La guerra de Jehová: Armagedón
LA GENTE por todo el mundo teme otra guerra global. La temen porque ya han sufrido dos guerras mundiales. La temen porque se usarán armas atómicas. La temen porque parece que no hay modo de evitarla. Pero lo que la mayoría de la gente no comprende es que algo mucho más terrible que otra guerra internacional es inminente. (2 Ped. 3:7, 10) Como el general del ejército norteamericano, Douglas MacArthur, amonestó el 2 de septiembre de 1945, el día después de la rendición de los japoneses, a bordo del acorazado “Misurí”: “Desde el principio del tiempo los hombres han buscado la paz. . . . Alianzas militares, equilibrio político, sociedades de naciones, todos a su turno fracasaron, dejando que el único camino sea por medio del crisol de la guerra. Hemos tenido nuestra última oportunidad. Si no proyectamos algún sistema mayor y más equitativo, nuestro Armagedón estará a la puerta.” Ningún “sistema más equitativo” ha sido ideado. Las naciones están teniendo su “última oportunidad”. ¡El Armagedón está a la puerta!
Ahora bien, que este hecho sea apreciado plenamente por todos: El Armagedón será completamente diferente, separado y distinto a cualquier III Guerra Mundial en perspectiva, encendida y llevada a cabo por meros hombres. El Armagedón no será una guerra entre los bloques de naciones oriental y occidental. No será el comunismo en contra del capitalismo. No será una revuelta de las masas trabajadoras en contra de las clases gobernantes. No, el Armagedón será la guerra del Dios Todopoderoso, la guerra grande y terrible, cuando Jehová completamente destruya a las naciones y los reinos que se oponen y luchan contra su glorioso gobierno teocrático.—Sof. 3:8.
El Armagedón no será alguna guerra local limitada al valle literal de Meguido en Palestina. Har-Magedón, o Armagedón, significa la “montaña de la asamblea de tropas”, y se refiere de modo, simbólico a la organización capital de Sión donde Jehová Dios ha entronizado a Cristo Jesús como el gobernante legítimo de la tierra. Ese grandioso acontecimiento histórico ocurrió en el año de 1914, ya habiéndose presentado prueba conclusiva de esto en las columnas de La Atalaya.—Sal. 45:3-7.
De modo que es contra el reino establecido bajo Cristo que las naciones bajo el control del Diablo y sus demonios se juntan ahora para un asalto total y final, pero inútil. Dice el salmista: “¿Por qué se amotinan las naciones, y los pueblos meditan vanos proyectos [conspirando para continuar su gobierno]? Se pondrán en pie los reyes de la tierra, y príncipes consultarán a una contra Jehová, y contra su Ungido [Rey], . . . El que se sienta entronizado en los cielos se reirá; el Señor hará escarnio de ellos. Entonces les hablará en su ira [en el Armagedón], y en su ardiente indignación los conturbará. Dirá: ¡Empero yo he constituído mi Rey sobre Sión, mi santo monte!”—Sal. 2:1-6.
LA TORMENTA EN FORMACIÓN
Ellos no lo comprenden, pero los esfuerzos apresurados de los gobernantes desde 1914 para formar sociedades de naciones, crear confederaciones, redactar pactos hemisféricos y acuerdos internacionales, y mancomunar su fuerza en Naciones Unidas—todos esos planes habiendo unido a las naciones en un bloque sólido en oposición al reino de Cristo—se hallan en cumplimiento directo de la profecía· divina registrada hace mucho. Y tan seguramente como hemos visto a las naciones formar estas confederaciones, ¡tan seguramente las veremos desmenuzadas en el Armagedón! “¡Alborotaos [Juntaos, Valera], oh pueblos,” el profeta declaró, “y seréis quebrantados!” “¡Ceñíos, y seréis quebrantados!” “Tomad maduro consejo, mas será frustrado.”—Isa. 8:9, 10.
