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  • El derrumbe cultural
  • La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1955
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La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1955
w55 15/8 págs. 483-484

El derrumbe cultural

NUNCA antes en la historia se han hablado o escrito tantas palabras que no valga la pena oír o leer. ¿Por qué está el mundo entero hundido en un fangal de pensamientos insípidos y vulgares? ¿No es ésta la edad del esclarecimiento? ¿No es ésta la época en que las normas culturales debieran elevarse a un nuevo cenit? Sin embargo, por toda la tierra las normas culturales están derrumbándose. No todos han despertado a este hecho todavía. Esto se debe a que el número de estudiantes universitarios aumenta, el interés en las artes creativas se extiende, la circulación de libros y revistas se expande y la concurrencia a las galerías de arte aumenta. No obstante, la cultura, la cual tiene que ver con la fineza de gusto y pensamiento, no se mide por la cantidad, sino por la calidad. ¿Qué calidad, entonces, tiene lo que es popular en la literatura, el entretenimiento, el arte y la música?

Cuando consideramos la música como ejemplo hallamos que mucho de lo que se llama “popular” es menos que bueno; de hecho, mucho menos que mediocre. La verdadera cultura no sólo escucha música sino que también la produce. Hoy en día, sin embargo, pocos son los que hacen música; la mayoría abrumadora se compone de oyentes pasivos. Por eso Douglas Gilbert dijo de los Estados Unidos en su libro Lost Chords: “Ya no es una nación melódica. Ya no cantamos. Se nos canta.”

Todo lo que se encierra en la palabra cultura ha degenerado. Aun la frase “hombre de cultura” suena anticuada. Y aun el vocablo “distinción” parece haber perdido su significado de distinguir entre lo bueno y lo malo y se ha limitado a la intolerancia racial. La misma cultura ha degenerado en una busca de artificios para la diversión de uno mismo. La mayoría de la gente gasta más tiempo y dinero en divertirse que en mejorarse.

¿Qué diremos acerca del arte moderno? Sólo esto: pone más énfasis en la perplejidad que en la belleza. De igual modo la literatura moderna ha puesto más énfasis en lo anormal que en lo hermoso. Al juzgar por las novelas y revistas populares, millones de personas en las naciones más civilizadas del mundo viven en un mundo de ilusiones, ya sean románticas o lóbregas. La significación horrenda no yace en el solo hecho de que la gente anhele escaparse de la realidad, sino en lo que la gente busca como su escape—el sentimentalismo pueril o el desenfreno físico. Antes de la II Guerra Mundial los alemanes leían a Tarzán; él era el favorito de ellos. Pero Tarzán es apacible en comparación con los héroes de las novelas modernas.

Antes las novelas enternecían el corazón. Ahora cuanto más escalofriante sea la novela, más probabilidad tiene de lograr éxito. Aquí está lo que dijo un crítico cuando él repasó una novela en el Times de Nueva York: “En el pasado el autor frecuentemente ha sido estorbado por demasiada compasión afectuosa. . . . Últimamente un nuevo y más saludable tono siniestro ha penetrado en las novelas del Sr. Morris. . . . Sus tipos nativos encantadores, sus maridos y esposas del término medio, se han hecho algo monstruoso; sus círculos domésticos hogareños han llegado a parecerse a los cubiles de fieras hembras en los cuales están esparcidos los cadáveres de hombres. Lo que en un tiempo enternecía el corazón ahora lo hiela, y con el cambio el Sr. Morris ha adquirido nuevo significado y estatura como novelista.” ¿Por qué la nueva estatura? ¡Debido a un “más saludable tono siniestro”! El mundo entero se ha vuelto psicopático; de modo que para muchos tal vez el “tono siniestro” es realmente saludable y normal.

¿Qué hay de los periódicos? Ellos son una fuerza tremenda para elevar las normas culturales. Sin embargo, el periódico que da importancia al sexo y los crímenes llega a ser el periódico que más se vende en la nación. Si la gente culta se queja, los directores tienen una respuesta prefabricada: sólo imprimen lo que el público quiere. Así es que una de las preguntas normales para determinar la cultura e inteligencia de una persona (¿qué lee?) casi puede limitarse a ¿qué periódico compra? La prensa ha llegado a ser tan degradante que un escritor hasta dijo: “Si uno estuviera buscando la mejor manera de destruir y matar en una nación entera la disciplina que viene del respeto, el afecto que se le tiene a lo que es elevado, ninguna otra cosa le sería tan útil como los periódicos americanos.”

Pero el derrumbe cultural se extiende mucho más allá de los Estados Unidos. Los puestos de periódicos de Europa corroboran esto. Dennis W. Brogan escribió recientemente: “El progreso ha sido igual en Inglaterra y en los Estados Unidos; así como la mera capacidad para leer y escribir se ha extendido, asimismo el buen gusto, el decoro y la capacidad de reflexionar aparentemente han disminuído.” Sí, el derrumbe cultural ha iluminado la presente guerra en contra de la reflexión y la soledad. Si uno se queda solo para meditar y leer, lo tachan de antisocial. El advenimiento del cine, la televisión y la radio portátil ha reducido la posibilidad de que alguien quede presa de sus propios pensamientos.

Hoy en día las artes liberales están en retroceso cabal. Conviniendo en que tal es el caso, el presidente de la Universidad de Princeton, Harold W. Dodds, declaró: “El vasto sistema de América de educación secundaria apoyada por impuestos no está cumpliendo su deber para con la mente. . . . Su debilidad mayor se debe a que ha despreciado la erudición académica.” La mayor parte de la expansión en las escuelas de América después de la guerra ha sido en la enseñanza de oficios. Pero ¿no son competentes en su profesión y de mente alerta los graduados de las escuelas de hoy en día? Sí, pero como lo expresó un educador: “Los que miran debajo de la superficie de estos graduados atractivos encuentran limitaciones en cuanto a disciplina mental propia, valores humanitarios, conceptos éticos firmes, perspectiva histórica, normas cualitativas y profundidad y exactitud de conocimiento.”

Hace mucho un escritor de profundidad y entendimiento explicó cuán importante es que los hombres fijen sus pensamientos en cuantas cosas sean justas, puras, amables y de buena reputación. No obstante, los medios de comunicación en masa de hoy en día, con el consentimiento gustoso de la gente, parecen estar dedicados a fijar la atención pública en cuantas cosas sean triviales, feas, vulgares, lascivas y de mala reputación. Claramente, el derrumbe cultural está aquí. Tenía que venir. Pues estamos en los “últimos días” de un mundo inicuo que se aproxima a su destrucción y cuyo dios es Satanás el Diablo. De manera que otra faceta de la señal del fin del viejo mundo está delante de nuestros ojos: ‘Conozcan esto, que en los últimos días se presentarán tiempos críticos y difíciles de manejar. Porque los hombres no le tendrán amor a la bondad.’—2 Tim. 3:1-3, NM.

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