¿Qué esperanza hay de paz mundial permanente?
Puesto que el Dios Todopoderoso hizo al hombre para vivir en una tierra pacífica, paradisíaca, ¿por qué es nuestro planeta natal hoy un campo de batalla global, sin que jamás se disipe el humo de la guerra? La respuesta a esta pregunta, dada en este artículo, lo iluminará en cuanto a la única esperanza segura para la paz mundial permanente.
¡EXTRAÑO mundo éste! La gente civilizada hoy día sabe más acerca de matar que acerca de vivir, más acerca de guerra que acerca de paz. No obstante el deseo innato del hombre es de vida, no de muerte; de paz, no de guerra. ¿Cómo podemos explicar esta condición trastornada? Sí, y ¿cómo podemos explicar el hecho de que todas las muchas avenidas de esperanza por paz del hombre conduzcan al callejón sin salida de la guerra? Estas preguntas demandan una respuesta lógica. Pero primero las nuevas alentadoras e irreprimibles: existe una esperanza segura de paz mundial permanente. No es una ilusión. Es una realidad. Esta generación puede experimentar sus bendiciones.
Exactamente, ¿qué es esta esperanza segura? ¿Una tercera guerra total? ¡Apenas! Porque la historia demuestra que nunca ha habido una guerra que haya introducido paz permanente. Considere, por ejemplo, el registro bélico del siglo veinte. En el libro A Study of War (Un estudio de la guerra) el profesor Wright hace notar que en los primeros treinta años de este siglo las potencias europeas solas pelearon setenta y cuatro guerras. Estas duraron un promedio de cuatro años, un record a que el hombre no se había aproximado desde el siglo doce. Según los cálculos del profesor, esta “generación ilustrada” tiene una proporción de víctimas de guerra ¡mucho peor que el total de los anteriores 800 años! No obstante, esta concentración horripilante de guerras en el espacio de una generación no ha traído la paz permanente tan deseada. No es razonable creer tampoco que una acumulación colosal de poder militar haga que las naciones abandonen permanentemente la guerra por causa de miedo. El temor no tiende a evocar reacción pacífica en los hombres. Más bien, la gente reacciona al temor preparándose para la defensa y el ataque. “Los que buscan la paz en términos de fuerza militar sola,” dijo el presidente Eisenhower, “están destinados a morir en la agonía del campo de batalla.”—El Times de Nueva York del 20 de noviembre de 1953.
¿Será posible, entonces, que la esperanza segura de paz yazca dentro de la esfera de la diplomacia, con sus conferencias, tratados de paz y sociedades de naciones? Bueno, muchas personas creen que estos métodos ofrecen la mejor esperanza de paz. De hecho, una reciente encuesta reveló que el 73 por ciento del pueblo norteamericano está en armonía con Dag Hammarskjold, quien dijo que las Naciones Unidas “siguen siendo la principal fuente de esperanza de que haya un mundo sin temor.” (El Times de Nueva York del 18 de mayo de 1954) Dado que muchos colocan su esperanza en la diplomacia, estas palabras de Fulton J. Sheen, obispo católico romano, dadas a conocer en el Times de Nueva York del 20 de abril de 1953, deberían poner a pensar a muchos: “Los que confían demasiado en palabras solas deben recordar que 4,500 tratados de paz se firmaron bajo los auspicios de la Sociedad de las Naciones entre la primera y segunda guerras mundiales. En los once meses anteriores a la segunda Guerra Mundial, 211 tratados de paz fueron firmados.” ¿Todavía está inclinado a confiar en la diplomacia? Esclarecedores, entonces, son los resultados de los más famosos tratados de paz del siglo veinte.
