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  • ¿Teme usted a los hombres o a Dios?

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  • ¿Teme usted a los hombres o a Dios?
  • La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1957
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La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1957
w57 15/3 págs. 163-164

¿Teme usted a los hombres o a Dios?

MUCHAS personas se preocupan por el qué dirán. Si pueden hacer algo malo sin que lo vean los hombres, lo hacen. Jehová Dios lo ve, pero no se le da consideración seria a esto. Se preocupan si los hombres se enteran de ello, pero no les importa que Dios vea. ¡Cuán torcido está el asunto! Quieren parecer buenos a la vista de los hombres, pero no les preocupa cómo parecen a la vista de Dios. Los hombres verdaderamente no tienen importancia; Dios sí. ¿Por qué es flaqueza humana tan general el temer a los hombres y olvidar a Dios?

Tal vez piensen que Dios será más misericordioso y comprensivo con relación a sus flaquezas y los perdonará, entre tanto que los hombres no serían tan clementes. Más bien en tales casos la idea es que si los hombres no saben no se les castigará por su delito. Eclesiastés 8:11-13 dice: “Por cuanto no se ejecuta sentencia contra la obra mala muy en breve, por eso el corazón de los hijos de los hombres dentro de ellos está plenamente resuelto a hacer el mal. Pero aunque el pecador haga mal cien veces, y con todo se le prolonguen los días, sin embargo yo ciertamente sé que les irá bien a los que temen a Dios, por lo mismo que temen delante de él. Al hombre malo empero no le irá bien, ni tampoco prolongará sus días, los cuales son como una sombra; por cuanto no teme delante de Dios.” Los hombres deben sentir más temor al pensar que Dios ve su maldad que porque los hombres la vean.

En los días de Jesús los escribas y fariseos hipócritas daban toda su atención a las apariencias externas para presentar una buena vista a los hombres, pero no se preocupaban por su inmundicia interna que Dios veía. Jesús les dijo: “Ustedes limpian el exterior de la taza y del plato, pero por dentro éstos están llenos de despojo y falta de moderación.” En los días de Ezequiel los malhechores razonaban: “¡Jehová no nos ve! ¡Jehová ha abandonado la tierra!” Eran lo mismo ciento cincuenta años antes de eso, en el tiempo de Isaías: “¡Ay de los que ahondan el consejo, a fin de ocultarlo a Jehová, y cuyas obras están envueltas en tinieblas; y dicen: ¿quién nos ve? y ¿quién nos conoce?”—Mat. 23:25, NM; Eze. 8:12; Isa. 29:15.

Jehová ve nuestros hechos, sean buenos o malos, y da la recompensa a su debido tiempo. Los hipócritas, a la vez que ocultan de los hombres sus obras malas, anuncian con son de trompeta cualquier bien que hagan para asegurarse de que los hombres tomen nota, “para que los hombres los glorifiquen.” “Están teniendo su recompensa plena,” dijo Jesús. Él aconsejó a sus seguidores que hicieran sus regalos de misericordia y rindieran sus servicios religiosos sosegadamente y sin estruendo, y “entonces tu Padre que está mirando en secreto te pagará de vuelta.” Los hombres que temen a hombres ocultan su maldad de los hombres, pero exhiben sus buenos hechos para asegurarse de que los hombres observen y aplaudan.—Mat. 6:2-4, 16-18, NM.

“El temor del hombre trae un lazo,” pero “el temor de Jehová es el principio de la sabiduría.” A veces hasta los cristianos verdaderos, en su flaqueza carnal, se sorprenden a ellos mismos haciendo lo que es incorrecto porque los hombres no los ven y por eso están libres de censura o castigo procedentes de los hombres. Si no hemos de sufrir por nuestros actos ahora mismo a veces nos hallamos fuertemente tentados a hacerlos, dejando de mirar al futuro más distante cuando tendremos que rendir cuentas por ellos a Jehová. A Dios, no a los hombres, es a quien se debe temer, porque eso señala el principio de la sabiduría que nos guiará por lo correcto y nos conseguirá la vida.—Pro. 29:25; 1:7, margen.

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