BIBLIOTECA EN LÍNEA Watchtower
Watchtower
BIBLIOTECA EN LÍNEA
español
  • BIBLIA
  • PUBLICACIONES
  • REUNIONES
  • w62 15/7 págs. 441-444
  • ¿Por qué la escasez de ministros?

No hay ningún video disponible para este elemento seleccionado.

Lo sentimos, hubo un error al cargar el video.

  • ¿Por qué la escasez de ministros?
  • La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1962
  • Subtítulos
  • Información relacionada
  • ESCASECES EN EL PROTESTANTISMO
  • DETRÁS DE LA ESCASEZ
  • LA VERDADERA CAUSA
  • FRUSTRADOS Y CONFUSOS
  • LA POLÍTICA Y LA VERDADERA NECESIDAD
  • ‘¿Cómo oirán?’
    La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1966
  • ¿Por qué se están “quedando sin ministros”?
    La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1958
  • Por qué los líderes religiosos se preocupan
    ¡Despertad! 1970
  • ¿Quiénes son los ministros de Dios hoy?
    La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1983
Ver más
La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1962
w62 15/7 págs. 441-444

¿Por qué la escasez de ministros?

POCO después de la II Guerra Mundial hubo un repentino reavivamiento de la religión en los Estados Unidos de la América del Norte. Se edificaban nuevas iglesias por todas partes y aumentaban los sueldos de los clérigos. Pero ahora ese espíritu optimista se ha trocado en algunas reevaluaciones serias y sombrías.

En realidad, algunos ministros ahora confiesan que el fuerte clamor de un “resurgimiento de la religión” era sin sustancia, ficticio. Dicen que todo el asunto fue un subterfugio estadístico y no una realidad espiritual; que las cifras de miembros estaban presentes, pero los trabajadores espirituales estaban ausentes.

En prueba de esto señalan a una de las paradojas más extrañas y más serias de la religión del día moderno, a saber, una creciente matrícula de miembros y una decadente matrícula de seminarios que existen a la misma vez. Los ministros dan énfasis a que ahora mismo, cuando la concurrencia a las iglesias está en su punto más alto de la historia, hay una deplorable necesidad de potencial humana de primera clase en la religión. Los siguientes informes muestran exactamente cuán grave es este problema.

La revista Time del 28 de abril de 1961 informó: “El número de nuevos reclutas al sacerdocio ha estado decreciendo en Italia a una velocidad alarmante.” En Italia la proporción de sacerdotes a legos es la más baja en la historia del país; 1 a 1,008, en comparación con 1 a 75 en Irlanda. En Bolonia están desocupadas 81 parroquias; en Salerno, de un total de 160 parroquias, 60 están desocupadas. Italia meridional, excluyendo a Sicilia, tenía más de 80,000 sacerdotes hace un siglo; hoy tiene menos de 10,000.

El sacerdote católico romano Rogelio E. Vekemans dijo que hacen falta más de “200,000 sacerdotes adicionales en la América latina.” En lo mundial, el cardenal Pizzardo, prefecto de la Sagrada Congregación de Seminarios y Universidades, declaró que para que la Iglesia Católica se mantenga al día con la demanda es menester que ordene por lo menos a 10,000 nuevos sacerdotes cada año. Pero en 1959 hubo solamente 5,475 nuevas ordenaciones, aproximadamente la mitad del número deseado.

Otro problema con el cual tiene que habérselas la Iglesia Católica Romana tiene que ver con sacerdotes que dejan el sacerdocio. Se le imputa a un oficial del Vaticano el haber dicho que un número “perturbador” de sacerdotes italianos y franceses ha abandonado la iglesia. Aunque autoridades católicas no publican cifra alguna, una fuente protestante sugiere que 5,000 sacerdotes italianos y más de 1,000 sacerdotes franceses han dejado la Iglesia Católica Romana durante los pasados quince años, es decir, más que los que fueron ordenados en 1959.