(1) El Pacto de la Sociedad de las Naciones de 1920: cincuenta y cuatro naciones prometieron “no recurrir a la guerra.” En la década de 1930 a 1939 el Japón atacó a China, Italia atacó a Etiopía y Rusia atacó a Finlandia. (2) El tratado de no agresión ruso-polaco de 1920. En 1939 Rusia se apoderó de la mitad de Polonia. (3) Los tratados de Locarno de 1925. Alemania firmó tratados de no agresión con Bélgica, Francia, Polonia y Checoeslovaquia. En 1938, Alemania se apoderó de Checoeslovaquia. Más tarde, todas participaron en la guerra. (4) El tratado de 20 años ítalo-etíope de 1928. En 1935 Italia atacó. (5) El tratado Kellogg-Briand de 1929. Sesenta y dos naciones renunciaron a la guerra. Casi todas estuvieron en guerra en el espacio de 15 años. (6) El tratado ruso-finlandés de 1932. Rusia atacó a Finlandia en 1939. (7) Los tratados de no agresión de los estados ruso y del Báltico de 1939 con Letonia, Estonia y Lituania. En el transcurso de un año Rusia se anexó las tres. (8) El tratado de Stalin-Hitler de 1939. La paz iba a durar por diez años, pero Alemania atacó a Rusia en 1941. (9) El tratado de no agresión ruso-chino de 1945. Había de durar por 30 años, pero en 5 años, con la ayuda del Soviet, los comunistas chinos conquistaron a China. (10) El tratado ruso-yugoeslavo de 1945. Rusia lo anuló un mes después de firmarse. (11) La Carta constitucional de las Naciones Unidas, 1945. Sesenta naciones convinieron en proscribir la guerra. Pero lucha en grande escala estalló en Palestina, Grecia, Malasia, Corea e Indochina. Los esfuerzos de las Naciones Unidas por conseguir tratados de paz formales fracasan. Verdaderamente, el presidente Eisenhower tuvo buena razón para declarar: “Estoy convencido de que no hay paz en edictos y tratados por sí solos, prescindiendo de cuán solemnemente se firmen.”—El Times de Nueva York del 20 de noviembre de 1953.
IDENTIFICANDO AL DIOS DE ESTE MUNDO
Dado que muchos estadistas han sido sinceros en sus esfuerzos, ¿por qué es que todas las esperanzas de paz del hombre se han convertido en fracasos amargos? La razón tiene dos aspectos: (1) El hombre, como resultado del pecado de Adán, es imperfecto y pecador; por eso ningún tratado de paz puede garantizar que no broten gobernantes voraces y egoístas; (2) el gobernante sobrehumano de este mundo es Satanás el Diablo. “El mundo entero está yaciendo en el poder del inicuo,” explicó el apóstol de Cristo. Esto significa que todas las naciones de la tierra están bajo el dominio de Satanás. Ningún tratado de paz, ni balas o bombas atómicas pueden nulificar los esfuerzos demoledores de paz hechos por el Diablo, “el dios de este sistema de cosas.”—1 Juan 5:19; 2 Cor. 4:4, NM.
No se deje engañar. El Diablo no es una abstracta cualidad del mal. Eso es lo que a él le gustaría que usted creyera. Para demostrar que Satanás es una persona real y que tiene poder sobre los reinos terrestres, dirijámonos a la Palabra inspirada de Dios, donde nos enteramos del esfuerzo de Satanás por inducir al Hijo de Dios a rebelarse en contra de su Padre. “El Diablo lo llevó [a Jesús] a una montaña extraordinariamente elevada, y le mostró todos los reinos del mundo y la gloria de ellos, y le dijo a él: ‘Todas estas cosas se las daré si postrándose me hace un acto de adoración.’ Entonces Jesús le dijo: ‘¡Márchese, Satanás!’” ¿Hubiera sido ésta una tentación para Jesús si el Diablo realmente no dominara las naciones del mundo? ¡Naturalmente que no! De modo que el poder del Diablo sobre las naciones es real. Por eso es que el apóstol Pablo llamó al Diablo y sus demonios “los gobernantes mundiales de esta oscuridad.”—Mat. 4:1-11; Efe. 6:12, NM.
Jesús rechazó la oferta que le hizo el gobernante de este mundo. Sabía que al debido tiempo de su Padre él recibiría poder del Reino y el mandato de pastorear a las naciones con “vara de hierro.” (Apo. 19:15) El empuñar Cristo la “vara de hierro,” lo cual hará muy pronto ahora, significa que todos los reinos de este mundo serán desmenuzados y exterminados. Esta acción de destruir naciones se predijo en Daniel 2:44: “Empero en los días de aquellos reyes, el Dios del cielo establecerá un reino que nunca jamás será destruído, y el reino no será dejado a otro pueblo, sino que desmenuzará y acabará con todos aquellos reinos, en tanto que él mismo permanecerá para todos los siglos.”