¿Ha observado usted el diluvio arrollador de propaganda demoníaca, cuyo volumen aumenta constantemente desde la I Guerra Mundial, esas grandes palabras hinchadas como bramidos de la garganta de ranas mugidoras infladas?
Así como se pronosticó en la profecía bíblica, tal propaganda es inspirada por los demonios, teniendo como su propósito el formar a todos en el bando del Diablo para la guerra universal del Armagedón. “Y vi tres expresiones inspiradas inmundas que se parecían a ranas salir de la boca del dragón y de la boca de la bestia salvaje y de la boca del falso profeta. Estas son, de hecho, expresiones inspiradas por los demonios y obran señales, y ellas salen a los reyes de toda la tierra habitada, para juntarlos a la guerra del gran día de Dios el Todopoderoso. Y los juntaron al lugar que se llama en hebreo Har-Magedón [Armagedón].”—Apo. 16:13, 14, 16, NM.
La guerra más grande de todos los tiempos se aproxima rápidamente y las fuerzas opositoras de iniquidad tienen sólo un tiempo breve para prepararse. Por consiguiente Jehová burlonamente les dice: “Proclamad pues esto entre las naciones: ¡Declarad guerra; animad a los valientes! ¡acérquense y suban todos los hombres de guerra! ¡Forjad vuestras rejas de arado en espadas, y vuestras hoces en lanzas! diga aun el débil: ¡Yo soy valiente! ¡Apresuraos a venir, congregadas en una, todas las naciones de en derredor! . . . ¡Despiértense y suban las naciones al Valle de Josafat! porque allí me sentaré yo para juzgar a todas las naciones, puestas a la redonda.” (Joel 3:9-12) Ellas obedecen. La mayor carrera de armamentos de toda la historia está en completo apogeo.
Pronto su regimentación total será completa, y se sentirán invencibles, seguras, firmemente establecidas en paz. Pero ahí es donde cometerán su mayor equivocación, como. el apóstol Pablo lo declara: “Cuando sea que estén diciendo, ‘¡Paz y seguridad!’ entonces destrucción repentina ha de sobrevenirles instantáneamente así como el dolor de angustia a una mujer preñada, y no escaparán de ninguna manera.” (1 Tes. 5:3, NM) Jehová, guerrero sin par, sabe bien el valor del ataque por sorpresa, y Él lo usa plenamente, no en un ataque a escondidas con cobardía, sino primero dando amonestación completa, y luego atacando a los enemigos obstinados cuándo y dónde menos lo esperan. “Concerniente a ese día y hora nadie sabe, ni los ángeles de los cielos ni el Hijo [el Principal Mariscal de Campo de Jehová], sino únicamente el Padre.”—Mat. 24:36, NM.
El día del ataque por sorpresa de Jehová del Armagedón puede ser estrictamente un secreto militar, pero lo repentino y sorprendente de él convencerá hasta al enemigo de que éste es tal día. El Armagedón se desatará tan repentinamente como el diluvio que inundó la tierra en el día de Noé; tan repentinamente como la lluvia de fuego que descendió de los cielos y calcinó las ciudades de Sodoma y Gomorra en el día de Lot. (Luc. 17:26-30) Las fuerzas de Satanás serán tan sorprendidas como cuando el ejército de Josué puso una emboscada a los habitantes engreídos de Hai; tan sorprendidas como los madianitas medio dormidos cuando la pequeña cuadrilla de Gedeón a media noche rompió los cántaros y gritó, “¡La espada de Jehová y de Gedeón!”; tan sorprendidas como cuando los hombres de David rodearon a los filisteos y los atacaron por la retaguardia. (Jos. 8:1-23; Jue. 7:19-22; 2 Sam. 5:22-24) Igual que en estos casos pasados, ahora Jehová Dios está maniobrando al enemigo a una posición donde su destrucción será tan repentina y completa que Jehová será vindicado para todo tiempo como el más grande guerrero del universo, supremo en sabiduría y todopoderoso en batalla.—Éxo. 15:3; Sal. 24:8, 10.
