea prudente. Utilícelas solo cuando le sea conveniente. Y evite a toda costa que se le acumulen las deudas. Mantener bajo control los gastos efectuados con tarjeta es un paso importante para administrar bien el dinero. Veamos qué más puede hacer.
[Nota]
a El pago mínimo es un porcentaje pequeño del nuevo saldo, pero nunca puede ser inferior a 10 dólares.
[Ilustración de la página 7]
No cuesta nada pagar con tarjeta de crédito... hasta que llegan las facturas