En Génova, Italia, la asistencia a seminarios bajó en un 40 por ciento durante los últimos veinte años, y el 80 por ciento de los seminaristas se sale antes de completar el curso de doce años. Se dice que dos terceras partes de los seminarios de Turín están vacíos. También hay escasez de monjas. Estas estadísticas no representan de ninguna manera todo el problema, sino que meramente sirven para mostrar que existe una grave escasez de potencial humana en el catolicismo.

ESCASECES EN EL PROTESTANTISMO

Escaseces y deserciones son igualmente grandes en el protestantismo. En abril de 1961 se les dijo a los lectores del Times de Nueva York que un escrutinio de las escuelas teológicas de los Estados Unidos mostraba una baja de 5.3 por ciento en la matrícula de 1960. Hubo 1,125 estudiantes menos para el ministerio que el total de 20,365 que hubo en 1959. Un problema parecido arrostra la Iglesia Unida del Canadá. El Dr. A. C. Forrest, redactor del United Church Observer, dijo: “Sabemos que tenemos una emergencia, una crisis. Necesitamos por lo menos 200 hombres más en el ministerio cada año.” Pero la pregunta es: ¿De dónde van a venir? En Winnipeg hay menos ministros ahora que los que hubo hace treinta años. Hombres principales de los seminarios predicen que para 1975 a las iglesias protestantes de la América del Norte les faltarán 50,000 ministros. Es obvio que pronto millones de personas de la cristiandad se hallaran sin guía clerical.

DETRÁS DE LA ESCASEZ

¿Qué hay detrás de la escasez de ministros? ¿Por qué no entran en el ministerio más hombres y mujeres jóvenes? ¿Y por qué dejan su curato tantos clérigos para buscar trabajo fuera de la iglesia en campos de servicio social, gobierno o comercio? ¿Por qué están dispuestos a abandonar sus rebaños a ayuda inepta? Wesley Shrader, profesor coadjutor de teología pastoral en la Escuela de Teología de Yale, es de la opinión de que a demasiados clérigos hoy en día se les está pasando por alto o no se les está pagando suficientemente. El Dr. Samuel H. Miller, decano de la Escuela de Teología de Harvard, llamó a los ministros mal pagados pero con exceso de trabajo “una de las tragedias de nuestro tiempo.” El aumento en el número de derrumbes emocionales entre clérigos, sin duda, ha tenido sus efectos.

No obstante, otras autoridades religiosas se inclinan más a pensar que el materialismo tiene la culpa por la escasez. Mucha gente joven se refiere al ministerio como “un ajobo,” una carga penosa, y si tienen que llegar a ser parte de un ajobo, dicen, prefieren escoger un “fastidio” de mejor paga y más prestigio que lo que es el ministerio. Algunos se quejan de que algunos vendedores y conserjes trabajan menos que la mitad de las horas que trabaja la mayoría de los ministros y ganan más del doble en sueldo. “La amarga verdad,” dice un informe, es “que los ministros están en peor situación [monetariamente] hoy que hace una generación.” Esto es especialmente cierto en algunos sectores rurales.

Hay observadores que echan la culpa por la decadencia del sacerdocio en Italia no a las condiciones muy pobres entre los sacerdotes sino a la prosperidad de Italia. Don Luigi Noli, quien está a cargo de vocaciones para la diócesis de Génova, dijo: “La gente joven hoy cree que sabe vivir. Antes de tener 18 años esperan ganar 10,000 liras al mes. ¿Cómo se les podrá persuadir a hacerse sacerdotes?” El sacerdote Bernardo P. Donachie parece estar de acuerdo con él. Hablando en la misa matutina en la Catedral de San Patricio en la ciudad de Nueva York, Donachie dijo que el espíritu de sacrificio falta entre los católicos y es esto lo que está contribuyendo a la “asombrosa escasez de sacerdotes, hermanos y hermanas.”