CÓMO SERÁ PELEADA LA GUERRA FINAL
Este viejo mundo ha tenido mucho tiempo para desarrollar y producir frutos buenos, pero todo lo que ha producido es diversión desenfrenada e iniquidad. Ahora ha llegado el tiempo de cosechar. “¡Meted la hoz, porque la mies está ya madura! ¡Venid, pisad, porque lleno está el lagar; rebosan las tinas; porque grande es la iniquidad de ellos! ¡Multitudes, multitudes, en el Valle de Decisión! porque cercano está el día de Jehová en el Valle de Decisión.” (Joel 3:13, 14) Cristo Jesús y la hueste de santos ángeles que viene con él son quienes hollarán y exprimirán la misma vida de las fuerzas de Satanás, así como los lagareros antiguos convertían la uva en pulpa. Coronado como Gobernante del nuevo mundo, con venganza flameante saliendo de sus ojos a medida que cabalga a la victoria sobre una blanca montura bélica, el Vindicador de Jehová pisará “el lagar del vino de la cólera de la ira de Dios el Todopoderoso”. (Jer. 25:30, 31; Apo. 19:11-16, NM) En esta obra ejecutora el “Rey de los reyes y Señor de los señores” tendrá asociados con él a millares sobre millares de ángeles santos, aun todos los ejércitos de los cielos, ascendiendo a no menos de 200,000,000.—Sal. 68:17; Apo. 9:16, NM.
¡Cuán terrible matanza será ésa! ¡Toda la hueste angelical del cielo sitiando tanto las hordas visibles como invisibles de inicuos! Cómo se librará la batalla sobrenatural no lo sabemos, pero la Biblia dice algo de los resultados horripilantes. “Esta será la plaga con que herirá Jehová a todos los pueblos que hayan peleado contra Jerusalem [celestial]: Se les consumirán las carnes estando sobre sus pies, y los ojos se les consumirán en sus cuencas, y se les consumirá la lengua en su boca.”—Eze. 38:21-23; Zac. 14:12.
Es verdad que esta esfera global permanecerá para siempre, no obstante las fuerzas cósmicas desplegadas contra la organización del Diablo estremecerán esta tierra hasta su mismo cimiento. (Sal. 46:2, 3; 104:5; Ecl. 1:4) Cataclismos del fondo del océano a su vez producirán mareas bramadoras que barrerán tierra adentro con consecuencias tremebundas. Tormentas enfurecidas tan violentas como para obscurecer la luz del sol, mientras que al mismo tiempo proyectiles ardientes, quizás chubascos de meteoros derretidos, y tormentas eléctricas iluminarán los cielos. El que la energía atómica en alguna forma sea soltada en esa guerra no es seguro, pero el Creador del átomo, si opta por hacerlo, seguramente convencerá a los hombres de ciencia orgullosos y arrogantes de que sus bombas atómicas y bombas de hidrógeno que tienen ideadas son meros triquitraques a Su vista.—Joel 3:15, 16; Hab. 3:1-19.
Póngase a pensar en ello; el mayor terremoto del siglo veinte, aquel que sacudió a Asam e India septentrional en 1950, fué equivalente a la explosión simultánea de 1,100,000 bombas atómicas, cada una siendo igual a 20,000 toneladas de TNT, y sin embargo nadie a unos cuantos cientos de millas de distancia sintió temblar la tierra debajo de sus pies. No obstante, Jehová declara que en el Armagedón él sacudirá toda la tierra terriblemente. ¡Cuán inmensurable será ese poder, que cambiará la misma faz de los continentes!—Isa. 2:19, 21.