IDENTIFICANDO LA ESPERANZA SEGURA
Ahora llega a ser claro que la esperanza segura de paz mundial tiene que ser un reino, un reino que gobernará sobre este planeta globalmente y para siempre. Esto significa un nuevo mundo para el género humano, un mundo que el apóstol Pedro llamó “nuevos cielos y una nueva tierra” en el cual la justicia ha de morar. ¡El Rey del nuevo mundo ya reina! En 1914 Jehová entronizó a Cristo como Rey. Prediciendo esta entronización, el Salmo 110:2 dice: “Enviará Jehová desde Sión la vara de tu poder; ¡domina tú en medio de tus enemigos!” Así que Cristo gobierna aunque el mundo del Diablo, los enemigos de Cristo, todavía es una empresa que funciona. ¡Pero esto no será así por mucho tiempo! Porque después de su entronización, el Rey facultado por Jehová inició guerra ofensiva contra las fuerzas invisibles del Diablo: “Estalló guerra en el cielo. . . . Fué arrojado hacia abajo el gran dragón, la serpiente original, aquel que es llamado Diablo y Satanás, el cual está desviando a toda la tierra habitada; fué arrojado a la tierra, y sus ángeles fueron arrojados junto con él. . . . Ayes para la tierra y para el mar, porque el Diablo ha descendido a ustedes, teniendo gran ira, sabiendo que tiene un corto período de tiempo.”—2 Ped. 3:13; Apo. 12:7, 9, 12, NM.
“Un corto período de tiempo” ¿antes de qué? Antes de la guerra del Armagedón, llamada en la Biblia “la guerra del gran día de Dios el Todopoderoso.” Esta guerra no será peleada por el hombre, sino por fuerzas sobrehumanas bajo la dirección de Cristo Jesús. Es sobre esta generación que el Armagedón vendrá, porque la señal de los “últimos días” ahora es visible. Unos cuantos detalles de esa señal, mencionados por Jesús en Mateo 24 y Lucas 21, son: guerras mundiales, hambres generales, un extraordinario número de terremotos, aumento de todo lo que es contrario a ley, tribulación por toda la tierra, perplejidad de naciones y hombres llenos de temor. “Cuando vean todas estas cosas,” Jesús dijo, “verdaderamente les digo a ustedes que esta generación de ningún modo pasará hasta que sucedan todas estas cosas,” incluyendo el Armagedón.—Apo. 16:14; Mat. 24:33-35, NM.
El Armagedón será la guerra final, porque terminará con todas las guerras. No habrá necesidad de que esta guerra se luche de nuevo: “Él [Jehová] destruye enteramente. No tiene que levantarse por segunda vez contra el enemigo.” ¡Jamás disputará alguien si el Armagedón fué una guerra que valió la pena o no, como la gente disputa por guerras peleadas por hombres! Será una guerra justa. Por eso del “Rey de los reyes,” Cristo Jesús, está escrito: “Juzga y lleva a cabo guerra en justicia. . . . De su boca sale una espada larga y filosa, para que hiera con ella a las naciones.”—Nah. 1:9, NC; Apo. 17:14; 19:11, 15, NM.
Este herir a las naciones es necesario porque ellas no quieren que el Cristo verdadero y vivo gobierne sobre ellas. Ni quieren renunciar al gobierno de ellas. No obstante aun el herir a las naciones no será suficiente para introducir paz permanente a menos que “los gobernantes mundiales de esta oscuridad,” el Diablo y sus demonios, también sean destruídos. Puesto que Cristo es el “Príncipe de Paz,” él se encargará de ver que ese diabólico obstructor de la paz, junto con los demonios, sea exterminado en el Armagedón: “Prendió al dragón, la serpiente original, que es el Diablo y Satanás, y le ató por mil años. Y le arrojó al abismo el cual cerró y selló sobre él.”—Isa. 9:6; Apo. 20:1-4; Mat. 8:29, NM.
