Esparciendo alegría teocrática por toda la Argentina
MIENTRAS el presidente de la Sociedad Watch Tówer, N. H. Knorr, estaba visitando a los hermanos de Mendoza, Argentina, el sábado 19 de diciembre, su secretario, M. G. Hénschel, estaba viajando de Asunción, Paraguay, a Buenos Aires, en camino a Neuquén, en el sur de la república de Argentina. Un graduado de la Escuela bíblica de Galaad de la Wátchtower, el hermano Hughes, fué a recibirlo, y lo llevó a la casa de un amigo en Buenos Aires, donde pasaron unas seis horas y descansaron un poco. Antes del amanecer volvieron al aeropuerto y tomaron un avión de línea argentina para su viaje de más de mil kilómetros a Neuquén, en el distrito frutal próspero de Río Negro, situado al sur del paralelo 38. Es la irrigación tomada del río lo que hace que una parte semejante a desierto en la Argentina produzca alguna de la fruta más deliciosa del mundo. Entre los que se dedican a la producción de fruta están algunos de los testigos de Jehová, y fué a la quinta de uno de éstos que los llevó el automóvil que los recogió en el aeropuerto.
Al entrar en la quinta, que estaba cercada de álamos altos que bordean los pequeños canales que llevan el agua dadora de vida a la tierra fértil, los hermanos visitantes observaron que un grupo de personas se dirigía hacia el coche para darles la bienvenida. Pronto juntaron cajones y tocones en que sentarse y los pusieron en la sombra de los álamos cerca de la enramada de vides. Una brisa placentera refrescaba a los oyentes. El hermano Hénschel pronunció tres discursos y el hermano Hughes uno. Esta pequeña reunión que duró tres horas y media quizás no parezca mucho, pero para estos hermanos fué un suceso grande. Su aprecio se daba a ver en el silencio completo que guardaron durante los discursos y el cuidado con que apuntaron todo texto bíblico a que se hizo referencia y puntos de interés especial.
La primera congregación que se formó en esta parte del país fué en Neuquén en 1945 alrededor de un publicador aislado que trabaja en los ferrocarriles y cuyo trabajo se prestó a extender el mensaje del Reino a muchos pueblos durante los viajes que hacía. El trabajo que él hizo y la ayuda de algunos precursores, más las visitas constantes de los siervos de circuito, hicieron que la congregación creciera y que el interés aislado se desarrollara. Ahora hay cuatro congregaciones en el área y los hermanos están muy felices porque uno de entre ellos ha podido ingresar en el precursorado y se está esforzando por aprender el inglés para que pueda tener el privilegio de ir a Galaad y después de eso poder entrar en el servicio misionero.
Casi directamente al este de Neuquén, en la costa, está la ciudad de importancia Bahía Blanca, a una distancia de 587 kilómetros. Debido a que el Ferrocarril General Roca se detiene en todo pueblo por el camino y hace paradas largas en muchas estaciones, el viaje toma un día entero. Pero las largas paradas proveyeron la oportunidad para que los hermanos que vivían en esos pueblos vinieran a visitar a los hermanos viajeros, así que al principio del viaje algunos hermanos los estaban esperando en casi toda estación. Y el hermano que trabaja para el ferrocarril estaba trabajando ese día, y le fué posible venir a ver los hermanos de vez en cuando durante las primeras ocho horas del viaje. Los ríos son lo que hace que esta parte de Argentina produzca fruta, y el tren sigue al río Negro por un tiempo, entonces atraviesa la tierra árida hasta la orilla del río Colorado, que estaba en estado de inundación. Pasaron por unas cuantas ciudades donde no hay ninguna congregación de los testigos de Jehová, de modo que es patente que hay lugar para más expansión en Argentina y se podrían usar más precursores con buen provecho.