Sin embargo, autoridades protestantes dicen que el “modo borroso de pensar” y la “depreciación del pastor local” son igualmente responsables de su escasez. El ser “un simple pastor” brinda aproximadamente la misma gloria y promesa al joven que entra en el ministerio como el desempeñar un papel como “una simple ama de casa” a una reina de belleza de Hollywood. Los “grandes” de la religión hoy en día no son los pastores-esos hombres que predican y enseñan—sino aquellos que tratan de la teoría general de la religión, los que pueden inventar nueva fraseología o encabezar un nuevo movimiento religioso o fascinar a gente joven por medio de disertaciones chispeantes—éstos son el clerohéroe de la hora. Y, también, en algunas denominaciones dos terceras partes del número de ministros se especializan; la tercera parte restante desempeña el trabajo pastoral mundano. Esta revelación ha tenido un efecto desmoralizador en los que habían planeado hacer del ministerio su carrera.

LA VERDADERA CAUSA

Sin embargo, todas estas quejas, por legítimas que pudieran ser, no son sino una sombra de la verdadera causa. El Dr. Juan Bright, predicador huésped de la Primera Iglesia Presbiteriana de la ciudad de Nueva York, dijo: “La verdad llana es que no tenemos en nosotros el seguir a Cristo.” Teodoro M. Greene, filósofo distinguido, en un artículo que se discutió extensamente comentó que la falta más grande de esta época es la ausencia de espiritualidad entre los líderes espirituales. El clérigo danés Poul Ulsdal confesó: “Me ha causado terror el descubrir que muchos clérigos están en realidad más bien desinteresados en la religión.” El ex clérigo metodista Jaime B. Moore escribe: “Algunos ministros sencillamente odian su trabajo. Yo he conocido a ministros que odian a la gente en general y a sus congregaciones en particular.” El moderador de la Iglesia Unida del Canadá, Angus J. MacQueen, dijo que demasiados ministros han “perdido el sentido de quiénes y qué son,” que están plagados de una sensación de inseguridad personal. En Ohío un ministro informa: “Estimo que hay muchísimos ministros que se sienten algo perdidos. Yo me hallo entre ellos. Sencillamente no podemos ver adónde nos dirigimos en la iglesia. . . .No Podemos ver que estemos haciendo mucha diferencia en nuestras comunidades o en la vida de los miembros individuales de nuestras comunidades. Esto me perturba.”

¿Cómo pueden inspirar fe los que no la tienen? ¿Cómo pueden los ciegos guiar? ¿Cómo pueden los perdidos salvar? ¿Cómo pueden crear esperanza los que no la tienen? ¿Es extraño el que con semejante jefatura haya un apartamiento de la religión?—Mat. 6:22, 23; 15:14.

FRUSTRADOS Y CONFUSOS

Otros ministros hablan de que ellos mismos están frustrados y tienen conflictos de pensamientos. Se dice que muchos clérigos están divididos entre lo que la gente espera que ellos sean, hagan y digan y lo que ellos mismos preferirían ser, hacer y decir. El ex clérigo metodista Moore dice: “Casi todo clérigo tiene que ser dos hombres: lo que realmente es, y lo que él cree que la iglesia y la sociedad esperan que un clérigo sea.” Todo esto suma a un gran problema de frustración.

Hay conflictos de pensamientos también. Ministros jóvenes recién salidos de los seminarios a menudo hallan que su entendimiento de “verdades cristianas” pugna con lo que creen los laicos y algunos de los ministros de mayor edad de sus iglesias. Moore declara: “Aquellas iglesias que demandan una suscripción literal a tales dogmas como el nacimiento virgen, la resurrección física de Jesús, la deidad (en vez de la divinidad) de Jesús, la Biblia como las palabras efectivas de Dios, y así sucesivamente, se encaminan hacia dificultades en años venideros. Cualquier ministro joven como yo que haya salido del seminario dentro de los últimos diez o quince años sabe esto. No importa que él sea metodista o bautista, presbiteriano, episcopal, o luterano. Muchísimos ministros de mi generación, prescindiendo de la denominación a la cual se pertenezca, han llegado a tener convicciones personales acerca de la fe cristiana—por medio de lucha y esfuerzo—que son mucho más liberales y fuera de lo ortodoxo que lo que osarían admitir en público. . . . Por decirlo llanamente, ya no creen en el Evangelio como se espera de ellos que lo prediquen, y ya no creen en la denominación que se espera de ellos que apoyen.”