BENDICIONES DE LA ESPERANZA DEL NUEVO MUNDO
La guerra del Armagedón limpiará a la tierra de toda iniquidad, toda injusticia, toda corrupción. Nunca más dividirán las barreras nacionalistas a los habitantes de la tierra. Nunca más habrá diferentes gobiernos sobre la tierra al mismo tiempo, cada uno pretendiendo ser de la clase correcta para la gente. Nunca más habrá ejércitos, armadas, aviones de combate, cañones, tanques, ametralladoras y bombas atómicas. Y nunca más habrá refugios contra bombas, hoyos producidos por bombas, “polvo mortífero” radioactivo, campos de peligro entre ejércitos enemigos, trincheras individuales, monumentos dedicados a soldados conocidos y desconocidos, estatuas de soldados empuñando bayonetas o aun academias militares. Porque nada, absolutamente nada, estropeará la paz o echará a perder la belleza del nuevo mundo de Dios. Jehová garantiza esto: “Venid y ved las obras de Yavé, los prodigios que ha dejado Él sobre la tierra. Él es quien hace cesar la guerra hasta los confines de la tierra. Él rompe el arco, troncha la lanza, y hace arder los escudos en el fuego.” “Voy a crear nuevos cielos y una tierra nueva, y las cosas anteriores no serán recordadas, ni vendrán al pensamiento.”—Sal. 46:9, 10, NC; Isa. 65:17.
Claramente, entonces, el nuevo mundo de Jehová es la única esperanza del hombre para paz mundial permanente. ¡Verdaderamente es una esperanza para mucho más! Porque aun si el hombre pudiera introducir una medida de paz, todavía necesitaría doctores, empresarios de pompas fúnebres, sepultureros y hacedores de lápidas sepulcrales. Sí, el hombre todavía tendría su vida llena de lágrimas, duelo profundo, dolor y clamores por causa de sufrimiento agudo y angustias. Así que el hombre necesita más que paz. Necesita vida. Necesita salud. Pero ningún reino de este mundo malo puede acabar con las necesidades medicinales y los cementerios. ¡El nuevo mundo de Jehová sí podrá acabar con ellos! “Y yo vi un nuevo cielo y una nueva tierra, porque el cielo anterior y la tierra anterior habían pasado, . . . Y él [Dios] limpiará toda lágrima de sus ojos, y la muerte no será más, ni tampoco habrá más duelo ni lloro ni dolor.”—Apo. 21:1, 4, NM.
QUÉ HACER
Para disfrutar de las bendiciones de paz mundial permanente, salud perfecta y vida eterna en una tierra paradisíaca después del Armagedón, ¿qué tiene que hacer usted? La Biblia contesta: “Pónganse la armadura completa que proviene de Dios.” ¿Por qué? “Para que puedan mantenerse firmes contra las maquinaciones del Diablo.” Para luchar tal guerra espiritual usted también necesita la “espada del espíritu, es decir, la palabra de Dios.” Todo esto significa que usted tiene que obtener un conocimiento y entendimiento de la Palabra escrita de Jehová. Realmente esto en sí mismo es una lucha, porque la gente tiende a pensar que está demasiado ocupada para estudios bíblicos. Esta actitud de estar demasiado ocupados fué predicha para nuestro día por Jesús: “Así como aconteció en los días de Noé, así será también en los días del Hijo del hombre: comían, bebían, los hombres se casaban.” No hay nada malo en comer, beber y casarse. Entonces ¿qué era lo que estaba mal? Esto: la gente se envolvió tan intensamente en las actividades de la vida, pensando a la misma vez que todo iba a continuar como siempre, que no quiso escuchar y prestar atención a la amonestación de Noé acerca del fin de ese mundo. El resultado: “El diluvio llegó y los destruyó a todos.”—Efe. 6:11, 17; Luc. 17:26, 27, NM.
Por eso utilice tiempo para investigar el mensaje del pacífico nuevo mundo que los testigos de Jehová le están trayendo a usted. Ya se está formando una sociedad del Nuevo Mundo de hombres y mujeres cristianos, que están viviendo para el nuevo mundo. Únase usted a ellos. Ellos son los vencedores seguros, los sobrevivientes de la guerra del Armagedón. Abandone los planes de paz de este mundo dominado por el Diablo, planes hechos por el hombre y destinados al fracaso. Declárese de modo positivo a favor del nuevo mundo, su gobierno y su Rey. Recuerde, no habrá neutralidad en el Armagedón. Todos los que no se decidan a favor del reino de Dios son resistidores pasivos de él. El Rey del nuevo mundo, Cristo mismo, dictó esta regla estricta, inflexible: “El que no está de parte mía está en mi contra.” (Mat. 12:30, NM) De modo que el tiempo para la indecisión ha pasado. Decida ahora. Actúe ahora. Porque pronto, en el Armagedón, un mundo demasiado ocupado, sí, demasiado ocupado para hacer caso a la amonestación de que se le acerca su propio fin, será aplastado y exterminado. Pero no hay necesidad de que usted muera.