Era después de la medianoche cuando el tren llegó a la estación en Bahía Blanca, pero dos hermanos estaban esperando con un automóvil para llevar a los visitantes a sus habitaciones. En esta ciudad hacía poco la única congregación había sido dividida, de modo que ahora había dos unidades, y todos los hermanos estaban abrazando sus nuevas responsabilidades con gran entusiasmo y gozo, haciendo posible que uno de los hermanos que esperó el tren, un precursor especial, recibiera una nueva asignación a una ciudad cercana donde muchas personas interesadas pedían ayuda. En conexión con esto, uno de los principales problemas a que tienen que hacer frente los precursores especiales en la Argentina cuando van a una nueva asignación es el de encontrar un lugar donde vivir, y éste era un problema con que se había enfrentado el hermano precursor especial en Bahía Blanca, quien estaba haciendo arreglos para ir a su nuevo territorio. Pero los hermanos de Bahía Blanca demostraron cuánto aprecio le tenían al servicio de amor que les había manifestado el precursor especial y le proveyeron con una casa prefabricada y le consiguieron un solar donde armarla en la nueva ciudad.
La visita a Bahía Blanca fué muy corta. El hermano Hénschel dirigió la palabra a dos grupos de hermanos, se inscribió con la policía tal como se requiere de todo turista que entra en el país, y entonces tomó merienda. Uno de los publicadores en la congregación era dueño de un automóvil el cual él ofreció para el servicio de Jehová, así que muy bondadosamente emprendió su trabajo como chofer en un viaje de 1,245 kilómetros. El primer trayecto del viaje era de 490 kilómetros, y el destino era el famoso balneario de playa, Mar del Plata. Pero la partida de Bahía Blanca se hizo más de una hora tarde, según la información en el itinerario provisto por los hermanos, y, como resultó, fué imposible recobrar este tiempo perdido a pesar de los caminos bien pavimentados. El viaje era agradable, por un campo agricultural verde en el que abundaban el ganado vacuno y los caballos, pero la cuestión era si los hermanos que los esperaban en Mar del Plata esperarían suficiente tiempo. Oscureció antes de que el grupo entrara en la ciudad, pero los hermanos siguieron esperando hasta las 10 p.m. y al fin no quedaron desilusionados. Mientras esperaban habían utilizado el tiempo pronunciando discursos bíblicos. Este pequeño grupo de hermanos tenía mucho trabajo que hacer, porque Mar del Plata es una ciudad de 150,000 habitantes en tiempos normales, pero durante el verano el número asciende a 500,000. Pero su vida no es aburrida, porque entre los que vienen a visitar estas playas están varios hermanos que se unen a ellos en adorar a Jehová durante sus breves vacaciones en esta ciudad. Pero éstos no son suficientes para hacerle frente al aumento en el número de habitantes.
Hubiera sido muy placentero pasar un poco de tiempo en Mar del Plata viendo la hermosa ciudad y las playas, pero no había oportunidad para eso. Al amanecer era tiempo para seguir adelante a la ciudad de Balcarce, un viaje de hora y media desde la costa. Allí en una quinta cerca de la ciudad un grupo de hermanos estaba esperando para pasar una hora con los hermanos viajeros. Es notable el hecho de que en esta congregación la mayoría de los hermanos son de España.
La próxima parada en el recorrido era Tandil, una ciudad que es visitada a menudo por turistas que gozan del buen aire de las colinas cercanas. Aquí hay cuatro precursores que se están regocijando debido al aumento de la obra y junto con otros publicadores esperaron a los hermanos visitantes en una casita a la orilla del pueblo. Es notable que esta congregación se formó como resultado del trabajo de un precursor durante sus viajes. Este precursor original todavía está trabajando diligentemente en la ciudad para extender las buenas nuevas del Reino, al mismo tiempo que también trabaja ocho horas al día para el sostén de él y su esposa en el precursorado. Los precursores esperan el día cuando podrán dejar en esta ciudad natal de ellos una congregación fuerte de publicadores del Reino y emprender nuevas asignaciones en territorios aislados. Y fijando su vista aun más adelante, están estudiando inglés con la esperanza de poder llenar los requisitos y ser invitados a asistir a la Escuela bíblica de Galaad de la Wátchtower y emprender el servicio misionero.