Se nos dice que “hay miles de ministros de esa clase en los Estados Unidos hoy. Y en su mayor parte están desempeñando un papel, pero no están verdaderamente felices en él.” Poco extraña, entonces, el que hombres y mujeres jóvenes no estén respondiendo al ministerio. “Porque en verdad, si la trompeta da un toque confuso, ¿quién se preparará para la batalla?” ¿Quién será atraído a una casa dividida? ¿Cómo pueden los infelices animar a otros a seguir a Cristo?—1 Cor. 14:8.

LA POLÍTICA Y LA VERDADERA NECESIDAD

Lo que es, tal vez, aun más exasperante al joven concienzudo es el uso extenso de la política en la religión. Moore escribe: “La descarada lagotería, carantoñas, y ‘sobornitos’ que se llevan a cabo en la lucha agresiva por posición, colocación y prestigio son espantosos para cualquier ministro joven sensitivo. La lástima es que esto es aproximadamente lo que se espera. Los principales legos lo esperan y lo fomentan. La regla en la iglesia es muy a menudo ‘a quién conoce usted’—no ‘quién es usted’ y qué tiene usted genuinamente para ofrecer en predicación, ejemplo personal, capacidad creadora, claridad intelectual, probidad, y sinceridad. Es bien conocido que muchos obispos de la iglesia metodista, por ejemplo, hacen campaña activamente por el puesto. Lo mismo es cierto respecto a presidentes de colegio, secretarios de junta, y pastores de muchas de las iglesias más grandes. . . .Los medios que se usan para lograr estos puestos-a menudo por hombres de talento de tercera o cuarta clase—bastarían a veces para hacer ruborizarse al ayudante de cacique político de ciudad grande.”

¿Qué han de pensar los hombres y mujeres jóvenes concienzudos cuando ven que los que dan fiestas, los que beben y comen y se intiman con los respetados ministros más antiguos, se ríen de sus chistes aburridores y dicen “sí” a su cada antojo, son los que son adelantados? El Christian Herald informa respecto a cómo reaccionan ellos: “Muchos estudiantes salen de los seminarios con menos capacidad y voluntad para predicar que la que tenían cuando se matricularon tres años antes.” Su celo queda apagado. Su espíritu para el ministerio les abandona. Mueren espiritualmente. La voluntad de vivir para Cristo se ha ido. Y ¿quién tiene la culpa?

Cuando el discipulado desaloja a lo de ser miembro de una iglesia, cuando el edificar fe, esperanza y amor eclipsan la construcción de edificios eclesiásticos, cuando el salvar a vidas humanas se hace más importante que el salvar tradiciones y el formalismo, cuando el servir a Dios llega a ser más importante que el satisfacerse a sí mismo, entonces los hombres desean ser ministros, pero no ministros de organizaciones religiosas que no enseñan la Palabra de Dios. Desean ser ministros de Dios. Y durante los años entre 1957 y 1960, en vez de que hubiera una decadencia en el ministerio, en la sociedad del nuevo mundo de testigos de Jehová 277,866 personas llegaron a ser tal clase de ministros ordenados, maestros públicos dedicados de la Palabra de Dios.

Jesús mismo dijo: “La cosecha es grande, pero los trabajadores son pocos.” Hay demanda de ministros trabajadores sinceros, no debido a que haya habido una decadencia de interés en la religión; más bien, debido a que la urgencia es más grande. ¡El género humano se halla cara a cara con el Armagedón de Dios! El reino establecido de Dios tiene que ser predicado para dar un testimonio a todas las naciones antes que acometa el Armagedón. Eso es lo que hace que la demanda sea urgentísima en este tiempo. ¿Está dispuesto usted a servir como ministro de Dios?—Mat. 9:37, 38; Juan 4:23, 24; Sof. 2:3; Apo. Rev. 16:16; Mat. 24:14; 1 Tim. 4:16.

    Publicaciones en español (1950-2025)
    Cerrar sesión
    Iniciar sesión
    • español
    • Compartir
    • Configuración
    • Copyright © 2025 Watch Tower Bible and Tract Society of Pennsylvania
    • Condiciones de uso
    • Política de privacidad
    • Configuración de privacidad
    • JW.ORG
    • Iniciar sesión
    Compartir