VISTAS HISTÓRICAS ANTICIPADAS
Además de estas profecías directas, Jehová dice que saldrá y luchará en el Armagedón “como cuando peleó en el día de la batalla” hace mucho. Esas ocasiones del pasado fueron cuadros típicos de la guerra final. “Porque Jehová se levantará como en el monte Perasim, y se indignará como en el valle de Gabaón; para hacer su obra, su obra extraña, y para ejecutar su acto, su acto extraño. Ahora bien, no seáis vosotros escarnecedores, no sea que se aprieten vuestras ligaduras; porque un exterminio, y ese decretado, es lo que tengo oído de parte del Señor Jehová de los Ejércitos, contra toda la tierra.”—Isa. 28:21, 22; Zac. 14:3.
Así como Jehová borró de la existencia al sistema de cosas inicuo del día de Noé, así destruirá al sistema presente. A las fuerzas militares poderosas de Egipto, la primera potencia mundial, Jehová las atrapó y ahogó como si hubieran sido ratas. De nuevo, en una sola noche, Jehová mató las así llamadas fuerzas invencibles de Senaquerib el fanfarrón, ¡todos los 185,000 soldados en ellas! Cuando las fuerzas de Josué peleaban en defensa de los gabaonitas, Jehová simplemente abrió los cielos y arrojó grandes piedras de granizo, matando a más de ese modo que los que murieron por espada. Concerniente a la derrota de Sísara y su pesado ejército mecanizado leemos: “¡Desde los cielos, pelearon! ¡los astros, desde sus órbitas, pelearon contra Sísara! ¡El torrente de Cisón se los llevó, ese torrente antiguo, el torrente de Cisón!” Esta ejecución ha de repetirse en una escala global en el Armagedón, para que “conozcan todos que tú, cuyo nombre es JEHOVÁ, tú solo eres Altísimo sobre toda la tierra”.—Jos. 10:6-14; Jue. 5:20, 21; Sal. 83:9-18; Isa. 37:33-38.
En otra ocasión Jehová lanzó tal confusión y terror entre las hordas de Ammón, Moab y el monte Seir que se levantaron y se destrozaron unos a otros hasta que todos quedaron muertos. Esto también se repetirá en el Armagedón: “Y sucederá en aquel día que habrá entre ellos una grande consternación procedente de Jehová, y trabará cada cual la mano de su prójimo; y la mano de éste se levantará contra la mano de su compañero.”—2 Cró. 20:1-24; Zac. 14:13.
¿SOBREVIVIRÁ USTED?
En esta inminente guerra moderna las armas atómicas ciertamente dejarán desilusionados a todos los que confían en ellas; asimismo será con todos los planes humanos para protección. La profecía dice que aun si cavaran en la tierra para esconderse, como en sótanos a prueba de bombas, o trataran de huir a las alturas celestiales, como en aviones de propulsión supersónica, o debajo de la superficie del mar, como en submarinos, serían alcanzados y destruídos. “No podrá librarlos su plata ni su oro, en el día de la ira de Jehová.”—Amós 9:1-4; Sof. 1:18.
La matanza y destrucción del Armagedón será tan pavorosa que desafiará la descripción humana. Ya las aves que se alimentan de carroña y las bestias salvajes de los bosques y los parques zoológicos han sido invitadas a banquetear con los muchos millones de cadáveres de hombres, mujeres y niños de los altos y poderosos así como también de los que abyectamente les sirven.—Jer. 25:33; Eze. 9:5, 6; Apo. 19:17, 18, 21.
Bien, ¿significa esto que no hay esperanza de sobrevivir? No, de ningún modo. Porque Jehová fielmente ha prometido conservar vivos y proteger a los que están plenamente dedicados a Él, a todos los que fueron prefigurados por Noé, Lot, Rahab, y sus familias. En vez de confiar en los príncipes de este mundo, éstos buscan la justicia y la mansedumbre y confían plenamente en Jehová, y para ellos la promesa se hace: “Puede ser que os pongáis a cubierto en el día de la ira de Jehová.”—Sal. 146:3; Pro. 3:5, 6; Sof. 2:3.