Presentando las buenas nuevas... a toda persona
1 Jesucristo dio amplia publicidad al Reino de Dios. Fue por toda Galilea proclamando: “Arrepiéntanse, porque el reino de los cielos se ha acercado” (Mat. 4:17). Este era un mensaje oportuno de buenas nuevas que alegraba el corazón de los oidores de Jesús y les daba una esperanza. Había que compartir con otros esas buenas nuevas, y debido a la urgencia de estas, aquellos que efectuaban esa obra tenían una seria responsabilidad.
2 ¿Quiénes han aceptado esta responsabilidad? Al principio de nuestra Era Común fueron los discípulos de Jesús, entre ellos los fieles apóstoles. Siglos después, se nos ha dado a conocer este mensaje, y por eso nosotros también tenemos la responsabilidad de compartirlo con otros (1 Cor. 9:16). Por medio de aprovechar toda oportunidad conveniente, podemos mostrar nuestra obediencia sincera al mandato de Jesús de predicar las “buenas nuevas del reino [...] en toda la tierra habitada para testimonio a todas las naciones” antes que venga el fin. (Mat. 24:14.)
3 Al participar en la obra de casa en casa, ¿nos esforzamos por ponernos en contacto con alguien en cada hogar? Debido a que tanta gente trabaja seglarmente, puede que en muchas casas nadie responda cuando tocamos en la puerta. Por supuesto, el que nadie conteste cuando llamamos a la puerta de entrada no siempre significa que no haya nadie en casa. ¿Hay indicios de que usen una entrada lateral o trasera? Si es así, el llamar a esa puerta quizás resulte en que alguien conteste. O puede que el amo de casa esté en el patio trasero o en el garaje. A veces descubrirá que hay un apartamento separado, al cual se entra por el lado de la casa. Después de pasar a visitar otras casas, quizás vea que el amo de casa regresó a dicho hogar. Si este fuera el caso, después de unos minutos, ¿por qué no vuelve a este y llama otra vez a la puerta?
4 ¿Qué hay en cuanto a los hogares en que no se pueda poner en contacto con nadie? Anótelos en su Registro de Casa en Casa. Por lo general es mejor guardar un registro separado de las personas que han manifestado interés en la Biblia, a quienes uno planea volver a visitar; así la lista de los no en casa puede entregarse a otro publicador si uno mismo no puede volver a esos hogares. Al continuar visitando a los no en casa, muchos han hallado que es mejor volver a horas diferentes, ya que de este modo puede que haya mayor posibilidad de encontrar a alguien. Algunos publicadores han tenido éxito en ponerse en contacto con la persona al visitar de nuevo más tarde el mismo día o por la noche. Las personas que no se encuentran en casa durante la semana a menudo están allí el fin de semana, y viceversa. Los grupos que testifican durante la semana podrían cambiar sus listas de los no en casa con los grupos que testifican el fin de semana y hallar que obtienen buenos resultados en comunicarse con algunas de estas personas. El ser fieles en guardar este registro y luego dar atención a lo que anotamos en él muestra nuestro amor a otros y nuestro deseo de agradar a Jehová. (Luc. 16:10.)
5 Esté listo para aprovechar otras oportunidades de testificar mientras esté en el territorio. Por ejemplo, quizás se encuentre con personas que han salido a dar una vuelta, o que estén sentadas en un banco o esperando el autobús. Si usted aborda a la persona de manera prudente y con una sonrisa amigable, quizás se encuentre con alguien que escuche. También, es bueno visitar las tiendas pequeñas y los establecimientos comerciales si estos no están demasiado concurridos. Muy a menudo durante su ministerio encontrará a jóvenes. No pierda la oportunidad de compartir un pensamiento bíblico con ellos, porque la vida de ellos también es importante. (Mat. 19:14.)
6 La Palabra de Dios dice claramente que es la ‘voluntad de Jehová que hombres de toda clase sean salvos’ (1 Tim. 2:4). “No desea que ninguno sea destruido, sino desea que todos alcancen el arrepentimiento” (2 Ped. 3:9). Cuando trabajamos concienzudamente nuestro territorio asignado y nos esforzamos sinceramente por ponernos en contacto con todos, mostramos que amamos a otros así como Jehová los ama. Ese espíritu ciertamente resultará en bendiciones para nosotros y para los que nos escuchen. (1 Tim. 4:16.)