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  • ¿Qué es el texto masorético?

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  • ¿Qué es el texto masorético?
  • La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1995
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La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1995
w95 15/5 págs. 26-28

¿Qué es el texto masorético?

SIN importar en qué idioma leamos la Biblia, es muy probable que parte de ella se haya traducido directa o indirectamente del texto masorético, que abarca las Escrituras Hebreas, o “Antiguo Testamento”. En realidad, ha habido más de un texto masorético. Por eso, ¿cuál se escogió, y por qué? A propósito, ¿qué es el texto masorético, y cómo sabemos que es confiable?

La Palabra de Jehová

La Biblia empezó a escribirse en el monte Sinaí en 1513 a.E.C. Éxodo 24:3, 4 nos dice: “Vino Moisés y refirió al pueblo todas las palabras de Jehová y todas las decisiones judiciales, y todo el pueblo respondió con una sola voz y dijo: ‘Todas las palabras que ha hablado Jehová estamos dispuestos a ponerlas por obra’. Por consiguiente, Moisés escribió todas las palabras de Jehová”.

La redacción de las Escrituras Hebreas se realizó durante más de mil años, desde 1513 a.E.C. hasta aproximadamente 443 a.E.C. Como Dios inspiró a los escritores, es razonable que él dirigiera la conservación fiel de su mensaje. (2 Samuel 23:2; Isaías 40:8.) Ahora bien, ¿quiere decir esto que Jehová excluiría todo error humano para que no se cambiara ni una sola letra al hacerse las copias?

Se abre la puerta al error

Aunque los hombres que copiaron la Palabra de Dios de generación en generación la respetaban profundamente, de todas formas se introdujeron ciertos errores humanos en los manuscritos. Los escritores de la Biblia fueron inspirados, pero los copistas no hicieron su labor bajo inspiración divina.

Después de regresar del destierro en Babilonia, en 537 a.E.C., los judíos adoptaron el estilo de escritura cuadriforme, un nuevo estilo que aprendieron en Babilonia. En esta escritura cuadriforme ciertas letras se parecían, y por lo tanto el cambio creó el problema de que se confundieran unas con otras. Como el hebreo es un idioma que se escribe con consonantes y el lector añade los sonidos vocálicos según su entendimiento del contexto, el cambio de una consonante podía modificar fácilmente el significado de una palabra. No obstante, en la mayoría de los casos, se detectarían y corregirían estos errores.

La gran mayoría de los judíos no regresaron a Israel después de la caída de Babilonia. Por tanto, las sinagogas se convirtieron en los centros de culto de las comunidades judías por todo el Oriente Medio y Europa.a Toda sinagoga necesitaba copias de los rollos de las Escrituras. Al multiplicarse las copias, también aumentó la posibilidad de que los copistas cometieran errores.

Intentan cerrar la puerta

A partir del siglo I E.C., los escribas de Jerusalén intentaron fijar un texto maestro mediante el cual pudieran corregirse todos los demás rollos de las Escrituras Hebreas. Sin embargo, no existía ningún sistema definitivo que permitiera distinguir el texto original de los manuscritos que contenían errores de los copistas. Parece ser que a partir del siglo II E.C., se había conseguido un texto consonántico de las Escrituras Hebreas bastante estandarizado, aunque todavía no gozaba de reconocimiento oficial. Algunas citas de las Escrituras Hebreas que aparecen en el Talmud (compilado entre los siglos II y VI E.C.) se tomaron de una fuente distinta de la que posteriormente llegó a conocerse como el texto masorético.

La palabra “tradición” en hebreo es ma·soh·ráh o ma·só·reth. Para el siglo VI E.C., a los que guardaban la tradición de copiar con exactitud las Escrituras Hebreas llegó a conocérseles con el nombre de masoretas. Las copias que hicieron se denominan textos masoréticos. ¿Qué tenía de especial su labor y los textos que preparaban?

El hebreo había dejado de ser un idioma vivo, nacional, y muchos judíos ya no estaban familiarizados con él. Por esa razón, la comprensión del texto bíblico consonántico corría peligro. A fin de protegerlo, los masoretas inventaron un sistema de vocales representadas por puntos y rayitas que se colocaban encima y debajo de las consonantes. También idearon un complejo sistema de marcas que indicaban la puntuación y servían de guía para una pronunciación más exacta.