Los habitantes de Tandil son principalmente muy católicos y el grupo sumamente activo de testigos de Jehová ha hecho que el clero se sienta muy incómodo. Los clérigos emplean diferentes maneras de advertir a sus feligreses que no tomen literatura de “esos protestantes.” Frecuentemente se refieren en sus publicaciones a la obra de los testigos de Jehová y a veces solicitan la cooperación de las autoridades entre la policía local, diciendo que “deben tomar acción contra esos protestantes.” En los muros de la ciudad se han visto carteles que advierten al pueblo que ‘quemen la revista La Atalaya en su horno.’ Pero los hermanos no han sufrido ninguna molestia, con la excepción de unas cuantas palabras de advertencia de algún policía, y siguen trabajando regularmente de casa en casa.
La próxima parada era Buenos Aires. Parte del camino no estaba pavimentado y por ser tan fragoso sus sacudimientos aflojaron parte del tubo de escape. Fué necesario detenerse brevemente para hacer la reparación, y resultó que anocheció mucho antes de que llegaran a Buenos Aires. El conductor sentía la necesidad de descansar, de modo que los hermanos Hughes y Hénschel tomaron un tren por los 80 kilómetros que faltaban para llegar a la ciudad federal.
El día siguiente, el 24 de diciembre, el itinerario indicaba que se había de ir a la ciudad Eva Perón, anteriormente llamada La Plata, capital de la provincia de Buenos Aires. Se hicieron visitas a dos casas. Entonces de allí al cercano Berisso, donde otra familia los esperaba. De allí a Ensenada, una congregación que va creciendo rápidamente. El chofer, que había vuelto a unirse a los visitantes en Eva Perón, rindió buen servicio en un territorio que le era desconocido, a unos 50 kilómetros de la ciudad de Buenos Aires. Durante un período de varios años los hermanos de esta área habían viajado toda la distancia a Buenos Aires para asistir a las reuniones, pero ahora se vió que estaban bien establecidos en la fe y que la sociedad del Nuevo Mundo estaba bien representada allí.
Más tarde, en camino de regreso a Buenos Aires, se hizo una visita a un grupo en Bernal. Algunos hermanos de otra comunidad vinieron a visitarlos también. Estas familias interesadas forman un grupo mixto, puesto que muchos son inmigrantes de Europa, pero todos muy activos y gozosos, y el grupo está creciendo.
El 25 de diciembre fué un día de gran celebración para diferentes formas de religión en Buenos Aires y en otras partes del mundo. Buenos Aires había sido adornada por mano pródiga para el día de fiesta, con muchos letreros, figuras de yeso y árboles decorados. Pero como el día no es verdaderamente un tiempo de celebración cristiana, los testigos de Jehová siguieron con sus ocupaciones de siempre. Llovió fuertemente todo el día y, como no se había hecho ningún arreglo especial para ir a visitar a alguna familia, el tiempo fué usado por el hermano Knorr, que ya se había unido al hermano Hénschel, en otros asuntos. Tuvo la oportunidad de pasar un tiempo con hermanos que habían servido en Argentina desde el mismo tiempo en que la obra tuvo su principio allí, y esto le dió mucho placer. Esa noche todos los graduados de Galaad que están en Buenos Aires se reunieron en el hogar misionero para cenar juntos y tener una discusión.
Aunque generalmente el calor de verano en Buenos Aires sofoca, el tiempo estaba extraordinariamente fresco durante la semana que los representantes de la Watch Tówer estuvieron allí de visita, y esto era algo excelente especialmente en la ciudad, donde las visitas se efectuaron en apartamentos o pequeños cuartos en las casas de los hermanos. En casi todo caso hubo bastante comodidad, lo que facilitó el que los oyentes pusieran buena atención a las palabras que los visitantes les dirigían.