Cuando los masoretas creían que se había modificado un texto o que anteriores generaciones de escribas lo habían copiado mal, hacían anotaciones al margen en vez de cambiar el texto. Anotaban formas y combinaciones poco comunes de palabras, la frecuencia con que aparecían en un libro o en todas las Escrituras Hebreas, así como otros comentarios que ayudaban a los copistas en su labor de comprobación. Inventaron un sistema de “códigos” abreviados a fin de poner por escrito esta información con suma brevedad. En los márgenes superior e inferior había una especie de miniconcordancia, que alistaba porciones de versículos relacionados que se comentaban en las notas de los márgenes laterales.

El sistema más famoso fue el que perfeccionaron los masoretas de Tiberíades, junto al mar de Galilea. Destacaron de modo particular las familias de Ben Aser y Ben Neftalí, de los siglos IX y X E.C., posiblemente caraítas.b Aunque existían diferencias entre los métodos de pronunciación y las notas de estas dos escuelas, las consonantes de sus textos difieren en menos de diez casos en todas las Escrituras Hebreas.

Estas dos escuelas de masoretas, la de Ben Aser y la de Ben Neftalí, hicieron una gran aportación a la erudición textual de su tiempo. Cuando Maimónides, influyente talmudista del siglo XII, elogió el texto de Ben Aser, otros le dieron preferencia exclusiva. Tanto fue así, que hoy no se puede encontrar ningún manuscrito de Ben Neftalí. Lo único que queda son listas de las diferencias entre ambas escuelas. Curiosamente, el comentario de Maimónides tenía que ver con cuestiones de estilo, como el espacio entre párrafos, no con los aspectos más importantes de la transmisión exacta.

¿Puede encontrarse un texto masorético “puro”?

Los eruditos no se ponen de acuerdo en cuanto a qué códice disponible hoy día es el texto “puro” de Ben Aser, como si ello nos fuera a dar el “verdadero” texto masorético. En realidad, nunca ha habido un texto masorético único, “puro”, cuya autoridad sea incuestionable, sino que ha habido muchos textos masoréticos, cada uno ligeramente distinto de los demás. Todos los códices existentes son una mezcla de los textos de Ben Aser y Ben Neftalí.

La tarea a la que se enfrenta hoy en día el traductor de las Escrituras Hebreas es inmensa. No solo debe familiarizarse con el texto hebreo, sino también con todas las opciones razonables en los casos en que el texto pudiera haber sufrido alguna modificación por error del copista o por otras causas. Aunque los diferentes textos masoréticos sirven de base, ha de consultar otras fuentes válidas que pudieran representar razonablemente versiones más antiguas y tal vez más exactas del texto consonántico.

En la introducción a su libro The Text of the Old Testament (El texto del Antiguo Testamento), Ernst Würthwein explica: “Cuando nos encontramos con un pasaje difícil, no podemos sencillamente reunir las diversas versiones y escoger la que parezca más sencilla, unas veces optando por el texto hebreo, otras por la Septuaginta y otras por el targum arameo. No se puede confiar por igual en todos los testimonios textuales. Cada uno posee una naturaleza y una historia particulares, que debemos conocer si queremos evitar las soluciones indebidas o falsas”.

Tenemos base firme para confiar plenamente en que Jehová ha preservado su Palabra. Gracias a la labor conjunta realizada por muchos hombres sinceros a lo largo de los siglos, la sustancia, el contenido y hasta los detalles del mensaje bíblico están al alcance de nuestra mano. Ningún pequeño cambio en una letra o una palabra ha afectado nuestra capacidad de entender las Escrituras. Ahora la pregunta que importa es: ¿viviremos en conformidad con la Palabra de Dios, la Biblia?

[Notas a pie de página]

a Dado que muchos judíos de fuera de Israel ya no leían hebreo con fluidez, aquellas comunidades judías, como la de Alejandría (Egipto), vieron pronto la necesidad de traducir la Biblia a la lengua vernácula. A fin de satisfacer esta necesidad, se preparó la versión griega Septuaginta en el siglo III a.E.C. Posteriormente esta versión resultó muy valiosa para comparar textos.

b Alrededor del año 760 E.C., un grupo judío conocido como los caraítas exigió un apego más estricto a las Escrituras. Rechazaban la autoridad de los rabinos, la “Ley oral” y el Talmud, por lo que tenían más razón para proteger metódicamente el texto bíblico. Ciertas familias de este grupo se hicieron copistas masoréticos expertos.

[Fotografía en la página 26]

El Códice de Alepo contiene el texto masorético

[Reconocimiento]

Bibelmuseum (Münster)

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