El sábado 26 de diciembre fué el primero de tres grandes días de recorrer a Buenos Aires para hablar con los hermanos. Una mirada en el Yearbook reveló que el texto para ese día era Ezequiel 9:4, y uno no podía menos que pensar que era apropiado para ese día en Argentina. La primera familia se visitó a las 9 de la mañana. El hermano Knorr habló primero por unos cuarenta minutos. Luego que terminó él su discurso presentó al hermano Hénschel que leyó un discurso de cuarenta minutos en español, y después de él el hermano Hughes pronunció un discurso sobre la organización teocrática y cómo ésta conduce a la vida, discurso que el presidente había pronunciado en varios otros países. Esto les proporcionó a todos los hermanos un programa de dos horas y todo marchó con la regularidad de un reloj. Se había hecho un horario muy exacto, y cuando los conferenciantes entraban en un apartamento o patio todos ya estaban sentados esperándolos. Cada reunión se abrió con oración. Así que esto siguió durante todo el día hasta que se habían visitado nueve hogares. A veces se reunían en el patio o en un apartamento del tercer piso o en la cocina en una casita a la orilla de la ciudad. A dondequiera que uno iba había caras sonrientes y ojos llenos de expectación. Después de cada discurso que el hermano Knorr pronunció el grupo le pidió que diera su amor y saludos a los otros grupos de la ciudad y de otras partes del mundo. De seguro que se veía aquí el espíritu de unidad.
Los conferenciantes llegaron a casa a la medianoche, cansados, pero regocijados a causa de haber visto tantos rostros radiantes y saber que pertenecían a hermanos que quieren seguir adelante con esta gran obra de testimonio. Los conferenciantes les habían dado algo a sus oyentes, pero los oyentes habían ayudado a los conferenciantes a no pensar en su cansancio por el aprecio y entusiasmo que manifestaron para la obra. Los oyentes, los conductores de automóviles y los conferenciantes todos cooperaron en completa unión para producir un día memorable de servicio del Reino en Argentina.
El programa del domingo estuvo aun más lleno de actividad. Todos los choferes y conferenciantes se levantaron a las 6 a.m. y partieron para su primera parada a las 7:30. Se visitó a once grupos el domingo, de modo que cada conferenciante pronunció once discursos, pero de alguna manera u otra los conferenciantes tenían tanto vigor durante el discurso undécimo como en el primer discurso. No podía negarse que el espíritu de Jehová proporcionaba las fuerzas para marchar a este paso. No había mucho tiempo para comer, y aun esto estaba señalado en el horario. Los hermanos entraban en un hogar, se sentaban, comían, y al momento que llegaba la hora de trabajo empezaban a dirigir la palabra a un grupo reunido en las cercanías. Toda reunión comenzó puntualmente. Por más asombroso que parezca, era algo raro ver que alguien llegara tarde. ¡Este era un suceso especial! No era todos los días que la Sociedad enviaba representantes especiales desde las oficinas principales y los hermanos estaban ansiosos de oír lo que habían venido a decirles.
El lunes 28 de diciembre el recorrido llegó a su etapa final quedando cuatro grupos que habían de ser visitados esa tarde. Cuando los hermanos Knorr y Hénschel repasaron en su mente los kilómetros que habían viajado y las familias a las que habían visitado y el número de hermanos a los que habían podido hablar se sintieron muy satisfechos y alegres. Todos se sentían muy agradecidos y expresaron sus gracias a Jehová por la forma en que usó a su pueblo y los organizó y los reunió en una manera tan excelente sin que hubiese ninguna dificultad o incidente.
Hubo mucho que hacer por la mañana el martes 29, y esa tarde de partida les dió mucho placer a los hermanos Knorr y Hénschel pasar unos cuantos minutos con los graduados misioneros de Galaad y algunos otros hermanos en el aeropuerto. Todos se sintieron felices de que los hermanos hubiesen venido a Argentina y de que los siervos de Jehová Dios en esta República habían tenido la oportunidad de recibir consejos e instrucciones bíblicas y más que nunca sentirse como parte vital de la sociedad del Nuevo Mundo. Todo publicador del Reino sentirá gozo al saber que se alcanzó un nuevo máximo de publicadores en Argentina para fines de diciembre, así que ahora hay más ministros allí que bendicen a Jehová todos los días.